Eventos
Un siglo de principios y lucha por la Solidaridad
Declaración del IMFC por el 100º Día Internacional de las Cooperativas
El escenario actual ‒como ocurre en todo tiempo histórico‒ expresa un contraste de luces y sombras, lo cual genera al mismo tiempo sentimientos de incertidumbre y apatía como de esperanza en el porvenir. Desde las más diversas perspectivas y cosmovisiones se advierte que la humanidad atraviesa una crisis civilizatoria de carácter estructural, sistémico y multidimensional.
 
Oxfam –una organización que estudia de modo riguroso la distribución de la riqueza mundial‒ publicó un informe en enero de este año cuyo título refleja una trágica realidad: “Las Desigualdades Matan”. En él se afirma que “Desde el inicio de la pandemia, ha surgido un nuevo milmillonario en el mundo cada 26 horas. Los diez hombres más ricos del mundo han duplicado sus fortunas mientras que, según se estima, más de 160 millones de personas han caído en la pobreza. Mientras tanto, se calcula que cerca de 17 millones de personas han perdido la vida a causa de la COVID-19, una magnitud de muertes sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial.”
 
Señala algunos datos que evidencian este escenario dramático, en términos humanos:
 
1)  “La riqueza de los 10 hombres más ricos se ha duplicado, mientras que los ingresos del 99 % de la humanidad se habrían deteriorado a causa de la COVID-19.”
 
2)  “Los 10 hombres más ricos del mundo poseen más riqueza que los 3100 millones de personas más pobre.”
 
3)  “Un impuesto del 99 % sobre los ingresos extraordinarios que los 10 hombres más ricos han obtenido durante la pandemia de COVID-19 podría movilizar dinero suficiente para fabricar suficientes vacunas para toda la población mundial y cubrir el déficit de financiación de las medidas climáticas, financiar unos servicios de salud y protección social universales y apoyar los esfuerzos para abordar la violencia de género en más de 80 países. Y aun así, estos hombres seguirían teniendo 8000 millones de dólares más que antes de la pandemia.”
 
La guerra en Ucrania ha potenciado esta crisis de la desigualdad, aunque hace décadas que se venía desplegando en forma vertiginosa, mientras se profundiza el daño medioambiental poniendo en riesgo la continuidad de la vida humana en nuestro planeta. Esta semana el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, declaró que la contaminación de plástico en los ecosistemas acuáticos de los océanos ya tiene un tamaño equivalente a 3 territorios de Francia, responsabilizando a las grandes corporaciones petroleras. Recientemente, investigadores del CONICET, señalaron que Argentina encabeza el ranking de los países que más han desforestado. Esta encrucijada, sin embargo, abre dos perspectivas opuestas.
 
El neoliberalismo como proyecto hegemónico apuesta a la reproducción de un orden agotado y sin destino, agudizando los llamamientos al individualismo, a la competencia, a la justificación de la desigualdad, a la impugnación de todo intento por equilibrar el injusto estado de cosas en todos los planos de la vida colectiva.
 
Frente a un proyecto cuya esencia es la acumulación desenfrenada de capital; muchas fuerzas se van encontrando para construir una alternativa civilizatoria, que ponga en el centro la defensa de la vida y la dignidad de todas y todos, sin exclusivismos ni exclusiones, y sosteniendo la vida y las instituciones democráticas. Entre los múltiples actores que sostienen estos principios superadores de la crisis hacia un modelo humanista, el cooperativismo es un actor de primer orden y estamos convocados a multiplicar nuestra presencia en la vida social, cultural y política.
 
 
100 años de tradición solidaria e igualitarista
 
Este 2 de julio se cumplen 100 años de cita con el Día de las Cooperativas. Para nuestro cooperativismo transformador, ese día es de alegre celebración, pero también de compromisos para asumir los retos de cada tiempo histórico.
 
A lo largo de toda su existencia, el movimiento cooperativo se ha consolidado como una alternativa real en la construcción de organizaciones no lucrativas que propician modelos de gobierno y de gestión solidarias, y formas de democracia auténticamente participativas que se combinan con la eficiencia de su gestión y la calidad de sus productos y servicios. En muchos casos, estas visiones y conductas democráticas, junto a la eficiencia en la satisfacción de necesidades comunes, se combina con la voluntad y la opción ético-política de transformar el mundo en un sentido emancipatorio: tal es el legado irrenunciable de los socialistas utópicos, fundadores del movimiento cooperativo, que luego fueron recogiendo distintas tradiciones culturales, sociales y políticas, enriqueciéndolas con sus diversidades en cada tiempo histórico.
 
Más allá de sus matices, el cooperativismo es una experiencia de enorme proyección desde un pasado de luchas y creaciones que se expresa en números concretos: más del 12% de la población mundial es cooperativista en alguna de las tres millones de cooperativas. Las 300 cooperativas y mutuales más grandes generan un volumen de actividad de casi 2035 billones de dólares. Las cooperativas emplean a 280 millones de personas en todo el mundo, lo que supone un 10% de la población económicamente activa a nivel planetario. Lo interesante de este pode­roso torrente que se plasma como una alternativa a la lógica de la máxima ganancia, es que el proyecto cooperativista se basa en valores y principios humanistas, logrando trascender y crecer, a pesar de reglas todavía predominantes, que se fundan en valores antagónicos, tanto económicos como culturales.
 
Este año, además de cumplirse 100 años de la celebración del Día Internacional de las Cooperativas, se ha renovado el mandato del cooperativista argentino Ariel Guarco, como presidente de la Alianza Cooperativa Internacional con casi el 60% de los votos de la Asamblea General ocurrida el 19 de junio del corriente año. Su mensaje está pleno de urgente actualidad: “«Si hay un mensaje al mundo que debemos dar desde aquí, es que la cooperación es posible. Que es posible el diálogo y que hay mujeres y hombres de todos los continentes y de todos los sistemas políticos que creemos en la cooperación, en la democracia y en la solidaridad para construir economía y construir sociedad». Ariel representa un valioso ejemplo del militante social. Desde su cooperativa de base en su pequeña ciudad de Príngles, ha sostenido su conducta comprometida, tanto con los grandes emprendimientos cooperativos como con los miles de nucleamientos pequeños de nuestro país, y luego del mundo, que aglutinan a millones de cooperadores. Ha recorrido aquella parábola tolstoiana de “pintarás tu aldea y pintarás el mundo”.
 
En América Latina y Caribeña –como en todo el mundo‒ crecen los debates que nos desafían como aquel proyecto de Patria Americanista, que soñaron y proyectaron nuestros fundadores. Ahora, un ciclo político regional de gobiernos de signo progresista, vuelve a reformular un mapa muy dinámico, en un mundo de cambios y transiciones profundas.
 
El cooperativismo transformador es un modelo de gestión solidario. Debemos desplegarlo con la convicción de que estemos realizando un valioso aporte en pos de un verdadero proyecto civilizatorio, que redoble sus apuestas por la construcción de una sociedad más justa, más democrática, más igualitaria, más democrática, más libre, más humanista y con más igualdad de géneros..
 
En los pliegues luminosos de un escenario contradictorio se ven las luces de otro porvenir posible. Como siempre y más que nunca, lucharemos por la PAZ y la VIDA.
 
Consejo de Administración del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos Coop. Ltda.
Junio de 2022.