Construir caminando. Reflexiones y aprendizajes acerca de las Expediciones pedagógicas. Venezuela-Argentina (2013-2014)
Gisela Brito, Clarisa Curti, Pablo Imen, Diana López Cardona, Johana Silva Aldana y Natalia Stoppani, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Centro Cultural de la Cooperación “Floreal Gorini”, IDELCOOP, Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina, 2015.
Marcelo Barrera[1]
“En este viaje por las escuelas y las comunidades, con una caja de herramientas colgada en las ‘mochilas’ y ‘mapires’, se da un proceso formativo tan fuerte que casi todos/as las expedicionarias afirman que ya nada es igual, que ya no se es el mismo después de la Expedición. Atraviesa la piel, la mente y los sentidos; transforma tanto a los sujetos, como a sus espacios”.
Construir caminando
El libro que aquí reseñamos –y, por tanto, visibilizamos– no es el producto más o menos erudito de una consciencia individual, sino que, por el contrario, es el resultado de “reflexiones, debates, ires y venires por nuestros pueblos, que han dejado huellas pedagógicas en quienes han participado de manera directa o indirecta de las expediciones pedagógicas realizadas en la República Bolivariana de Venezuela y en la República Argentina, entre los años 2013 y 2014” (p. 11). En efecto, estamos frente a un texto de factura colectiva (a “doce manos”) que refleja el fruto del esfuerzo organizativo, político y pedagógico mancomunado, efectuado por múltiples organizaciones, movimientos, sindicatos y personas inscriptas en el campo popular, oriundas de diversos países (Venezuela, Argentina, Uruguay, Colombia y México) e involucradas con el ejercicio de una educación y una pedagogía emancipatoria para América Latina y el Caribe y, concomitantemente, con el fortalecimiento del Movimiento Pedagógico Latinoamericano.
Construir caminando es esencialmente un ejercicio riguroso de sistematización, reflexión y abordaje a fondo y, de modo crítico, de las potentes experiencias plasmadas en las Expediciones Pedagógicas[2] Venezuela-Argentina, realizadas entre los años 2013-2014 (enero 2013, Venezuela; noviembre 2013, Argentina; enero 2014, Venezuela). A los fines de ganar en claridad y organización expositiva, el texto se estructura en tres secciones –que contienen diversa cantidad de capítulos– claramente diferenciadas.
En la primera de ellas, los/as autores/as producen una excelente contextualización política y pedagógica en la que se insertan las Expediciones pedagógicas. Sostienen, asistidos por la razón, que hay un vínculo co-constituyente e insoslayable entre la pedagogía y la política, que despolitizar y “tecnocratizar” la pedagogía es vaciarla de sentido, despojarla de contenido; de tal forma que “[s]in entender nuestro tiempo y tomar partido a favor de unas causas y en contra de unos intereses, sin asumir el compromiso con un proyecto y librar la batalla contra su antagónico, las Expediciones no serían sino pálidas experiencias limitadas a un intercambio frugal y amistoso entre docentes” (p. 17). Es alumbrados por esta premisa fundamental que no solo se abordan y ponen negro sobre blanco múltiples aspectos que hacen a las diversas disputas pedagógicas y las batallas político-educativas que se desenvuelven actualmente en Nuestra América, sino que también se problematizan los “contornos” de la educación y pedagogía emancipatorias (¿a quiénes?, ¿qué es educar para la emancipación?, ¿cómo lograrlo?), así como también se abordan de modo riguroso el origen y los antecedentes históricos (las experiencias previas y fundantes) y etimológicos de las denominadas Expediciones pedagógicas.
La segunda sección del libro se abre con el desarrollo y análisis de una serie de criterios y principios político-pedagógicos nodales –proyecto pedagógico para América Latina y el Caribe, fraternidad, cancillería de los pueblos, educación liberadora, etc.– que estructuran los sentidos que definen a las Expediciones. Luego, con el fin de sistematizar y dejar registro detallado, pero también de operar como un insumo con sugerencias, del cual abrevar en las próximas experiencias, los/as autores/as describen, reflejan y analizan todas las complejidades y tareas que encierran los marcos metodológicos, organizativos y pedagógicos necesarios para el desarrollo exitoso –éxito medido en términos de potenciación de las experiencias, saldos organizativos y de conciencia, construcción de redes, etc.– de las Expediciones. Así, se abordan minuciosamente múltiples aspectos: las tareas previas a la Expedición, los instrumentos utilizables para saber qué mirar (¿qué preguntas guían la observación?) y cómo registrar-recuperar la experiencia (a partir de la denominada caja de herramientas), los criterios para la definición de las rutas[3] a seguir, la definición de la distribución del tiempo entre visitas, análisis, intercambios, producción y ocio, etc.
Cabe destacar que las rutas definen las trayectorias, los itinerarios que sobre las experiencias a visitar, que fundamentalmente posibilitan, por parte de los expedicionarios, el despliegue de una geopedagogía, esto es, una pedagogía situada territorialmente. De tal forma que “el reconocimiento de las experiencias pedagógicas que se ubican espacialmente en un mapa permite reflexionar e indagar sobre particularidades de la educación y la pedagogía in situ, en el territorio específico, no para distanciar, sino para juntar, para unir lo que ha estado separado, aislado, sin ubicación” (p. 71). Cierra la segunda sección una rigurosa descripción de cada una de las tres Expediciones analizadas, que contiene la cantidad y nacionalidad de los/as expedicionarios/as, las rutas pedagógicas trazadas, los organizadores, las experiencias concretas visitadas y un breve análisis cualitativo de la experiencia realizado por los propios actores.
En su primera parte, la tercera sección del texto indaga –analizando, fundamentalmente, los documentos grupales elaborados en el marco de las tres Expediciones– y sistematiza las propias reflexiones de los expedicionarios acerca de un conjunto de categorías y contenidos que han sido principal motor de deliberación colectiva: la educación, las pedagogías emancipadoras, el conocimiento y el ser trabajadores/as de la educación. Una tarea de sistematización que posee como objetivos, no solo registrar, sino muy fundamentalmente, hilvanar, articular y “socializar los hallazgos conceptuales” (p. 167), pedagógicos y políticos generados en las tres Expediciones. De tal forma que el texto deviene momento de acumulación, de síntesis, pero también insumo indispensable de reflexión y potenciación, no solo de las experiencias y prácticas pedagógicas visitadas y analizadas, sino también de cualquier experiencia educativa a protagonizar y/o observar.
Por último, el libro se cierra efectuando un balance riguroso y realista de las Expediciones pedagógicas –y de los aportes de las reflexiones sobre ellas– y planteando las perspectivas, apuestas y desafíos que se encuentran abiertos. Retomamos nuevamente la voz de los/as propios/as autores/as, en tanto clausura de la reseña y, fundamentalmente, precisa síntesis de ese balance y de las tareas por venir: “En esta experiencia de análisis, hemos intentado valorar lo conquistado, así como exponer algunos límites y debilidades que deben ser superados. Pero lo hacemos con la convicción de que estamos caminando en la dirección correcta. Es preciso avanzar en la articulación de las Expediciones con el trabajo cotidiano de las instituciones o espacios educativos, de manera de potenciar el trabajo de investigación, formación, organización y comunicación para fortalecer el Movimiento Pedagógico Latinoamericano, como una propuesta que construya alternativas de organización de los trabajadores/as de la educación” (p. 220).
[1] Licenciado y profesor en Sociología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires (UBA). Master en Investigación en Ciencias Sociales, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires (UBA). Profesor de la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM). Miembro del Centro Cultural de la Cooperación “Floreal Gorini” (CCC).
[2] Las Expediciones pedagógicas son, fundamentalmente, experiencias colectivas de “encuentro e integración ‘por abajo’” en las que los expedicionarios -maestros, profesores, docentes de educación no formal, maestros de pueblo, estudiantes de carreras universitarias y/o de formación docente, militantes de organizaciones sociales o políticas, etc., son recibidos por sus pares del país anfitrión, con los que colectivamente se realizan, a partir de rutas ya previamente planificadas, visitas a diversas experiencias pedagógicas de carácter más o menos formal, más o menos institucional. Cabe ser destacado que mientras se redactaba el libro que aquí reseñamos se realizó una cuarta expedición en territorio argentino.
[3] Las denominadas rutas expedicionarias-pedagógicas (cada Expedición desarrolla alrededor de 12 rutas) son los itinerarios, las diversas experiencias pedagógicas que transita un grupo de los/as expedicionarios/as. Aquí, por su poder esclarecedor, deviene meritorio efectuar una cita in extenso: “[L]a metodología organizativa de las expediciones analizadas consiste en dos fases: la primera de trabajo en ‘rutas expedicionarias’ en las cuales los participantes se dividen en grupos para conocer experiencias pedagógicas en un determinado contexto geográfico. Este primer momento tiene una duración aproximada de una semana. Cada ruta produce al finalizar un documento colectivo en el cual se abordan los aspectos analizados a partir de las experiencias relevadas. La segunda fase –de alrededor de tres días de duración– es de encuentro y entrecruzamiento de todas las rutas. Es este un momento de intercambio, reflexión y sistematización conjunta en el cual se forman nuevos grupos con participantes de las diferentes rutas que tienen a cargo el análisis de todos los documentos producidos por las rutas y la elaboración de los contenidos de un nuevo documento grupal” (p. 167).