Construyendo utopías reales
Erik Olin Wright. Madrid, España. Akal, 2015. 395 pp.
Gabriel Fajn [1]
Erik Olin Wright, sociólogo estadounidense, nació en 1947 en Berkely, California. Entre sus obras, se destacan los libros Clases (Siglo XXI, Madrid, 1994) y Clases, Crisis y Estado (Siglo XXI, Madrid, 1998).
Olin Wright es miembro del Consejo Editorial de la revista política Sin Permiso y fue presidente de la Asociación Americana de Sociología entre los años 2011 y 2012. Sus mayores contribuciones están relacionadas con su revisión de la teoría marxista de las clases sociales, así como su esfuerzo por llevar esta revisión teórica hacia el terreno de la investigación empírica.
Forma parte de la corriente teórica conocida como marxismo analítico, de la que son miembros figuras como Gerald Cohen, John Roemer, Jon Elster y Adma Przeworski, entre otros. Varios de estos autores realizaron estudios exhaustivos de la obra de Marx y generaron críticas en torno al método dialéctico, por lo que exploraron alternativas metodológicas como la teoría de la elección racional, el individualismo metodológico y la teoría de los juegos.
La corriente anglosajona de marxismo analítico surge a fines de los años 70 y se caracteriza por un acercamiento no dogmático a temas clásicos de la tradición marxista y por la búsqueda de fundamentos en general, la coherencia interna y el rigor intelectual.
El libro
El libro está estructurado en tres partes: 1. Diagnóstico y crítica; 2. Alternativas; y 3. La transformación. Estas tres partes, con sus correspondientes capítulos, remiten a las ideas y tareas centrales en la construcción de una sociología crítica, en la elaboración de un diagnóstico riguroso sobre las estructuras e instituciones existentes que dan forma a la actual organización económica y social del poder, en la elaboración de instituciones y estructuras alternativas, y en el desarrollo de una teoría de la transformación.
El libro estudia la factibilidad de instituciones de tipo distinto y de relaciones sociales que podrían avanzar en los objetivos democráticos igualitarios, históricamente asociados con la idea del socialismo. El propósito es proporcionar una fundamentación empírica y teórica para elaborar visiones igualitarias radicalmente democráticas de un mundo social alternativo.
El título del libro, aparentemente contradictorio, de “Utopías reales”, pone de manifiesto mantener las convicciones de carácter socialista y emancipatorio, y profundizar en las experiencias alternativas consolidadas para avanzar en propuestas prácticas de reforma de las instituciones.
Las alternativas al capitalismo
Wright desarrolla, además de la descripción y críticas a la teoría marxista de las alternativas al capitalismo, un análisis de siete vías para configurar una democracia económica fuerte, en base al poder social organizado, a partir de la participación activa y la habilitación social, y que ejercerá un control democrático directo e indirecto sobre la misma economía. Estas vías configuran un entramado entre la sociedad civil, el poder social, la economía, el poder económico y el estado.
En la mayoría de los planteos concretos que se consideran, se exploran propuestas de estructuras e instituciones económicas superadoras del capitalismo, en pos de mejorar el alcance y la penetración del poder social en las actividades económicas. Estos proyectos y propuestas de reforma institucional se inscriben en lo que el autor denomina un “socialismo de habilitación social”. Todos estos proyectos, de un modo u otro, intentan transferir las configuraciones del poder del capitalismo hacia una economía animada por la habilitación social.
Entre los ejemplos de propuesta de reforma institucional se mencionan la economía social, Wikipedia, Renta Básica Universal, el capitalismo social, la economía cooperativa de mercado y las cooperativas de trabajadores.
Elemento para una teoría de la transformación – La reproducción social
Uno de los capítulos más interesantes del libro es el que se refiere a los factores de reproducción social, tanto por la claridad y la conceptualización del desarrollo teórico, como por la importancia que adquiere contar con estas herramientas para analizar la época en la que transitamos.
La reproducción social se genera por medio de dos tipos de procesos interconectados, a los que llama reproducción pasiva y reproducción activa.
La reproducción pasiva se refiere a aquellos aspectos de la reproducción social anclados en las rutinas mundanas y las actividades de la vida cotidiana. La gente afronta su vida diaria con hábitos y disposiciones inculcados y un sentido de naturalidad y de evidencia del mundo social que provienen del hecho simple de vivir en él.
Esta reproducción pasiva es a la que se refiere Bourdieu con el concepto de habitus. Según Bourdieu, las estrategias de reproducción social no tienen una intención consciente y racional, sino que las disposiciones del habitus espontáneamente tienden a reproducir las condiciones de su propia producción, ya que dependen de las condiciones sociales, cuyo producto es el mismo habitus, del volumen y de la estructura del capital poseído.
La reproducción social activa es el resultado de instituciones y estructuras específicas que están pensadas para servir al objetivo de la reproducción social. Comprenden una amplia variedad de instituciones: la policía, los tribunales, la administración pública, el sistema educativo, los medios, las iglesias, etc.
Los elementos centrales para una teoría de la reproducción social se agrupan en cuatro conjuntos de mecanismos que afectan las acciones individuales y colectivas de la gente: coerción, normas institucionales, ideología e intereses materiales.
La Ideología y la cultura remiten a los mecanismos que configuran las subjetividades de los actores. La ideología comprende los aspectos conscientes de la subjetividad: creencias, ideas, valores, doctrinas, teorías, etc.
La cultura se refiere a los aspectos no conscientes de la subjetividad: disposiciones, hábitos, gustos, capacidades. Así, por ejemplo, la creencia de que el individualismo competitivo intenso es algo bueno sería un aspecto de la ideología capitalista. Los hábitos, capacidades y disposiciones personales para actuar de formas intensamente individualistas y competitivas son un aspecto de la cultura.
La ideología y la cultura definidas de este modo contribuyen a la sostenibilidad de estructuras de poder, desigualdad y privilegio. El mecanismo de producción y difusión de ideas por excelencia es el de los medios de masas.
También hay que destacar los procesos de formación de creencias y disposiciones a través de instituciones de socialización como la familia y la escuela.
Los intereses materiales vinculan el bienestar de los individuos al funcionamiento eficaz de las estructuras capitalistas. La dependencia de los intereses materiales es quizá el mecanismo más importante de la reproducción de la sociedad capitalista.
Mientras el capitalismo consiga vincular efectivamente los intereses materiales de la inmensa mayoría de la población a los intereses del capital, los otros mecanismos de reproducción social tendrán menos tarea que realizar.
Como bien señala Wright, la teoría emancipadora no debería limitarse a mostrar los mecanismos de reproducción social, sino que tendría también que identificar los procesos que generan rupturas y resquicios en el sistema de reproducción.
Resulta sumamente claro y medular el análisis y la descripción de los mecanismos de reproducción social que desarrolla el autor. En el abanico de todos estos factores, juegan las posibilidades de combinación y articulación en el ejercicio de la reproducción social, lo que pone de manifiesto la complejidad del proceso.
Estrategias de transformación
El aporte no solo se corresponde con el análisis y la descripción de los mecanismos de reproducción social, sino que tiene su correlato en propuestas de estrategias de transformación, de cambio y de emancipación social.
La teoría de la transformación se centra en una teoría de la acción colectiva y la estrategia transformadora. La última parte del libro recorre de manera minuciosa tres lógicas básicas de transformación: la rupturista, la intersticial y la simbiótica.
El modelo de transformación rupturista remite a las tradiciones políticas revolucionarias de socialistas y comunistas; los actores colectivos fundamentales en la sociedad son las clases organizadas en los partidos políticos; su lógica estratégica es la arena del estado y el enfrentamiento de clase con la burguesía.
La metamorfosis simbiótica está más vinculada a la tradición política de la socialdemocracia; los actores colectivos son coaliciones de fuerzas sociales; las luchas se dan en el terreno del estado; y la lógica estratégica es de colaboración con la burguesía.
El modelo de transformación intersticial, que es el que nos interesa destacar, está más relacionado con la tradición política del anarquismo y los movimientos sociales; estos colectivos intentan construir alternativas al margen del estado y de las capas burguesas de la sociedad.
Las transformaciones intersticiales tratan de construir nuevas formas de habilitación social en los nichos y márgenes de la sociedad capitalista, incluso cuando no parece que plantee amenaza inmediata alguna a las clases y elites dominantes.
Hay dos principales vías mediante las que las estrategias intersticiales dentro del capitalismo apuntan potencialmente a superarlo: alterar las condiciones de la ruptura eventual, y ampliar gradualmente el alcance y profundidad efectiva de sus operaciones de forma que las restricciones capitalistas dejen de imponer límites.
Lo importante es colocar en perspectiva lo que significa una estrategia intersticial, porque centrarse exclusivamente en los casos empíricos tiende a limitar la concepción de alternativas a determinados tipos de instituciones, a menudo de micro-nivel equitativo de organización social.
Cada uno de los casos representa, aunque de manera parcial e incompleta, la visión utópica de alternativas radicales y democráticas igualitarias a las instituciones existentes.
Estos ejemplos ilustran la idea fundamental de alternativas sociales, que se oponen a las formas dominantes de organización del poder y de desigualdad en las instituciones contemporáneas.
Cooperativismo de trabajo
Uno de los apartados que nos interesa destacar en el libro de Wright es el que refiere al cooperativismo de trabajo en el marco de la habilitación social y la economía.
El autor se remite a las perspectivas ambiguas que el propio Marx sostenía en torno del cooperativismo: por un lado, Marx era muy crítico en textos como el “Manifiesto Comunista” o “ El 18 brumario de Luis Bonaparte”, mientras que en el “Manifiesto Inaugural de la Asociación Internacional de Trabajadores”, en 1864, saludó al movimiento cooperativo como una gran conquista de la clase obrera y sostuvo la posibilidad de la construcción de cooperativas como un elemento de contribución legitima a la estrategia socialista.
Probablemente, lo interesante en las descripciones y análisis del cooperativismo de trabajo en general y del caso Mondragón en particular, que lleva adelante Wright, es que pone de manifiesto los logros, alcances, aspectos críticos y tensiones en este tipo de organizaciones.
El punto de partida es la caracterización de dos principios centrales en las cooperativas de trabajo: la cooperativa como propiedad integral de los trabajadores y el gobierno democrático de la organización. Frente a la diversidad de tipos de cooperativas: comercialización, vivienda, consumo u otros, las cooperativas de trabajo incorporan una mayor cantidad de principios de la habilitación social y generan un fuerte contraste con la lógica el capitalismo.
Por otra parte, las estructuras de gobierno varían: algunas cooperativas tienden al gobierno de una democracia directa en la que las decisiones importantes son competencia de las asambleas de trabajadores, en otras tiene una fuerte centralidad el consejo de administración electo. En algunas cooperativas, la función de gestión rota entre los miembros de la cooperativa y en otras hay una estructura gerencial diferenciada, con gestores profesionales y técnicamente entrenados.
No hay forma organizativa única que funcione igual de bien en condiciones tan diferentes de tecnología, formación, escala de producción y otros factores.
Uno de los puntos nodales que Wright señala, es el que refiere a la tensión entre la relación de las dinámicas de participación y toma de decisiones de la cooperativa, y las funciones técnicas de gestión organizacional. En las cooperativas de mayor tamaño y complejidad, como Mondragón, esto se puede ver agravado por la separación en diferentes órganos de representación y gestión, que asumen distintas responsabilidades, unas político-sociales y otras de carácter técnico.
Uno de los grandes riesgos es profundizar estas separaciones al interior de las cooperativas, porque las mismas generalmente desarrollan procesos distorsivos, deteriorando las formas de participación, generando procesos de concentración y autonomización de los espacios que concentran el saber hacer de la gestión.
La tecnocracia cristalizada en un consejo de administración o en lugares estratégicos de la gestión, redefine las relaciones de poder, polariza a los actores sociales internos, genera asimetrías y socaba la legitimidad democrática de la forma cooperativa. Plantear el debate sobre las formas de articulación e integración sobre el proceso de participación y toma de decisiones de los trabajadores con sus lógicas de gestión, coloca el foco en las relaciones de poder internas de las organizaciones asociativas.
Vinculado con este tema, aparece la mayor o menor eficiencia de las cooperativas frente a otras formas organizativas y la separación entre la democracia interna y la gestión técnica. Pero es a este último aspecto al que nos queremos referir: la gestión técnica se presenta como una cuestión naturalizada del hacer en cualquier organización, como un aspecto objetivo y neutro, despojado de cuestiones políticas, ideológicas, valores y relaciones de poder.
El cooperativismo muchas veces es situado en lógicas binarias, aquellas que refiere a pequeñas cooperativas con estrategias de supervivencia, precariedad e informalidad, y que supuestamente, no demandaría estrategias organizacionales de gran sofisticación; mientras que las cooperativas de mayor tamaño y complejidad adoptarían tecnologías de gestión del mercado en forma acrítica, es decir, una reproducción y adecuación de estrategias de gestión e instrumentos del mundo del management sin mayores variantes o modificaciones.
En tal sentido, es necesario instalar en la agenda, investigaciones, debates y reflexiones sobre las invenciones o adecuaciones críticas de las estrategias de gestión en las cooperativas, sobre el grado de permeabilidad con aquellos instrumentos utilizados “con éxito” por el mercado y sobre las diferentes perspectivas para encarar profesionalmente, por parte de las cooperativas de distintos tamaños y complejidad, lo atinente a lo técnico y la gestión-autogestión.
Wright señala oportunamente la importancia que tienen en cualquier organización la tecnología, la escala de producción y el desarrollo de calificaciones internas. Estos, conjuntamente con otros soportes estructurales de la misma, como la del proceso de trabajo, la división del trabajo, los imperativos de gestión y los dispositivos de control, constituyen la arquitectura social de esa organización.
Tal como señala Wright, los casos seleccionados para ilustrar las estrategias intersticiales representan, aunque de manera parcial e incompleta, la visión utópica de alternativas radicales y democráticas para las instituciones existentes.
Estos ejemplos ilustran la idea fundamental de alternativas sociales que se oponen a las formas dominantes de organización del poder y de desigualdad en las instituciones contemporáneas.
Probablemente, la elección de Mondragón es correcta porque describe y analiza un complejo cooperativo de más de cincuenta años, con una fortaleza económica que lo sitúa como la red cooperativa más importante del mundo y entre las diez empresas más poderosas de España. Sin duda, Mondragón es un ejemplo, no solo por el crecimiento económico que tuvo a lo largo de su historia, sino también por las capacidades profesionales que desarrolló, la generación permanente de nuevas unidades de negocio, la diversificación en actividades productivas y de servicios, y la conformación de una universidad propia.
Asimismo, en el análisis histórico, pueden observarse los cambios sufridos en Mondragón y las contradicciones y tensiones, entre la democracia interna y la gestión eficiente, en la autonomía e integración de las empresas de la corporación, en los riesgos de los procesos de globalización y las políticas de crecimiento de la empresa, entre otras cuestiones.
Pero como muy bien señala Wright, estas experiencias son parciales e incompletas y cuentan una parte de la historia y las problemáticas de las cooperativas. Durante las últimas décadas, en Latinoamérica, emergió una diversidad importante de organizaciones cooperativas, desde las empresas recuperadas (experiencia que conoce muy bien Wright, que se interesó particularmente en el tema), cooperativas en contextos de encierro, cooperativas formadas por profesionales, artísticas, barriales vinculadas al consumo, etcétera.
Estas y otras experiencias, no solo completan, sino que refuerzan la perspectiva de estrategias intersticiales que plantean alternativas sociales a las instituciones dominantes existentes y configuran opciones emancipatorias. Gran parte de estas experiencias forman parte de movimientos sociales que nuclean múltiples organizaciones cooperativas, y que trascienden largamente la idea de emprendimiento económico y adquieren un fuerte compromiso con estrategias de transformación social, participando activamente de la vida política de cada país.
En síntesis, un libro valioso, por la rigurosidad en la elaboración de un diagnóstico crítico, el estudio de casos alternativos en las propias entrañas del capitalismo y el carácter propositivo en el desarrollo de nuevas y diversas estrategias de transformación y emancipación social.
[1] Sociólogo. Profesor en la Universidad Nacional de Buenos Aires y la Universidad Nacional de San Martín. Correo electrónico: gfajn@yahoo.com.ar.