Mitad del Mundo, lunes 19 de octubre de 2015
Mensaje del Secretario General de Unasur para el lanzamiento del libro “Del no al Alca a Unasur”
Este año conmemoramos una década de la IV Cumbre de las Américas, cita de significado colosal en la historia reciente de nuestra integración. Al encuentro de Mar del Plata se asistía en medio de la tensión constante entre dos versiones acerca de la regionalización. Una que apuntaba -y sigue apuntando- a la liberalización de las economías y la apertura de los países a intercambios comerciales, y otra que privilegiaba el diálogo político, la inclusión social y la unidad latinoamericana.
Las distintas voces que reclamaban una versión de la unidad regional por fin tuvieron eco, y el continente confirmó una disidencia contundente y digna frente a un modelo de desarrollo que terminó por agotar nuestras economías, con un saldo social difícilmente reparable en el corto plazo.
Con ese renovado espíritu de unidad latinoamericana surgieron espacios de cooperación y concertación política, que derrumbaron las barreras instaladas en la lógica arbitraria de la Guerra Fría, de la que el continente fue víctima, salvo por la heroica actitud de un puñado de naciones que desde la periferia comprobó la viabilidad del No Alineamiento. Se trató de un esquema de cooperación multilateral que orgullosamente tuve la dignidad de presidir en mi paso por la presidencia de Colombia.
De esa actitud revolucionaria y reformadora nació una armonía política que desafió el aislamiento a Cuba, los dogmas del neoliberalismo, la actitud aún colonial de algunas potencias y el injerencismo; e hizo suyos lemas progresistas, reflejo de pasivos que por décadas nuestros Estados tuvieron con millones de ciudadanos.
Con el rechazo al Alca se allanó el camino para proyectos regionales autónomos como Unasur y CELAC, que han promovido proyectos que estén del lado de los más vulnerables, en favor de una infraestructura que nos acerque, de unas fronteras que sean espacios donde la identidad se funda, y de escenarios de participación política para que desde abajo, al tenor de la soberanía popular, se transforme la región.
Felicito a Juan Manuel Karg y Agustín Lewit por esta publicación, que nos recuerda una lucha que debemos asumir como deber indeclinable, en el largo camino por construir el ideal noble de la unidad de nuestros pueblos.
ERNESTO SAMPER PIZANO
Secretario General de UNASUR
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