Revista Idelcoop, nº 220, noviembre 2016. ISSN 0327-1919 / Sección Reflexiones y Debates
Instituto de la Cooperación. Fundación de Educación, Investigación y Asistencia Técnica- IDELCOOP
El recuerdo y homenaje a Rubén Cédola
Rosario, 1º de septiembre de 2016
A la memoria de Rubén Cédola
“Despedimos a un entrañable compañero, a un dirigente de nuestro movimiento que supo amalgamar su profunda fe cristiana con los principios y valores del cooperativismo a lo largo de toda su fecunda existencia”. Con estas sentidas palabras, el lunes 29 de agosto el presidente del IMFC, Edgardo Form rindió el merecido homenaje a Rubén Cédola durante las exequias realizadas en el cementerio de la Loma, en la ciudad de Mar del Plata.
A los 83 años y como consecuencia de una súbita e inesperada descompensación, se extinguió la vida de Cédola, dejando una sensación de inmensa tristeza en todos los que tuvimos el honor de conocerlo.
Como se recordará, a fines de julio de 2015, Rubén culminó exitosamente su mandato como presidente del Instituto Movilizador y nuestra entidad emitió un comunicado destacando su trayectoria y los logros obtenidos en el transcurso de su brillante gestión durante cinco años al frente del consejo de administración.
Con legítimo orgullo, él mismo destacó la refundación de la Filial Tucumán del IMFC, la por entonces inminente reapertura de la Filial Cuyo, la remodelación de la sede de la Filial Bahía Blanca, la creciente operatoria de microcréditos en cinco de las siete filiales del Instituto, el fortalecimiento económico y financiero alcanzado al término del 56º Ejercicio cerrado el 30 de junio de 2015 y la formulación del proyecto para crear el Instituto Universitario de la Cooperación (IUCoop).
En la sesión del consejo de administración del IMFC, celebrada el martes 30 de agosto del año en curso, recordamos que Rubén Cédola desempeñó un papel clave para lograr el equilibro presupuestario de nuestra institución y potenciar todas sus posibilidades para la organización y prestación de servicios a las cooperativas asociadas, así como el fortalecimiento de la presencia institucional en los ámbitos de integración del movimiento.
Rubén impulsó muy especialmente la participación de los jóvenes en nuestro movimiento, brindándoles su respaldo y transmitiéndoles su pasión por el cooperativismo. Una prédica y una práctica que ha fructificado en un crecimiento de la presencia juvenil, muchos de cuyos integrantes estuvieron presentes a la hora de su dolorosa despedida.
Cédola inició su camino en el movimiento en la década de 1960, en la Caja de Crédito Cooperativa de Berisso, provincia de Buenos Aires. Desde entonces se relacionó con el Instituto Movilizador y muy especialmente con Floreal Gorini, por quien tenía un profundo respeto y admiración.
Años más tarde ocupó la gerencia de la Filial Berazategui del Banco Credicoop y, posteriormente, pasó a formar parte del consejo de administración del IMFC ocupando primero la secretaría y luego la presidencia.
En octubre de 2015, durante el brindis de confraternidad organizado por el consejo de administración del Banco Credicoop, su titular, Carlos Heller dedicó un cálido mensaje de reconocimiento a Rubén Cédola, en el cual destacó el cariño unánime que sentimos por él y la valoración de su compromiso inclaudicable y la lealtad manifestada durante todo su desempeño. Ese día, con emoción y justificada alegría, Rubén concurrió acompañado por Ada, su esposa, que siempre estuvo a su lado construyendo una hermosa familia.
Nos duele su partida, más allá de asumir lo inevitable de esta triste circunstancia. Pero al mismo tiempo nos reconforta el saber que su existencia ha dejado marcas imborrables y su ejemplo de hombre bueno y comprometido con los mejores ideales, ha pasado a formar parte de la historia grande del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos.
Consejo de administración del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos Coop. Ltda.
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*Entrevista realizada por Silvia Porritelli a Rubén Cédola, publicada en la revista Acción N° 1178, segunda quincena de 2015
Trayectoria y convicciones
Después de cinco años de mandato y décadas de actuación en el movimiento cooperativo, el dirigente deja la presidencia del IMFC. Balance, reflexiones y desafíos pendientes.
La militancia cooperativa de Rubén Cédola comienza en mayo de 1964 como empleado de la antigua Caja de Crédito de Berisso, su ciudad natal. Si bien ingresa allí como empleado y rápidamente pasa a ser jefe de créditos, su inclinación a la participación política y social lo llevó a involucrarse en la vida institucional de la cooperativa bonaerense. Este compromiso fue el que lo acercó a su máximo referente: Floreal Gorini, ex presidente del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos y principal impulsor del Centro Cultural de la Cooperación. “Yo entré al Instituto de la mano de Gorini y felizmente me fui de la mano de él”, manifiesta emocionado el dirigente. Cédola ocupó diversos cargos en el movimiento nucleado en el IMFC: fue gerente de la sucursal Berazategui de Banco Credicoop, presidente de la comisión asesora de la filial Mar del Plata IMFC e integró el consejo de administración del Instituto Movilizador como vocal, vicepresidente, secretario y finalmente como presidente.
¿Cómo fueron sus primeros pasos en el cooperativismo de crédito?
Empecé como empleado aunque a veces las circunstancias te hacen llegar antes de tiempo a los cargo. El jefe de crédito de la caja tenía dos empleos, trabajaba en uno de los frigoríficos que había en la ciudad y tuvo que dejar la cooperativa, entonces me ofrecieron ese puesto. Recordemos que Berisso en ese entonces era una localidad muy pujante porque allí funcionaban dos importantes frigoríficos y muchos de los empleados de la caja trabajaban también en esos establecimientos. Allí conocí al doctor Alberto Rezzónico, quien fue titular del consejo de administración de la cooperativa de Berisso y luego presidente del IMFC. A mí siempre me gustó la actividad política y la participación institucional. De joven militaba en la Unión Cívica Radical y cuando esta se escinde entre Frondizi y Balbín yo me sumo a la Unión Cívica Radical Intransigente. También fui secretario del Consejo de la Comunidad en Berisso, así que cuando ingresé a la caja me sumé rápidamente a la actividad institucional de la misma. Cuando Floreal Gorini se entera de esta vocación me invitó a participar en el Instituto. Después continué mi militancia en la filial de Credicoop de Berazategui, donde fui gerente por pedido de Carlos Heller, y cuando me mudé a Mar del Plata me sumé a la comisión de asociados de la Filial Centro del banco. Una vez afincado allí, Edgardo Form me pidió que me incorpore al Instituto de Mar del Plata. Posteriormente, fui ocupando diferentes espacios dentro del IMFC.
¿Cuál es su visión del cooperativismo luego de tantos años de militancia en el movimiento?
A mí me marcó la visión de Floreal Gorini y la posición adoptada por el Instituto Movilizador que siempre fue una entidad que no se resignaba a ser una cantidad de cooperativas de crédito que solamente prestaba plata. Cada cooperativa impulsada por el Instituto tenía que tener una secretaría de educación. Teníamos que hacer actos, teníamos que decirle a la gente por qué existía la cooperativa de crédito y, a su vez, tratar de no quedarnos solo con el objetivo de prestar un servicio como es el financiamiento. Por eso el Instituto, en 1966, crea el periódico Acción e impulsa las escuelas móviles y en 1973 funda Idelcoop, con el fin de difundir sus ideas y colaborar en la formación de sus dirigentes. Los que integramos el IMFC estamos convencidos de que la educación tiene que ser un factor fundamental que acompañe al desarrollo del cooperativismo. Un factor de transformación. Ese objetivo siempre estuvo presente en el Instituto porque aun en los momentos más difíciles, el movimiento planteó nuevos desafíos. Por otro lado, siempre buscamos la incidencia política. No es casualidad que tenga en este momento en mis manos el libro Política y cooperativas de Jacobo Amar. Allá por los 60, él decía que “la gestión cooperativa, bien realizada, es un hecho político, mal que le pese a los que se asustan por la sola enunciación del vocablo”. También decía que no podemos ser neutrales, tenemos que comprometernos políticamente para contribuir decisivamente a promover cambios estructurales que hacen a la defensa y al desarrollo del país. Y eso es lo que nos proponemos desde el IMFC. Tampoco es casualidad la creación del Centro Cultural de la Cooperación, un espacio de pensamiento crítico, que ya existía en otro sitio pero que con el nuevo edificio de la calle Corrientes irrumpió en una vorágine de ideas, con tantos becarios que investigan, tanta gente joven que se está desarrollando y ahora se va a expandir con el Instituto Universitario Cooperativo (IUCOOP), una iniciativa de formación que vamos poner en marcha. Entonces, ¿por qué hace todo esto el movimiento cooperativo adherido al Instituto? Porque queremos cambiar la sociedad y para eso necesitamos juntarnos y generar masa crítica, después cada uno pensará como quiera. No es el objetivo del Credicoop tener 270 filiales solo como objetivo de crecimiento, sino que en ellas se conformen 270 comisiones de asociados y que sus miembros comprendan que están trabajando en un proceso económico y social distinto. Recuerdo que en el marco de la conmemoración de 2012 como el Año Internacional de las Cooperativas, establecido por la Organización de las Naciones Unidad, Carlos Heller planteó que el movimiento cooperativo no tiene que conformarse con poco. Sostuvo que el cooperativismo no puede aplicarse solo para las microeconomías. Heller dijo que lo grande es tan hermoso como lo pequeño en la medida en que esté acompañado de un proceso institucional como corresponde. Entonces, por qué nos vamos a conformar con lo pequeño si el Banco Credicoop y el Instituto Movilizador son ejemplos que demuestran que se puede ser grande, eficiente y democrático.
En el actual escenario político y económico internacional, ¿el cooperativismo está preparado para demostrar que hay otra forma de organización de la sociedad, distinta al capitalismo?
Es un desafío importantísimo para el cooperativismo y somos los dirigentes quienes primero tenemos que entender ese desafío. Si solo hablamos entre nosotros podremos lograr que nos aplaudan un poco más o un poco menos, de acuerdo al ánimo que tenga la gente que vino a escucharnos. Tenemos que sacar nuestro mensaje y nuestras ideas hacia afuera, y eso debemos hacerlo acompañados de todas las federaciones. Si una federación de cooperativas se conforma con brindar un servicio y nada más, “estamos en el horno”, como dicen los jóvenes. Podremos transformar la sociedad en la medida en que los dirigentes entendamos que debemos comprometernos, transmitir nuestras ideas y trabajar para lograr ese objetivo de transformación. Pero nosotros no tenemos que ser la ambulancia de nadie. Es decir, podemos ayudar y socorrer en momentos de emergencia pero el movimiento cooperativo tiene que ser una locomotora y no una ambulancia. El cooperativismo ha avanzado en el mundo, pero no lo suficiente. Consideramos que todavía hay una diferencia grande para poder competir con el capitalismo. Depende de nosotros, los dirigentes, que ese avance sea con convicciones claras.
A su criterio ¿qué hay que hacer para que el modelo cooperativo tenga mayor alcance en todos los ámbitos de la sociedad?
Siempre hay que ir un paso adelante. Por ejemplo, desde hace algunos años el Instituto Movilizador está trabajando con el programa de microcréditos. Queremos que esa iniciativa funcione en toda la Argentina pero no podemos quedarnos solo con eso, en crecer solamente con los microcréditos, porque esta herramienta financiera es solo el primer paso de un largo camino de crecimiento. Si Credicoop hubiese dicho “a nosotros no nos interesa crecer en otros sentidos” y no hubiese creado las comisiones de asociados, no sería lo que es hoy. El banco busca permanentemente la capacitación de sus dirigentes, busca relacionarse con su comunidad y a partir de allí, promover el desarrollo local y regional de sus habitantes. Por eso creo que, como los ejemplos de los microcréditos y del banco, siempre hay que dar un paso más, y el Instituto Movilizador siempre estuvo a la vanguardia, siempre fomentó el desarrollo social y económico de las comunidades, además de impulsar la participación política. Muchas personas interpretan que la participación política es perjudicial al movimiento. ¿Tenemos mejor ejemplo que el de Carlos Heller que participa política y partidariamente y el banco crece? ¿En qué perjudica? Si yo me quiero cobijar para estar en la comodidad digo que la política partidista perjudica. Pero solo perjudica si se quiere bajar línea partidaria a todas las comisiones de asociados. Tampoco perjudicó al Instituto la participación política de Juan Carlos Junio y de Edgardo Form. A ver, el movimiento cooperativo dice lo que hace y hace lo que dice, y eso no es poca cosa. Otros dicen lo que hay que hacer pero después se quedan en la comodidad de estar ahí, tranquilo, porque expandirse por ahí puede comprometer. Nosotros estamos comprometidos con el cambio social y político. No estamos comprometidos para ver si el Instituto puede tener una nueva filial a secas. Hay que abrir filiales con contenido.
¿Qué balance hace de sus cinco años de gestión al frente del Instituto Movilizador?
Antes de asumir era secretario, entonces cuando llegué a la presidencia sabía que tenía que hacer cambios y que había que tomar decisiones. La medida más importante que tomamos fue efectuar una reestructuración administrativa porque el IMFC venía de varios ejercicios con déficit en sus resultados anuales. No podíamos negar la realidad si queríamos mejorar el funcionamiento del Instituto. Hoy, gracias a esa reestructuración, los resultados son positivos, incluso tenemos superávit. Esto nos permite impulsar con holgura la creación del IUCOOP y readaptar los espacios ya que este va a funcionar en el edificio de la calle Montevideo y tenemos que mover algunas oficinas. Entonces, las medidas tomadas a tiempo hacen que hoy podamos concretar esta iniciativa. Para el IUCOOP ya hicimos todo desde el punto de vista financiero y legal, ahora estamos esperando que el Ministerio de Educación dé la autorización pertinente, y creemos que no falta mucho para que lo haga. Es un proyecto muy ambicioso y creemos felizmente que hicimos una buena elección al poner al frente de la dirección de este instituto al presidente de Idelcoop, Ángel Petriella.
¿Por qué se retira del cargo de presidente?
Primero, por cuestiones personales. Ya tengo 82 años, esposa, hijos, nietos y bisnietos y quiero estar más cerca de ellos. Un buen dirigente, si quiere cumplir bien su función, tiene que estar permanentemente viajando, participando de diferentes actividades, tomando decisiones y eso requiere de mucho tiempo lejos de la familia. Por otro lado, hay que reconocer que las edades son un límite y creo en las decisiones tomadas a tiempo. Floreal decía que las personas no se tienen que perpetuar en los cargos, y me parece que lo que hicimos está más o menos bien, tal vez no es lo ideal, pero lo que se hizo permite que la labor del Instituto se pueda seguir desarrollando sin problemas. Me voy muy bien porque creo que algo queda y lo que queda también es fruto del trabajo de todos los integrantes del consejo de administración que me acompañaron en estos cinco años. Irse a tiempo no está mal. Además estoy convencido que debe haber un recambio generacional. Decimos que los jóvenes son el futuro y si lo pensamos bien esto es como decir “correte, seguí participando”. Y no es así, la gente joven es el presente y ellos van a construir el futuro. El movimiento cooperativo argentino está en deuda con las nuevas generaciones. Hay que abrir las puertas para que la gente joven se incorpore, con sus matices, con sus errores y virtudes. Esto no quiere decir que donde hay ocho viejos hay que sacarlos y poner a ocho jóvenes. El cambio generacional significa que si hay ocho viejos, hay que poner a ocho jóvenes para que juntos empiecen a trabajar y a intercambiar ideas. Si queremos transformar la sociedad, tenemos que cambiar la mentalidad de los dirigentes en este sentido. Por eso me retiro de los cargos pero voy a seguir colaborando con el movimiento pero desde un lugar más tranquilo.
¿Qué significó para usted ocupar ese espacio?
Sin desmerecer ningún cargo, ser presidente del IMFC es algo a lo que todo dirigente tiene que aspirar. No tuve la suerte de pasar por una universidad, entonces, para una persona que se ha ido formando a los empujones y con el asesoramiento de Floreal, llegar a ser presidente del IMFC es lo máximo. Es un orgullo haber estado al frente de una entidad señera que mantuvo una línea de conducta y sus principios y valores aún en los momentos más críticos.
“De la mano de Gorini”
“Soy muy creyente y como creyente sé que Gorini desapareció físicamente, pero él está permanentemente conmigo, guiándome, diciéndome qué es lo que hay que hacer y qué es lo que no hay que hacer”. A lo largo de la entrevista, Rubén Cédola destacó la importancia que tuvo la figura de Floreal Gorini, referente histórico del movimiento cooperativo, en su vida personal e institucional. “El otro día me llamó un dirigente y me dijo: ‘Es muy difícil encontrar un presidente que se aleja cuando el Instituto está en muy buena situación y además con la humildad que vos tenes’. A ver, si es que la tengo, la aprendí de Floreal. Lejos estoy de tener su capacidad, eso hay que remarcarlo, pero algunas cosas aprendí. Aprendí a escuchar, a no desacreditar al otro y a tener cierta cuota de humildad. Por eso digo que entré con Floreal y me voy con él”, subraya Cédola y comenta que en cada paso de su trayectoria, más que nada en los últimos años al frente del Instituto, se preguntó qué pensaría Gorini ante determinadas situaciones que debía resolver. “Cuando hicimos un homenaje con motivo del décimo aniversario de su fallecimiento dije que Floreal no me hubiese permitido que no hiciera una mención política comprometida sobre lo que estaba pasando en el país y por qué el Instituto está acompañando el actual proceso económico, social y político”, comenta. “Si el IMFC hizo una propuesta para construir un país con más democracia y equidad distributiva y el Gobierno pone en vigencia 24 o 25 puntos de lo que se sostiene allí, con sus más y sus menos, sería ilógico no reconocer esas medidas”, explica. “Antes rezongábamos porque nadie nos daba bolilla con la propuesta y ahora que tenemos un gobierno que pone en marcha muchas de las ideas que nosotros veníamos planteando, tenemos que apoyarlo. Eso significa un compromiso político. Algunos podrán no entenderme pero sé que Gorini no me hubiese permitido no decir lo que estoy diciendo. Yo me guié siempre por el pensamiento de Floreal”, enfatiza. Cédola también señala que Floreal Gorini era un dirigente de visión muy amplia, “un hombre muy formado”, de gran capacidad de diálogo, “una persona que respetaba al otro y que nunca descalificaba”. “Si alguno de sus compañeros decía algo con lo que él no estaba de acuerdo, decía: ‘Quizás lo que vos planteas se podría hacer de esta manera’. Te mostraba que no tenías razón pero nunca te descalificaba”, recuerda el ex presidente del IMFC. “Él me hizo tener una visión distinta de cómo hay que escuchar y me mostró que hay que comprender al otro aunque esté equivocado. Para mí Floreal no fue solo un notable dirigente cooperativo, fue también un ejemplo de vida”.
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