“Desde la juventud cooperativa tenemos que trabajar para desarticular la idea del emprendedurismo”
Entrevista a Julia Cófreces
Ana Laura López[1]
Resumen
Julia Cófreces tiene 29 años, es estudiante de Filosofía y es la presidenta de la cooperativa de trabajo 27 de Octubre, un emprendimiento que desde 2011 trabaja en capacitación para el mundo del trabajo y también para construcción. En esta entrevista, Julia repasa el trabajo que realiza desde su cooperativa de base en territorio y en a nivel federativo y, por otro lado, problematiza cuestiones que tienen que ver con género, juventud y cooperativismo desde su propia experiencia.
Palabras clave: cooperativa de trabajo, experiencia, juventud, formación para el trabajo, género
Julia Cófreces tiene 29 años, es estudiante de Filosofía y desde el 2015 es la presidenta de la cooperativa de trabajo 27 de Octubre, un emprendimiento que desde 2011 trabaja en capacitación para el mundo del trabajo y también construcción. Su sede queda en el barrio de San Nicolás en una de esas casonas típicas de esta zona de la ciudad de Buenos Aires en la que, por fuera, se ve una puerta solamente que te lleva por una enorme escalera a un espacio increíble de techos altos y ventanales internos. En esta entrevista, Julia repasa el trabajo que realiza desde su cooperativa de base en territorio y en a nivel federativo y, por otro lado, problematiza cuestiones que tienen que ver con género, juventud y cooperativismo desde su propia experiencia.
¿A qué se dedica la cooperativa? ¿Cuál es su historia?
Iniciamos en el año 2011 con un conjunto de compañeros y compañeras que veníamos de realizar distintos trabajos sociales en varios barrios de Capital Federal. Es una cooperativa que, de alguna manera, nace de un proceso político que teníamos en mi organización. Desde nuestra militancia, ahí nos preguntábamos qué herramientas podíamos ofrecer a las y los compañeros de los barrios donde trabajábamos para que se puedan integrar en el mundo laboral. Fue así que surgió la idea de armar la cooperativa con los compañeros y las compañeras de los barrios. Comenzamos en 2011, pero el proceso para obtener la matrícula demoró bastante y, de hecho, una vez que nos la otorgaron ya parte de esos y esas integrantes iniciales se habían ido, muchos se volvían a sus provincias. Entonces, costó bastante el arranque.
La cooperativa tiene como actividad principal la construcción y refacción edilicia, pero a su vez uno de sus artículos daba la posibilidad de dar capacitaciones o cursos de oficios. Entonces, cuando ya teníamos la matrícula nos encontramos con esto de que muchos compañeros se habían ido, pero que había otros que se querían integrar más en la parte de capacitación, entonces, empezamos por lo que era el artículo secundario, parte de los cursos. Tuvimos la posibilidad de firmar un convenio con el “Programa jóvenes por más y mejor trabajo” del Ministerio de Trabajo de la Nación en el año 2013 y a partir de ahí comenzamos con los cursos de formación para el trabajo para jóvenes. Hasta ese momento no habíamos hecho nada en relación a la construcción y de hecho la gran cantidad de asociados y asociadas a la cooperativa éramos todos y todas jóvenes, universitarios y universitarias, terciarios y, durante el 2013, 2014 y hasta el 2015, estuvimos trabajando con ese programa.
Durante esos años, fuimos alrededor de diez, hasta quince socias y socios, que vivíamos de la cooperativa, hasta que a principios del 2016 se nos cayó el convenio con el programa. El 2016 fue un año durísimo, muy duro. Perdimos el principal ingreso que venía de las capacitaciones y, entonces, aprovechamos que algunos compañeros tenían conocimientos en diseño y lanzamos una agenda, hicimos cuadernos, con la intención de con esa venta poder sostener este local y algo de la estructura.
Muchos compañeros y compañeras tuvieron que empezar a trabajar en otros lugares, yo también tuve que tomar un segundo trabajo, pero siempre mantuvimos la convicción de que había que seguir sosteniendo la cooperativa por más que sabíamos que era un momento muy duro y que realmente ya no contábamos con el trabajo que veníamos desarrollando en años anteriores. Y, ya para el 2017, una de las decisiones que tomamos fue volver a lo que es la actividad principal, la construcción, refacción, mantenimiento. Y logramos firmar un convenio con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en abril de este año para todo lo que es mantenimiento de espacio público. Entonces, a partir de eso pudimos integrar nuevos socios y socias, ya no son solamente jóvenes, sino también de treinta, cuarenta y hasta cincuenta años, ya abocados más a las tareas de mantenimiento de espacio público. Y con la parte de capacitación pudimos también incorporarnos a otro programa de formación de empleo que se llama “Formación de inclusión del trabajo”, y ahora estamos dando dos capacitaciones con la posibilidad de ampliarlo el año que viene.
¿En qué zonas trabajan con las capacitaciones?
Estamos dando dos: una en el barrio de Lugano y otra en Soldati. Son también del mismo estilo que veníamos desarrollando con el Programa Jóvenes, solamente que depende de Ciudad de Buenos Aires. Así que este año, por suerte, ya estamos bastante mejor, repuntamos. Ahora somos treinta asociados y asociadas con proyección de poder seguir generando nuevos proyectos, todo lo que tiene que ver con la construcción. Ahora que pudimos incorporar nuevos integrantes –que también tienen distintas habilidades y distintos saberes en determinados oficios– nos va a permitir conseguir mejores trabajos, así que hoy podemos decir que estamos desarrollando los dos objetos sociales de la cooperativa.
¿Cómo instrumentan la incorporación de nuevos asociados y el vínculo con la propuesta de trabajo cooperativo?
Por lo general, vienen vinculados y vinculadas a la cooperativa por todo el trabajo social que tenemos en distintos barrios, principalmente en Barrio Bermejo, que queda en Lugano (un barrio tan precario que ni siquiera tiene todavía el reconocimiento de la Ciudad), es un asentamiento cerquita de Ciudad Oculta. En Villa 20, en Lugano y en el Playón, en Chacarita, también trabajamos (por la zona de Chacarita). Entonces, cuando surgió esta posibilidad de firmar el contrato con el Gobierno de la Ciudad y les propusimos incorporarse a la cooperativa.
El tema de la apropiación del cooperativismo es todo un debate que todavía estamos dando ya que los compañeros y las compañeras nunca habían sido parte de una cooperativa, entonces, muchas cosas se las venimos enseñando y para eso tenemos reuniones quincenales. También, intentamos generar un espacio con todos los socios, para que ellos también tengan la posibilidad de plantear, organizar el trabajo, que se sientan parte de algo que estamos construyendo entre todos. Es un proceso también de acompañamiento de capacitación que estamos dando para que se den cuenta de que trabajar en una cooperativa no es como trabajar en relación de dependencia o como en cualquier otra empresa privada, sino que ellos mismos también tienen que sentirse parte, y que son parte de las decisiones que tomamos día a día. Intentamos darle bastante importancia a eso, la mayoría vienen de barrios bastante humildes, que siempre estuvieron trabajando en situaciones bastante informales, precarias, incluso injustas. Por ejemplo, una de las compañeras que trabaja con nosotros quedó embarazada hace poquito y vino acá pensando que la íbamos a echar. Entonces, le explicamos que eso no iba a suceder, que además en cualquier trabajo eso es ilegal, y que la prioridad es siempre que ella conserve su trabajo, pero, bueno, vienen con otro tipo de experiencia. Lo que queremos es que se encuentren en otro tipo de relación con el trabajo, que vean que hay otra manera: más solidaria, con mayor compañerismo, acompañamiento, que no hay una relación de jefe y empleado, sino que estamos entre todos organizándonos para llevar de la mejor manera posible, de la manera más saludable posible.
¿Cómo inicia tu vínculo con el mundo del cooperativismo?
Cuando iniciamos la cooperativa teníamos muy poca idea del cooperativismo en general, del movimiento cooperativo, no sabíamos ni que existían federaciones, no teníamos idea de nada. Simplemente, teníamos la intención de armar una herramienta para poder generar trabajo. El acercamiento ya más directo con el mundo cooperativo lo dimos en el 2015, cuando yo arranco en la presidencia, ahí fue cuando conocimos a Hugo Cabrera de la Cooperativa Campichuelo, quien nos empezó a interiorizar un poco más. Veníamos cumpliendo con todas las formalidades, pero no teníamos todavía un proceso de indagación más profundo, de qué se trata esto de ser cooperativista. Es decir, teníamos una cuestión formal o de cómo tiene que funcionar, de cómo se tiene que organizar, pero no todavía un aspecto más militante, de cómo elevar un poco más o asumir los desafíos. A partir de que lo conocimos a Hugo y la experiencia de Campichuelo, nos empezamos a vincular con más cooperativas, tomamos la decisión de sumarnos a Federación de Cooperativas Autogestionadas de Buenos Aires (FEDECABA) que estaba iniciándose en ese momento también y, a partir de ahí, ya tomamos una definición más fuerte de ayudar a crecer al movimiento, poder consolidarlo, que haya más cooperativas, que tengan mayor y mejores trabajos y a partir de ahí ya nos convertimos en militantes del sector.
¿Cuál es su participación en FEDECABA?
Dentro de la Federación yo soy secretaria de Juventud. Junto a otras y otros compañeros veníamos con la inquietud de empezar a abordar temáticas que tengan que ver con el rol de las y los jóvenes tanto en el cooperativismo como en relación al trabajo, sobre todo también por la experiencia que veníamos teniendo de dar tantos cursos para jóvenes, nos preguntábamos cómo potenciar eso que ya veníamos desarrollando, pero en el marco de una federación y con otras cooperativas. Así que ahí se aprobó por asamblea la creación de esta secretaría en FEDECABA que hasta el momento vengo yo como titular, pero tenemos otros compañeros que la venimos pensando y llevando adelante.
Y en ese marco ¿qué peleas y qué debates se debería dar la juventud cooperativa hoy en este contexto?
Venimos de participar de un taller que organizamos en el Encuentro de Economía de las y los Trabajadores, en Pigüé, que la verdad salió muy bien, porque se armó un debate muy lindo donde justamente identificamos esto, cuáles son los desafíos o qué es lo que deberíamos hacer. Una de las cosas que salió es que si bien en la federación y en las confederaciones se viene dando un debate o los jóvenes tenemos cierto grado de participación, todavía notamos que es necesario que haya más lugares de participación y también mayores posibilidades de poder acceder a lugares de toma de decisiones. En algunos espacios sí tenemos participación, hay cooperativas donde hay comisiones de jóvenes y demás, pero todavía no se termina de llegar a un lugar de mayor incidencia de una manera más directa en la vida de una federación, por ejemplo.
Y surgió muchísimo también la necesidad de deconstruir ciertos discursos, ciertos prejuicios que se generan alrededor de los jóvenes, ligados a esta idea de que nos falta formación o que no tenemos experiencia. En ese taller, hubo integrantes de Campichuelo comentando su experiencia de cómo en una cooperativa que ya tiene 25 años se da este vínculo de los socios fundadores y mayores con los jóvenes que ingresan. Y de qué manera los jóvenes que ingresan a una cooperativa de quizás muchos años son también un motor que le da otro impulso, otra perspectiva, y cómo hacer para incidir un poco más en la vida de la cooperativa cuando estamos constantemente rodeados de estos. Y, por otro lado, está, por ejemplo, la experiencia de Cambá (cooperativa de trabajo de programadores) y fue re importante que estuvieran porque mostraban cómo se podía organizar una cooperativa de jóvenes profesionales.
Otro de los debates que deberíamos seguir dando desde juventud tiene que ver con desarticular una idea súper instalada en nuestra sociedad, que es la del emprendedurismo. Esa propuesta apuesta al desarrollo individual, a que uno solo o sola puede armarse su propio emprendimiento y salir adelante, arriesgándose. Es una propuesta que no hace otra cosa más que fomentar el individualismo. También está toda esta idea, que incluso los medios de comunicación la destacan bastante, de asumir el tiempo y el riesgo y que está bien ir cambiando de trabajo. Queremos desarticular ese discurso oponiéndole otra forma, que tiene que ver con la necesidad de organizarnos, de llevar adelante proyectos colectivos, de gestión democrática donde se pongan en valor otro tipo de relaciones sociales, que no son las relaciones de competencia, sino de compañerismo, y que intentan llevar adelante proyectos sostenibles y a largo plazo que nos den a todos nosotros una estabilidad laboral. Un poco lo que venimos a combatir es eso, cada vez hay mayor precarización, mayor flexibilización, los jóvenes somos los que más sufrimos las consecuencias del plan económico que está llevando adelante el Gobierno actual, entonces, me parece que si tenemos que asumir una misión o un objetivo creo que tiene que ver con eso: de qué manera podemos llevar adelante herramientas desde el cooperativismo, para poder darle una respuesta concreta a muchos jóvenes que hoy por hoy se encuentran en una situación de inestabilidad laboral fatal.
¿Cómo hacen ustedes para trabajar con esta idea en los programas del Estado cuando el discurso nodal del actual Gobierno es este, el emprendedurismo?
El vínculo con el Estado siempre es tenso, también pensamos que es fundamental que desde las cooperativas demos esa batalla y que podamos exigirle al Estado mayores posibilidades. Por ejemplo, la cooperativa fue contratada por el Gobierno de la Ciudad, también en los términos que maneja el Gobierno de la Ciudad, que son los mismo que el Estado nacional, que te pagan tarde, pagan mal, pero también somos conscientes de que tenemos que ir y pelear esos lugares porque si nosotros no peleamos, se los dan a las empresas privadas o a las empresas de sus amigos. Sabemos que el Estado fomenta por un lado políticas públicas que apuntan a la flexibilización, a la precarización, pero desde nuestro pequeño lugar a su vez damos otro debate y podemos dar capacitaciones e incluir un módulo de cooperativismo, que llega a treinta chicos.
Tu ejemplo de mujer joven dirigente no es lo que abunda en el movimiento cooperativo. ¿Qué te pasa a vos cuando te toca estar en los espacios de participación federativos o encuentros, o confederaciones?
Es difícil, yo lo vivo como algo muy difícil tener que manejarme en un ambiente donde la mayoría son hombres. He participado en muchos encuentros, incluso encuentros internacionales, donde había una mesa de dirigentes y eran todos hombres. Es un ambiente que yo considero que es bastante machista, es complicado. Yo acá en la cooperativa me siento totalmente cómoda, somos varias mujeres y en un ambiente de muchísimo respeto y de paridad. Creo que todavía falta muchísimo en el movimiento para que haya mayores lugares de participación para las mujeres. A mí en lo personal sí me resulta complicado moverme en un espacio de tantos hombres, pero también entiendo que es parte de una lucha que vamos dando día a día. Sí, por ejemplo, no me siento para nada desautorizada o en desventaja por ir y participar en una reunión donde el 90% son hombres, pero me gustaría que haya más mujeres, claramente.
Me parece que el acompañamiento de las cooperativas de base es fundamental para las compañeras, para que puedan sentir que también tienen esta posibilidad de participar, formarse y buscar crecer dentro del sector. A veces quizás como que se da cierto discurso que postula que las mujeres no buscan comprometerse, o que después no se quieren comprometer, en varias cooperativas he escuchado eso de “nosotros dejamos que participen las mujeres, pero después ellas no van, no se comprometen”. En realidad, yo creo que es un poco más complejo que eso. ¿Venimos de cuántos años de estar colonizadas y bajo cierto discurso en el que decían que no podíamos o de que no éramos capaces? Bueno, lleva mucho tiempo, mucho trabajo desarticular todo ese discurso que históricamente nos ha dominado, que nosotras no somos capaces de llevar adelante un proyecto o encabezar una cooperativa o tener mayor protagonismo o mayor participación dentro del ámbito de decisiones. Y esa situación no se da automáticamente por el solo hecho de que la cooperativa diga: “Bueno, ahora que vengan más mujeres”. El tema es cómo fomentás esa participación. Porque yo estaría de acuerdo con que se instale un cupo para las mujeres dentro de los consejos de administración, por ejemplo, pero no es suficiente con el cupo, hay que fomentar la participación de las mujeres, que se involucren, que se sientan más parte de la cooperativa, para que ellas mismas también tomen la decisión de involucrarse más. Porque si uno habilita esa participación y después no la fomenta o no la trabaja, difícilmente las compañeras quieran participar o involucrarse más. Yo creo que tiene que ver un poco con eso.
[1] Licenciada en Comunicación Social, asistente editorial de Revista Idelcoop, socia de la Cooperativa de Trabajo Fábrica de Ideas. Correo electrónico: analaulopez@gmail.com.