Revista Idelcoop nº 234. Julio 2021 - ISSN Electrónico 2451-5418 / Sección Experiencias y Prácticas
Idelcoop Fundación de Educación Cooperativa
Circo, cultura y autogestión: el cooperativismo en el centro de la escena. La experiencia de la Cooperativa de trabajo Migra.
Gabriela Buffa[1]
Resumen: Proyecto Migra es una cooperativa de trabajo integrada por jóvenes artistas de Argentina y Uruguay. Funciona hace siete años en un estado permanente de movimiento y transformación. Se define como un colectivo de artistas de múltiples facetas, que se dedica a la creación, dirección y la producción escénica; desarrollan tanto la técnica como el montaje y la producción y llevan adelante la gestión del proyecto.
Palabras clave: circo, cooperativa de trabajo, autogestión cultural.
“El circo es un espacio, atravesado desde sus orígenes más ancestrales, por la diversidad, la novedad, la rareza. Bajo la carpa conviven todas las expresiones que estén al servicio de este fenómeno escénico, desde lo más impactante hasta lo más sutil”,[2] cuentan en Proyecto Migra, una cooperativa de trabajo integrada por jóvenes artistas, que funciona hace siete años en un estado permanente de movimiento y transformación.
Proyecto Migra se define como un colectivo de artistas de múltiples facetas, que se dedica a la creación, dirección y la producción escénica; desarrollan tanto la técnica como el montaje y la producción y llevan adelante la gestión del proyecto.
“Nos reúne el circo, la escena y un fuerte impulso interno por generar proyectos e instancias de intercambio, de investigación, difusión del arte circense y la cultura en general”,[3] destacan desde el colectivo de trabajo.
Migra escapa a una definición simple, porque además de las temporadas de Circo que se hacen en la Carpa, esta propuesta se transforma en un centro cultural itinerante, en plataforma para otros proyectos, para la coordinación de distintos programas pedagógicos y también motoriza la organización de un festival que ya lleva siete ediciones.
“Definir nuestra identidad requiere de cierta pesquisa porque somos un grupo que muta, la creación de cada proyecto abre nuevas vías de interacción. Nuestros proyectos nacen por el fuerte interés de realizar y crear encuentro, experiencia, intercambio”[4], explican.
El nombre de la cooperativa y de la compañía “Migra” surge de la esencia nómada del cirquero y se inspira en las bandadas de pájaros que atraviesan cielos y mares, moviendo semillas, trabajando en equipo para mantener el vuelo, adaptándose a los climas, a los vientos, creando hogares a donde van llegando.
Una particularidad del Proyecto es que tiene integrantes de Argentina y de Uruguay. Pero como la matrícula la sacaron en Argentina actualmente la cooperativa se encuentra analizando la posibilidad de tener un vínculo formal en el Uruguay, algo que facilitaría la integración de todes y la realización de las temporadas en la otra orilla del río.
“Cuando empezamos con Migra ya había un vínculo con Uruguay, íbamos mucho, otros iban a Brasil o a México. Desde el primer momento los proyectos fueron a nivel latinoamericano, siempre pensando para afuera. Eso de poder ir a cualquier lugar fue parte de la identidad desde el principio”, cuenta Gabriel Tato Villanueva, socio de la cooperativa, actor, payaso y director de circo.[5] “Migra como plataforma es vínculo con la comunidad. Por ejemplo en las temporadas en Uruguay además de actuar, hacemos residencias artísticas de otros colectivos, promovemos experiencias pedagógicas y todo eso es vínculo con la comunidad que, si bien son propuestas que parten de la cooperativa, ese ida vuelta constante transforma a la cooperativa, la identidad”,[6] destaca Jonathan “el rata” Uriarte, otro de les integrantes del proyecto que se suma desde las tierras uruguayas.
Les integrantes de Migra tienen un ojo puesto en les jóvenes artistas que están generando nuevas producciones de circo contemporáneo y necesitan tanto de un espacio de investigación como de herramientas. “Estamos interesados en las generaciones que vienen, y por eso les brindamos herramientas para crear una escena, un personaje. Esto cada vez sucede más”,[7] agrega Tato.
“El circo es el arte de lo extraño, lo especial, lo particular nunca antes visto. El circo nos invita a suspender las lógicas y dejarnos atravesar por la sorpresa”.[8]
Proyecto MIGRA está integrado por: Leticia Vetrano, (presidenta de la cooperativa y fundadora del proyecto) actriz, payasa, docente y directora; Gabriel “Tato” Villanueva (vocal) actor, payaso y director de circo y es quien se encarga de la dirección artística de varios espectáculos; Florencia Valeri (tesorera) artista, docente de circo y está encargada de la realización de diversos proyectos artísticos, de formación y es la encargada de las redes sociales del proyecto; Tomás Sokolowicz (vocal) malabarista, actor físico, productor y docente; Gabriela Parigi (vocal suplente) acróbata, actriz, docente y dirige espectáculos de circo contemporáneo; Juan Manuel Jodar (secretario) músico y malabarista, técnico electricista en las temporadas y montajes de la carpa; Maria Paz Cogorno (vocal suplente) actriz, cómica, docente y gestora cultural. También son parte del proyecto los uruguayos Jonathan “el rata” Uriarte, acróbata, actor, especialista en seguridad aérea y jefe de montaje y Victor “el negro” Miñon, acróbata, productor general y gestor.
Los inicios, la identidad y el deseo que motoriza el hacer
Corría el año 2015 y el deseo de tener carpa propia se empezaba a concretar, entre una inversión inicial aportada por cada integrante y luego de hacer varietés en el Teatro Mandril, el colectivo pudo juntar la plata suficiente para mandar a fabricarla.
Les integrantes relatan que:
Nacimos con la construcción de nuestra nave, una carpa de circo con capacidad para 250 espectadores. Pero antes de eso, cada cual transitó diversos caminos, experiencias formativas y profesionales en distintos países del mundo. A partir del 2012 algunos que estaban afuera, entre tierras europeas y latinoamericanas, empezaron a volver. Leticia Vetrano, fundadora del Proyecto, fue a Europa en el 2001 radicándose en Bélgica durante 12 años, y desde allí desarrolló su carrera profesional. Formó parte de varios proyectos, entre ellos, “El Grito”, una carpa de circo contemporáneo italiana, una de las primeras experiencias que llevó la nueva dramaturgia circense a la carpa. Esta aventura inspiró la creación de Proyecto Migra. En 2012 comenzó a escribir el proyecto e intercambiar ideas con otros artistas. En 2013 volvió definitivamente a vivir a la Argentina. Finalmente, en 2015 logró consolidarse el equipo actual. Encargamos la construcción de una carpa que tuvo su estreno formal en la temporada de verano 2016, en Punta Negra, Uruguay. A partir de ahí comienza la aventura.[9]
Parecería difícil o casi imposible hacer arte sin que medie el deseo. El deseo motoriza la creación, la actuación y también motoriza los proyectos, permite poner en marcha toda la maquinaria de producción. Para materializar las producciones el colectivo organiza las tareas horizontalmente y trabaja en comisiones. Desde el colectivo comentan que “Las tareas se realizan de acuerdo al compromiso, la disponibilidad y el deseo de cada une de les miembres. Intentamos no establecer roles fijos, sino crear un compromiso flexible que nos permita actualizar el interés y la práctica”.[10]
El circo tradicional, a diferencia de las nuevas compañías, se rige por otras lógicas, de carácter vertical. Quizá este sea uno de los grandes cambios en la historia del circo: el pasaje de una dinámica más intrafamiliar, donde los saberes se pasan entre las generaciones y donde hay “jefes” (en este sentido podemos citar la expresión “el dueño del circo”) a una dinámica horizontal, deliberativa y de reflexión sobre las prácticas. Tato comenta que: “Ya hubo gente que hizo esa revolución hace unos 30 años, por ejemplo en Argentina los hermanos Videla fueron los primeros que abrieron su información de tradiciones del circo criollo, la hicieron accesible a todo el mundo”.[11] Las nuevas generaciones de artistas de circo han transitado por otros espacios de formación y tienen otras búsquedas, más ligadas al trabajo colectivo y autogestivo.
En relación con los inicios en el mundo del circo Tato cuenta que “Profesionalmente hay distintos caminos, uno es estudiar circo y audicionar; y el otro es armar un pequeño espectáculo e ir viajando en temporadas en el circuito de teatro de calle que es grande. Antes era totalmente itinerante, para aprender, para estudiar tenías que moverte”.[12] Y, agrega Jonathan,
Nosotres somos hijes del nuevo circo, del circo contemporáneo que deviene de las escuelas de circo que se abrieron, de movimientos independientes, autogestivos. No estamos aislados como la familia tradicional de circo. Estamos en contacto con muchos proyectos, hemos viajado bastante, estamos en contacto con las discusiones de los movimientos feministas, LGBTIQ+ y en contacto con lo que es necesario replantearse. Nos permitimos habitar la vulnerabilidad, asumimos y generamos lugares para entender que todes tenemos cosas para trabajar.[13]
La búsqueda que hace Migra es la de un circo que se enmarca en un territorio de inclusión de diversos lenguajes: el teatro, la danza, la poesía, la corporalidad y el texto, para diseñar “un universo escénico propio”.[14]
Migra cuenta que su primera creación “arrastra un mundo de reflexiones artístico-políticas sobre el circo actual y el circo contemporáneo particularmente. Reflexiones individuales que al conformarse el colectivo se entretejieron unas con otras, generando una empatía artística donde las singularidades se potencian dentro de un universo común”.[15]
La Cooperativa
“Apostamos a la cultura como canal de encuentro alternativo y a la cooperativa como forma de organización política y económica, horizontal y colectiva”[16]
El origen de Proyecto Migra como cooperativa se relaciona por un lado con las experiencias y trayectorias personales de sus integrantes quienes se formaron en distintas compañías de Argentina, de Latinoamérica y de Europa y también con la necesidad y el deseo de tener una carpa propia.
Como vimos, la presidenta de la cooperativa vivió muchos años en Bélgica, donde se formó en varias escuelas de circo, luego volvió a la Argentina donde se fue armando el proyecto.
El “nuevo circo”, del que Migra forma parte, tiene una historia reciente en Latinoamérica, unos 20 ó 30 años, mientras que en países como Francia tal vez tiene 60 años. Es un circo que puede funcionar con poca gente en comparación con lo que ocurría en el circo tradicional para todo el montaje. Según Tato, “Fue un poco ese impulso y encontrar un vacío, algo que no había acá: una carpa, un centro cultural itinerante que esté abierto a otras disciplinas, a la música, el teatro, la danza”.[17]
Al principio tuvieron que invertir en la compra de la carpa y, más allá de lo que cada integrante había aportado, cada socie tenía los mismos derechos. Quienes se sumaron después invirtieron menos capital pero aportaron trabajo.
Al respecto Tato recuerda que,
…cuando empezamos a pensar qué forma darle al proyecto encontramos la forma cooperativa, sin saber muy bien todo lo que traía atrás como entendimiento político y de funcionamiento, nos constituimos como cooperativa más bien con una idea de igualdad entre todes. Era lo único que nos aseguraba que en la inversión que hacíamos, entrara todo el mundo. En ese momento cada une tenía su carrera independiente. Era una cuestión de crear entre todes la manera.[18]
Luego de establecer la forma cooperativa para gestionar el proyecto, la organización para poner en práctica el trabajo colectivo y la horizontalidad se armó a través de la rotación de los roles, una dinámica que fueron aprendiendo con el tiempo y con la puesta en marcha de los distintos espectáculos y proyectos. En ese camino fueron aprendiendo a mejorar aspectos de la dinámica grupal. En este sentido, Tato cuenta que:
En un proyecto puedo ser actor, en otro director, en otro soy escenógrafo y en otro soy productor. Eso hace que según las cualidades de cada une vaya entendiendo en qué lugares funciona mejor, entendiendo cómo es estar en otro lugar, poder ponerse en el lugar del otre a la hora de criticar. Este funcionamiento hace que a pesar de la horizontalidad no terminemos haciendo todos lo mismo y que esté claro quiénes toman las decisiones y por qué, hace que las decisiones no se demoren tanto y que al final del trabajo tengamos a quién felicitar.[19]
Y Jonathan agrega:
En todos los colectivos que funcionan de manera horizontal es un desafío encontrar formas de funcionamiento que sean efectivas y eficaces, ahí es fundamental la distribución de los roles y la rotación, es lo que permite aprovechar más el conocimiento de cada persona y es una oportunidad de formación. Al trabajar juntos en un proyecto nos vamos enseñando. Siempre es un desafío.[20]
Espacios para la reflexión colectiva
Jonathan explica que lo grupal tiene un importancia clave en Proyecto Migra, por eso dedican tiempo a fortalecer los vínculos, para que prime el respeto entre les integrantes y para que cada persona se sienta cómoda y se exprese con libertad. “Fuimos entendiendo que es necesario darle tiempo a pensar cómo funcionamos, a pensarnos nosotres y para eso fuimos organizando jornadas de discusión, charlas sobre género, de distribución del poder. Eso ayudó a darle una madurez al colectivo”.[21]
En Proyecto Migra los temas de género se abordan, tienen espacios donde circula la palabra y el colectivo reflexiona. En los últimos años, fueron prestando mucha atención a que vaya rotando el género en relación con la ejecución de determinadas tareas, sobre todo vinculadas a la fuerza física, para que la información llegue a todes. El trabajo con herramientas, por ejemplo o el montaje de la carpa ya no son tareas que sólo hagan los varones. Tato cuenta que, por ejemplo, el proceso de producción de la carpa la hicieron las mujeres del colectivo, fueron ellas quienes lidiaron con los constructores de carpa. “Con el correr del tiempo nos afirmamos a través de un arte en constante deconstrucción de estereotipos formateados que tienden a lo misógino y xenófobo”.[22]
Itinerancia, identidad, cultura
Para Migra, la itinerancia es una lógica descentralizadora. Se definen a partir de la movilidad, tal como la carpa que está en constante movimiento. Pero como ya se dijo, se trata de algo más que una carpa, se trata de un espacio cultural de puertas abiertas. A medida que la estructura de la carpa se va anclando en los diferentes lugares, se va fusionando con lo que allí sucede para dar lugar a un diálogo, a un espacio artístico y dinámico donde pueden suceder diferentes escenas.
El objetivo de Proyecto Migra es garantizar
…la inclusión de la cultura local y al mismo tiempo inaugurar un corredor escénico donde diversas propuestas artísticas en formato número o espectáculo tengan un espacio de presentación y visibilidad (…) No nos interesa llegar con una propuesta cerrada, eso ya lo vimos y lo vivimos, nos interesa proponer un espacio abierto y en diálogo con las propuestas locales. Cada ciudad es un mundo cultural, por ello la identidad del proyecto y su impacto han sido particulares en cada locación.[23]
En este sentido, Migra apuesta a las instancias de encuentro para intercambiar saberes, experiencias y crear junto a otres.
Defendemos esta práctica como la herramienta más viable para integrarnos a los diferentes haceres culturales nacionales e internacionales y salir del epicentro de la Ciudad de Buenos Aires. Es por eso que desde un comienzo el proyecto busca el horizonte, cruzar el río de la plata y compartir el arte circense en las tierras uruguayas.[24]
La carpa y el espacio urbano
En el imaginario colectivo las carpas, al ser estructuras grandes, se ubican en la lejanía, en la afueras de la ciudad, donde el paisaje urbano se transforma. Pero, ¿se puede elegir el espacio donde se va a instalar la carpa?
Migra elige anclarse “en el epicentro urbano, donde la cotidianeidad sucede”, en espacios abiertos donde la gente se reúne, atraída por una feria o por un lugar verde para tomar unos mates. Allí se instala... Al respecto, desde el colectivo explican que:
Se modifica el espacio público y se devela un nuevo paisaje urbano, un punto de confluencia ciudadana, un lugar de reunión tanto para los espectadores como para los artistas locales. Imprime una nueva visibilidad al hecho artístico-cultural, amplía su accesibilidad y estimula la memoria cultural que dejó el legado del circo tradicional en sus épocas doradas.[25]
Cuando Proyecto Migra llega a un lugar e instala la carpa comienzan a suceder muchas cosas nuevas. La elección del espacio no es casual, la carpa ocupa un lugar protagónico en la geografía local. La propuesta artística es acompañada por otras actividades. Se trata de invitar a ocupar el espacio de otra manera. Nos dice Tato que:
Cuando llega el circo, desde el primer momento, no tenemos la idea de vender panchos porque va a dar dinero. Renunciamos a eso. Lo primero es sacar el fantasma de Barni bailando. Por eso en la carpa hay talleres para niños y jóvenes, las funciones son familiares, no hay animales. Siempre pensamos opciones para la cantina, que haya una propuesta vegana. Es una cuestión más integral para que la gente pueda entender que el circo cambió. Por eso tiene que ser un nuevo lugar, no en las afueras, que ayude a que se perciba de una manera diferente.[26]
Y agrega: “El proyecto siempre tiene una unión con un productor local, generamos un diálogo, queremos saber cuáles son las necesidades, cuál es la escuela de circo del lugar, cómo llegar a la gente que por primera vez ve que llega un circo de este tipo al barrio”.[27]
Jonathan plantea que
En el lugar en el estamos ahora con la carpa, con las casas rodantes vamos a estar montados 3 ó 4 meses, por ejemplo estamos haciendo una huerta que va a quedar y que no vamos a cosechar nosotros. Porque entendemos que es importante habitar los lugares de esa manera, generar redes, no como de paso; el concepto es dejar el espacio más lindo que lo recibiste, habitarlo desde todos los planos posibles. [28]
El arte en el espacio público
En la reflexión sobre la relación entre el circo y el espacio surgen cuestiones interesantes. Por un lado, se trata de la historia de todes les integrantes de la cooperativa que en algún momento hicieron teatro callejero a la gorra. Algo que valoran del espacio público es la posibilidad de generar un lugar inclusivo, accesible. Pero esta no es una idea que prevalezca en este mundillo, ya que suele prevalecer la idea de que la calle no es el lugar para “el arte”. En este sentido, Jonathan comenta que:
El circo en general se desarrolla en el espacio público, un espacio que muchas veces queda relegado por les artistas, abandonado. Se piensa en el arte y se piensa en un teatro. La verdad que el espacio público nos permite compartir sin limitación, con cualquier estrato social, con cualquier edad. Es lo más importante que tiene el espacio público, una plataforma de intercambio para la sociedad en general.[29]
Sobre esto, les miembros de Migra comentan que un problema que se les ha presentado es que muchas veces, a la hora de presentar proyectos de teatro en el espacio público, “la calle” no está contemplada como un espacio donde el arte tenga lugar, dado que, el lugar ponderado, es la sala de teatro. Sin embargo, Tato comenta que, con las restricciones que trajo la pandemia, se revalorizó hacer teatro callejero.
Las creaciones de Proyecto Migra
Entre los espectáculos creados a lo largo de los años se encuentran: Bruto, estrenado en La Paloma, Uruguay en diciembre de 2017. En 2018, crearon Un domingo y en el verano de 2020, Wamini; durante la pandemia el colectivo trabajó en la creación de Roto: un cabaret existencialista, una obra especialmente montada para formato audiovisual que combina el circo y el teatro.
Desde sus inicios Migra organiza y produce el Festival Internacional de Circo Independiente -FICI- impulsado por Leticia Vetrano y Pier Paolo Olcese, el director del Teatro Galpón de Guevara, ubicado en el barrio de Chacarita de la Ciudad de Buenos Aires. El FICI se ha convertido en una plataforma para la formación, la creación y la promoción del circo contemporáneo en Buenos aires. En 2019 se realizó la 7° edición del festival.
Otro proyecto es EnLACE, una residencia de creación escénica para artistas de circo que propone la exploración técnica, el entrenamiento escénico, la creación individual con acompañamiento y la puesta en escena. La residencia es diaria y dura 80 horas en total. Luego de pasar por distintos lugares en Argentina, en Uruguay y en Brasil, en 2020 EnLACE se realizó en formato virtual.
También cuentan con una formación integral de circo contemporáneo que denominan FI.CI.CO. La última edición en Uruguay tuvo 60 personas inscriptas y este año se hizo en Argentina con el formato de campamento.
La pandemia y la política pública
Cuando preguntamos acerca del papel del Estado, Tato cuenta que recién en 2020 consiguieron que los apoyos para la producción se establezcan con la categoría “circo”. Hasta ese momento, a pesar de tener una identidad circense, sólo tenían la opción de presentarse a subsidios o planes de apoyo bajo las categorías de teatro o de danza. Para Migra esto es un logro, pero saben que todavía falta mucho. Lo el colectivo propone es que se pueda discutir una política pública con respecto al arte en la calle y que se contemplen las necesidades de las compañías que están trabajando.
“Este verano hubo una oportunidad de que los lugares públicos puedan ser escenarios para los artistas que no tenían ningún tipo de sostén en la pandemia y de generar trabajo, pero no sucedió. No hubo una oportunidad de pensar ¿cómo se sigue ahora con estas nuevas reglas?”,[30] se pregunta Tato. “El mundo en general funciona con otras lógicas de lo que se entiende esencial, de lo que se entiende por económicamente rentable, de lo que se entiende importante para los inversionistas. En crisis lo primero que se defienden son esas lógicas, no perder los capitales, las grandes inversiones. El arte queda relegado, como algo que no es esencial”,[31] agrega Jonathan.
Cuando analizan los efectos de la pandemia surge por un lado la cancelación de la temporada de verano, por el cierre de las fronteras y la posibilidad de ofrecer sus programas pedagógicos on line. Migra pudo ofrecer cursos de los que participó gente de toda Latinoamérica, excediendo incluso la matrícula que tenían pensada. Algunos de los cursos son pagos y otros los realizan de forma gratuita.
No obstante, y al mismo tiempo, rescatan que ese “parate” les dio la posibilidad de focalizar en otros temas. Sobre esto, Tato destaca que trabajaron “mucho para adentro, en los temas de género, de relaciones entre nosotros, de funcionamiento. Tocamos todos los temas que estaban empolvados y que salen a la luz cuando hay presiones, problemas y nos hizo muy bien”.[32]
La pandemia los encontró con la carpa en pie, en un terreno que se encuentra en Benavidez, Provincia de Buenos Aires, y con muchas ganas de hacer. Por eso, a pesar de que parezca que hoy no se puede hacer nada, tienen la agenda llena de actividades. Están ensayando los espectáculos, creando uno nuevo; motorizan un programa on line; continúan poniendo a punto la infraestructura, cuestiones que, según ellos, “necesitan más tiempo que dinero”. Con espereza, Tato cuenta que: “Más allá de que es un momento económicamente difícil, como coope pudimos achicar gastos, haciendo lo esencial para que se mantenga viva la cooperativa. Es un momento alegre para nosotres, soñando con una primavera donde nos encontremos con el público”.[33]
En un contexto de crisis donde las posibilidades se reducen, Jonathan destaca que como artistas independientes trabajan mucho sobre el fracaso en tanto posibilidad de transformar las cosas y comenta que:
Somos bastante resilientes, hay que confiar en el colectivo que es lo más inteligente que hicimos y encontrar maneras de sobrellevar la situación. Desde ahí ver qué se puede proponer para la comunidad, generar espacios de formación, adaptar formatos, generar otros tipos de acceso. Entendiendo que en cualquier crisis las brechas se hacen mucho más grandes. No todas las personas pueden presentarse a los fondos que se abren. Hay personas que tienen las herramientas, otras los conocimientos, otras el capital. Estamos muy agradecidos de poder generar todo esto en medio de la crisis.[34]
Bajo todos estos conceptos, y en constante movimiento, Migra se encuentra en la actualidad produciendo Un Domingo, espectáculo de circo contemporáneo. Asimismo, el colectivo gestiona el espacio de formación F.I.Ci.Co en Provincia de Buenos Aires, donde tiene montada la carpa y lleva adelante Enlace, la residencia para artistas de circo que se suma a otras residencias de creación de espectáculos de Migra y co-producciones. Tato transmite su reflexión:
Creemos que en colectivo es más posible trabajar y dedicarse a algo, porque ya no depende de la cuestión individual y competitiva. Más allá de que se tenga o no cierta destreza física, vos como artista podes transmitirle a un joven que confíe en su cuerpo, transmitirle que hay mundo interno creativo y físico con el que cuenta y que es igual al que tiene el que tiene plata. El sistema le pide otra cosa al artista independiente. Al ser un colectivo no importa que alguien no tenga la destreza física porque hay muchas cosas para hacer, entendiendo que hay mucho para aprender, que vamos a rotar en los roles. Lo cooperativo es un camino, tenés que vivir la experiencia. Es una manera de independizarse de esos parámetros que se exigen en una carrera artística vinculados a la fama, que no son la esencia de lo que hacemos. En la cooperativa podes acceder a la misma información que todos.[35]
Y Jonathan agrega que “…es un camino y es un proceso continuo. Es importante pensar el cómo haces las cosas, porque eso define lo que haces. No hay un lugar prefijado al cual llegar, más allá de los sueños. Lo más interesante es pensar cuál es el recorrido y cómo se lleva a cabo, desde lo individual y lo colectivo. Desde cómo habito mi proceso de aprendizaje”.[36]
[1]Licenciada y Profesora en Ciencias de la Educación de la UBA. Integra el Equipo Pedagógico de Idelcoop y el Comité Editorial de esta Revista. Correo electrónico: gabibuffa@gmail.com
[2] Declaraciones extraídas del documento AA.VV. “Circo presente. Experiencias organizativas, creativas, pedagógicas y políticas desde Proyecto Migra, Cooperativa Cultural”. Se trata del capítulo de un libro que se dedica al nuevo circo y en el cual les integrantes de este espacio cuentan sobre su historia, ideas y proyecciones. El libro aún no fue publicado por dificultades vinculadas a la pandemia pero les integrantes de Migra proporcionaron ese documento para la confección de este artículo. Las citas y entrecomillados que no son declaraciones de les entrevistades corresponden a este documento.
[3] Ídem.
[4] AA.VV., op. cit.
[5] Declaraciones extraídas de una entrevista realizada a Gabriel “Tato” Villanueva y Jonathan “El Rata” Uriarte el miércoles 16 de junio de 2021 por Gabriela Buffa y Ana Laura López.
[6] Ídem.
[7] Ídem.
[8] AA.VV., op. cit.
[9] Ídem.
[10] Ídem.
[11] Entrevista (16 de junio de 2021), op. cit.
[12] Ídem.
[13] Ídem.
[14] AA.VV., op. cit.
[15] AA.VV., op. cit.
[16] Ídem.
[17] Entrevista (16 de junio de 2021), op. cit.
[18] Ídem.
[19] Ídem.
[20] Ídem.
[21] Ídem.
[22] Ídem.
[23] AA.VV., op. cit.
[24] Ídem.
[25] Ídem.
[26] Entrevista (16 de junio de 2021), op. cit.
[27] Ídem.
[28] Ídem.
[29] Ídem.
[30] Entrevista (16 de junio de 2021), op. cit.
[31] Ídem.
[32] Ídem.
[33] Ídem.
[34] Ídem.
[35] Ídem.
[36] Ídem.