Economía social y solidaria en un escenario neoliberal: algunos retos y perspectivas
Mercedes Caracciolo (coordinadora), Gabriela Costagliola, Rodrigo Fernández Miranda, Marcelo Lipsich y Marina Perret. Prólogo de Alejandro Rofman.
Programa de Economía Solidaria (UNSAM) en conjunto con el Grupo de Economías Regionales (CEUR-CONICET), 2017
Fernando Javier Zuker[1]
En los últimos años, el campo siempre “en construcción” de la economía social y solidaria se nutrió de numerosos conocimientos, tanto teóricos como prácticos, provenientes de la creación de múltiples universidades públicas nacionales y la conformación en ellas de trayectos académicos de grado y posgrado referidos a la formación de profesionales con plenas capacidades para la reflexión y la gestión de programas y proyectos territoriales vinculados a esta temática. Este material se inscribe en esta línea de trabajo, con el protagonismo de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y el Centro de Estudios Urbanos y Regionales –ejecutora del CONICET– que lograron la producción de estos escritos. Ellos contienen fructuosos análisis e innovadoras propuestas que se transforman en “retos y perspectivas” de la economía social y solidaria en el país que tenemos hoy los argentinos y las argentinas, es decir, en el marco de un modelo político y económico que –como ya deja planteado Alejandro Rofman en su prólogo– no cuestiona las bases principales del sistema capitalista ni hace propios los principios que sostienen al concepto de la “solidaridad” como la base principal del desarrollo económico y social de las naciones.
Todo ello da cuenta de un profundo diagnóstico de la realidad actual, así como de los claros esfuerzos en prospectiva que ofrecen los autores para indicar los posibles caminos acerca del “cómo avanzar” de ahora en adelante. Para narrarlo con suficiente precisión: se trata de un corpus de textos académicos que pretenden discutir variadas alternativas para transformar la sociedad capitalista de este tiempo en otra que porte valores muy distintos al individualismo extremo y a la acumulación infinita del capital y de la ganancia empresaria.
Desde un punto de vista muy general, este material contiene cuatro contribuciones centrales y un artículo de apertura. Entre las contribuciones, se reparten la autoría dos estudiantes –Gabriela Costagliola y Marina Perret– y dos docentes –Alejandro Lipsich y Rodrigo Fernández Miranda– cuyas pertenencias se asientan en la Maestría en Economía Solidaria de la UNSAM. La coordinación es de Mercedes Caracciolo quien, en su artículo de apertura “Procesos de acumulación solidaria en un contexto neoliberal”, plantea una de las disyuntivas más trascendentes entre quienes sostenemos que es posible construir “otra economía” y dar lugar a “otro modelo de país” para nuestro pueblo.
La pregunta moviliza y se inserta en el corazón mismo de cada una de las prácticas y experiencias de la economía social y solidaria en curso, ya que insta a enfrentar al proyecto dominante con un accionar intenso hasta reemplazarlo por completo, o bien a optar por una “modalidad operativa”, que la autora denomina como de “ocupación de los intersticios”, en la que retoma una conceptualización de Erik Olin Wright. Para el autor, esta significa la ocupación por parte de estas iniciativas de los casilleros libres y/o vacantes que deja el sistema, en este caso el Estado en su reciente nueva fase de corte neoliberal.
El argumento se sostiene con los antecedentes propios del caso latinoamericano, donde un número importante de organizaciones cooperativas, empresas recuperadas por sus trabajadores y trabajadoras y experiencias asociativas en contextos de encierro –entre muchas otras prácticas formales e informales– plantearon serias alternativas sociales a las instituciones dominantes, que dieron lugar a nuevas “opciones de emancipación”. Allí es donde la economía social y solidaria se muestra como un eficaz y eficiente satisfactor de las necesidades comunes para muchísimos grupos de personas y como una impulsora de estrategias de transformación política y social mediante la participación activa en el desenvolvimiento de los movimientos sociales y hasta incluso en el involucramiento en la dinámica tradicional de la política partidaria. Es desde esta hipótesis de trabajo académico que se edifican las propuestas que reúne este material, las cuales posibilitan la postulación de algunas “herramientas” concretas para el despliegue sociopolítico y económico de la economía social y solidaria en esta adversa y dura realidad por la que atraviesan estas singulares experiencias.
Marina Perret, en su artículo “Comercializadoras solidarias: abriendo caminos para la economía social y solidaria”, caracteriza a las organizaciones que ofician como “puentes” entre los productores y los consumidores y que se diferencian del “intermediario tradicional” por la realización de transacciones económicas bajo el criterio de la transparencia y de la puesta en acto de una ética de la solidaridad que haga frente a la especulación que debilita a los pequeños productores y castiga a los consumidores finales de las mercancías.
Gabriela Costagliola, en su trabajo “Los sistemas de certificación de calidad en la economía social y solidaria”, enfatiza que el acceso a esta certificación permite en muchos casos el acceso a “poder competir” y en otros casos habilita “recursos adicionales” que mejoran el posicionamiento y el despliegue de estrategias comerciales para entrar en competencia con las empresas y productos del sector capitalista.
Rodrigo Fernández Miranda, en su texto “Organizaciones, ciudadanía, Estado y consumo. Otro modelo de consumo: reflexiones sobre líneas de acción de la economía social y solidaria en un marco neoliberal”, se detiene en la dimensión de la comunicación como una base necesaria para alcanzar un verdadero “consumo transformador” que dispute los sentidos hegemónicos que circulan por los medios masivos y esté dispuesto a librar una “batalla cultural” para que los actores de la economía social y solidaria finalmente alcancen una considerable visibilidad pública ante el conjunto social como una plausible alternativa de compra y de relacionamiento.
Alejandro Lipsich, en su escrito “La gestión de los emprendimientos productivos de la economía social y solidaria y los desafíos de la sustentabilidad”, además de ahondar en la figura del consumidor también lo hace en la del productor y sus luchas cotidianas para que sus bienes y servicios sean de calidad y compitan con las grandes cadenas de hipermercados, no solo por una cuestión de “convicción ideológica”, sino porque también responden a las necesidades de los clientes por su precio, en aras de que aquellos sean cada vez más “consumidores responsables”.
En este escenario, en la puja con un tipo de Estado que no incrementará los subsidios a estas prácticas, sino más bien lo contrario, el material sugiere que la economía social y solidaria debe estar preparada para cooperar, pero también para competir. De esto se desprende la idea fundante de una economía social y solidaria que propenda a la colaboración y no a la competencia, a la satisfacción de las necesidades básicas y no a la maximización del lucro y a la participación plena y pertinente de los asociados y de las asociadas en un marco democrático y no bajo jerarquías de conducción vertical reguladas por mínimas estructuras institucionales.
[1] Periodista, docente, cooperativista e investigador del Departamento de Economía Social, Cooperativismo y Autogestión del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. Correo electrónico: fernandozuker@gmail.com.