Revista Idelcoop nº 243 - Julio 2024 - ISSN Electrónico 2451-5418 / Sección Reflexiones y Debates
Idelcoop Fundación de Educación Cooperativa
Resistencias al proyecto Neoliberal: una subjetividad otra desde la propuesta de la Economía Social y Solidaria.
Jazmín López de Armentia[1]
Introducción
El neoliberalismo tiene por fin la construcción de una sociedad de libre mercado regida por la competencia, que requiere de un intervencionismo jurídico por parte del Estado y una nueva forma de subjetividad (Saidel, 2016). En Latinoamérica, el desarrollo de sus políticas llevó a un fuerte crecimiento del desempleo, la pobreza y la precarización; produciendo subjetividades atravesadas por relatos donde se revaloriza lo individual y se desprestigia lo colectivo. A través de nuevos mecanismos de disciplinamiento, el orden neoliberal anula la existencia de les otres y construye sujetes conforme a las exigencias del mercado, creando “un gobierno del alma en un espacio en el que la sujeción ahora pasa por la tensión entre la inclusión y la exclusión social”. (Carballeda, 2022: 74). De este modo, se promueve y justifica la desigualdad proponiendo soluciones individuales y focalizadas frente a la conflictividad social que sus políticas generan. Sin embargo, en contraposición surgen estrategias de los sectores populares, entre ellas prácticas de ESS, que generan disputas políticas, ideológicas y territoriales contra las exclusiones del sistema capitalista y sus lógicas de acumulación de la riqueza.
Desde este marco, el siguiente artículo propone identificar algunos elementos fundamentales de la Economía Social y Solidaria (ESS) para tensionar y producir subjetividades otras que resisten al proyecto neoliberal. Partiendo de comprender la subjetividad como un campo de disputa que puede reconstruirse (Carballeda, 2022), en primera instancia se recuperan conceptos centrales del orden neoliberal, mediante los estudios filosóficos y políticos de Michel Foucault y otres autores contemporáneos. A partir de ellos, se propone comprender el neoliberalismo como forma de gobierno y de producción de subjetividad, que se asienta a través de diferentes mecanismos de control. Haciendo hincapié en sus diferentes mecanismos, se identifica la competencia generalizada como ordenador social y a la lógica de empresa en cada ámbito decisional (Saidel, 2016). Luego, en un segundo momento se abordan los aportes de la ESS brindados en los últimos años, en pos de identificar su potencia en la construcción de una economía otra y de un proyecto social que atraviese la producción de subjetividades desde una dimensión solidaria.
Aspectos históricos conceptuales del neoliberalismo en Argentina
El Estado benefactor tenía como objetivos mantener altos niveles de ocupación y de poder adquisitivos, estableciendo un proyecto económico basado en una economía pública que permitiría legitimar las acciones de gobierno (Huerta Moreno, 2005). En este contexto, los mercados internos crecían en relación a las políticas de inversión y de gasto público, propias de la propuesta económica keynesiana. Como resultado de ese período, desde fines de 1930 hasta la década de 1970, se vivieron años de expansión del capitalismo mundial. No obstante, este proceso es interrumpido en un contexto económico e ideológico mundial donde emergen propuestas económicas y políticas opuestas a la acción pública y a la figura estatal, producto del agotamiento de la expansión capitalista.
Desde la década del 70 quedan atrás la estabilidad económica con tasas de interés fijas y tipos de cambio, que brindaban certidumbre a las finanzas internacionales y a los países para la planificación económica. A partir de allí, comienzan a desarrollarse una serie de políticas neoliberales que pretendían realizar una reestructuración económica y una modernización institucional, aumentando su productividad y mejorando la integración en los flujos financieros y el comercio internacional. Estas medidas -desde la década del 90- fueron guiadas por el Consenso de Washington, e incluyeron reorientaciones del gasto público, disciplina fiscal, liberalización de las tasas de intereses, apertura económica, un tipo de cambio competitivo y la descentralización de las funciones del Estado. Parte de este proyecto, implicó también la transformación del rol del Estado en las áreas de salud, educación y seguridad social, mientras que paralelamente se apoyó el crecimiento del área de seguridad (Orlansky, 2005), el avance de las privatizaciones de empresas de servicios y la desindustrialización.
En Argentina, pueden identificarse dos periodos que permitieron la instauración del Estado neoliberal (Ferrer, 2012): el primero comprendido por la última dictadura cívico-militar y el segundo; un gobierno constitucional entre los años 1989 y 2001. En relación a la primera etapa, los instrumentos utilizados para su consolidación fueron la apreciación del tipo de cambio y las políticas de desregulación financiera, en un contexto de desequilibrio macroeconómico y de consecuente aumento de la deuda. En este marco, se produjo un fuerte deterioro del tejido económico y social consolidando la destrucción de la matriz productiva del país (Ferrer, 2012), al mismo tiempo que se desarrollaba un plan sistemático de disciplinamiento social (Retamozo, 2006) para imponer el régimen mediante el terrorismo de Estado.
Las profundas transformaciones de esta primera etapa constituyeron los pilares de la segunda, que se caracterizó por un régimen basado en un tipo de cambio fijo con el dólar estadounidense; el avance sobre bases legales y un contexto donde organismos internacionales refinanciaban deudas. Asimismo, mediante las políticas de desregulación, apertura y liberalización económica, se desplegó un dispositivo discursivo que legitimaba el régimen donde lo importante era “transferir el comando de sectores fundamentales a manos privadas, principalmente extranjeras, para que, gobierne quien gobierne, el poder del Estado estuviera disperso en sus diversas jurisdicciones y fuera incapaz de ejecutar políticas públicas amenazantes para la financiarización y la distribución existente del poder” (Ferrer, 2012: 101).
Las medidas llevadas adelante en esos años, provocaron en nuestro país un fuerte incremento de la desocupación, precarización y flexibilización laboral, que llevó por un lado a una reconfiguración de la vida cotidiana y de las formas de sociabilidad (Retamozo, 2006) y por otro, al despliegue de estrategias para gobernar frente a esta conflictividad social (De la Vega, 2021). En la dimensión simbólica, las estrategias implicaron la redefinición de los asuntos que la política debía resolver, mientras que, en la dimensión social, las necesidades sociales fueron comprendidas en términos individuales.
En este contexto, los procesos de producción de subjetividades fueron desarrollándose sobre la base de responsabilizar a las personas frente a la realidad, proponiendo mecanismos de disciplinamiento para exaltar la libertad de mercado y “la proliferación de modos de vida que reorganizan las nociones de libertad, cálculo y obediencia, proyectando una nueva racionalidad y afectividad colectiva” (Gago, 2014: 10). De esta forma, se fue configurando una subjetividad neoliberal que potencia el egoísmo individual, transforma la responsabilidad social en responsabilidad individual y propone la competencia como el modo de conducta universal para alcanzar nuevas ganancias.
Estas etapas consolidaron el Estado neoliberal (Ferrer, 2012) en Argentina, pero es posible identificar posteriormente fases de reinstauración del neoliberalismo con el gobierno de Mauricio Macri (García Delgado, 2017) y en el actual gobierno de Javier Milei. Sus características son diferentes a las imperantes en los años 70 y 90, pero contienen aspectos constitutivos de una versión neoliberal doctrinaria basada en una sociedad de mercado, el borramiento de lo colectivo y la teoría del derrame como utopía (Piñero, 2019).
Por un lado, el gobierno de Mauricio Macri, se caracterizó por una lógica financiera de endeudamiento internacional y por la consolidación de un bloque de poder neoliberal (Lazaratto, 2013) sobre la base de la alianza entre inversores internacionales, empresas privadas y bancos. En ese escenario, el Estado se consolidó como el principal asegurador de esta lógica a partir de la toma de decisiones en pos de su beneficio.
En la actualidad, en el primer semestre del mandato de Javier Milei, se han propuesto una serie de medidas bajo el lema “no hay alternativa al shock” para la “refundación del país”. Sobre estos principios ha comenzado un ajuste económico ortodoxo que excede lo fiscal, empobreciendo al conjunto de los sectores populares y que promete ser aún peor. Su plan de gobierno combina una desproporcionada suba de precios y tarifas, recorte del gasto público y un congelamiento de los salarios en el marco de medidas extremas de desregulación económica, acompañadas por profundas prácticas represivas.
Pensar las diferentes etapas de consolidación y restauración del Estado neoliberal en nuestro país, permite identificar la existencia de diferentes versiones que han tenido en común la introducción de una lógica de empresa en cada ámbito decisional y la competencia como ordenador social (Saidel, 2016). Configurando de esta forma “una tecnología de gobierno que interviene sobre el ambiente, intentando configurar modos de conducirse, pensar y desear, con el objetivo de crear las condiciones de una autogestión y autovigilancia que permitan a los sujetos desenvolverse en el mercado a través de una ética (auto)empresarial” (Saidel, 2016:137).
De este modo, el neoliberalismo no puede ser definido únicamente por las transformaciones económicas y políticas, sino que debe considerarse el orden ideológico en el que se inscribe. Los estudios de autores/as contemporáneos como los de Richard Sennett, Axel Honneth, Jürgen Habermas, Luc Boltanski y Eve Chiapello, o François Dubet permiten identificar las transformaciones asociadas al neoliberalismo más allá de las políticas públicas y la estructura económica, haciendo hincapié en su alcance en la racionalidad, la moralidad y los criterios de justicia (Prestifilippo y Wegelin, 2015).
Sobre esta línea de análisis, los estudios Michel Foucault sobre el neoliberalismo posibilitan comprenderlo como un objeto singular e histórico que debe examinarse desde su práctica gubernamental. En su consolidación, existe una racionalidad política que guía su estructura, sostiene las relaciones de saber- poder legitimando “el orden de lo verdadero” (Foucault, 2007: 53) y trazando las particularidades de una gubernamentalidad específica.
Desde esta perspectiva, no es posible comprender al neoliberalismo como una mera continuidad del liberalismo. Su trama histórica se desplaza de la racionalidad liberal -centrada en garantizar la libertad económica limitando la intervención gubernamental de un Estado fuerte-, hacia la racionalización del arte de gobernar. Así, el rol del Estado es “un arte general de gobernar los principios formales de una economía de mercado” (Foucault, 2007: 157) asegurando el funcionamiento de la maquinaria capitalista. En tanto que su racionalidad política específica constituye una tecnología de saber-poder que interviene sobre la sociedad “para que los mecanismos competitivos, a cada instante y en cada punto del espesor social, puedan cumplir el papel de los reguladores” (Foucault, 2007: 179). En este entramado, se va configurando un gobierno de sociedad cuya forma de gubernamentalidad se basa en mecanismos de competitividad sin límites y la formación de “una sociedad de empresa” (Foucault, 2007: 182) con un orden jurídico- económico que da forma a su estrategia económica.
De este modo, Foucault (2007) aborda la cuestión del gobierno neoliberal desde dos niveles: por un lado, la reflexión sobre la racionalidad liberal estableciendo la competencia como principio que enmarca las prácticas y las conductas. Luego, en un segundo nivel desarrollado en lo micropolítico, donde la subjetividad que se conforma es propia de un «homo oeconomicus neoliberal» y que refiere a une individue «empresario de sí mismo».
Para comprender esta noción del sujete como «empresario de sí mismo», se vuelven fundamentales los aportes de Schultz, Becker y Mince en torno a la «teoría del capital humano». Si bien el desarrollo de esta teoría requiere de un abordaje más profundo a los fines propuestos del presente artículo, solo se recupera la restitución que realiza al respecto Foucault.
El capital humano constituye una serie de elementos culturales, físicos y psicológicos que les sujetes deben invertir para valorizar su propia existencia. De esta manera, cada sujete posee un capital cuya maximización será recompensada a través de su incremento y de la satisfacción de sus necesidades; pero si no hace un uso responsable de éste, deberá asumir los costos. Así, la idea de capital humano transforma al trabajador en alguien que debe invertir en su capital para obtener una renta, debe posicionarse en el mercado y aumentar sus capacidad y competencia; es decir, devenir en empresa.
En ese marco, la teoría neoliberal produce la escisión entre la política económica y social, proponiendo una política social de carácter individual, donde cada sujete debe asumir los riesgos de su propia existencia como un empresarie de sí mismo. Allí, la economía es regulada por las leyes del mercado y mediante la libre competencia se pretende expandir las libertades de les ciudadanes; estimular su creatividad, innovación y desarrollo económico. Por lo cual, cualquier intervención que perturbe dicho ajuste automático del mercado afecta su equilibrio natural. De ahí que la intervención Estatal en materia económica, social y política sea rechazada y considerada dañina para la sociedad.
A su vez, cabe mencionar que la gubernamentalidad neoliberal incrusta este modelo de empresa en la sociedad y produce transformaciones en todos los ámbitos de la vida cotidiana, definiendo una forma de sociedad y un modo de existencia. Esta visión implica una mutación de los roles otorgados al Estado, al mercado y a la sociedad civil, suscitando profundas transformaciones en los procesos de subjetivación. En este sentido, la identificación de estas conexiones nos permite pensar y vincular sus prácticas tanto intersubjetiva como subjetivamente y entender al neoliberalismo como un entramado de saber/poder/subjetivación.
A lo largo de los años, diferentes estudios identifican como un dispositivo clave en los procesos de producción de subjetividad neoliberal al endeudamiento, en tanto se reproduce la lógica de la renta a todas las actividades que produzcan algún valor. En muchos casos, el endeudamiento permitió impulsar reformas apoyadas por potencias y organismos multilaterales de crédito que desmantelaron las políticas de bienestar y les sujetes fueron concebides como portadores de capital y gestores de sus propios riesgos, erosionando las lógicas de solidaridad. Así, se construyó un relato neoliberal que promete una ampliación de autonomía, posibilidades de consumo y goce (Saidel, 2016), pero precipitando a “la condición existencial de este hombre endeudado, responsable y culpable de su propia suerte” (Lazzarato, 2013: 47).
La subjetividad -dentro del orden neoliberal- constituye un proceso de disciplinamiento, acompañado de diversos mecanismos de “normalización” donde se exalta la libertad de mercado y donde se busca la reducción de la conflictividad propia de la forma de acumulación capitalista. De esta manera, en tanto efecto de un modo específico de gubernamentalidad, la subjetividad se ha constituido en un aspecto central en su implementación, derramando la lógica empresarial hasta en las prácticas más cotidianas a través de dispositivos de control (Deleuze, 1996) como la competencia generalizada y la deuda. En referencia a la competencia generalizada, la figura central es la empresarial donde cada persona es considerada conforme al capital que posee y debe invertir en sí misma. Mientras que, en la deuda, la centralidad gira en torno a la producción de sujetes que deben aceptar la precariedad existencial (Saidel, 2016). Esta extensión de las lógicas neoliberales a las relaciones culturales, políticas, sociales y económicas, da cuenta que no es solo un modo de producción económico, sino que constituye una forma de gobierno que se asienta mediante dispositivos de control.
Estos diferentes dispositivos del orden neoliberal, construyen una subjetividad que incita a les individues a adoptar prácticas de competencia, resignándose a la realidad social y erosionando todo lazo de solidaridad con les otres. Desde este marco, es posible comprender que los procesos de subjetivación son una construcción social, política e histórica, que parten de prácticas donde se funden interacciones de lo individual con lo colectivo (Carballeda, 2022) y se construyen formas de resignación frente al orden neoliberal, pero también formas de resistencia. A partir de allí, la subjetividad se configura como un campo de disputa (Carballeda, 2022), donde hay una búsqueda por la integración social perdida a partir de resistencias, entre ellas las ejercidas por la ESS.
En este sentido, en el siguiente apartado se propone recuperar los aportes de la ESS, visualizando su potencial para pensar en “la posibilidad de reconstruir subjetividades, descolonizarlas, generar una línea de fuga que permita salirse de la ensoñación-pesadilla que el neoliberalismo impone” (Carballeda, 2018: 82). Esto implica resistir a estos sistemas normados por la razón neoliberal, tensionando, construyendo y reivindicando las experiencias emancipatorias del patrón de poder vigente.
Conceptualizando la Economía Social y Solidaria
La ESS es aún una teoría en construcción que propone un nuevo rol de la economía cuestionando aquellas teorías del desarrollo centradas en el crecimiento económico. En Latinoamérica, el surgimiento de las perspectivas teóricas vinculadas a la ESS emergen como consecuencia de diversos factores, entre ellos se destacan por un lado las políticas de corte neoliberal desarrolladas en la década de 1970, que dieron lugar al surgimiento de prácticas solidarias en un intento de resistencia a la profunda crisis, y por otro lado, la vuelta a la democracia en diferentes países latinoamericanos desde 1980, que significó su reconocimiento en tanto alternativa (Maldovan Bonelli, 2018). Posteriormente, en la década de 1990 se instaló un profundo debate conceptual que implicó discusiones respecto a la delimitación y diferenciación entre la Economía Social (ES) y la clásica.
En esta línea de análisis, las fuentes históricas del concepto de la ESS tienen su origen en las experiencias cooperativas y de asociativismo. Estas prácticas en los últimos años se expanden a través de organizaciones no gubernamentales y cooperativas internacionales, caracterizándose por el apoyo a iniciativas de trabajadores frente a las políticas neoliberales. Cabe mencionar que estas propuestas emergen en un contexto donde la economía -en términos formales- es identificada con el sistema de mercado. Allí, cada persona debe responsabilizarse de su situación y maximizar el intercambio a través de la competencia, sobre un sistema meritocrático justo donde se obtiene del mercado lo que se merece (Coraggio, 2018). De esta forma, las relaciones sociales se basan en un “egoísmo utilitarista, en el oportunismo, en la irresponsabilidad por la suerte de los otros miembros de la sociedad y de la naturaleza” (p.15).
Partiendo de comprender que la economía no constituye un mero sistema de intercambio sino una construcción histórica, es posible identificar cómo ésta da forma a procesos culturales, valores y principios. Así, bajo una estructura de control global que el sistema impone a través del dominio del capital, se ha establecido la idea moderna de una única forma posible de economía: la capitalista. En ella, se establecen como centrales las ideas de la riqueza como valor de cambio y la acumulación ilimitada de capital, promoviendo una completa indiferencia hacia las destrucciones que esas lógicas generan.
Dentro del pensamiento neoliberal, se afirma que la economía global de libre mercado es el destino de la sociedad, siendo necesario acelerar sus procesos de construcción expandiendo este modelo. Estas transformaciones no evalúan los impactos sociales, ecológicos y políticos, sino que los consideran como costos inevitables para ingresar a la nueva etapa del progreso humano (Coraggio, 2009). Sin embargo, la propuesta de la ESS se nos presenta en contraposición. A través de una reconceptualización teórica de la economía, cuestiona por un lado la construcción del homo economicus utilitarista representado por un sujete maximizador de utilidad, individualista y competitive dentro de la lógica neoliberal; y por otro; la idea de una economía como ciencia que se explica a sí misma (de Mendiguren, J. & Etxezarreta, 2015).
Para introducirnos en el abordaje de la ESS, resulta necesario establecer algunas diferencias presentes entre las definiciones de economía propuestas por la perspectiva formal y por la sustantiva. Desde una lógica formal, la economía es considerada como una ciencia social que estudia la manera de economizar los recursos escasos en pos de beneficios individuales (Mochón Morcillo y Beker, 2008). Es decir; se refiere a una economía de mercado donde se prescinde de cualquier tipo de valor y principio ético.
Por otro lado, desde una perspectiva sustantiva, la economía es estudiada para la satisfacción de las necesidades de las personas. Sobre esta línea, se enmarca la propuesta de la ESS entendida como una parte constitutiva de los procesos sociales. Su desarrollo requiere de una reorientación del sistema económico para la reproducción ampliada de la vida, tensionando de esta forma los principios fundamentales de la economía de mercado.
Asimismo, para comprender la ESS y analizar sus comportamientos sociales, económicos y culturales se vuelve fundamental considerar sus características dentro de un contexto histórico más amplio. En Latinoamérica, los aportes conceptuales brindados por Razeto, Coraggio y Singer, han sido fundamentales para reconocer formas de economía cuyos paradigmas se establecen sobre la base de lazos de solidaridad y cooperativos, para contribuir al bien común.
Razeto (1984) en la década del ´80 formula el concepto de “Economía Popular Solidaria” dando lugar a un profundo cambio interpretativo de las iniciativas populares. Estos aportes, permitieron el pasaje del prisma de la economía informal al de la economía social y solidaria (Wanderley, 2017) haciendo un profundo hincapié en el rol que desempeñan estas prácticas en la sociedad y en la economía. Inspirados también por el marco teórico marxista, las iniciativas de les trabajadores de la economía social y solidaria fueron interpretadas como experiencias no capitalistas con un fuerte potencial emancipador y contrahegemónico.
Por su parte, Singer se desempeñó como secretario nacional de Economía Solidaria en Brasil, aportando una visión que contrapone la economía solidaria con la capitalista. Profundizando en el carácter democrático de la ES, sostiene como su principal sentido la democratización de la economía basada en la autogestión mediante una alianza con la pequeña producción simple y la economía de autoconsumo. Para él, la ES constituye una respuesta a la contradicción existente entre el capitalismo y la democracia, donde el Estado tiene un rol fundamental no solo como redistribuidor; sino también en las negociaciones entre empresaries y movimientos sociales. A su vez, señala el papel fundamental del feminismo para modificar las relaciones en la economía doméstica y remarcó la resistencia de les excluides ante el modelo neoliberal (Singer, 2001).
Por otro lado, en Argentina se destacan los aportes de Coraggio (2011) quien define la ESS como un “sistema económico cuyo funcionamiento asegura la base material integrada a una sociedad justa y equilibrada” (p. 380) y “como un proyecto de acción colectiva […] dirigido a contrarrestar las tendencias socialmente negativas del sistema existente con la perspectiva —actual o potencial— de construir un sistema económico alternativo” (p. 380). Asimismo, plantea los elementos constitutivos de la ESS: la consolidación de comportamientos solidarios, una economía incluyente, la centralidad en el valor de uso y la no exclusión del Estado ni del mercado (Coraggio, 2009). Desde estos aportes, identifica dos fenómenos fundamentales para su comprensión; por un lado, el problema del sistema cooperativo frente al encuentro con el mercado capitalista, donde le introyectan una serie de valores y motivaciones que son propias de este mercado y se rigen por sus lógicas individualistas y competitivas. Y por otro, el desarrollo de políticas focalizadas en sectores de extrema pobreza que han resultado insuficientes para compensar los efectos del neoliberalismo.
Estos estudios desde distintas perspectivas dejan entrever que la ESS se configura como un campo que busca comprender diversas formas de organización económicas: cooperativas, fundaciones, mutuales, entre otras. Las cuales se presentan como formas de resistencia a las lógicas empresariales centradas en la maximización de ganancias. A su vez, permiten avanzar en la idea de la construcción de una ESS en una realidad contradictoria con múltiples procesos, proyectos y sujetes que incluyen en sus luchas la construcción de una economía sustantiva que se oriente a la reproducción y desarrollo de la vida de todes.
Para la ESS, el principal objetivo es la satisfacción de las necesidades de todas las personas en equilibrio con la naturaleza, donde el crecimiento es una condición para la economía, pero no un fin en sí mismo. De esta manera, evaluará los procesos productivos conforme a la estructura, calidad social e impacto ambiental y no solo por su valor monetario (Coraggio, 2020). Asimismo, -en tanto sistema de producción de bienes y servicios con base en las necesidades comunitarias- la ESS permite la construcción de principios económicos diferentes a los del neoliberalismo, dando lugar a que emerjan prácticas, valores y subjetividades otras.
En otras palabras, estas características de la ESS, dejan entrever que es un campo atravesado por diversas epistemologías y posicionamientos históricos. Esto le permite abrirse a nuevos debates, aportando desde la teoría y la práctica la producción de sentidos, principios e instrucciones económicas sobre la base de la solidaridad, redistribución y reciprocidad. A su vez, propone que los mecanismos de mercado regulados política y socialmente recuperen el valor de lo comunitario, orientándose por un principio ético de reproducción y desarrollo de la vida.
En este sentido, parte del aporte central de esta teoría en el espacio de lo económico, consiste, por un lado, en advertir el carácter extractivita, excluyente y opresor de las prácticas neoliberales. Mientras que, por otro, posibilita la existencia de otros modos de conocimiento y significación de lo económico permitiendo pensar en la construcción de una subjetividad otra. En esta línea de análisis, en el siguiente apartado se propone profundizar esta propuesta en pos de establecer algunos elementos fundamentales para dicha construcción.
Hacia una subjetividad otra
El proceso de conformación de una economía otra propuesto por la ESS, implica complejizar no solo prácticas económicas, sino también sociales. Se busca valorar los procesos mediante los cuales les sujetes satisfacen sus necesidades, pero también se propone un proyecto social donde se transformen las formas de producción, distribución y consumo. Estas acciones emergen de un aprendizaje colectivo, donde se valoran la diversidad de principios, prácticas y sujetes, en pos de avanzar hacia una reproducción ampliada de la vida de todes.
Sobre esta línea, se identifican estudios que buscan una comprensión más profunda de las prácticas de ESS, en el universo de la producción y del trabajo. Sus hipótesis giran en torno a la idea de procesos de subjetivación que permitan la singularización y el intercambio solidario. Sostienen el surgimiento de una nueva subjetividad emancipadora sobre la base de una sociabilidad comunitaria donde emerge un sujete participante y active. Desde allí, se propone la posibilidad de generar formas más solidarias de existencia, transformando el mundo social (Veronese, 2007).
Resulta pertinente mencionar que los procesos de subjetivación refieren a la construcción de subjetividades en movimiento (Guattari, 1995) que se produce en diferentes sentidos; por un lado, -en tanto acción y práctica- implica una relación del/la individuo consigo misme (Foucault,2002) y el establecimiento de un vínculo con les otres. Pero a su vez, se produce en un territorio y en un lugar situado, configurándose, así como uno de los rasgos centrales de este proceso.
En esta línea de análisis, los procesos de subjetivación se sitúan espacial y temporalmente, expresando una forma de vida por la cual les individuos devienen en sujetes. Este proceso se conforma por diferentes valores, concepciones, prácticas y acciones que se inscriben en elles. En este sentido, también es posible comprender que dichos procesos se configuran como actos de ruptura frente aquello que se presenta como instituido. De esta forma, la subjetivación -en tanto desplazamiento- puede configurarse como una fuga frente aquello normalizado, deviniendo así, subjetividades que resisten a la dominación (Murillo, 2003).
Estos aportes, permiten comprender que la subjetividad no atañe a una esencia interna de les individues, sino que tiene un carácter social: se configura en las experiencias y relaciones compartidas con les otres, en momentos históricos concretos. Así, introducirnos en su análisis permite reconocer a las prácticas de ESS, como espacios de resignificación de lo instituido y de configuración de lo instituyente, radicando allí su potencial transformador.
A diferencia de la subjetividad neoliberal, la construcción de una subjetividad otra parte de una reconfiguración del lazo social, configurando una “...acción de reflexividad sobre lo político y la política que rompe con los determinismos, abre opciones para la actuación social, permite la emergencia de la novedad” (Montenegro, 2018:15). Lo cual implica identificar y analizar esas “posibilidades, las líneas de fuga, los puntos de quiebre, las rupturas de la tradición y la institución emergente sobre lo instituido” (Montenegro, 2018: 16).
En este sentido, uno de los elementos fundamentales de la ESS que contribuye a la construcción de una subjetividad otra es el concepto propuesto de sujete. En el campo de la ESS, diversos autores - entre ellos Veronese, Coraggio y Gibson-Graham- identifican a un nueve sujete económico que actúa en busca de otro orden social y económico. Su diversidad de prácticas y las particularidades de los territorios donde se inscriben, dan cuenta de la imposibilidad de definirle (Gamba, 2012). Sin embargo, pueden identificarse ciertas particularidades. Sobre esta línea, se vuelven fundamentales los aportes de Polanyi (2007) quien estudia la existencia y permanencia de las prácticas de ESS, identificando lógicas diferentes a las capitalistas. Una de ellas, es la búsqueda de la reproducción ampliada de la vida, reconociendo no solo el vínculo con les otres y la naturaleza, sino también el impacto de sus acciones en los niveles micro, meso y macro (Coraggio, 2009). Este ejercicio consciente de la transformación da lugar al surgimiento de nueves sujetes, desde una “micropolítica de la autotransformación” (Gibson-Graham, 2007, p. 163).
Centrando nuevamente la discusión en les sujetes de la ESS, Coraggio (2007) menciona la reproducción ampliada de la vida como su elemento central que requiere la liberación del sujete y el desarrollo de una racionalidad reproductiva. La ESS propone una economía con mercado no de mercado (Coraggio, 2007) lo cual permite una mayor cohesión social, fundamental para la institucionalización de esta racionalidad.
En relación a la racionalidad, Coraggio (2007) señala que la ESS refiere a la importancia de maximizar la capacidad del sistema económico para desarrollar y reproducir la vida humana. Desde este posicionamiento, la mercantilización de todos los ámbitos de la vida en pos del crecimiento ilimitado ha demostrado ser destructivo de la vida generando exclusiones sociales masivas y profundos daños ecológicos. Frente a esto, la propuesta de la ESS, requiere pasar de una ética de la irresponsabilidad característica del capital, a una ética de la responsabilidad hacia les demás sujetes y la naturaleza, configurando una solidaridad sistémica. De este modo, es posible identificar otro elemento fundamental para la construcción de una subjetividad otra: la solidaridad.
Las prácticas de ESS vinculan la economía con los derechos sociales, la cultura, la autogestión y la democracia participativa. De esta forma reafirman el reconocimiento de las diversidades y el entorno natural, lo cual implica el despliegue de las subjetividades de les sujetes en el contexto de la comunidad.
Según los aportes de Razeto (1993), la solidaridad y la economía se han establecido históricamente como categorías opuestas y separadas. La ciencia económica clásica no incluye en sus desarrollos teóricos el concepto de solidaridad, siendo el cooperativismo y la teoría económica de la solidaridad quienes proponen su incorporación con el objetivo de reformular las leyes y principios de la teoría económica capitalista. Esto implica principalmente dos cuestiones: por un lado, la revalorización del trabajo frente al capital, y por otro, la incorporación de la comunidad como categoría organizadora. De esta manera, se establece la búsqueda por la integración social perdida -producto de las lógicas neoliberales-, a través de la construcción de objetivos colectivos sobre bases solidarias.
La idea de una solidaridad sistémica fundada en los conceptos de ciudadanía social y redistribución a través de una economía otra es fundamental para constituir una lógica que se anteponga a la empresarial. En este contexto, la participación de les sujetes -en tanto conjunto de acciones de organización y movilización- permite colectivizar las prácticas y objetivos vinculados a las condiciones de vida (Clemente, 2016).
La noción de participación presente en la ESS tiene que ver justamente con la posibilidad de transformación de la realidad a través de colectivizar sus estrategias para alcanzar sus objetivos, constituyendo así otro de los elementos fundamentales para repensar la subjetividad.
Los procesos de subjetivación se configuran como prácticas sociales políticas que incluyen relaciones de intercambio con otre, en el marco de acciones para garantizar su reproducción en contextos desfavorables (Bráncoli, 2021) teniendo como base principios de bien común. De esta manera, los procesos de subjetivación no se presentan como individuales, sino como procesos de socialización (Carballeda,2022) que interpelan al individualismo y el disciplinamiento propuesto por el orden neoliberal.
De acuerdo con los aportes de Findling y Tamargo (1994) la participación hace referencia a la capacidad que tienen las personas de intervenir en la toma de decisiones en todos los ámbitos de su vida cotidiana. Implica una acción, pero también expresa una voluntad y una direccionalidad en las determinaciones, que conlleva a una resignificación de las fronteras entre lo público y privado incidiendo en el entorno y en les sujetes (Rofman,2016).
Siendo conscientes de la complejidad que implica el desarrollo de una economía otra, los elementos mencionados se vuelven fundamentales para pensar en prácticas de ESS, que contribuyan a la acción y a la configuración de una dimensión simbólica que resista al orden neoliberal.
Avanzar en esta orientación requiere la lucha por recursos, pero también llevar adelante una disputa de sentidos frente al alcance económico, cultural y político del neoliberalismo. Implica pensar e identificar acciones que contrarresten y tensionen los dispositivos de control neoliberal que “pretenden formatearnos como productores y consumidores egocéntricos, poseedores insaciables y eternamente insatisfechos” (Coraggio, 2018:15). Allí, radica la importancia de la ESS para pensar en una subjetividad otra, porque “pretende abrir otras formas de relación social, otras formas de ser consumidor y productor, otras subjetividades. Implica recuperar el valor de lo colectivo democrático, de lo comunitario” (Coraggio, 2018: 22).
Desde una dimensión solidaria basada en el reconocimiento de les otres y en la reciprocidad, la ESS nos posibilita otras formas de habitar y construir la economía, poniendo en el centro la justicia social y tensionando las lógicas excluyentes que actualmente nos atraviesan. En este sentido, los elementos identificados se configuran como líneas de fuga que permiten interpelar el individualismo y el disciplinamiento, generando disputas de sentido frente a los mecanismos de opresión y explotación que rigen los procesos de subjetivación neoliberal.
Conclusiones
En el presente artículo se propuso identificar elementos fundamentales de la ESS para tensionar y producir subjetividades otras, que resistan al proyecto neoliberal. Entendiendo que la economía no es una esfera separada, sino una construcción histórica y social, la ESS se nos presenta como un campo atravesado por diversas epistemologías y posicionamientos históricos que se abre a nuevos debates.
La ESS -en tanto proyecto económico y social- aporta a la producción de nuevos sentidos, principios e instrucciones económicas sobre la base de la solidaridad, redistribución y reciprocidad, orientándose por un principio ético de reproducción y desarrollo de la vida. Parte de su aporte consiste en advertir el carácter opresor de las prácticas neoliberales; pero a su vez, posibilita la existencia de otras prácticas económicas y otras formas de conocimiento y significación.
En este sentido, los aportes de diversos autores permiten comprender que el orden neoliberal -en tanto modo específico de gubernamentalidad-, se asienta mediante diferentes mecanismos de control atravesando los procesos de producción de subjetividades, incorporando lógicas de competencia generalizada y de empresa en cada ámbito de la vida cotidiana. De este modo, se identifica cómo configura una subjetividad que exalta la libertad de mercado, potencia el egoísmo individual, propone la competencia como el modo de conducta universal y transforma la responsabilidad social en responsabilidad individual.
Finalmente, partiendo de comprender que la subjetividad se configura en las experiencias y relaciones compartidas con les otres, situadas en territorios y contextos históricos concretos, las prácticas de ESS se vuelven espacios no solo para resignificar lo instituido, sino también para la emergencia de lo instituyente. Las nociones de sujete, de solidaridad y participación se identificaron como elementos vigentes en las prácticas de ESS fundamentales para la configuración de una subjetividad otra, que tensiona y posibilita las prácticas que resisten al patrón de poder vigente.
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[1] Estudiante avanzada de la Licenciatura en Trabajo Social de la Facultad de Ciencias de la Salud y Trabajo Social, Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP). Becaria de investigación categoría “Estudiante Avanzada”, UNMDP. Integrante del Grupo de Investigación Problemáticas Socioculturales, UNMDP. Correo electrónico: jazminlopezdea@gmail.com