Revista Idelcoop nº 241 - Noviembre 2023 - ISSN Electrónico 2451-5418 / Sección Refelxiones
Idelcoop Fundación de Educación Cooperativa
El cooperativismo transformador y los dos modelos de país
Resumen: En la previa de la primera vuelta electoral en Argentina, el diputado Carlos Heller mantuvo un encuentro con más de 200 cooperativistas en donde se pusieron en común ideas, miradas y reflexiones sobre el cooperativismo en la Argentina de ayer, de hoy y la que viene.
Palabras clave: cooperativismo transformador, Carlos Heller, elecciones, economía, política.
Unos días previos a la primera vuelta de las elecciones generales en Argentina, se realizó en el Centro Cultural de la Cooperación un encuentro con más de 200 personas de 102 cooperativas titulado “Desafíos del presente y futuro a las Cooperativas. Conversamos con Carlos Heller”.
El objetivo de dicho encuentro fue generar un espacio de intercambio con el diputado Nacional y presidente del Banco Credicoop, Carlos Heller quien también estuvo acompañado en el panel por Verónica San Martín del Departamento de Consultoría del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos (IMFC), Patricia Arpe del Departamento de Proyectos del IMFC y Santiago Nogueira de la Fundación del Banco Credicoop.
Sobre la propuesta, Juan Carlos Junio, presidente del IMFC destacó:
Nos encontramos acá porque todos tenemos un compromiso, un trabajo y una militancia en nuestras cooperativas. Gestionamos la cooperativa y todos y todas somos militantes sociales. Militantes cooperativos. Pero, además, somos ciudadanos y ciudadanas de este país y, como cooperativistas y como ciudadanos y ciudadanas estamos frente a un momento crucial, un momento determinante. También por eso nos pareció interesante encontrarnos y mantener este diálogo con Carlos Heller.
Para fomentar una dinámica lo más dialogada posible, previamente, los y las asistentes enviaron un formulario con preguntas dirigidas a Heller que se realizaron luego de las intervenciones de las y los panelistas.
También acompañaron el encuentro Alberto Gandulfo, secretario de Economía Social Solidaria de La Matanza, Zaida Chmaruk, integrante del directorio del INAES, Alfredo Saavedra y Daniel Bellocchio, secretario y prosecretario del IMFC y Ulises Gorini y Jorge Vilas, director y secretario de redacción del periódico Acción.
Los espacios del IMFC y la Fundación Banco Credicoop
El puntapié de inicio lo dio Verónica San Martín, encargada del Departamento de Consultoría del IMFC quien habló en nombre del equipo (conformado por Noelia, Carolina, Rosa y Adriana) y detalló el trabajo que realizan en vinculación con las cooperativas:
Nuestro trabajo cotidiano es acompañar a las cooperativas en todo lo que tiene que ver con cuestiones administrativas. Aunque sabemos que la gestión es lo más importante, sin los papeles en regla, a veces, se complica bastante. Nuestro trabajo, nuestra tarea día a día, es acompañarlas en ese sentido, en cuestiones impositivas, contables, temas de libros y demás. Nuestro propósito es que la cooperativa conozca y entienda estos temas por más que deposite su confianza en algún profesional o alguna profesional que la acompañe, porque siempre es bueno estar al tanto de estos temas y, en ese sentido, es nuestro trabajo.
A su turno, Santiago Nogueira, de la Fundación del Banco Credicoop destacó que desde esta entidad se trabaja en:
…acompañar el fortalecimiento integral de las cooperativas. Desde hace unos años venimos trabajando en un programa de incubación y aceleración de procesos cooperativos que nos ha permitido -tanto virtual como presencialmente- trabajar con cooperativas de todo el país. Acercando talleres de capacitación, asistencias técnicas, charlas. El temario es amplio y diverso: autogestión, contabilidad y administración, comercialización, transformación digital, economía circular. En fin, son muchas las demandas de las cooperativas y siempre tratamos de estar aggiornados y brindando las mejores herramientas. Siempre en un marco de que entendemos que a las cooperativas hay que empoderarlas. Apostamos por una transferencia de conocimiento en clave de aprender haciendo, que las cooperativas se apropien de las herramientas, que las adecuen a su territorio, a su comunidad y, sobre todo, también, que las puedan compartir, que las puedan solidarizar con otras entidades. Recibimos muchas preguntas que, para nosotros, también son un insumo para lo que viene, para entender las necesidades e inquietudes que tienen. Y que nos sirven para continuar trabajando en ser una organización lo más eficiente, eficaz, democrática y solidaria posible. Ese es el desafío que tenemos que afrontar todos los días.
Por último, antes de dar paso a Carlos Heller, Patricia Arpe del departamento de Proyectos de IMFC destacó que el trabajo de su equipo es:
…acompañar a las cooperativas asociadas al Instituto, al Banco, a otras federaciones amigas y a los proyectos propios y del Centro Cultural, en la formulación y presentación de los proyectos ante distintos organismos. Ya sea para obtener financiamiento para inversión, para cambio tecnológico, capacitación, etcétera. Para eso mantenemos una base de datos actualizada de los distintos instrumentos de financiamiento blando, ya sea créditos o subsidios, que hay para las cooperativas. En ese mismo sentido de las finanzas solidarias, el Instituto, allá por el 2009, a instancias de la entonces ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, de la CONAMI y en el marco de la Ley de Microcréditos, creó seis redes de microcréditos en todas las filiales del Instituto: Rosario, Córdoba, Tucumán, la delegación Formosa y la Red Buenos Aires, que la integran las filiales de Bahía Blanca, Mar del Plata, La Plata y la filial Buenos Aires. También hacemos capacitación y asistencia técnica en determinados aspectos bien económicos como por ejemplo el plan de negocio de las cooperativas, costos, presupuestación, asistencia financiera. Por último, quiero mencionar un proyecto que nos gusta mucho que es la ESSApp. Se trata de una página web y una aplicación que mapea cooperativas y geolocaliza las cooperativas que uno tiene a su alrededor. Así que a los que no conocen el mapa todavía, los invitamos y las invitamos a sumarse.
Estas intervenciones que incluimos remiten a una idea fundamental: potenciando el sexto principio del cooperativismo, esto es, “cooperación entre cooperativas”, las entidades nucleadas en el IMFC vienen sosteniendo un trabajo de creciente integración y acompañamiento a diferentes expresiones de la economía solidaria. No se trata, por tanto, de un encuentro puntual sino de parte de una construcción colectiva.
Luego de las presentaciones de las áreas del movimiento cooperativo nucleado en el IMFC que trabajan de manera directa con las cooperativas, tomó la palabra el presidente de Banco Credicoop y diputado Nacional Carlos Heller haciendo una introducción previa al intercambio de preguntas, con un marco histórico y contextual del movimiento en vínculo con la actualidad argentina en general. A continuación, se transcribe dicha intervención.
Los dos modelos y la experiencia del Credicoop
Nosotros somos la resultante de un largo proceso que nace también como producto de sucesos en determinado momento en la historia de la Argentina. Esta Argentina tan compleja que vivimos, tiene toda una historia en la que sucesivos cambios generan movimientos profundos de políticas que uno podría decir que hoy expresan los mismos lugares, es decir: es básicamente una puja entre modelos. Uno de esos modelos cree en la necesidad de un Estado presente, activo, regulando… Cuando decimos regulando nos referimos a que quien necesita la regulación siempre es el más débil de la ecuación. Es así que el fuerte no necesita regulación, más aún: en general no quiere la regulación porque su fuerza es la que le permite imponer las condiciones. Y, entonces, eso se extiende y se expresa en todos los aspectos, no sólo en el económico. Todos lo estamos viviendo en estos días que estamos participando de un proceso electoral y donde aparecen, con toda claridad esas expresiones de los dos modelos. Los dos modelos no son sólo dos modelos económicos, son dos modelos de vida, porque cuando hablamos del “medio ambiente” aparecen los dos modelos. De lo que hablemos aparecen los dos modelos. A veces parece que fuera solamente un tema vinculado a lo económico, pero está profundamente vinculado a la visión sobre las minorías. Sobre el tema que queramos analizar, van a aparecer con toda claridad esas visiones francamente contrapuestas. Por ejemplo, una que dice que todo, en definitiva, es un hecho de mercado y que llega al disparate de hablar de venta de órganos o cosas por el estilo porque, en definitiva, si hay una necesidad y alguien está dispuesto a vender ¿por qué no? O a la portación de armas. En fin, podemos hablar horas de eso. Yo digo que los dos modelos están siempre presentes y disputan su primacía en la sociedad.
Entender la historia, saber de dónde venimos y quiénes somos
Y ahí hay que ubicar nuestra historia. La primera Caja de Crédito se fundó el 2 de febrero de 1918 y se fueron sucediendo otras creaciones, con una identidad y un proyecto que se fue desplegando en el tiempo. En el año 1957, luego del golpe de Estado que derrocó al gobierno de Perón en el 55, la llamada Revolución Libertadora produjo un cambio profundo en el sistema financiero argentino. El sistema financiero argentino del año 1946, estableció la llamada “Nacionalización de los Depósitos” pero que, en realidad, era descentralización de los depósitos desde el punto de vista práctico. ¿Qué quiere decir esto? Que el Banco Central era el receptor de todos los depósitos, las entidades financieras actuaban por cuenta y orden de ese Banco Central. El Banco Central les daba luego a los bancos líneas de redescuentos con los cuales los bancos atendían las necesidades de sus clientes, pero esa línea de redescuentos ya era una definición de políticas. ¿A qué sectores? ¿En qué regiones? Es decir, no era un hecho de mercado si no un hecho de política pública destinado a que el financiamiento contribuya al desarrollo en aquellas producciones que, desde el punto de vista del modelo de país, de sociedad que se quiere construir, requieren ese apoyo.
Entre todas las cosas que pasan luego del golpe del 55, se abandona este mecanismo y se libera el sistema financiero, se les devuelve a las entidades financieras su capacidad de captar depósitos y de prestar según su criterio. Esto genera, en aquel momento, un vacío enorme de financiamiento a las PyMES, a las cooperativas, de todo lo que podríamos llamar las instituciones que nuclean a los sectores más débiles de la sociedad. Y ahí se expande un movimiento espontáneo, que luego se institucionaliza, de organizarse en la autogestión para resolver el problema del financiamiento, y se multiplican las Cajas de Crédito cuyas primeras expresiones habían sido creadas años atrás. Pero este contexto las potencia. Se trata de organizaciones vecinales donde la gente empieza diciendo “¿y si juntamos nuestro dinero y la manejamos entre nosotros?”. Y, a alguien, después, se le ocurre esta idea, la del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, que es: hay cooperativas en todo el país y hay ciclos económicos distintos y, por ejemplo, en el momento que los de La Pampa Húmeda tienen excedentes financieros porque cosecharon y están vendiendo, ese dinero puede servir para financiar empresas en otras regiones y viceversa. Crear un ente más grande que genere la movilidad de esos recursos y dé sustento a ese movimiento local de Caja de Crédito.
Se da un proceso espectacular, se llegan a crear mil cajas de crédito. En algún balance teórico consolidado, sumando todas esas cajas como si fueran una gran entidad financiera en aquel momento, era la tercera entidad financiera del país después del Banco Nación y del Banco Provincia. Eso generó terribles reacciones y ataques de todo tipo, que coincidieron incluso en su ferocidad, yo diría, con los golpes de Estado. Tuvimos una enorme ofensiva cuando ocurre el golpe de Onganía, otra enorme ofensiva con el golpe del ´76, la dictadura genocida. En ese caso, y voy rápido porque cada una de estas cosas daría para que habláramos un rato, Martínez de Hoz, -la expresión civil de la dictadura cívico militar-, acerca del lanzamiento de lo que fue el proyecto de Ley de Entidades Financieras que, dicho sea de paso, sigue vigente y no ha sido modificada, dice, y miren cuánta razón tenía: esta Ley está llamada a perdurar en el tiempo y es, a ciencia cierta una de las leyes más importantes que esta gestión pone en vigencia. Dándole la importancia que tenía el cambio en el sistema financiero que propiciaba la dictadura militar para desarticular el modelo productivo y suplantarlo por una economía especulativa basada en la actividad financiera. Entre otras cosas, aquél proyecto de “ley" prohibía la forma cooperativa, decía que las entidades financieras sólo podían funcionar como sociedades anónimas.
Nosotros hicimos una gran movida que, realmente -yo siempre lo digo- no tiene el reconocimiento histórico que merecería tener. Lo que nosotros hicimos en plena dictadura, en los momentos duros de ese gobierno tan siniestro, fue organizar una protesta de las PyMES, cooperativas y entidades de bien público a través de los medios de comunicación. Sacamos durante una semana entera una doble página en Clarín con nombres de pequeñas empresas de todo el país, junto con el número de la cantidad de trabajadores que cada una de esas empresas tenía. Toda una semana. Luego de eso sacamos otra solicitada con las entidades de bien público, creo que eran 6.500, una cantidad enorme de entidades de bien público que decían lo mismo. Le decían a la junta militar y a la Comisión de Asesoramiento Legislativo (que era el “Parlamento” del golpe de Estado), que reviera el tema y que permitiera la forma jurídica cooperativa para la actividad financiera.
Después, de las entidades, sacamos una última solicitada con la firma de 100 personalidades, con una particularidad que salía la fotito de cada firmante y una frase que cada firmante decía al respecto, que tenía que ver con el tema. Esto está en los archivos del Instituto que creo que podríamos exhibirlo más. Porque creo que es parte de nuestra historia y merecería más conocimiento y reconocimiento, pero no se puede reconocer lo que no se conoce, entonces creo que tendríamos que hacerlo más conocido.
Fue tan impactante que tuvo éxito. Nos llamó el que dirigía la Comisión de Asesoramiento Legislativo. Recordemos que el Parlamento estaba disuelto y había una representación de las Fuerzas Armadas cumpliendo el papel de elaborar “leyes" sin ninguna representatividad popular. Fuimos con Floreal Gorini a una reunión, y explicamos nuestro punto de vista. Habría que ponerse en la situación ¿no? Piensen de lo que estamos hablando. Y, por alguna razón, hubo un reconocimiento y se modificó el proyecto, permitiendo que las entidades financieras pudieran funcionar como Sociedades Anónimas por un lado, y como Cooperativas por el otro. Así que ganamos la batalla, le torcimos el brazo a Martínez de Hoz. Por eso digo que es algo no suficientemente reconocido, porque dimos pelea en aquel momento, en el peor momento de esos tiempos trágicos. Tal vez una de las primeras acciones de protesta organizada que se puedan registrar respecto a las intenciones en el campo económico de esa dictadura.
Claro, esa norma nos resolvió un problema, pero no el resto, que tenía que ver con todo lo que traía la Ley de Entidades Financieras, que era aplicar un conjunto de normas que requerían alto nivel de capitales y un montón de regulaciones técnicas que no me voy a detener ahora en explicarlas, que virtualmente hacían inviable que cada caja de crédito pudiera seguir por su cuenta. Y entonces el IMFC tomó la iniciativa de propiciar la formación de bancos cooperativos con alguna particularidad: que esos bancos cooperativos fueran lo más regionales posible, para mantener la mayor cercanía entre la entidad y los asociados/as, sus usuarias y usuarios de modo que se asegurara, también, su participación en los ámbitos de gobierno y gestión de la entidad. Entonces hicimos un estatuto, creando la figura de las Comisiones Locales de Asociados que gestionan con los órganos de gestión centralizada. Y una cantidad de medidas más que eran imprescindibles para poder sobrevivir.
Se crearon una cantidad importantísima de bancos cooperativos. Diversas situaciones hicieron que esos proyectos, la mayoría, no fueran viables. Por escala, por crisis locales de economías regionales de bancos que eran muy locales. Y, también, por insuficiencias en jerarquizar la importancia de la buena gestión, de la buena administración. Es decir que no alcanza con buenas intenciones: a las buenas intenciones hay que acompañarlas con eficiencia, con conocimiento y con buena gestión.
Producto de todo eso el Credicoop, que fue pensado originalmente como un banco local, un banco de Ciudad de Buenos Aires y Gran Buenos Aires, fusionó 44 cajas de crédito de ese ámbito. Un fenómeno importantísimo, había que unir 44 historias distintas, dirigentes locales, tradiciones diferentes, usos y costumbres diversos y convertirlos en una sola entidad con una identidad común. Esa entidad fue absorbiendo, a través de los mecanismos cooperativos de fusión por absorción, al resto de los proyectos cooperativos que se habían creado bajo el amparo de la orientación del Instituto. Digo esto porque hubo otros proyectos que se hicieron por fuera y todos esos terminaron vendidos a algún banco extranjero, a algún privado nacional grande o cosas por el estilo. Los únicos que conservaron el modelo cooperativo y la tradición cooperativa y los principios fueron aquellos que se crearon dentro del espacio del Instituto Movilizador y que, en esos procesos de fusión por absorción, terminaron convirtiéndose en lo que es el Credicoop hoy, una entidad cooperativa de escala nacional con 276 filiales que son, a su vez, una verdadera cooperativa donde hay una comisión local, donde hay vida institucional, donde se desarrollan las cosas que, seguramente, los que están acá todos conocen porque en alguna de esas filiales tendrán vínculos y participación.
Cómo no perder el objetivo: cooperativismo transformador
En toda esa descripción rápida que hago, una de nuestras preocupaciones permanentes, desde el origen y sigue vigente, es cómo no perder el objetivo principal, cómo lograr que el tamaño no nos aleje del objetivo, de la historia, del sentido de nuestra creación. Eso tiene que ver con una idea fundamental, que aquella cuestión fundacional siempre estuvo planteada en lo que nosotros llamamos cooperativismo transformador.
¿Qué es cooperativismo transformador? Un movimiento que no se conforma solamente con gestionar bien una empresa cooperativa, sino que siente que tiene un compromiso con la sociedad de la que forma parte. No nos es indiferente lo que pasa en esa sociedad de la que formamos parte. Este cooperativismo transformador piensa en ese mundo más justo, más solidario, más ecuánime con regulaciones, leyes que permitan el desarrollo de los más débiles, que tiendan a igualar en una sociedad mundial que va en la dirección contraria. Como decimos siempre: el mundo más rico de la historia convertido en la fábrica de pobres más grande de la historia, es decir una flagrante contradicción.
Si uno mira la historia universal siempre las guerras se daban en el marco de la pelea por la escasez. Escasez de la comida, escasez del agua. Hoy el mundo tiene abundancia, riqueza acumulada de manera fenomenal. Y, sin embargo, vemos lo que vemos: corrientes de migrantes que ponen en riesgo sus vidas para ver si pueden llegar a un lugar donde, quizás, tengan la suerte de comer de vez en cuando o alguien les dé un trabajo mal remunerado, mal protegido por las leyes, pero que, en definitiva, implique una mejora de la situación invivible que tienen en sus respectivos países.
Yo siempre digo, uno lee en el diario que “el Mediterráneo se tragó 2500 víctimas este año”. No es el Mediterráneo, es el sistema. El Mediterráneo es hermoso. Es el sistema que se tragó a las 2500 víctimas. ¿Cuál es la razón? ¿Por qué razón la gente camina semanas, meses, pone en riesgo su vida, pasa por todo tipo de cosas para ver si llega a algún lugar donde, a pesar que la van a maltratar, tenga ciertas condiciones para sobrevivir?
¿No sería la manera más justa de resolver este problema, en vez de levantar muros o establecer leyes represivas, ver cómo se distribuye mejor esa enorme riqueza que hay en el mundo para que todo el mundo sea feliz quedándose en su país? ¿Quién quiere irse a otro lado? ¿Quién puede querer irse a otro lado?
Lo mismo pasa al interior de cada país con la corriente inmigratoria. ¿Cómo hacemos para que la Argentina sea verdaderamente un país federal, horizontal? ¿Cómo hacemos para que el que vive en Jujuy o en Formosa no esté soñando en venir al Gran Buenos Aires, aunque sea a vivir mal y, en lugar de eso, tenga chances de acceder a condiciones dignas en su lugar de nacimiento? Creando trabajo, creando lugares para educarse, para curarse, etcétera, etcétera. Haciendo que los servicios que la sociedad pone a disposición de la ciudadanía permitan que se viva dignamente en todo el territorio nacional. Entonces no es tan difícil. Pero siempre, y lo repito hasta el cansancio, se puede hablar horas y horas de política y de economía, pero todo termina en una simple fórmula: cómo se acumula y cómo se distribuye. Porque no es un problema de escasez y abundancia, es un problema de acumulación y de distribución. Así como lo digo a escala global, lo digo a escala nacional. En la Argentina sobra riqueza, lo que pasa es que algunos se la llevan para afuera y la esconden. Es otro problema.
Imagínense lo bien que podríamos estar si tuviéramos los 400 mil millones de dólares que están fuera del sistema. Algunos escondidos en cajas de seguridad, otros en paraísos fiscales, otros vaya a saber dónde. Y eso tiene múltiples facetas, porque no se trata solamente de que no están las divisas que el país necesitaría para tener reservas, para que no lo chantajeen, para que no lo presionen. Los ingresos fiscales que han dejado de aportar todos esos jugadores, que es mentira que se la llevan porque no están seguros en la Argentina y porque no hay seguridad jurídica y demás. Se la llevan porque no quieren pagar los impuestos, porque la Argentina es un país excelente para ganar dinero. Entonces ganan aquí incumpliendo con las leyes del país y la llevan afuera a esconderla en lugares donde no tienen que tributar.
En todos estos temas aparece, otra vez, lo que yo digo de los dos modelos, los dos proyectos. El gran desafío nuestro es entender el cooperativismo transformador y entender que nuestro compromiso va más allá, insisto, de esta cuestión de gestionar bien, que no alcanza. Gestionar bien es imprescindible, sin gestionar bien no se puede. Eso también quiero decirlo, porque hemos discutido mucho a lo largo de toda la vida sobre esta cuestión, donde algunos subestiman la importancia de la gestión como si fuera una cuestión de segundo orden. Sin buena gestión no funciona nada. Y no es una debilidad querer gestionar bien, es una fortaleza.
Pero no nos alcanza, si nosotros construimos cooperativas autosatisfactivas, que resuelven problemas de sus asociados, que dan un buen servicio en el medio de una sociedad plagada de desigualdad y de injusticia, efectivamente lo nuestro es insuficiente. Pero, además, hay que decir otra cuestión. Más allá de nuestra buena gestión, estaremos siempre en peligro, porque a los que sostienen el otro modelo no les gustan las cooperativas.
Es el que piensa en un modelo individual donde “yo tengo lo que me merezco”, donde si me falta algo es porque soy un vago y no hago los esfuerzos necesarios. Piensa que decir “donde hay una necesidad, hay un derecho” es un robo, porque a ese derecho hay que pagarlo y alguien lo tiene que pagar y, entonces, es un robo. O que la justicia social es una aberración.
Cada una de esas cosas monstruosas que escuchamos cotidianamente nos tiene que servir, también, para concluir que no nos es indiferente lo que pasa en el país, en el mundo, este mundo que nosotros habitamos. Y que esa hostilidad que expresan esas definiciones, tarde o temprano, nos afectan en nuestra vida cotidiana, en nuestro quehacer cotidiano. Y por eso, nuestro compromiso tiene que exceder al de gestionar bien para satisfacer la demanda básica que hace a la constitución de la cooperativa de la que formamos parte. Eso es indispensable. Sin eso no hay nada. Pero con eso no alcanza en nuestra visión.
Hay que incorporarle de manera imprescindible el otro factor: el factor que nos compromete con la sociedad en la que vivimos. Creo que, básicamente, se trata de eso. Cada tema que se habla nos permite entenderlo y razonarlo. Escuchamos propuestas que son de destruir todo. Motosierra o dinamita, que no es muy diferente ¿no? Entonces alguien muy brutal dice “voy a cerrar el Banco Central” y otro que quiere parecer más prolijo dice “no, sólo le vamos a prohibir tener política monetaria”: es lo mismo que poner la bomba. No es que no va a haber después un Banco Central que va a hacer los controles o la actividad de superintendencia de las entidades financieras, de lo que se trata es de sacarle al Banco Central la posibilidad de tener política monetaria. Lo que significa desde el vamos renunciar a una cuestión soberana y fundamental para el desarrollo de cualquier política pública.
Entonces, si uno mira las definiciones que para cada uno de esos temas tienen los distintos contendientes de la puja electoral en la que estamos inmersos, va a ver clarito que más allá del tono, del palabrerío y alguna expresión y demás, conceptualmente dicen lo mismo. Entonces, nosotros decimos con toda franqueza y con toda claridad, hay varios candidatos, pero hay dos modelos. No hay más que dos modelos. Y argentinos y argentinas vamos a elegir en qué modelo queremos vivir.
Una mirada global para entender lo cotidiano
Está pasando algo grave. Y claro, eso grave nos vuelve a remitir a los orígenes. Cuando inauguramos esta casa,[1] dijo Floreal Gorini, está puesto ahí en la puerta: “El avance hacia la concreción de la utopía requiere muchas batallas, pero sin duda, la primera es la batalla cultural”. Y cuando hablaba de la batalla cultural lo decía hablando de la cultura, desde el punto de vista más amplio de la cultura, que es entender la problemática social, entender el mundo en el que se está inserto, del que se forma parte. Entender cuáles son las cuestiones que están en discusión. Porque, si no, alguien se instala a partir de lo que falta y dice “yo nunca goberné y miren cómo estamos, déjenme gobernar a mí” y eso, por ahí, prende y alguna gente compra y se entusiasma. Está claro que se cabalga en insatisfacción y está claro que esa insatisfacción tiene raíces verdaderas, porque hay insuficiencias. Pero, también es cierto que, pese a todas esas insuficiencias, se han tomado un montón de medidas que son el rumbo adecuado y es a partir del cual se van a resolver esas insuficiencias. ¿Qué quiero decir? Tenemos el nivel de trabajo registrado más alto de la historia. Pero tenemos una gran cantidad de ese trabajo registrado insuficientemente remunerado. Bajamos del diez por ciento de desempleo que había hace cinco años al 6% de desempleo. No valorar lo que eso representa… Se cerraron en los cuatro años anteriores a esta gestión 25.000 PyMES. Y ahora se volvieron a abrir una cantidad similar a las que se cerraron entonces. Esas PyMES generan trabajo además de lo que producen, no es un dato menor. Y así podríamos estar largo rato, mostrando datos positivos.
Se han hecho obras de infraestructura que son trascendentes para cambiar aspectos fundamentales que uno no las percibe en la vida cotidiana, pero que influyen en nuestra vida cotidiana. No es indiferente para la Argentina ser autosuficiente en energía. No es indiferente para cada una de nuestras casas, para cada una de nuestras PyMES, para cada uno de nuestros espacios.
La energía es un tema en crisis permanente porque cada crisis global que hay, hay problemas con la energía. Hay guerra en Ucrania y sube el precio del petróleo. Tenemos el problema ahora en la franja de Gaza, sube el precio del petróleo. Y nosotros, al no ser autosuficientes tenemos las consecuencias de estos sucesos que impactan inmediatamente de manera tremenda sobre nuestra economía.
Ahora bien, de verdad yo estoy convencido de que están dadas todas las condiciones para que la Argentina salga adelante. Sería un pecado mortal que no se comprendiera eso y que se frustrara este modelo que estamos transitando, que las insuficiencias y las broncas nos impidan ver que es por acá. Que la insuficiencia y la bronca nos hagan pensar en algún momento que tiremos todo por la borda porque “estoy insatisfecho y peor no se puede estar”, así que vamos por otro lado. Es un enorme error. Están dadas todas las condiciones, insisto, para que el año que viene, nomás, acá, cerquita, a la vuelta, tengamos un buen año. Si no lo vuelcan. Eso es fundamental. ¿Qué quiero decir con eso? Se han resuelto algunos problemas macro estructurales -o estamos a punto de resolverlos- que cambian todo el escenario. El escenario de la construcción de reservas, el escenario del autoabastecimiento energético.
Tenemos algunas herencias gravísimas que no nos hemos podido sacar de encima: el endeudamiento. Y lo estoy dejando para el final porque es un condicionante fenomenal. El verdadero cepo que tiene la economía Argentina, el país y los que vivimos en este país, es el endeudamiento colosal al que nos sometió el gobierno anterior que presidió Mauricio Macri. La Argentina que Mauricio Macri recibió era una Argentina desendeudada, con un nivel de deuda que era el razonable, el lógico para el desarrollo de las actividades del país. Y entregó un país, a partir de toda la especulación que hubo en esos cuatro años, en una situación de inviabilidad. Es un tema a resolver y sólo se puede resolver, a nuestro juicio, desde el punto de vista del crecimiento de la economía para relativizar el peso de esa deuda y la Argentina tiene todas las condiciones para poder hacerlo.
Hay en el medio cuestiones a discutir. Los fiscalistas nunca hablan del costo financiero de la deuda. Siempre hablan del déficit fiscal primario, es un tecnicismo. El déficit fiscal primario es la diferencia entre los ingresos y los gastos, sin contar los financieros. Entonces, la Argentina tiene, por ejemplo, este año 2,4% del PBI de déficit fiscal primario, según el último presupuesto y, 4,4 puntos de déficit financiero. Del déficit financiero nunca hablan porque son los intereses que ellos quieren cobrar porque son los acreedores, o los de acá que representan intereses de esos acreedores.
Pero dentro de esos intereses que nos cobran hay, por ejemplo, una multa que nos cobra el Fondo Monetario Internacional porque nos prestó más que lo que el Fondo Monetario Internacional nos podía haber prestado. En serio, se los digo, parece un absurdo, parece ridículo, pero es verdad.
El Fondo incumplió sus estatutos y nos dio un crédito tres veces más grande del que dice el estatuto que le puede dar a un país. Y nos cobra un sobrecargo de 3% anual por ese exceso de crédito que ellos nos dieron. El crédito que hoy está vigente que renegoció esta administración en la gestión del ministro anterior, se acordó con una tasa de interés del 1,2%. Hoy está cerca del 5% más el 3% de sobrecargo. Estamos pagando cerca del 8% de interés por esa deuda.
Ellos siempre hablan del ajuste del gasto público, que necesariamente afectará a las jubilaciones, los gastos de educación, el presupuesto de salud, la obra pública, con todas esas cosas. Y el verdadero problema del gasto público está en otro lado, pero de eso no quieren hablar. ¿Ustedes oyeron hablar alguna vez, salvo cuando lo planteamos nosotros, del problema del impacto del costo financiero? Si simplemente nos llevaran el crédito que tenemos al 1% que es cuando se renegoció. ¿Saben por qué pasó del 1% al 5%? Porque Estados Unidos decidió subir su tasa de interés para bajar la inflación y la tasa del Fondo se referencia con lo que cobra la Reserva Federal de Estados Unidos, el Banco Central Europeo, el de Japón y el de Inglaterra que son los grandes accionistas del Fondo Monetario Internacional. Todos más o menos, tienen la misma tasa, todos han subido juntos y, entonces, el promedio de esas tasas es la tasa que termina cobrando el Fondo Monetario por las deudas que los países tienen con él.
Así que pagamos las consecuencias de las políticas públicas de los países centrales, que utilizan la tasa de interés como mecanismo antiinflacionario, y pagamos la multa de las políticas públicas que el gobierno de Trump puso en práctica para ayudar a Macri para que pueda ser reelecto, dándole un crédito que, de acuerdo a los estatutos del FMI, no le podía dar.
Tenemos que pelear para que nos bajen las tasas de interés, tenemos que pelear para tener superávit exportador para poder pagar y no tener que seguir negociando, si no que cuando vengan los vencimientos, pagar. Pero, para eso, necesitamos que la economía del país crezca y, sobre todo, crezca en la generación de esas divisas y nos podamos sacar problemas de encima para decir otro “Nunca Más”. Nunca Más Fondo Monetario Internacional, Nunca Más endeudamiento sin sentido.
Claro que, aquí también, aparecen los dos modelos. ¿Se acuerdan cuando estaba terminando el gobierno de Cristina[2] y teníamos el tema de los buitres? ¿Se acuerdan? Y el gobierno argentino peleaba con los buitres y peleaba en los juzgados y peleaba en todos lados y nos embargaron la fragata, todas las cosas que pasaron. Macri decía en la campaña “yo esto lo arreglo en cinco minutos”, y lo arregló en cinco minutos. Lo llamó por teléfono a Griesa, le dijo ¿cuánto es? y le pagó. Sí, lo arregló en cinco minutos, entregó todo, fue y pagó.
Hoy nos dicen “el gobierno de Cristina y Kicillof nos dejó 16 mil millones de deuda con el tema de YPF”, una falacia. El verdadero problema es que se haya privatizado YPF, no que se re-estatizó. Re-estatizarla es recuperar soberanía… fíjense si hoy no tuviéramos una petrolera estatal, ¿cómo estaríamos? ¿Mejor o peor? Entonces, las cosas hay que verlas desde el origen y las causas hay que encontrarlas en el verdadero lugar donde están.
Claro que del otro lado nos aprietan. Otra vez “ahora nos reclaman… Vamos a tener que pagar 16 mil millones de dólares”,[3] vamos a pelear. Hay muchísimo para pelear ahí. Ayer la Argentina presentó la apelación, hay un sin número de trámites y apelaciones en curso que habrá que recorrer. Pero hay una de fondo que la Argentina se reserva que es el cuestionamiento al juicio en sí mismo, porque nadie dice “¿por qué un tribunal de Nueva York está decidiendo sobre un conflicto de alguien que era socio de YPF en la República Argentina?” Es un litigio que se tiene que resolver en tribunales argentinos. Yo creo que la Argentina no puede dejar de recorrer este camino de las apelaciones, pero que si en esto no prospera tiene una última carta que es ir a los tribunales internacionales cuestionando la legitimidad de todo este reclamo que debía decidirse en la República Argentina. Nosotros no somos un Estado asociado, nosotros no formamos parte de los Estados Unidos de Norteamérica. Nosotros somos la República Argentina, somos un país soberano con una Constitución, con leyes.
Este conflicto de Burford con la Argentina, que le compró además a uno de los socios, al grupo Eskenazi, su participación, es un conflicto que debería dirimirse en los tribunales argentinos y no en los tribunales de Nueva York. Si no ha habido ningún acto ahí sometido a ley extranjera. Si les parece, dejo aquí y avanzamos con el intercambio a partir de las preguntas.
Momento de intercambio
A la hora de comenzar con la ronda de preguntas, Juan Carlos Junio comentó que recibieron muchas. Por una cuestión de tiempos se seleccionaron algunas que fueron compartidas (otras surgieron espontáneamente del público) y a partir de ellas, Heller fue respondiendo y avanzando sobre algunos otros temas.
En la primera tanda de preguntas se propusieron las siguientes:
¿Se podría trabajar en una ley para que las escuelas primarias y secundarias presenten una materia en relación al trabajo y administración cooperativa? ¿Qué piensa, Carlos, sobre la comunidad cultural como sector productivo? Y ¿qué oportunidad tenemos las cooperativas ancladas en ese sector? ¿De qué manera influyen a favor o en contra los distintos cambios de gobierno a las políticas destinadas al sector cooperativo?
¿Cómo logramos diseminar y reproducir la economía cooperativa? ¿El futuro es cooperativo?
Hay una ley sobre la educación cooperativa que está vigente, lo que pasa es que no se aplica. Hay que seguir trabajando para que eso suceda.
Cualquiera de estas cosas que ustedes plantean requiere un marco político en lo social que esté de acuerdo en que hay un valor en la integración… Si nos va a gobernar alguien que dice “todos los derechos son un curro” y dice “la justicia social es un robo”, difícil que tenga en sus planes promover el cooperativismo ¿no? Sería casi una fantasía imaginarnos que en esos escenarios el cooperativismo va a ser desarrollado y va a tener futuro.
El cooperativismo es una herramienta, una de las formas de organización de la sociedad, que tiene valores como la solidaridad, la acción común, etcétera, que están en la antípoda de esos pensamientos. Directamente. Lo busquen por donde lo busquen. No es neutro, no hay ninguna posibilidad.
El cooperativismo tiene futuro en una sociedad que comparta nuestros valores. En otro escenario el cooperativismo resistirá y, desde luego, resistirán los que tengan más capacidad de resistencia, los que estén más organizados, más fuertes. Yo contaba la historia nuestra… En la dictadura de Onganía se cerraron un tercio de las cajas de crédito. ¿Por qué? Porque eran las más nuevas, más débiles, las que tenían alguna dificultad de organización, las que no se habían logrado consolidar. Se las barrió. Y después volvimos. Volvió a haber un gobierno constitucional y se crearon condiciones legales, otra vez, más aptas. Y otra vez volvimos a crecer y a desarrollarnos. Y vino la dictadura, como conté antes, y quiso llevarnos puestos de manera total. Zafamos y aquí estamos.
Yo cuento siempre una anécdota no demostrable, pero que es cierta. Nosotros existimos porque el gobierno dictatorial y su ministro creían que no íbamos a ser capaces de sobrevivir. Que cuando se discutió si nos autorizaban la fusión para conformar el Credicoop había una fuerte corriente que decía que no. Y fue nada menos que Martínez de Hoz el que dijo que sí, que había que autorizarnos porque el proyecto era absolutamente inviable. Y dijo “si no los autorizamos los convertimos en víctimas. Si los dejamos, en un año los mata la gente”. No confiaban en nosotros, acá estamos. Acá estamos.
Pero, de verdad, nosotros -lo digo con orgullo- sabíamos eso, entendíamos eso. Y entendíamos que la vida iba a convertir en viable algo que, visto en la teoría, no era viable. Y para eso había que trabajar para generar una nueva cultura, una nueva entidad, un modelo que fuera eficiente, que fuera competitivo y también que sea democrático y transformador. Que teníamos que salir a la cancha a pelear con la Banca Internacional, con los grandes jugadores sin renunciar a nuestros valores. A la gente le teníamos que dar un buen servicio porque, si no, ¿por qué nos iban a elegir?, ¿porque éramos cooperativos, nada más? No. Es decir, eficiencia y democracia.
Nuestra primera frase dicha por nuestro primer presidente del Consejo de Administración, Nelson Giribaldi el 19 de marzo de 1979 al inaugurar el banco fue: “Asumimos el desafío de demostrar que eficiencia y democracia no son incompatibles”. Estábamos en plena dictadura, que ponía el acento en decir que la ineficiencia era producto de eso que llamamos democracia. Entonces había que eliminar todos los partidos políticos, los sindicatos, el Congreso, porque la democracia era el costo. Como ahora, el costo de la política. Hay que eliminar la política. Exactamente igual. Nos están diciendo lo mismo, piénsenlo.
Entonces, asumimos el compromiso de demostrar que eficiencia y democracia no son incompatibles, todo lo contrario, se complementan, son necesarias. Necesitamos un modelo gestionado democráticamente pero de manera eficiente. Y ¿qué era gestionar de manera eficiente? Desarrollar servicios competitivos, eficientes que pudieran mostrar que no es el lucro o la máxima ganancia el motor de la vida y de la historia. Y que hay una cuestión superior a la máxima ganancia que es la prestación del servicio. En esa esencia está nuestro secreto. Nosotros creíamos y seguimos creyendo que es así, que se puede ser eficiente de verdad sin tener la máxima ganancia como objetivo final o como objetivo fundamental. E inventamos una definición que llamamos “rentabilidad necesaria”, porque tampoco se puede despreciar la necesidad de la rentabilidad para la buena gestión. Pero ¿cuál es la rentabilidad necesaria? Aquella que permite que la empresa cooperativa se pueda desarrollar, se pueda capacitar, pueda incorporar la tecnología que necesite y pueda competir de igual a igual con la otra empresa, que tiene como objetivo la maximización de la ganancia.
Y en esa formulita tan simple está la clave de nuestro éxito. En demostrar que eficiencia y democracia no son incompatibles. Y no sólo no son incompatibles si no que son complementarias. Y creo que, por allí, están respondidas la mayoría de las preguntas.
Sobre la pregunta acerca de la cultura… ¿Cómo no voy a creer en el desarrollo del cooperativismo en el ámbito de la comunidad cultural? ¿Dónde estamos? ¿Qué dijimos? Es que, además, la cultura es en sí misma un ámbito naturalmente cooperativo. Porque requiere de los otros, requiere de otros actores, requiere integración, en el plano que sea.
Sobre las empresas recuperadas… por ejemplo, la cooperativa Cristal Avellaneda ha logrado demostrar, además, que una buena gestión puede sacar a flote una empresa que manejada con el criterio del empresario y del lucro fue inviable y que manejada con el criterio de la prestación del servicio es viable, rentable, funciona bien. Como este, hay infinidad de ejemplos.
Claro que se necesita un ambiente favorable, legislación favorable que reconozca las diferencias, que apoye lo que tiene que apoyar en los tiempos que hacen falta. Porque hay empresas que no necesitan apoyo toda la vida, pero hasta en la vida humana en un momento necesitas el pulmotor, o el respirador artificial o la transfusión de sangre y eso no quiere decir que tenés que vivir con eso. Entonces, el Estado tiene que asistir en un determinado momento al desarrollo de esas empresas cooperativas recuperadas que no pudieron funcionar de la otra manera.
Nosotros nos ponemos muy felices cuando vamos a alguno de los restaurantes recuperados que siguen siendo cooperativos. Y comemos muy bien y vemos a los viejos compañeros, los mozos, los que se hicieron cargo de la empresa que no era viable y la han traído hasta acá y es viable. ¿Cómo no vamos a creer? Pero, efectivamente, todo eso requiere políticas. Y, también, con políticas sólo no alcanza, requiere políticas y gestión. “Políticas” quiere decir ambientes favorables y legislación favorable y comprensiva. Y gestión, porque hay que hacer las cosas bien. La patente de cooperativa no habilita a hacer las cosas mal ni a gestionar mal. Siempre hay que gestionar bien, eso es una condición en todos los órdenes.
Y para gobernar no alcanza con tener buenas ideas. Hay que hacerlas bien, hay que llevarlas a la práctica, hay que administrar correctamente, hay que cuidar los recursos de todos y de todas.
Mencionaste el cooperativismo transformador. Me gustaría que ahondaras un poco más. Me parece que eso es central.
Esta cuestión de cooperativismo excede la cuestión autosatisfactiva del desarrollo de la propia empresa cooperativa, pues asume un compromiso participativo con la vida y el ámbito donde la cooperativa se desenvuelve. Que va desde el lugar donde está, yo te diría hasta el planeta. Es todo. Porque, por eso dije, ¿podemos ser indiferentes al cambio climático? Ahora, miren el candidato libertario dijo el otro día que él no era negacionista, pero que, en realidad, era una mentira decir que la emergencia medioambiental era producto de la acción de los seres humanos, porque esto se daba a través de miles de años y qué sé yo cuánto. Es decir: hizo un negacionismo absoluto, es decir, negar el papel de la contaminación, las chimeneas, tirar a los ríos ácidos que están poniendo en riesgo nuestro ambiente natural. La creciente catástrofe ambiental sería un tema de la evolución y no de las prácticas predatorias de un modelo civilizatorio que desprecia a la Naturaleza.
El cooperativismo transformador es tomar posición con los problemas fundamentales de nuestro tiempo y nuestra sociedad. Es eso. Está en cada acto de nuestra vida. Si vos leés el diario y lo recorres cotidianamente, te diría que está en todas las noticias. Nosotros tenemos posiciones en cada una de las cuestiones relevantes para la vida común.
No es tan difícil. El mundo ha logrado un desarrollo fenomenal. Dicen, ¿cómo puede ser que la Argentina puede producir alimentos para 400 millones de personas y hay gente que pasa hambre? Son las políticas, muchachos. Fácil de resolver, no es tan difícil de entender que son las políticas. Por eso, incluso mirando para adelante, cada vez que sale el tema “la Argentina tiene que ser un gran país exportador porque la solución…” Sí, pero previo a resolver los problemas del mercado interno. Que se dice poco, lo digo yo, se dice poco en el discurso oficial y creo que es un déficit de ese discurso.
El gasoducto que nos va a permitir exportar… Sí, pero primero hay que darle gas a todos los argentinos, las argentinas, todas las PyMES, etcétera. Tenemos que aumentar la producción de trigo… Sí, pero asegurando que no falte para el pan y con un precio razonable…
Hay un ejemplo bárbaro de lo que es la política pública, que se dio hace poquito. Massa hizo un acuerdo con los productores lácteos, la semana pasada fue. Y ahí se puede entender bien lo de la globalización, cómo impacta en lo local, cómo todo tiene que ver con todo. Cómo se puede intervenir en toda la cadena. ¿Qué pasó? Cayó el precio internacional de la leche. ¿Por qué cayó el precio internacional de la leche? Porque China decidió dejar de comprar por algún fenómeno, no sé, probablemente porque creció su producción local y no necesita comprar más, pero China se retiró del mercado internacional de compra de productos lácteos y hubo una baja abrupta del precio internacional de esos productos. Con lo cual las exportaciones argentinas no tenían precios competitivos con las retenciones que aplicaban las políticas públicas. ¿Qué hizo el gobierno? Llamó a los productores y dijo: “por tres meses les vamos a sacar las retenciones, para que, sin retenciones, su precio real que es pleno, compense la caída del precio internacional, producto de algo que no tenemos nada que ver, la decisión de los chinos respecto del mercado internacional de productos lácteos. Pero les pongo dos condiciones. Condición uno, que una parte de este beneficio llegue a los tamberos (que se quejan de que nunca se les paga un precio compensatorio, al productor verdadero, al origen, al que ordeña la vaca) y les pongo una segunda condición: que por el mismo período que les bajo las retenciones no me pueden aumentar los precios internos”. Eso es la política pública, ese es el mejor ejemplo de política pública. Te resuelvo el problema en exportación, pero ¿vas a cobrar más por lo que exportas y automáticamente me cobras más, entonces, en el mercado local para equiparar el precio? No, lo que vendes en el mercado local, que está basado en los costos locales, no me lo aumentes.
Eso es hacer políticas públicas y eso es recorrer toda la línea de una política pública, desde la punta del que ordeña la vaca, hasta el que está colocando en el mercado internacional su producción. Podemos estar horas dando ejemplos de qué quiere decir hacer políticas públicas. Y entonces, ¿qué quiere decir cuando hablábamos de cooperativismo transformador? Que es no desentendernos de los grandes temas que hacen a la economía y a la vida de la humanidad, diría yo. Porque siempre se habla de la economía, pero la economía no es un fin en sí mismo. Finalmente es una herramienta de asignación de recursos por la que la gente se educa mejor o peor, come mejor o peor, tiene mejor o peor salud.
Entonces, cuando te dicen que la educación va a ser con voucher… ¿Cómo va a funcionar eso? ¿Quién va a tener el voucher? Como dice alguno ¿y el que vive en la Puna, a dónde va con el voucher?, ¿cómo hace? Se caen solas algunas de esas propuestas, pero están planteadas.
Así que, el cooperativismo transformador es el compromiso con la sociedad de la que formamos parte, sin eso no hay solución de nada. Creer que sólo gestionando bien la cooperativa vamos a zafar, es un error. Desde el punto de vista de la concepción de lo que nosotros queremos, de transformar la calidad de vida de la sociedad, que la gente viva mejor, que se pueda eliminar la pobreza, no.
Yo aceptaría el desafío de la meritocracia si a todos nos ponen en el mismo lugar de partida. Todos tienen alimentación adecuada desde la cuna, les dan las vacunas que le tienen que dar desde la cuna, van a los colegios que tienen que ir desde la cuna, reciben la capacitación… Están preparados para competir de igual a igual, pero cuando tenés todas las desigualdades que tenés, ¿cómo podés hablar de la meritocracia?, de que cada uno tiene lo que corresponde, lo que se merece, y cosas por el estilo.
Es un disparate. Bueno, tenemos que explicar todo eso hasta que nos entiendan.
¿Sería posible una moneda cooperativa? Está de moda eso de la moneda, pero para mejorar la calidad de vida de los organismos independientes.
No vemos por allí una salida: defendamos la moneda nacional. Nosotros necesitamos una economía sana que se respalde en una moneda fuerte. Porque la moneda no es más que eso, es la expresión de la salud de la economía. Es eso, si la economía está bien, la moneda va a ser sólida, sin ningún problema. Y, no veo ninguna posibilidad de que la moneda cooperativa sea posible, ni necesario, ni virtuoso. Somos parte de un proyecto colectivo, al que aportamos desde nuestro sector cooperativo.
¿Ve en un futuro la ampliación de crédito a la población que el sistema bancario excluye?
Veamos cómo está el escenario: hoy los bancos están desesperados porque le tomen créditos. El problema es que los bancos necesitan tomadores de créditos que se lo puedan devolver y el problema es que lo que hay es poca gente en condiciones de devolver los créditos, no de tomarlos. Entonces, lo que nosotros necesitamos es que mejoren los ingresos de la gente y cuando la gente tenga mejores ingresos, no habrá problema.
Hoy un problema que tienen el sistema financiero en la Argentina que es la baja cantidad de demanda de crédito que genera este fenómeno que algunos denominan “la bomba de las LELIQ”. ¿Qué son las LELIQ? El dinero que el sistema capta, porque viene José Pérez con un plazo fijo y lo deposita en el banco. Y viene José García y toma un crédito pero por el 10% de ese plazo fijo y ¿qué hago con el resto? Entonces, si nadie me lo compensa, ¿con qué le pago los intereses de ese plazo fijo? Le tengo que decir al depositante que se lo lleve. Si le digo al depositante que se lo lleve, ese depositante va a una cueva y compra dólares. Entonces el Banco Central le paga al banco la tasa de interés por ese depósito para que el banco se la pague al depositante. ¿Cómo se soluciona? Con demanda de crédito. Es imperioso que crezca la demanda de crédito.
Pero la demanda de crédito tiene una segunda palabra que hay que entenderla con precisión: demanda de crédito solvente. Es decir, gente que razonablemente, en condiciones normales, lo va a poder devolver. Nadie te va a dar un crédito que no se devuelve…. Podemos decir que un crédito es un ahorro anticipado. Es decir, la otra forma es: yo me quiero comprar la heladera, junto el dinero y cuando tengo el dinero compro la heladera. La otra es: me dan un crédito, compro la heladera y lo voy devolviendo en meses, pero para eso tengo que tener capacidad para pagar la cuota.
El gran problema de la Argentina no es el acceso al crédito hoy. El gran problema de la Argentina es la enorme cantidad de ciudadanía que no tiene ingresos suficientes, no ya para tener un crédito, si no para vivir dignamente.
Entonces tenemos que trabajar por una mejor distribución del ingreso y la riqueza, para que haya menos pobres, para que haya más gente solvente y esa gente solvente va a poder acceder a créditos sin dificultades.
¿Cómo impactaría una devaluación de magnitud en las cooperativas?
Como en todos los aspectos. ¿Por qué sería distinto en las cooperativas? ¿Qué es una devaluación? Es una pérdida del valor de la moneda. ¿Quiénes pierden más, entonces? Quienes tienen todo en esa moneda devaluada. El trabajador y la trabajadora van a ganar menos, en términos reales. Porque la moneda es nada más que un elemento de transacción para acceder a bienes. En realidad, lo que importa es cuántos kilos de pan, de azúcar, de carne y cuántos litros de leche yo puedo comprar con mi remuneración. Si se produce una devaluación y automáticamente, como pasa de manera inevitable, aumentan los precios de todos los productos, el problema es que la cantidad de pesos que yo tengo me va a permitir comprar menos cosas, es decir soy más pobre y, consecuentemente, tengo menos posibilidades. Y eso les pasa a las personas, a las PyMES, a las cooperativas, a todos los que viven en un ámbito local. Porque si yo tengo una cooperativa que exporta a Canadá la va a afectar mucho menos, porque va a recibir dólares por esa exportación y los va a convertir a pesos. Entonces el efecto de la devaluación le va a resultar neutro. Pero si yo tengo una cooperativa que vende en el mercado local lo que sea, lo primero que va a tener es que le van a caer los compradores, va a tener menos demanda de su producto. Y, por lo tanto, le van a bajar los ingresos y le va a pagar a sus trabajadores y a sus miembros dinero devaluado que le va a alcanzar, a su vez, para comprar menos. Entonces, una devaluación es siempre una medida recesiva. Siempre. Como es recesiva la política de aumentar las tasas de interés. ¿Por qué suben la tasa de interés los países centrales? El dólar no se puede devaluar, pero el efecto de la suba de la tasa de interés es el mismo. Si encarezco el crédito la gente puede comprar menos productos a crédito, baja la demanda. Si baja la demanda, baja la oferta. Si baja la oferta, el precio no aumenta. Esa es la teoría económica. Genero frenada del aumento de precios vía contracción de la demanda.
Yo les podría leer, tengo acá, está dicho así, lo dice el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell. Lo tengo textual, es escalofriante. Dice Powell: “Restaurar la estabilidad de precios cuando la inflación es alta puede requerir medidas que no son populares a corto plazo, ya que elevamos las tasas de interés para desacelerar la economía”. Más claro es imposible. Agrega: “La ausencia de un control político directo sobre nuestras decisiones nos permite tomar estas medidas necesarias sin considerar los factores políticos de corto plazo…” Es decir: no nos importa lo que le pasa a la gente. “Deberíamos enfocarnos en lo nuestro y no deambular en búsqueda de beneficios sociales que no están estrechamente vinculados con nuestras metas y mandatos legales. Es terrible. Esto lo dijo en enero y un poco más adelante, en junio: “La política monetaria no ha sido lo suficientemente restrictiva durante el tiempo suficiente, ya que el mercado laboral estadounidense necesita debilitarse aún más para aliviar la presión sobre los precios”. ¿La quieren más clara que eso? Esto es textual: “el mercado laboral debe debilitarse aún más para aliviar la presión sobre los precios”. Entonces, la política antiinflacionaria de ellos es: subo la tasa de interés para enfriar la economía. ¿Qué es enfriar la economía? Que la gente pueda comprar menos. Y como no tenemos compromiso político, dice, porque nosotros somos independientes, no pagamos los costos y hacemos lo que tenemos que hacer, rápido. Eso es lo mismo que se busca hacer con una devaluación.
Fíjense la actual política que en esta inflación brutal que tiene la Argentina obliga a aumentar las tasas de interés. El Banco Central ha tenido una política permanente de pagar una tasa para los depositantes que los proteja de la inflación, pero tener líneas de crédito como la línea de crédito de inversión productiva con tasas fuertemente subsidiadas, para que el crédito, sobretodo el crédito que tiene que ver con la producción, no llegue a eso que dice Powell. Es decir que desactive el funcionamiento de la economía.
En cada una de esas herramientas se repite siempre la misma cuestión. El dólar no se puede devaluar, porque ¿contra qué se devalúa el dólar? Entonces subimos la tasa de interés y el efecto es el mismo: encarecemos el acceso al crédito. Estados Unidos es una sociedad que vive a créditos, todo el mundo está muy endeudado. Si la tasa de interés sube no puedo pagar el crédito, me tengo que desendeudar, tengo que dejar de comprar a crédito, consumo menos. Si consumo menos, el que fabrica, fabrica menos. Si fabrica menos le va a pagar menos a la gente o va a echar a alguno porque le sobra gente y eso va a enfriar la economía. Así de perverso, pero así de real es lo que sucede.
No tiene nada que ver con lo que nosotros pensamos, pero eso es contra lo que peleamos y en lo que nos tenemos que mover. Así que, una gran devaluación… Bueno, ustedes vieron. El gobierno devaluó un 21% y los precios aumentaron un 40%. Imagínense esto que dice Milei: “¡qué bueno! El dólar está $900, esto favorece la dolarización”. ¿Qué está diciendo? Que la gente va a ganar cada vez menos, va a poder comprar cada vez menos y, efectivamente, por ahí después de una gran y brutal recesión se logra una cierta estabilidad. Como hay en los cementerios, está todo muy estable, pero no es la estabilidad que nosotros queremos. Nosotros queremos la estabilidad de los vivos, no la estabilidad de los muertos. Así que no podemos estar de acuerdo con eso.
Ya dando cierre a la jornada, Juan Carlos Junio destacó que
…siempre es valioso e interesante como cooperativistas intercambiar ideas y pensamientos sobre, precisamente, el cooperativismo y los retos que tenemos como ciudadanos, como ciudadanas, como argentinos (...) Terminamos con eso que dijo Heller: nosotros no somos un Estado asociado a Estados Unidos, nosotros nunca renunciaremos a la soberanía de Malvinas. Gracias compañeras, compañeros por este encuentro.
[1] Se refiere a la inauguración del actual edificio del Centro Cultural de la Cooperación.
[2] Se refiere al 2015, en el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
[3] Se refiere al fallo adverso para el Estado argentino en el caso de la expropiación de YPF. La jueza Preska (EE. UU) falló a favor del fondo Burford Capital y aplicó el monto máximo esperado de la indemnización en 16 mil millones de dólares por considerar que el gobierno argentino debió haber realizado en 2012 una oferta pública a todos los accionistas de YPF y no solamente a Repsol, que tenía la mayoría del paquete.