Revista Idelcoop nº 234. Julio 2021 - ISSN Electrónico 2451-5418 / Sección Reflexiones y debates
Idelcoop Fundación de Educación Cooperativa
Mutualismo, cooperativismo y la integración regional de la economía social-solidaria desde el feminismo. Entrevista a Nora Landart, vicepresidenta de FEMUCOR.
Valeria Lazarini Mutuberría[1]
Resumen: Nora Landart es feminista, trabajadora social de profesión, dirigenta de la economía social y solidaria y docente. Trabaja vinculada a la mutualidad desde hace 23 años. Es integrante fundadora de la Comisión de Mujeres de la Federación de Mutualidades de Córdoba (FEMUCOR) de la cual es vicepresidenta. En esta entrevista cuenta acerca del vínculo entre mutualismo, cooperativismo y perspectiva de géneros en las organizaciones de la economía social y solidaria del país. Asimismo, presenta La Red Latinoamericana de Mujeres de la Economía Social y Solidaria en la que se nuclean experiencias de Colombia, Chile, Brasil, Costa Rica, Bolivia, Ecuador, Argentina, Uruguay, México, Perú.
Palabras clave: Feminismos, mutualismo, cooperativismo, economía social y solidaria.
Para empezar, nos gustaría que te presentes y nos cuentes tu trayectoria y tu vinculación con el mutualismo.
Soy una mujer de 50 años, feminista, trabajadora social de profesión, dirigenta de la economía social y solidaria, docente desde hace más de 20 años. He desarrollado la actividad docente en mi campo, en principio, en la formación de Trabajo Social y ahora en la carrera “Gestión y administración pública”. Soy una militante social en distintos espacios, especialmente los vinculados a la defensa de los derechos humanos y a los espacios militantes feministas. Tengo 4 hijos y trabajo vinculada a la mutualidad hace 23 años. Tuve el privilegio de fundar una entidad mutual que he presidido a lo largo de 12 años, ahora sigo vinculada a la actividad mutual, estoy en la gerencia de una mutual en Villa María. Soy miembro fundadora de la comisión de mujeres de la Federación de Mutualidades de Córdoba (FEMUCOR), que fue promotora de la constitución del Movimiento Nacional de las Mujeres Mutualistas argentinas en la Confederación Argentina de Mutualidades (CAM). Hace más de dos años que soy vicepresidenta de mi federación y a nivel nacional coordino la Secretaría de Equidad de género en la CAM. Así que tengo un largo recorrido en el sector, fundamentalmente vinculado a todo lo que tiene que ver con los derechos de las mujeres. Fui concejal de mi ciudad por dos períodos consecutivos. Eso me permitió poder presentar legislativamente una de las pocas declaraciones en violencia de género que hay en la República Argentina, como resultado de un movimiento de mujeres que me antecedieron, algunas ya no están, pero nos permitió tener ese logro en nuestra ciudad. La consecuencia de ese logro fue la posibilidad de tener un dispositivo de asistencia de contención a las víctimas e inclusive, de promover espacios de formación para el armado de equipos técnicos orientados a la reeducación de victimarios.
¿Qué análisis podés hacer sobre la actualidad del movimiento de mujeres en la economía social?
Las mujeres mutualistas y cooperativistas nos encontramos, compartimos los mismos problemas, las mismas necesidades y esperanzas y un montón de proyectos colectivos. Se torna indivisa la particularidad de la organización a la que pertenecemos, si son cooperativas, mutuales u otro tipo de organizaciones: somos mujeres de la economía social y solidaria. Y eso creo que es una construcción y un logro de nuestra generación, yo ya veo los procesos históricos, quizás por mi edad y por el transitar, y me doy cuenta cuáles son los espacios de posibilidades que nos habilitaron y de qué manera los utilizamos, cuáles son los espacios de posibilidades que estamos abriendo nosotras y cuáles son los que veo hacia adelante, que van a abrir las generaciones que nos suceden. Eso lo veo con claridad, creo que es un gran logro de las mujeres de la economía social y solidaria de este tiempo. Nos cuesta, algunas veces tendemos a reproducir comportamientos, conductas que están arraigadas a viejas prácticas o prácticas que habitualmente criticamos. Sí, nos pasa, convivimos cotidianamente con eso, pero la sororidad que nos une aún nos permite comprender por qué determinadas compañeras de nuestro colectivo pueden incurrir en ellas. Eso nos fortalece y seguimos adelante. Eso es lo que estoy viendo en este tiempo y es una de las cuestiones que me preocupan. Particularmente, me interpelo individualmente y trato de hacerlo colectivamente, sobre todo con quienes desarrollo mi actividad, qué cuestiones, de alguna manera, son afines con los modelos instituidos que me permiten desarrollarme de esta manera. Trato de interpelar eso, creo que es saludable para nosotras como movimiento de mujeres para no quedar atrapadas en algunas cuestiones que son coyunturales. Nuestras organizaciones están habitadas mayoritariamente por varones, y minoritariamente por varones que tienen la voluntad de ser democráticos y de democratizar nuestras entidades. Eso es parte de una realidad, yo en eso no tengo un pensamiento idílico u optimista, creo que son una minoría. Ahora, la forma que nosotras encontramos de avanzar, de hacer alianza con estos varones que tienen la fuerte voluntad de resignificar cuestiones que están vinculadas a la cultura machista y patriarcal, dan resultados maravillosos, ahí también avanzamos. Hay una cosa que nosotras tenemos que tener clara: los varones que apuestan a resignificar cosas, apuestan a democratizar los espacios que habitamos, también de alguna manera son criticados y embestidos por sus pares, porque lo primero que hacen es poner en crisis ese mandato de masculinidad vinculado a la autoridad. Tenemos que ir realizando aprendizajes junto con ellos también.
Transitaste por organizaciones mutuales de base, federaciones, confederaciones, no sé si ves problemáticas o desafíos similares en cada uno de esos niveles, pero queremos preguntarte en materia de política y perspectiva de géneros: ¿en qué se pudo avanzar en esas distintas instancias organizativas?, ¿dónde hoy ves que tenemos desafíos?
A mí me gusta mucho Nancy Frazer, ella dice que para alcanzar la justicia es necesario el reconocimiento y la redistribución; de alguna manera desde ese paradigma pensamos el proceso. Lo primero que logramos es el reconocimiento de las desigualdades que existen, en eso estamos, visibilizamos que somos menos del 20% de mujeres en los espacios de decisión, visibilizamos que por igual tarea ganamos menos, que, en la vida de nuestras organizaciones, en contradicción con los principios y valores que sostienen, no se generan las condiciones para una participación igualitaria. Desde el horario en que se establecen las reuniones, que para nosotras son críticos, generalmente suelen ser a la noche, cuando tenemos que volver a nuestros hogares y asumir la responsabilidad de la tarea doméstica que sigue recayendo fundamentalmente en nosotras. Antes de la pandemia y ahora mucho más. Lo primero que hicimos fue visibilizar estas desigualdades estructurales, que se reconociera de qué manera opera el machismo patriarcal en nuestra cultura organizativa y en nuestra cultura organizacional. Trabajamos todo un proceso de reconocimiento de las características de nuestras tareas, reconocer que estamos sobrerrepresentadas en todas las tareas de gestión y administrativas que son las que sostienen cotidianamente el funcionamiento de nuestras organizaciones, pero subrepresentadas en los espacios de máxima decisión. Esta creo que fue la primera etapa del proceso, reconocer el lenguaje que utilizamos, la manera en que significamos a nuestras compañeras, poder visibilizar las distintas formas de violencia al interior de nuestras organizaciones y al trato interpersonal, qué es machismo, qué es patriarcado, qué es violencia. Lo compartimos siempre con las cooperativistas, y decimos que lo primero que empezamos a lograr es que se dejara de bromear con nosotras en las asambleas. Empezamos a notar que los varones de nuestras organizaciones decían “ojo, ojo con lo que decimos porque sino…”. Sí, se les viene, está mal. Creo que hemos trabajado fuertemente en esto, avanzamos, hoy está sobre la mesa. Hoy incomodan y están visibilizadas como violencia un montón de prácticas que estaban naturalizadas dentro de nuestras organizaciones. En segundo lugar, visibilizado esto, reconocida nuestra capacidad de trabajo, nuestra capacidad militante, avanzamos en la redistribución de los espacios de decisión. Y no solamente avanzamos con un trabajo al interior de nuestras organizaciones que tiene que ver con un proceso, por lo tanto, estas cosas no cambian de un día para el otro, nosotras volteamos la mirada y este proceso nos llevó siete años. Pero, mientras empezábamos a trabajar y a buscar representación en nuestros organismos federativos y confederativos; te cuento que mi Federación tiene 72 años y es la primera vez que una vicepresidenta es mujer, que nuestra Confederación por primera vez tiene una representación del 30% de mujeres en espacios de decisión y que es la primera vez que se instituye la Secretaría de Género. Y esto fue el producto de todo el movimiento de mujeres pidiendo el reconocimiento de estas injusticias, de estas desigualdades y solicitando la redistribución de los espacios de decisión. En esto creo que es un aspecto que entra en tensión entre las mujeres de la economía social y solidaria, por ahí nos atrapa la idea de decir “dejemos de hablar de violencia y espacio de decisión o cupo”, hay una corriente de pensamiento que dice “tenemos que hablar de poder, tenemos que hablar de economía política”. Yo quiero compartir con mis compañeras que desde que tengo conciencia de género hablo de economía política y soy plenamente consciente, cuando reivindico medidas de acción positivas para que nuestras compañeras puedan ocupar espacios de decisión tengo bien en claro que lo que estoy disputando es espacio de poder. Pero no podemos saltear este paso, porque primero necesitamos estar en esos espacios de decisión, y ocupar espacios no decorativos.
Yo sigo con mucha atención a mi querida Laura Coria, una compañera cooperativista que ha hecho una investigación en Uruguay, preciosa, porque pone arriba de la mesa otro de los riesgos en los cuales podemos quedar atrapadas, que es que los varones, para ser políticamente correctos, sedan espacios de máxima decisión, espacios en los consejos directivos más relevantes, pero no de efectiva decisión. Estas eran las conclusiones de la compañera, que decía “ahora es presidenta de la cooperativa, pero cuando uno le pregunta cuáles son los saldos bancarios, cuales son los resultados de balances, un flujo de fondos… no tiene idea de lo que le estamos preguntando”. Son alertas que se nos van prendiendo, que esté ahí ya es un gran paso. Son procesos, una etapa de reconocimiento que fue hacia el interior de nuestras organizaciones, donde la posibilidad de tener compañeros respetuosos de la igualdad y democráticos nos ayudó un montón y esto lo quiero aclarar, porque las compañeras que no tienen dirigentes con intensión de reflexionar la manera en la que se han construido históricamente las relaciones al interior de nuestras organizaciones no logran lo que logramos nosotras. Hay compañeras que vienen muy atrás en este proceso, que nosotras las venimos empujando acompañando y sosteniendo, porque esto es desgastante. Y hay otra categoría más que me gustaría que desarrollemos en otro momento: hay una realidad, las mujeres logramos el reconocimiento, de hecho, hoy en el INAES estamos hablando del lenguaje inclusivo, estamos hablando de que tenemos una guía, una herramienta colgada para desarrollar los protocolos de violencia de género en nuestras organizaciones. ¡Cuánto hemos avanzado! Pero si vos te fijas en la configuración del directorio te vas a dar cuentas que existe la desigualdad. Retomo: reconocimiento, avanzamos hacia la redistribución, pero hay muchos aspectos que no debemos desatender, hay que potenciar las alianzas con estos varones para acompañar en este proceso de democratización y de reflexión y de transferencias de sentido. Y, por otro lado, no solamente ayudar a las compañeras que han quedado atrás, porque todavía sus estructuras están dirigidas por personalidades con un machismo patriarcal fuerte y rígido, sino también a las compañeras que se han empoderado, porque las compañeras que han logrado posicionarse sufren brutales embestidas de los machistas patriarcales en nuestras organizaciones. Es altísimo el costo que tienen que pagar con sus créditos laborales, con su calidad de vida, con su calidad de trabajo. Estoy hablando de las organizaciones de base, que es ahí donde empieza a hacer ruido fundamentalmente la estructura. Es ahí donde resignificamos, en el trato diario, en el trato cotidiano, donde ponemos en crisis estas conductas machistas y patriarcales. Es una cosa en la que tenemos que estar atentas. La compañera que se empodera hace un proceso que no es cómodo y no es un proceso rodeado de flores y reconocimiento. Voy a escribir sobre ese tema, cuando el tiempo me lo permita. Voy a escribir porque me parece que es una cuestión que tenemos que estar mirando para este abrazo sororo, y fundamentalmente para también dar visibilidad a estos liderazgos autoritarios, machistas y patriarcales que sostienen este tipo de actitudes.
Es fuerte lo que te estoy diciendo, pero yo te aseguro que más de alguna compañera se va sentir identificada, y de esto se trata, porque nos encontramos en ese camino. “A esta compañera le pasa lo mismo, ¿cómo lo transito?” No es “criticón”, las feministas no somos criticonas, somos esencialmente críticas. A mí me interesa que alguna compañera que pueda leer esto, pueda alzar el teléfono o escribir, y poder contarle cómo salimos adelante. Porque eso nos ayuda, porque si no nos acobarda, muchas compañeras dicen “bueno, vuelvo a mi lugar de comodidad”, porque militar por nuestros derechos al interior de nuestras organizaciones y en todos los espacios implica salir de un lugar de comodidad. Y a veces tomar esa decisión en el marco de una situación tan compleja, en lo económico, en lo sanitario, en lo social, hace que demos un paso para atrás, y eso lo tenemos que evitar. Nosotras lo decíamos al principio, lo reflexionamos fuertemente en Santa Fe en el año 2016, cuando hicimos hincapié en la necesidad de contribuir desde la economía social al desarrollo de la autonomía de las mujeres, y decíamos: “nosotras vamos a poder democratizar nuestras organizaciones si primero empezamos a democratizar nuestra casa, si empezamos a ensayar con nuestros hijos, hijas, con nuestros/as compañeros/as de vida, con nuestra familia, con nuestros/as amigos/as, otra manera de relacionarnos”. Esto me parece que también es importante.
Eso va de la mano con lo que pasa en el sector cooperativo. Como vos decís, qué bueno que existan estos espacios, que podamos darnos estas actividades de poder difundir lo que pasa en los distintos sectores, en los distintos niveles organizativos de las entidades de la economía social, para saber que no estamos solas en el momento de avanzar en esta lucha, en estas reivindicaciones. ¿Qué pasa hoy en el mutualismo?, ¿cómo está el sector en la perspectiva de la situación mundial que nos toca vivir?, ¿cuáles son los desafíos en temas de género?
El sector… nosotras tenemos que afrontar un tiempo de recuperación. El contexto histórico, la coyuntura representa para la economía social y solidaria en general y para el mutualismo en particular una posibilidad de demostrar cuál ha sido su eficiencia y su eficacia al momento de dar respuesta en contexto de pandemia. Este contexto nos permitió visibilizar dos de nuestras grandes fortalezas: la capacidad de gestión y la solidaridad. Cuando analizamos todas las respuestas que brindaron nuestras organizaciones, la manera en la que articulamos nuestra lógica para llegar oportunamente a dar respuestas a las necesidades, vemos que, particularmente desde la mutualidad, los servicios que mayoritariamente brindamos son los que se reconocieron como esenciales. Quiere decir que estuvimos donde teníamos que estar. Y desde una actitud social, política y económica que no dejó de pensar en la asistencia inmediata y en la recuperación posterior. Y eso me parece que es nuestro gran valor agregado. Si vos me decís, “¿dónde atraviesa la perspectiva de género?”… La realidad es que desde nuestras entidades, (me circunscribo a la mutualidad) brindamos más de 25 acciones concretas a lo ancho y a lo largo del país con perspectiva de género. Nosotras tenemos una organización en 18 provincias argentinas, por lo tanto, estas actividades se desarrollaron en algunas o en todas ellas. Lo primero que hicimos fue la promoción del barbijo rojo entre las entidades mutuales que prestan el servicio de provisión de medicamentos. Rápidamente, nos sumamos a las campañas nacionales para difundir los medios de contacto (Línea 144) porque éramos conscientes de que el confinamiento nos colocaba en una situación de riesgo diferente y agravado, porque nos encerraba con nuestros victimarios. Por lo tanto, pusimos todas nuestras redes de comunicación a disposición de nuestres asociades, para llevar teléfonos y datos de contacto para poder pedir ayuda. Rápidamente nos reinventamos, comenzamos a producir barbijos, elementos necesarios para el equipo de salud, para atender la situación de pandemia, pusimos a disposición toda nuestra estructura hotelera en caso de que se necesitara, armamos los hospitales de campaña. Las mutuales han tenido un rol especial: articulamos con las mujeres cooperativistas, con las compañeras del comité de equidad de género en la difusión de teléfonos de contacto, en la asistencia a centros comunitarios, para desarrollar actividades conjuntas. Rápidamente nuestras organizaciones, creo que tanto cooperativas como mutuales, pusimos nuestros equipos de gestión y de trabajo al servicio de facilitar el acceso a la conectividad, hemos garantizado la conectividad a un precio justo y en muchos casos gratuitos a los sectores vulnerables, hemos articulado con los municipios, las gobernaciones, las políticas nacionales, nos hemos mantenido unidas en espacios de trabajo, no dejamos de pensar, aún apremiadas por la crisis. INAES tuvo la maravillosa idea de conformar una comisión de géneros y diversidades que causalmente coordinan compañeras queridísimas, Sofía Imeroni, cooperativista y Blanca Súarez, mutualista.
Más allá de todo lo que hicimos que significó duplicar o triplicar la jornada de trabajo, porque esto sí tiene un impacto diferenciado… la pandemia no impactó en las identidades feminizadas de la misma manera de la que impactó en los varones. Totalmente diferenciada. Nosotras, aparte de trabajar en home office, -no en todos los casos estábamos familiarizadas-, tuvimos que acompañar a nuestres hijes para garantizar su continuidad educativa y, aparte, contener a nuestres mayores (y otres familiares) por las crisis que vienen de la soledad, el aislamiento. Por lo tanto, yo hablo de cuádruple o quíntuple jornada laboral. Aun así, no nos detuvimos, mantuvimos ese espacio de trabajo en nuestras Federaciones, Confederaciones e INAES que nos permitió generar conversatorios, encontrarnos, compartir preocupaciones, tener proyectos encaminados desde la economía social. ¡Cuántas cosas somos capaces de hacer! Si vos me preguntás hacia adelante, como economía social, afianzarnos. Afianzarnos como empresas sociales sin fines de lucro, como productores de bienes y servicios. Esto para nosotres es un desafío, adecuarnos, modernizarnos tecnológicamente, familiarizarnos con el uso de las nuevas tecnologías, sostener la capacitación permanente, porque el mundo va evolucionando de manera mucho más acelerada de lo que se da en nuestros procesos de capacitación y formación al interior de nuestras organizaciones.
La integración, -debemos integrarnos-, las mujeres mutualistas y cooperativistas estamos haciendo una experiencia maravillosa de integración latinoamericana. Y mirá vos cuáles son los ejes de agenda que pusimos. En primer lugar, visibilizar las desigualdades existentes, no podemos hablar de algo que objetivamente no conocemos o no podemos precisar. Lo pide la CEPAL, nosotras nos sumamos a eso, objetivemos, pongámosle cifras a estas desigualdades estructurales sobre las cuales se asienta nuestra realidad cotidiana. Lo segundo que estamos haciendo es capacitarnos con perspectiva de género. Porque muchas de nosotras la hemos incorporado, pero no suele ser la realidad común que se da al interior de nuestras organizaciones, entonces planteamos una capacitación inicial. Estamos juntas en esta construcción, las cooperativistas y mutualistas en argentina, estamos juntas en la red latinoamericana. Vamos a lanzar el primer trayecto de formación. ¿Y por qué decimos “trayecto de formación”? Porque la idea es ponernos más o menos a todas a pensar en una línea similar, ir todas hacia el mismo punto de partida. Hay quienes tenemos muchos más trayectos de formación realizados con perspectiva de género y demás, pero queremos llegar a todas las compañeras de los países que forman parte de la red y forman parte de las organizaciones de la economía social y solidaria. Para conversar de qué hablamos cuando hablamos de género, etnia, raza, religión, espiritualidad, mujeres, economía social y solidaria, de qué se trata cuando decimos que el comercio justo tiene perspectiva de género, cómo debemos incidir en la seguridad social en todos los países, para que se incorpore la perspectiva de géneros. Cómo familiarizarnos con la economía del conocimiento, con el uso de las nuevas tecnologías. Esto lo vamos a estar haciendo aproximadamente en 12 o 13 encuentros con 10 universidades latinoamericanas, y esto lo hacemos posible nosotras, las mujeres de la economía social y solidaria de la región más desigual del planeta. Este es nuestro aporte para construir un poquito más de justicia. Nosotras discutimos de economía política, y de teoría económica y lo intentamos hacer desde otra perspectiva. Yo adhiero a Kate Raworth, una economista que en diciembre de 2017 presentó un libro que se llama La economía rosquilla y me gusta mucho, lo tomo permanentemente como referencia, porque ella plantea cuáles son los 11 fundamentos sociales que permiten hacer de la humanidad un lugar seguro para vivir y cuáles son los límites planetarios. Es otra dimensión que debemos tener muy presente y que ya forma parte de la agenda 2022 de las mutualistas de Córdoba, que tiene que ver con todas las problemáticas medioambientales. Esos 11 fundamentos sociales se vinculan con el acceso al agua, a la educación… pero esta economista plantea cuestiones nuevas que me parecen relevantes: garantizar la participación política, la resiliencia, -mirá, esto lo empezamos a leer las mutualistas en diciembre del 2017, decíamos, “mira lo que aplica ahora”- la capacidad de recuperarte frente a la adversidad y salir potenciadas de este proceso… mirá si no aplica, mirá si nosotres no tenemos experticia en eso. Y empezar a ocuparnos de cómo introducimos a los desafíos que tenemos nuevos.
Sobre esos desafíos, ¿cómo están pensando el tema del cuidado desde la federación?
Hay una cosa que forma parte de la agenda de las mujeres mutualistas argentinas y que tiene que ver con el desarrollo del servicio de cuidados. Nosotres creemos que si entramos en esa dimensión también estamos contribuyendo a abordar una de las desigualdades estructurales. Nos permite dos cosas: atender el problema del envejecimiento a través de servicios de calidad, profesionalizados y en precio justo, y, por otro lado, abordar un tema intrínsecamente vinculado a la realidad de las identidades feminizadas que somos las que principalmente cuidamos. Estamos con esto realizando una experiencia piloto en la provincia de Córdoba donde promovemos la creación de cooperativas de cuidadores/as, decidimos tomarlo porque en el 2019 el licenciado Alejandro Russo invitó a la mutualidad argentina a decir “atención a este tema, requiere que lo estudiemos, que nos formemos y que nos preparemos para desarrollar este servicio, a través nuestro o a través de la figura jurídica que mejor se adecue a la prestación de este servicio”. Por eso es que promovemos cooperativas. Aquel desafío del 2019, lo tomamos. Córdoba ha capacitado a 32 dirigentes/as mutuales para enfrentar este desafío. En este momento estamos realizando un convenio para capacitar, dar la profesionalización inicial a cuidadores/as; son 350 personas y después la estructura mutual de la provincia federada va a estar promoviendo una cooperativa de cuidadores/as y al interior de sus entidades federadas, delegaciones. Para que comiencen a brindar el servicio de cuidado. Hasta que estén lo suficientemente fuertes, hayan podido tramitar su matrícula y seguir solas. ¿Y qué pedimos a cada mutual de nuestra federación? Ustedes tienen que suplir los aspectos que históricamente –como nos han las cooperativas de cuidadoras y cuidadores- han representado un obstáculo. En primer lugar, brindarle un lugar donde reunirse, donde trabajar; en segundo lugar, apoyarlas en aprender el modelo de gestión de la economía social y solidaria, porque esto es necesario, por ejemplo, saber cómo se presenta la documentación, cómo se gestiona el banco; apoyarlas económicamente, por ejemplo, si comienzas a prestar a PAMI, sabés que hay un tiempo hasta que PAMI empieza a pagar. Es un sector de la población que vive de este trabajo que realiza diariamente. Apoyar con modelos de gestión y de liderazgos, aportar estos espejos, proponer espejos donde poder mirar.
¿Este compromiso lo puede asumir la mutualidad cordobesa? Lo puede y lo debe asumir, porque las mutuales, al igual que las cooperativas, somos cuidadoras desde siempre, nacimos para mejorar la calidad de vida de las personas, para garantizar el acceso a los bienes y servicios. Tenemos que dar respuestas, ¿solamente dar servicios a precio justo y de calidad? No, tenemos que aportar nuestro grano de arena, por ejemplo, para resolver la problemática de la desocupación. Uno de los sectores más castigados ha sido el de las trabajadoras informales, domésticas, de casa particulares. Y vamos a articular con los gobiernos locales, porque eso nos sale de memoria. Ahí hay otro de los grandes desafíos: las cooperativas y mutuales tenernos que articular con el Estado. ¿Por qué razón? Porque el propósito que tenemos que tener es que la economía social y solidaria sea una política de Estado. Y esto es posible si articulamos distintas iniciativas con el Estado para poder mejorar la calidad de vida de la gente.
Acerca de la Red Latinoamericana de Mujeres de la Economía Social y Solidaria que venimos siguiendo desde su conformación, nos gustaría que nos cuentes un poco la génesis de ese espacio, y en qué están trabajando. Porque, por ejemplo, sabemos que están haciendo un relevamiento, nombraste el inicio de trayectos de formación, la vinculación con las universidades. ¿Cómo se proyecta esa mirada de construcción hacia la región?
La necesidad de la integración… La necesidad de la integración para potenciar nuestro trabajo y construir justicia. En lo que consideramos nuestra patria grande, en general, las mujeres de la economía social estamos pensando lo mismo; nuestra red está integrada por diez países: Colombia, Chile, Brasil, Costa Rica, Bolivia, Ecuador, Argentina, Uruguay, México, Perú… Nos dimos cuenta que teníamos exactamente los mismos problemas. Es necesario que nos integremos, para apoyarnos entre nosotras, para visibilizar colectivamente la situación de nuestro sector y para potenciar nuestras experiencias y nuestros trayectos de trabajo. Las mujeres o las identidades feminizadas (mayoritariamente somos mujeres en la red, no se han incorporado todavía otras identidades) tenemos un capital de experiencia, una experticia en la gestión, en distintas áreas, no solamente hablamos de violencia, de desigualdades, nos queremos capacitar, queremos potenciar nuestra capacidad de gestión, por eso nuestro proyecto se llama “Gobernanza”. Queremos prepararnos, mejorar, porque ya venimos gestionando, y lo venimos haciendo demasiado bien, sino, no seríamos tantas en nuestras organizaciones. Queremos potenciarnos. Queremos incidir en nuestras legislaciones y sabemos que, si estamos integradas en esta red, cuando nuestras compañeras en Bolivia peleen por una medida de acción positiva, ahí vamos a estar todas con nuestras experiencias y con nuestras trayectorias apoyándonos, como apoyamos a nuestra compañera que llevó y promovió en Chile la incorporación de la economía social y solidaria ahora en la reforma de la Constitución. Como acompañamos a las compañeras en Colombia con todo el desarrollo del sistema de salud, las costarriqueñas con el sistema universitario, las brasileras en la agricultura familiar. Sabemos lo que hacemos, entonces queremos integrarnos para avanzar colectiva y regionalmente en materia de derechos para encontrar nuestros saberes. Eso es la red, un encuentro de experiencias, de trayectorias y, sobre todo, de saberes. Que cuando los encontramos se potencian, se complementan. Hacen visibles realidades invisibilizadas, hacen posible proyectos que deseamos desde hace mucho tiempo, nos ayudan a legitimar a nuestras compañeras cuando sienten el avasallamiento de una cultura machista y patriarcal arraigada en sus organizaciones, ayudan a la creación de espacios propios de mujeres y de diversidades en esas organizaciones. Porque, si COOPERAR tiene un espacio de géneros, ¿cómo no lo puede tener la confederación de cooperativas de otro país?, si COOPERAR tiene un comité de equidad de género, si CAM tiene una secretaria de equidad de género, ¿cómo la mutualidad boliviana no va tener su propio espacio? Y ahí vamos nosotras y apoyamos a esas compañeras y les mostramos los modelos que adoptamos para desarrollarnos. Para que ellas lo tomen, lo miren, lo consideren, y lo adecuen a su propia realidad. Hemos andado por toda América Latina contando cómo fue nuestro proceso de organización en la Republica Argentina, y no necesariamente las mexicanas o peruanas lo reprodujeron de igual manera, pero lo tuvieron en cuenta, al menos para no cometer los mismos errores que cometimos y podríamos haber evitado.
Se trata de aprender unas de las otras…
Hacemos lo que a veces no pueden hacer nuestras organizaciones, digo, nosotras nos integramos todas, y yo sé que hay diferencias, pero nosotras nos integramos y cuando nos integramos hacemos muchas cosas muy buenas, y a eso nos aferramos y soñamos. Soñamos con que esta red que pudimos integrar en Latinoamérica inspirara procesos en otras regiones, para encontrarnos después entre regiones. Sabemos que la integración en este momento es el camino, porque tenemos una oportunidad histórica de demostrar que la economía sin fines de lucro es una alternativa concreta y efectiva en un contexto tan difícil y duro y necesario para la recuperación. Esta es nuestra posibilidad, este es nuestro tiempo, porque le economía que ha prevalecido a lo largo de las últimas décadas ha demostrado que solamente es capaz de generar extractivismo, desigualdad, dañar el medio ambiente, beneficiar a unos pocos ricos, en base a la subordinación de las amplias mayorías. Este es nuestro tiempo de mostrar la potencia y la virtud de la economía social y solidaria. Yo creo que una de las grandes fortalezas que tenemos es la praxis solidaria, que Victoria Camps define con tanta claridad: “La solidaridad es una práctica que está más acá pero también va más allá de la justicia…”. Nos convoca a un montón de acciones que pueden no constituir propiamente un deber de justicia, pero sí de solidaridad, entonces ahí es donde estamos con nuestra fuerza y la verdad es que estar integradas trabajando juntas, nos hace sentir que todo lo podemos. Eso nos ayuda a mejorar, vuelvo sobre lo que te decía al principio, tenemos que estar vigilándonos, viste cuando estamos trabajando en el campo profesional y decimos “la vigilancia epistemológica”, nosotras tenemos que tener una vigilancia permanente sobre nuestras prácticas, porque no tenemos que reproducir las prácticas que nos han subordinado y nos han lastimado durante tantos años. No venimos a reemplazar un sistema de subordinación por otro, venimos a transformar nuestra realidad. Tenemos la obligación de politizar nuestras prácticas. Y eso es mucho más fácil si estamos juntas. Politizar nuestras prácticas para transformar nuestra realidad y eso te aseguro que es mucho más fácil si estamos juntas.
¿Cómo transformamos la forma de hacer política a través de la integración, de lo que hacemos, del diálogo de saberes, del acompañamiento, trabajando mancomunadamente las compañeras, en pos del sector? Porque como vos decís, lo importante es que el sector sea realmente una opción, una opción a un sistema desbastador y perverso.
Lo llamamos “la alternativa alterativa”, venimos a alterar el ritmo de las cosas. Ayer, casualmente, compartía con mis alumnos/as, una ponencia de Yayo Herrera, la antropóloga, la ecofeminista, y decía que sin el aporte -hablando de los problemas socio-ambientales- del movimiento de mujeres, los avances en la denuncia y en la exigencia del acceso al derecho no hubiesen sido posibles tampoco en ese espacio. Yo creo que la economía social y solidaria está atravesando un proceso de transformación y creo, sin pecar de soberbia, que las mujeres estamos cumpliendo un rol fundamental, necesario, en ese proceso, que está siendo posible porque estamos habitando nuestras organizaciones. Con nuestra esperanza, con nuestra fuerza, con nuestras convicciones, con nuestra historia de dolores, de fortaleza, el cambio que se está dando tiene mucho que ver con la incidencia de nuestra participación en los distintos espacios, no solamente de la vida comunitaria, sino también al interior de nuestras organizaciones. Con la ayuda para acceder a derechos, como hemos tenido sobre nuestro cuerpo, en salud, en temática de cuidados, de seguridad social. Yo repito siempre esto: más mujeres en espacios de decisión al anterior de nuestras organizaciones no solamente mejora las condiciones de trabajo y de vida de nuestras mujeres, diversidades y comunidad, sino también de los varones, yo estoy convencida de eso. Que traemos ese bienestar general, porque no pensamos en clave de sustitución, sino en clave de complementación, y mayoritariamente somos absolutamente respetuosas, porque tenemos en nuestra historia y en nuestros cuerpos demasiados derechos vulnerados. Entonces no lo repetimos, tratamos de ser lo diferente. De construirnos diferentes.
[1] Cooperativista. Coordinadora del Departamento de Economía Social, Cooperativismo y Autogestión del Centro Cultural de la Cooperación "Floreal Gorini". Integrante del Comité Editorial de Revista Idelcoop. Integrante del Instituto Universitario de la Cooperación – IUCOOP. Correo electrónico: valemutu@gmail.com