Revista Idelcoop nº 238 - Noviembre 2022 - ISSN Electrónico 2451-5418 / Sección Experiencias y Prácticas
Idelcoop Fundación de Educación Cooperativa
Las estrategias asociativas como herramienta para desafiar las limitaciones socio-productivas de los/las apicultores/as. El caso de la cámara de apicultores pampero y la cooperativa de trabajo apícola pampero limitada
María Emilia Estrada [1] y Elian Tourn [2]
Resumen
Tradicionalmente se plantea el despliegue de estrategias asociativas como una forma de empoderar y, consecuentemente, mejorar el posicionamiento de los/las apicultores/as dentro de la cadena productiva en la que se desenvuelven, particularmente aumentando el poder de negociación “aguas abajo” y “aguas arriba” en la dicha cadena, es decir, tanto frente a proveedores/as de insumos y materiales básicos como frente a acopiadores y/o exportadores, mejorando la rentabilidad económica para el/la apicultor/ra.
Este trabajo describe la experiencia de un grupo de apicultores/as y sus técnicos/as asesores/as que encontraron, a partir de la conformación de dos estrategias asociativas, la Cámara de Apicultores Pampero y Cooperativa de Trabajo Apícola Pampero Limitada, en un periodo de tiempo relativamente corto (2012-2022), la forma de sostener la base productiva regional, en un contexto de factores climáticos adversos y marcos comerciales cambiantes; desarrollar aspectos identitarios que fortalecieron en cierta medida la empatía y los vínculos entre los/as productores/as regionales; agregar valor a la producción y, por ende, mejorar la rentabilidad, dando así mayor estabilidad al sistema productivo, el sostenimiento y la mejora del servicio técnico, y el desarrollo productivo y comercial de productos de excelencia a nivel internacional que lograron ocupar nichos de mercado.
Palabras claves: estrategias asociativas – apicultura - innovación apícola - Cámara de Apicultores Pampero - Cooperativa de Trabajo Apícola Pampero Limitada
Summary
Traditionally, the deployment of associative strategies is proposed as a way of empowering and consequently improving the positioning of the primary producers within the productive chain in which they operate, particularly by increasing the bargaining power "downstream" and "upstream" in the chain productive, that is to say both with suppliers of inputs and basic materials and exporters, improving the economic profitability for the primary producer.
This work describes the experience of a group of beekeepers and their technical advisors that, based on the conformation of two associative strategies, Cámara de Apicultores Pampero and Cooperativa de Trabajo Apícola Pampero Limitada, in a relatively short period of time (2012-2022), the way to sustain the regional productive base in a context of adverse climatic factors and changing commercial contexts; develop identity aspects that strengthened empathy and links between regional producers; add value to production and therefore improve the profitability of the primary producer thus giving greater stability to the productive system; the maintenance and improvement of the technical service; and, the productive and commercial development of products of international excellence that managed to occupy niche markets.
Keywords: associative strategies – beekeeping - beekeeping innovation - Cámara de Apicultores Pampero - Cooperativa de Trabajo Apícola Pampero Limitada
Introducción
Tradicionalmente se plantea el despliegue de estrategias asociativas como una forma de empoderar y consecuentemente reposicionar a los/as apicultores/as dentro de la cadena productiva en que se desenvuelven. Esto se vincula con la posibilidad de aumentar el poder de negociación del productor “aguas abajo” y “aguas arriba” en la cadena productiva/comercial, mejorando, consecuentemente, su rentabilidad económica (Estrada, 2005; Carricart, 2012).
Sin embargo, este tipo de estrategias muestra una alta tasa de rotación, es decir, un número significativo de creación, pero también de “mortalidad” de las mismas, donde solo una minoría logra perdurar en el tiempo detentando un buen desempeño en términos de sostenimiento de los/as asociados/as, variada/adecuada oferta de servicios, proyectos comunes a los/as asociados/as, cuentas saneadas, entre los aspectos más relevantes. Además, es posible observar una evolución que se correlaciona negativamente respecto de los ciclos económicos. Particularmente las estrategias asociativas constituyen una herramienta para el sostenimiento del pequeño/a productor/a y también para los/as trabajadores/as particularmente en los periodos de recesión económica, ejerciendo un efecto refugio del empleo y de las actividades productivas (Sala Ríos et al., 2015).
Si bien la estrategia asociativa se ha presentado tradicionalmente como la panacea en muchos sectores productivos, particularmente en la cadena apícola nacional se ve reforzado su atractivo, dado que la mayor parte de los/as apicultores/as se considera no profesionalizado/a (trabajan con una escala productiva que se ubica por debajo de la mínima rentable, presentando, además, baja disponibilidad de recursos, limitado acceso a la información, baja capacidad de negociación con proveedores y compradores, entre otros factores). En este contexto, las estrategias de producción y/o comercialización conjunta permiten alcanzar ciertos beneficios producto de la disminución de costos, mayor acceso a información, reducción de inversiones individuales, nuevos canales comerciales, mayor poder de negociación y, consecuentemente, mayor rentabilidad, incremento de la productividad, etc.; aspectos inaccesibles individualmente para este segmento de apicultores/as (Estrada, 2019).
Aunque entre los agentes de la trama la estrategia asociativa es la solución “por todos conocida”, con el reconocimiento de que constituye una forma eficaz de organización para la defensa de los/as más débiles de la cadena, la evolución y la consolidación de estas prácticas generalmente se ha visto limitada por diversos factores, entre los que se destaca la conducta históricamente individualista de muchos actores de la cadena, factor detectado en numerosos trabajos (Gorenstein et al., 2000; Estrada, 2005). No obstante, esta característica no dista de la presentada por los actores primarios de otras cadenas productivas nacionales (Lattuada y Renold, 2004; Balestri et al, 2004; Carricart, 2012).
El presente trabajo busca analizar el rol de las estrategias asociativas como forma de apoyo al sector y su contribución a las limitaciones socio-productivas de los productores apícolas. Particularmente se analiza el caso de la Cámara de Apicultores Pampero (CAP), la que agrupa actualmente a 178 apicultores/as localizados/as en las provincias de Buenos Aires, Río Negro y Chubut, y de la Cooperativa de Trabajo Apícola Pampero Limitada (CTAPL), con sede de trabajo en la localidad de Calderón, en el Municipio de Coronel Rosales (Buenos Aires, Argentina), conformada por un equipo técnico constituido por 27 personas, quienes asesoran a los/as apicultores/as y además realizan trabajos de investigación en temas de interés para la apicultura. Estas estrategias asociativas, que trabajan en forma articulada, han mostrado, en un período relativamente acotado de tiempo, un desempeño dinámico, no sólo resolviendo diversas restricciones productivas y comerciales, sino también logrando la continuidad en el acompañamiento técnico más allá de su financiación por parte del estado nacional en el marco del programa conocido como Cambio Rural.
Para el cumplimiento de los objetivos planteados se requirió de un abordaje descriptivo de tipo cualitativo. En primer lugar, se recurrió a fuentes secundarias con el objeto de identificar en qué forma las estrategias asociativas apícolas argentinas han acompañado las principales problemáticas sectoriales en las últimas décadas. En segundo lugar, se recopiló información primaria a través de entrevistas en profundidad semiestructuradas a referentes clave de la CAP (diez asociados/as que ocupan/ocuparon cargos diversos en la misma), de la CTAPL (siete técnicos/as) y de otras estrategias asociativas apícolas nacionales (seis). A la mayoría de los actores se los entrevistó en distintos momentos de tiempo dentro del recorte temporal seleccionado para el trabajo, con el objeto de analizar las estrategias desplegadas por la CAP y la CTAPL para hacer frente a las problemáticas del sector en distintos escenarios sectoriales y macroeconómicos.
Este trabajo se enmarca en el Proyecto de Grupos de Investigación: “Determinantes de desempeño en cooperativas apícolas argentinas. Una propuesta de Buenas Prácticas desde un abordaje multidisciplinar”, de la Universidad Nacional del Sur (Bahía Blanca – Buenos Aires – Argentina).
Los y las apicultores y apicultoras nacionales y las estrategias asociativas
La cadena apícola cuenta con pocos encadenamientos verticales a lo largo del canal productivo/comercial: Productor primario (apicultores/as) – Acopiador – Exportador – Importador. En términos del número de agentes económicos que componen cada eslabón de la cadena apícola se puede decir que estos conforman una estructura piramidal, con una base productiva primaria amplia y atomizada, y con una cúspide constituida por las empresas exportadoras, donde una decena de exportadores concentra aproximadamente el 80% de las transacciones (Estrada, 2015).
De acuerdo con el Registro Nacional de Productores Apícolas (RENAPA online) registró a abril 2021, 15.306 apicultores/as, los/as que manejan en su conjunto unos 44.736 apiarios con casi 3.500.000 colmenas.
En términos espaciales los/as apicultores/as presentan una importante dispersión, aún más acentuada si se considera la localización de las colmenas, la que se ha expandido considerablemente en las últimas décadas, producto de la necesidad de búsqueda de flora melífera, ocupando tanto áreas rurales como ámbitos peri-urbanos en las 22 provincias argentinas.
Se estima que a nivel nacional cerca del 90% de los/as productores/as se consideran no profesionalizados/as, es decir, presentan una combinación de las siguientes características: trabajan con una escala productiva que se ubica por debajo de la mínima rentable, la que se estima para la región del sudoeste bonaerense en unas 900 colmenas[3]; dedicación a la actividad a tiempo parcial; y un limitado bagaje de conocimientos comerciales (Estrada, 2015).
Trabajar con una escala productiva no rentable implica que la actividad no es desarrollada en forma exclusiva. Para un número significativo de productores forma parte de un menú de actividades productivas desplegadas, lo cual es factible dadas las características productivas, como baja inversión inicial, dedicación part time y estacionalidad en la producción, y dentro de las cuales, además, la apicultura, para un porcentaje significativo de ellos, no es la actividad principal.
En este contexto, la proyección del negocio apícola se encuentra limitada por este perfil complementario de la actividad y por la escasez de inversiones específicas destinadas a ampliar escala y mejorar los niveles de rendimiento; ya que generalmente el flujo de ingresos que proviene de la misma se destina a cubrir determinados gastos familiares o de otras actividades productivas, y no a la reinversión, ya sea por una cuestión de necesidad, de subsistencia o por una visión respecto de esta en tanto complementaria.
Asimismo, existe un mayor riesgo asociado a la variación de la escala en este segmento de productores pluriactivos[4] o multiocupados. Permanecer en los estratos más bajos implica una rentabilidad escasa, y hasta negativa en los períodos de crisis. Sin embargo, elevar la escala implica un aumento de la dedicación en desmedro de otra u otras actividades productivas o comerciales, con lo que se incrementa el riesgo global de las actividades desplegadas (Estrada, 2015).
Cabe subrayar que la pluriactividad en el ámbito rural reviste de importancia no solo como fuente complementaria de ingresos, sino también como necesaria para el funcionamiento de la actividad principal, en el sentido de conformar una cartera de trabajo en la que se reduzcan los riesgos inherentes a la actividad agropecuaria (factores climáticos, mercados globalizados, agudización de la capitalización en el sector, estacionalidad, etc.), de tal forma que viabilice la continuidad de la actividad principal.
Además de estas razones de orden técnico-económico, existen otros aspectos vinculados con la dinámica familiar, y de orden cultural y valorativo, tal como la estrategia familiar destinada a mantener explotaciones de baja rentabilidad en el intento de preservar la tradición agrícola familiar/rural o la necesidad de generar autoempleo a escala familiar (Berger, 2003; Craviotti, et al., 2005; González, et al., 2006; Murmis y Feldman; 2006).
Desde el punto de vista del desarrollo regional, la pluriactividad es vista, por un lado, como uno de los principales factores que posibilita la permanencia poblacional en espacios rurales, en un contexto donde las posibilidades de inserción en la actividad agraria decrecen.
Asimismo, para los habitantes urbanos, la apicultura también se constituye en una actividad factible de desarrollarse en simultáneo con otras actividades por su baja inversión inicial y la posibilidad de desarrollarla a tiempo parcial con una concentración del trabajo coincidente con el período estival (y con las vacaciones escolares y receso laboral); a lo que se le suman otros factores tales como el deseo de realizar una actividad independiente, la posibilidad de desarrollarla con el acompañamiento familiar y ser un medio para mantener el contacto con el medio rural/naturaleza.
Una característica presente en la mayoría de los/las apicultores/as es que presentan un perfil individualista, lo que condiciona su desempeño en múltiples aspectos, principalmente en la representación de sus intereses, la capacidad asociativa y el intercambio de las experiencias y conocimiento (Gorenstein et al., 2000; Estrada, 2005).
En las últimas décadas, más allá de las marginales variaciones interanuales, la producción nacional de miel se destina en un 95% del total a la exportación. De esta, la miel exportada a granel, es decir, sin diferenciación, asciende al 99,5%, mientras que solo el 0,5% se exporta fraccionada.
Los obstáculos más restrictivos para salir de la dinámica imperante, de grandes volúmenes exportados a granel son: i) una base productiva mayormente conformada por actores no profesionalizados/pluriactivos, ii) un mercado nacional extremadamente acotado para la miel fraccionada, dada la predominancia de la ausencia en el hábito alimentario de los/as consumidores/as nacionales, sumado a una escueta promoción público y privada a escala nacional; iii) una fuerte injerencia discursiva de los acopiadores (portavoces de los exportadores), centrada en la producción indiferenciada a grandes volúmenes; y iv) las dificultades de los y las productores y productoras nacionales para sostener estrategias asociativas.
Los pequeños y medianos productores, particularmente los no asociados, son funcionales a la señal que les llega desde “aguas arriba” (acopiadores y exportadores), que tiende a promover la estrategia de producción de grandes volúmenes de miel indiferenciada (sin valor añadido), de calidad acorde a los requerimientos de los países importadores y a precios competitivos, a cambio de un beneficio (aunque bajo) en el muy corto plazo, desinhibiendo de esta forma otros procesos que incorporen mayor valor agregado a la producción apícola (producción de otros productos de la colmena además de miel, producción orgánica, certificaciones de calidad, entre otros). El esquema de funcionamiento es robusto, puesto que la gran mayoría de los/las apicultores descreen en otras posibilidades de producción o se muestran muy desalentados/as, producto de los discursos imperantes que refuerzan la idea de producir algo “seguro”, con una demanda “garantizada”, reforzando la idea del statu quo (Estrada, 2015).
En este sentido, las acciones colectivas de los/las productores/as enmarcadas institucionalmente son la clave para mejorar su posicionamiento y evadir el modo instaurado de funcionamiento.
Algunas consideraciones respecto de las estrategias asociativas apícolas en el ámbito nacional
En la Argentina las estrategias asociativas en el eslabón primario apícola son de larga data. Estas se han caracterizado por una importante dispersión en términos espaciales, insertándose prácticamente en todas las zonas productivas.
El movimiento cooperativo sectorial surge en 1938 con la constitución de la Sociedad Argentina de Apicultores (SADA), quien desde sus inicios cuenta con socios/as en todo el país.
Los objetivos que le dieron origen a esta organización no gubernamental (ONG) fueron, en primer lugar, culturales y científicos, destinados al estudio y la divulgación de los conocimientos apícolas; en segundo lugar, la promoción de la unión de los y las apicultores/as a través del fortalecimiento del vínculo societario para representar sus intereses y los de la cadena apícola argentina en general; y, por último, la promoción de la actividad e industrias derivadas. Para materializar dichos objetivos lleva a cabo el dictado de cursos de formación, actividades de difusión y asesoramiento técnico, económico y legal a socios/as (Estrada, 2015).
A esta primera organización asociativa le siguieron otras muchas de carácter provincial, principalmente a partir de mediados de los ’50, período en que la actividad apícola cobró impulso[5], sumado a una proliferación de fundaciones de cooperativas agrarias en su conjunto[6].
Durante la década del ´80 los emprendimientos asociativos que se gestaron estuvieron vinculados a una problemática común: la merma en la producción a causa de problemas sanitarios (Real Ortellado, 2004). En dicho período, según el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES)[7], solo una minoría se encontraba registrado formalmente.
Durante la década del ´90 y hasta la devaluación de la moneda nacional en el año 2002, se concentró la mayor tasa de emprendimientos asociativos formalizados concebidos como una alternativa para los/las productores/as, dada la necesidad de subsistencia en la actividad, tanto por el contexto macroeconómico interno como por la poca competitividad del sector en el ámbito internacional, básicamente por la apreciación del tipo de cambio nacional en este período. Estas asociaciones tenían el objeto de prestar servicios básicos, principalmente proveer el servicio de extracción de miel y de comercialización conjunta, muchos de estos posibilitados por subsidios del estado. Tanto por factores endógenos como por los factores exógenos ya mencionados, los emprendimientos gestados en estos años registraron una alta mortandad.
Durante la primera década de este siglo se produjo un quiebre en la dinámica productiva y comercial de la cadena apícola, producto de una gran crisis sectorial. Desde septiembre de 2003 hasta principios de mayo de 2004, el servicio de Sanidad Animal Nacional (SENASA) recibió desde la autoridad sanitaria del Reino Unido cinco alertas sanitarias y otras tantas desde Canadá, informando el hallazgo de niveles de metabolitos de nitrofuranos (antibiótico utilizado en el manejo sanitario de las colmenas que sería potencialmente cancerígeno) mayores a los tolerados. Esto redundó en grandes pérdidas para el sector, dado que no había mecanismos de trazabilidad de miel implementados. A raíz de este conflicto se pusieron en práctica una serie de normativas que hacen particularmente al manejo sanitario, a la trazabilidad de los productos de la colmena y establecieron requisitos para las salas de extracción, aspectos que impactaron significativamente en la rentabilidad de los/las productores/as. En este contexto, los emprendimientos asociativos se centraron en facilitar la adecuación de sus asociados a los nuevos requerimientos, debiendo en muchos casos replantear los objetivos que les dieron origen.
La carencia de datos estadísticos confiables y desagregados territorialmente para las estrategias asociativas en el sector imposibilita realizar un análisis cuantitativo sobre su evolución. Esto se debe a que, durante varias décadas, muchos de estos emprendimientos se desempeñaron sin estar debidamente registrados (Real Ortellado, 2004), mientras que otros estaban encuadrados dentro de una denominación más general (cooperativas de servicios, cooperativas agrícolas, etc.).
Más recientemente, se conformó el Consejo Federal de SADA, en el año 2017, que representa en la actualidad a unas treinta entidades apícolas[8]. Este Consejo Federal identificó como la principal problemática del sector el modelo agroalimentario nacional, que detenta grandes superficies de monocultivos y prácticas agrícolas basadas en organismos transgénicos y grandes cantidades de agrotóxicos, lo que afecta de manera drástica a las abejas y a la flora apícola. Consecuentemente se propuso generar diferentes acciones que concienticen sobre la necesidad de implementación de un modelo agrícola que garantice la biodiversidad, para que la apicultura pueda ser una actividad sustentable, en equilibrio con este modelo. Otros objetivos establecidos fueron el aumento de valor agregado en los productos de la colmena y el desarrollo de formas alternativas de comercialización a través de las entidades apícolas.
Actualmente, hay unas sesenta organizaciones que nuclean y/o prestan servicios a los apicultores/as, el 71% son cooperativas apícolas, el 19% son asociaciones apícolas y el 10% restante está conformado por cooperativas agropecuarias, de consumo, de servicio y de trabajo. Estas son muy heterogéneas, principalmente en cuanto al número de asociados, alcance regional, trayectoria y beneficios para sus asociados. La siguiente tabla presenta algunas de las estrategias asociativas apícolas destacadas en el ámbito nacional y la razón por la que han sido seleccionadas.
Los proyectos asociativos Cámara de Apicultores Pampero (CAP) y Cooperativa de Trabajo Apícola Pampero Limitada (CTAPL). Principales logros socio-productivos
En el año 1995, en la Estación Experimental Agropecuaria Bordenave del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y en el marco del Programa Federal de Reconversión Productiva para la Pequeña y Mediana Empresa Agropecuaria, más conocido como Cambio Rural[9], por entonces recientemente implementado, comenzó la conformación de grupos apícolas con productores de pequeña y mediana escala de la región de influencia, con el fin de brindarles asistencia técnica y capacitación, facilitarles el acceso a la información, colaborar en la organización grupal, en la incorporación de tecnologías y en la toma de decisiones, por un periodo de tiempo acotado a tres años, y con vistas a que el fortalecimiento de estos grupos permitiera el sostenimiento técnico rentado por fuera del programa a fututo.
En este lugar pionero a nivel nacional en la formación de grupos apícolas[10], rápidamente, en junio de 1996, surgió la necesidad de una identidad en el grupo de Promotores Asesores (técnicos contratados en el marco del mencionado programa), siendo nombrado "Grupo de Asesores Pampero", haciendo referencia a que cada uno/a de los/as integrantes era de distintos lugares y el viento pampero los había congregado.
A comienzos del año 2010 se empezó a gestar una nueva visión respecto del abordaje, tanto de la actividad apícola regional como del rol de los agentes técnicos/as involucrados/as en este programa. Este cambio fue propiciado por la renovación del Agente de Proyecto (coordinador del INTA de los/as promotores/as asesores/as, es decir, de técnicos/as que articulan directamente con los productores/as).
El objetivo principal era darles a los 150 apicultores/as, localizados en nueve partidos del sudoeste bonaerense (Provincia de Buenos Aires, Argentina), que en ese momento integraban quince grupos apícolas, herramientas para reducir su vulnerabilidad productiva y económica en aumento, fruto de la combinación de prolongadas sequías en la región y la significativa merma en la diversidad florística, consecuencia a su vez de los cambios de tecnología a nivel agropecuario, lo que agudizó los ya frecuentes problemas sanitarios en los colmenares, en detrimento de la rentabilidad, y la expulsión de productores/as de la actividad o una práctica de la apicultura bajo la modalidad de supervivencia en forma prolongada en el tiempo (Estrada, 2015).
Si bien las problemáticas que se debieron abordar y el objetivo central no distaban de los de otras organizaciones sectoriales apícolas, sí los mecanismos instrumentados para el cumplimiento de los fines propuestos.
Se fue ideando un ambicioso plan integral a largo plazo que entrelazó tanto aspectos socio-productivos como organizativos, para garantizar la sostenibilidad del asesoramiento técnico, dado que trece de los quince grupos eran financiados por el programa de Cambio Rural, el que, como ya se mencionó, es acotado, puesto que el propósito del mismo es que luego de los tres años de estímulo financiero por parte del estado el grupo consolidado de productores/as pueda hacerse cargo de los honorarios técnicos. Sin embargo, en la práctica, la mayoría (entre el 80-90%) de los grupos se desarticulan cuando cae el financiamiento público, según Gargicevich y Arroquy (2012). Este es el punto más vulnerable del programa.
En este contexto, se trazó una nueva modalidad de trabajo centrada en la búsqueda de nuevas formas de interacción más fluidas y comprometidas entre los técnicos y los/las apicultores/as, de forma tal que posibilitara ciertos procesos de aprendizaje a escala del grupo que trasciendan el corto/mediano plazo y, por ende, la financiación del equipo de técnicos. Según los documentos internos de la CTAPL, se buscó impulsar determinados mecanismos de trabajo, siempre colectivos, ligados a un pensamiento cooperativo y, fundamentalmente, establecidos de acuerdo con las prioridades fijadas por los propios apicultores/as.
En tal sentido, en el año 2012 se gestó la conformación de dos estrategias asociativas: Cooperativa de Trabajo Apícola Pampero Limitada (CTAPL), que nuclea a técnicos/as (los Asesores y el Agente del Grupo de Asesores de la EEA INTA Bordenave), y Cámara de Apicultores Pampero (CAP), que congrega a los/as apicultores/as.
Entre las expectativas planteadas inicialmente por la CTAPL respecto de la CAP, se encontraba:
- que funcionara como una organización de apicultores/as que testeara que los proyectos planteados por el grupo de técnicos/as estuvieran en consonancia con las necesidades de los/as productores/as,
- que contribuyera a establecer un precio justo para los productos veterinarios o servicios a desarrollar/prestar por la CTAPL,
- que facilitara el acceso por parte de los/las apicultores/as de manera democrática a los insumos, materiales, beneficios, etc.
- que fuera el espacio donde se explicitaran las problemáticas del campo a abordar en el ámbito regional, y que esto fuera un disparador de nuevos proyectos, y
- que constituyera la población de testeo de las nuevas prácticas/innovaciones gestadas por el grupo de técnicos/as.
La CAP, por ese entonces (año 2012), ya contaba con 33 grupos de trabajo (de los cuales, en ese momento, 28 pertenecían al programa CR) que congregaban a 333 productores primarios radicados en 25 localidades de trece partidos del sudoeste bonaerense[11], los que en conjunto manejaban unas 101.500 colmenas (datos para abril de 2012). Se estima que estos representaban a más del 60% de los y las productores/as agrupados/as de la región.
La propuesta se centró en generar los recursos económicos como para sostener el vínculo técnico rentado, originando así efectos positivos tanto para los/as técnicos/as, dada la estabilidad laboral, como para los/as productores/as, con la continuidad de asesoramiento técnico idóneo y el aseguramiento de los recursos humanos para dar cumplimiento al plan delineado. Bajo estas ideas, rápidamente en el grupo de técnicos/as se gestaron diversas propuestas surgidas en su mayoría en forma individual, las que fueron desarrolladas y perfeccionadas en el intercambio de opiniones con los pares, los/las productores/as y las y los miembros del Laboratorio de Estudios Apícolas (LabEA-UNS- CIC).
Cabe destacar que el mencionado laboratorio ofrece servicios a terceros/as, los que en gran parte se encuadran dentro de contraprestaciones a productores/as y entidades apícolas que proporcionan parte importante de las muestras y con los que se celebran convenios específicos de cooperación. El LabEA (UNS- CIC) se destaca a nivel nacional por la investigación aplicada, la que se retroalimenta por su estrecho vínculo principalmente con los/as apicultores/as de la zona de influencia. Particularmente se denota el vínculo con la CAP y la CTAPL, dada la proximidad vincular producto de la formación académica de los/as técnicos/as en la UNS. Esto ha posibilitado el intercambio profuso de ideas respecto de ciertas problemáticas económicas y productivas a las que se enfrentan los/as productores/as primarios/as de la región y las alternativas para resolverlas, lo que se ha plasmado en el acompañamiento científico-técnico de numerosos proyectos innovadores vinculados a diferentes tópicos de la apicultura.
El objetivo más ambicioso propuesto en ese momento por la CTAPL fue el desarrollo de un acaricida orgánico para combatir la varroasis (principal enfermedad de las abejas) con beneficios muy superiores a los de los existentes en el mercado y con un costo inferior. La idea se centró en que, en el mediano plazo, este producto pudiera generar los ingresos necesarios para solventar los gastos de funcionamiento de las dos estrategias asociativas. En julio de 2015, Aluen CAP fue aprobado y presentado a los productores en septiembre del mismo año. En diciembre de 2015 cesaron los aportes del Programa Cambio Rural para la gran mayoría de los grupos de productores/as de la cadena apícola.
A este producto se le sumaron otras innovaciones tales como un suplemento alimentario, un dispositivo para la inserción de reinas, y la producción fraccionada de miel y polen diferenciados. Todos estos productos serán presentados con mayor detalle en el siguiente apartado.
Por otro lado, a mediados de 2021, la CAP y la CTAPL junto con el Laboratorio de Estudios Apícolas, LabEA (UNS – CIC) de la Universidad Nacional del Sur (UNS), el Centro de Microbiología Básica y Aplicada (CEMIBA) de la Universidad de La Plata (UNLP), el Centro de Investigación en Abejas Sociales (CIAS) de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP) y el Laboratorio de Palinología y el Grupo de investigación Mieles del NEA de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) crearon la Revista Científica en Abejas y Apicultura EUNK, revista académica arbitrada de acceso abierto, que tiene como objetivo publicar estudios interdisciplinarios sobre las abejas, apicultura y apicultores[12]. En agosto de 2022 se publicó el primer número.
A estos grandes proyectos se suman otros de menor envergadura, aunque no menos relevantes. Entre estos se encuentran:
- Compra intergrupal de tambores, logrando un precio más bajo que el de mercado, financiación y distribución descentralizada de la compra (descarga localidad por localidad).[13]
- Compra conjunta de insumos o materiales, azúcar, insumos para suplementos proteicos, cera, productos sanitarios e indumentaria.
- Capacitación continua de productores/as a través de jornadas periódicas que buscan mejorar las prácticas de manejo sobre los sistemas productivos, presentando, entre otros, los resultados de los trabajos desarrollados en cada grupo, además de ampliar la formación de las/os apicultores/as.
- Generación de información propia de la base territorial de la producción apícola. A través de relevamientos anuales a todos los/as productores/as involucrados/as se busca generar información respecto de aspectos productivos, económicos, sociales y motivacionales. Esta información, por un lado, permite adecuar los proyectos y acciones a la población objetivo y, por otro, se constituye en fuente de información primaria para desarrollar investigaciones académicas en la temática atendiendo a las particularidades regionales.
- Licitación conjunta del servicio de polinización certificado. En el año 2012, las/os apicultores/as pertenecientes a la CAP, guiados/as por la CTAPL calcularon, por primera vez, los costos del servicio de polinización certificado (por la CTAPL) para el girasol semillero, el que posteriormente fue licitado en forma conjunta, superando de esta forma una falencia histórica en la prestación de este servicio vinculada con la subestimación de los costos del mismo y también logrando un mejor posicionamiento de la oferta ante un manejo colusivo de la demanda. Según el grupo técnico, este hecho puntual permitió a la CAP asimilar el rol con el que esta agrupación fue ideada, marcando un quiebre en la percepción por parte de los/as productores/as respecto de esta y exacerbando el sentido de pertenencia.
- Certificación de miel bajo un protocolo de trabajo. Valorización de las mieles a partir de la certificación de la producción bajo el protocolo de trabajo denominado Huella Pampa, que establece buenas prácticas de producción y un manejo libre de insumos sintéticos[14], esto último facilitado a partir de la aplicación de los tratamientos y complementos desarrollados por la CTAPL. Para la implementación se elaboraron mecanismos para incentivar a los productores vinculados a adherir a este proyecto de mediano/largo plazo, donde el esfuerzo en términos de dedicación (registros, manejo) y mayores costos debió ser afrontado en el corto plazo, entre ellos un precio preferencial por los insumos sanitarios.
- Caracterización de las mieles del sudoeste bonaerense en términos sensoriales, físico-químicos y melisopalinológicos, y de los procesos productivos regionales con el objeto de analizar la factibilidad de un sello de identidad territorial. Proyecto desarrollado en forma conjunta con el LabEA (UNS- CIC).
- Despliegue de actividades vinculadas al fortalecimiento de la identidad productiva, principalmente a nivel regional y la concientización sobre la importancia ambiental de la actividad: realización de micros audiovisuales (desde el año 2014), el desarrollo y la posterior publicación de un cuento infantil llamado “Florencio, un reino muy especial” (año 2015), y el desarrollo de charlas escolares (desde el año 2015).
- En el año 2020 la CAP aplica a dos programas con el objeto de implementar Fondos Rotatorios (FR), como una alternativa a la exclusión financiera para los/as apicultores/as quienes generalmente enfrentan intereses muy elevados por no poder acceder a créditos bancarios. En enero de 2021 la CAP recibió del Ministerio de Desarrollo Agrario de la Provincia de Buenos Aires un fondo de $1.300.000 no reintegrable (a este monto se le añaden $500.000 como contraparte de la CTAPL), y otro en el marco del Proyecto de Inclusión Socio–Económica en Áreas Rurales (PISEAR), programa que pertenece al estado nacional y es financiado parcialmente con fondos provenientes del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF). El monto financiado por este programa asciende a $ 19.848.861, a lo que se le añade el monto de $ 4.808.439 que la CTAPL aporta en carácter de contraparte. El primer desembolso que asciende a $8.648.861 (acreditado en los primeros días de noviembre de 2021) se destinó a los FR para los productores primarios. Durante 2022 se completó la entrega de los FR.
- A partir de 2021 se está planificando el emplazamiento de la planta de acopio, para ello se cuenta con un fondo inicial de $11.200.000 del proyecto PISEAR. Y se continúa aplicando a proyectos nacionales desde entonces para lograr la financiación total de la mencionada planta.
En el periodo analizado 2012-2022, tanto la CAP como la CTAPL han sufrido variaciones en términos de i) la cantidad de apicultores/as que la conforman, producto principalmente de los vaivenes en la rentabilidad del sector productivo a nivel nacional (principalmente por el contexto macroeconómico y la retracción de la flora melífera), donde si bien se destaca la merma de asociados/as, consecuencia del cese en la actividad, se registra una tasa menor respecto del descenso de apicultores/as productores a nivel nacional (asimismo, a lo largo de estos años se registra un aumento sostenido de la cantidad de colmenas promedio por apicultor/as, tendencia que también se registra a nivel nacional); ii) la cantidad de técnicos/as asociados/as a la CTAPL se ha sostenido, ampliándose su perfil profesional; y iii) las horas mensuales de trabajo técnico por asociado/a se han duplicado, lo que redunda en una mejora en términos cuantitativos y cualitativos del servicio técnico prestado.
Actualmente, la CAP cuenta con 178 apicultores/as (de las cuales cinco son mujeres) organizados/as en dieciséis grupos de trabajo localizados/as en las provincias de Buenos Aires, Rio Negro y Chubut (ver Figura 1), los que en su conjunto explican aproximadamente el 5% de la producción nacional. Asimismo, se identifica, en la región de influencia de la CAP, una mayor presencia de la actividad a medida que el tamaño poblacional de las localidades decrece y lo mismo sucede con la cantidad de asociados/as, lo que habla de la importancia de la actividad y del acompañamiento asociativo en estos espacios (Tourn et al., 2012).
Por su parte, la CTAPL está integrada por 27 profesionales y técnicos/as con un perfil interdisciplinario y especializado, quienes asesoran a los apicultores/as y además llevan adelante líneas de trabajo vinculadas a la investigación, industrialización y producción de insumos y productos apícolas. Para tal fin se encuentran organizados en siete equipos, uno de Gestión y seis equipos técnicos de Población, Sanidad, Nutrición, Producción, Polinización e Identidad.
La cantidad de productores y la estructura de la organización (CAP y CTAPL en conjunto) permiten lograr un sistema económicamente sustentable a partir de la provisión de insumos de producción propia: Aluén CAP, Jatié CAP, y un implemento plástico para la inserción de reinas (Cocco CAP); la comercialización de los productos fraccionados: Mieles Pampero, producidas bajo protocolo y registro trazable y clasificadas en cuatro tipos regionales; y de polen certificado, entre otros. Con parte de los excedentes generados, se reemplazan los subsidios que realizaba el Programa Cambio Rural a los grupos de productores primarios, evitando que cada asociado pague de manera directa los aportes al equipo de técnicos. En este sentido, el vínculo virtuoso entre el grupo de productores/as y el equipo técnicos tiene como mayor logro perpetuar el sistema de acompañamiento técnico financiado, autofinanciando el 97% de un sistema costoso que es sostenido con los mismos mecanismos y las modalidades con las que se venía trabajando en el marco del mencionado programa: grupos de trabajo, asesoramiento técnico, reuniones, registros, capacitaciones, etc., e incluso mejorando la asistencia técnica (al lograr una mayor objetividad) y la duplicación del empleo en las áreas de producción, comercialización y gestión.
Más allá de la breve descripción ofrecida en el presente apartado, puede apreciarse el menú de acciones fuera de lo común para este tipo de organizaciones con una acotada trayectoria, que buscan atender las problemáticas de los productores de la región mejorando la gestión integral de la producción y de los atributos del producto regional, lo que obviamente redunda en una mayor rentabilidad para el productor individual.
Simultáneamente este devenir de proyectos consigue activar ciertos recursos productivos, institucionales, identitarios, propios del territorio, requiriendo para ello un mayor grado de involucramiento, espacios de participación frecuente y un esfuerzo mancomunado de asociados/as de ambas organizaciones a largo plazo; poniendo en una encrucijada el perfil individualista, “poco cooperativo” o poco comprometido (tanto con las organizaciones como con los intereses sectoriales) característico del productor/a de bienes agroalimentarios nacional. Al mismo tiempo también plantea tensiones respecto de los senderos evolutivos y de la postura sectorial de las dos estrategias asociativas.
A continuación, se ofrece una breve presentación de los principales productos desarrollados, sus características diferenciales y las ventajas más trascendentes para los/as asociados/as a la CAP y para el sector apícola nacional e internacional.
Aluen CAP: tratamiento orgánico para la sanidad apícola
En julio de 2015 el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) aprobó “Aluen CAP - Acido oxálico en tiras de liberación lenta”. Aluen CAP es una fórmula acaricida de alta eficacia para el tratamiento de la varroasis (sanidad apícola) a base de ácido oxálico de carácter orgánico con ventajas diferenciales respecto de los existentes en el mercado nacional e internacional. En cuanto a las fórmulas sintéticas, su carácter de orgánico no deja rastros en miel[15] y difícilmente genere resistencia en la plaga, particularidad que es objeto de investigación a nivel nacional e internacional. En relación a otros productos orgánicos, se ha comprobado en laboratorio (Laboratorio Artrópodos de la Universidad Nacional de Mar del Plata - UNMdP) una mayor eficacia (50% vs. 95%) y una mayor practicidad a campo (1 aplicación vs. 4/5 dosis).
El producto fue presentado el 5 de septiembre en Jornada Intergrupal Apícola Pampero 2015, en la localidad de Felipe Solá (Puan – Buenos Aires), en presencia de referentes nacionales e internacionales del sector. En la misma Jornada también se presentó el “Estudio de eficacia y residualidad de la nueva formulación ALUEN CAP”, realizado por el Centro de Investigaciones de Abejas Sociales (CIAS) de la Universidad Nacional de Mar del Plata (Buenos Aires – Argentina).
En las Jornadas Institucionales de la CAP posteriores, el Lic. Iaconnis presentó resultados de eficacia del producto realizados tanto en el ámbito nacional como internacional. Además, en las Jornadas Institucionales de la CAP del 2017 se analizaron y se refutaron diversos errores conceptuales detectados en redes sociales sectoriales, en el Facebook de la CAP y en sitios web sectoriales, así como también se realizaron precisiones sobre los períodos recomendados de aplicación. Asimismo, se comentaron diversos aspectos vinculados a la puesta en marcha de auditorías y protocolos sanitarios en base a reclamos recibidos de usuarios/as.
Por otro lado, Aluen CAP no solo constituyó otra alternativa superadora de la oferta sanitaria a nivel nacional, sino que irrumpió en el mercado con un costo considerablemente más bajo (un 30% menos), lo que traccionó, al poco tiempo, la baja en los precios de acaricidas sustitutos, contribuyendo una merma de los costos para el apicultor.
La comercialización de este producto posibilitó a los/as productores/as miembros de la CAP, por un lado, obtener el producto a un precio preferencial y, además, la satisfacción de haber “presenciado” la evolución y la concreción de este ambicioso proyecto, tanto por los aspectos técnicos, legales, burocráticos, la inversión requerida y los intereses sectoriales puestos en juego, como por el hecho de que este producto constituye la base financiera para promover la continuidad laboral de los/as técnicos/as y la prolongación de la asistencia técnica para los/as apicultores/as.
A nivel internacional, el producto despertó un fuerte interés en laboratorios públicos y privados, centros de investigación, apicultores/as y actores vinculados a la comercialización en todos los continentes. Se realizaron ensayos en Suiza, Francia, Nueva Zelanda, Kenia, México, Estados Unidos, entre otros; más allá de las diferencias biológicas y climáticas, en todos los casos se obtuvieron resultados muy satisfactorios. Aluen CAP se está exportando actualmente a Uruguay, Chile y Bolivia y se espera la habilitación para exportar a Nueva Zelanda, Irán, Corea del Sur, Estados Unidos, Canadá, Europa y ex Unión Soviética, Perú y Ecuador.
Jatié CAP: Suplemento Nutricional Apícola
Jatié CAP es el primer suplemento nutricional apícola libre de Organismos Genéticamente Modificados (OGM) listo para aplicar en las colmenas y factible de conservar a temperatura ambiente. Los sustitutos nutricionales más cercanos son productos que requieren gran tiempo de preparación previa a la visita de los apiarios, la que debe realizarse en forma manual y que tienen un tiempo de vida limitado. Por otro lado, es la única fórmula del mercado que contiene lípidos esenciales de alta calidad, lo que favorece el desarrollo de la cría e incrementa la velocidad de consumo.
El producto irrumpió en el mercado en el año 2016 con un costo notoriamente más bajo (un 50% menos). De esta forma Jatié CAP constituye un suplemento nutricional con ventajas claramente superadoras en eficacia, costo y con nulo requerimiento de mano de obra.
A nivel internacional el mercado de complementos nutricionales apícolas es incipiente. En este contexto Jatié CAP ha despertado interés principalmente en los/as productores/as de Italia. Desde 2016 se exporta a Uruguay, Chile y Bolivia.
Cocco CAP: Sistema de inserción de reinas
Sistema de inserción de reinas Cocco CAP es una herramienta que permite introducir reinas fecundadas en colonias no orfanizadas, aumentando el porcentaje de aceptación y disminuyendo los viajes al campo, uno de los costos fundamentales de la producción apícola primaria. En el sudoeste bonaerense es una práctica que cuenta con cinco años de difusión y éxito en su aplicación.
Cabe destacar que uno de los problemas más importantes de la apicultura en nuestro país es la falta de recambio de reina, lo cual limita la incorporación de genética, principal factor de definición de productividad de un apiario.
En sistemas clásicos de inserción de reinas el porcentaje de aceptación está directamente relacionado con el tiempo de orfanización en un rango de 24 a 96 horas. Sin embargo, en las mejores situaciones difícilmente se pueda superar el 90% de aceptación de las reinas que se desea introducir. Cocco CAP permite una aceptación cercana al 100% sin realizar un periodo de orfanización y con excelentes resultados, aun en colmenas agresivas, problemática presente en muchas zonas del país.
La simplicidad operativa y la alta eficiencia lo posicionan como un excelente sistema para productores/as de todo tamaño y modelo productivo, dando la posibilidad de implementar técnicas modernas e innovadoras donde la gestión de la calidad y la implementación de buenas prácticas de producción y de manufactura son la base para avanzar en el desarrollo de la apicultura nacional.
Cocco CAP fue premiado en el concurso nacional INNOVAR (2010), organizado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación. A nivel nacional generó gran interés en las ferias apícolas el micro audiovisual desarrollado por la CAP explicando su utilización. Obtuvo 90.000 visitas en youtube[16] en un período corto de tiempo. Actualmente el producto se exporta a Chile y Bolivia.
Línea de Mieles cremosas y Polen Pampero
Línea de Mieles cremosas se propone comercializar miel en un segmento de mercado de calidad premium, con el respaldo de trazabilidad y certificación de producción dada la utilización de insumos orgánicos. Estas mieles además están clasificadas en cuatro tipos regionales: praderas secas, praderas húmedas, cordón serrano y monte nativo. Esta caracterización de mieles de producción regional buscó, por un lado, segmentar el mercado de consumo familiar rescatando los atributos diferenciales de la miel en la región y la textura particular del producto (cremosidad) obtenida a través de un proceso productivo no tradicional que no altera sus características nutricionales y, por el otro, brindar una textura diferencial respecto de la presentación tradicional de las mieles nacionales: líquidas o cristalizadas (sólidas). La presentación en envases para consumo familiar mejora sustancialmente el valor comercial del producto y amplia los canales de comercialización.
Para los apicultores/as regionales esta estrategia de diversificación permitió evadir el tradicional circuito de comercialización nacional, con destino de exportación a granel y como commodity, o marginalmente en el mercado informal, ofreciendo un producto fraccionado sin identificación ni habilitación de instalaciones con bajo valor agregado.
En el mismo sentido la producción y el fraccionamiento de polen, bajo un protocolo desarrollado por la CTAPL, se constituye en una alternativa para añadir valor a la producción y mejorar y estabilizar los ingresos de los productores/as (Iaconis, 2015). Al mismo tiempo es una alternativa para la demanda nacional de un producto de mayor calidad y mejor precio que los pólenes importados actualmente de China.
El LabEA (UNS-CIC) desarrolló diversos estudios para optimizar las operaciones de recolección, estabilización, secado, tamizado y conservación, que permiten asegurar la calidad/sanidad final del polen, lo que le otorga más herramientas a los/as apicultores/as para defender la comercialización del mencionado producto. La región presenta zonas con alto potencial de producción de polen. Actualmente se comercializan dos variedades: monte nativo y pradera seca, y se espera una ampliación de la misma.
Hasta fines de agosto de 2022 el fraccionamiento de la miel y polen se llevó adelante en las instalaciones de la Cooperativa de Obras y Servicios Públicos de Felipe Sola (COFESOL), en la localidad de Felipe Solá, municipio de Puan (Buenos Aires, Argentina). La no renovación del convenio se centró en que dichas instalaciones no podían ser habilitadas para fraccionar miel destinada al mercado exterior por no cumplir con la normativa correspondiente. Se busca en los próximos años invertir en la sede central en la localidad de Calderón, en primer lugar, en una sala de acopio y, posteriormente, de homogeneizado y fraccionado, que cuente con las habilitaciones necesarias para poder exportar. Mientras tanto, el servicio será tercerizado.
Korter CAP: Máquina Cremadora de Miel
A raíz del rápido reconocimiento de los atributos diferenciales de la textura particular del producto elaborado por la CAP, tanto por los/as demandantes como por los/as productores/as, a nivel regional y nacional, y la rápida adopción/interés por elaborar un producto similar, la CAP decidió fabricar y comercializar Korter CAP, una máquina cremadora con mejores atributos que las opciones existentes en el mercado.
La ya mencionada cremosidad de la miel fraccionada por la CAP es obtenida a través de un proceso productivo innovador que no altera las características nutricionales del producto y que presenta atributos diferentes y más adecuados a las preferencias de la demanda respecto de la presentación tradicional de las mieles nacionales: las líquidas, que alteraran ciertas propiedades a partir del proceso de pasteurización y/o calentamiento, y las cristalizadas, sólidas y sin alteraciones, pero que no coinciden con los gustos de la mayoría de los consumidores.
Esta maquinaria presenta además atributos superadores con respecto a otras maquinarias: en términos higiénicos-sanitarios (hélice y eje de acero inoxidable con topes de polipropileno APM), ergonómicos (que tienen en cuenta una mejor relación entre usuarios, objeto y entorno: sus dimensiones hacen que sea fácil de movilizar y capaz de transportar los tambores de 333kg., gracias a su levante hidráulico y su tamaño, que permite introducirla en un espacio por una puerta de dimensiones normales) y con una robustez “sobredimensionada” (ruedas reforzadas, pintura poliuretánica, sistema hidráulico para levantar 2500 kg.). Además, su valor de venta se encuentra un 25-35% por debajo de las opciones más económicas del mercado.
Los productos CAP presentan una capacidad productiva subocupada como consecuencia del muy reciente desarrollo y los plazos propios de los trámites requeridos para las habilitaciones para exportar.
En el año 2021, el 89.62% de los ingresos por ventas fueron explicados por la comercialización de Aluen CAP. Se espera que en los próximos años Aluen CAP siga explicando la mayor parte de los ingresos, aunque con un incremento en la participación tanto de mieles fraccionadas, Jatié CAP y Cocco CAP.
Consideraciones finales
Tanto la Cámara de Apicultores Pampero (CAP) como la Cooperativa de Trabajo Apícola Pampero Limitada (CTAPL) son organizaciones de estricta base territorial que brindan un ámbito de defensa de intereses comunes, tanto para el equipo técnico como para los/as productores/as vinculados/as, y con una estructura que ofrece numerosos y variados servicios de apoyo a la actividad apícola regional y productos con características superadoras de gran impacto a nivel regional, nacional e internacional.
Estas estrategias asociativas en un periodo relativamente corto de tiempo (2012-2022) han contribuido con:
- el sostenimiento de la base productiva regional en un contexto de factores climáticos adversos y contextos comerciales cambiantes.
- el desarrollo de aspectos identitarios que fortalecen los vínculos entre los/las productores/as regionales, así como también a nivel social con el reconocimiento de la actividad en términos medioambientales, beneficioso por sus externalidades productivas, como bioindicador, etc.
- la incorporación de valor agregado a través de un menú de acciones (comercialización de mieles y polen fraccionados y diferenciados, protocolo de producción en la miel, servicios de polinización, entre otros), que, por ende, han mejorado la rentabilidad, particularmente a los/as pequeños/as y medianos/as apicultores/as y dando así mayor estabilidad al sistema productivo.
- el sostenimiento y la mejora del servicio técnico en un contexto de transición entre la finalización del apoyo financiero del estado y la autofinanciación.
- el desarrollo productivo y comercial de artículos de excelencia a nivel internacional que lograron ocupar nichos de mercado, como el Aluen CAP.
- un caso testigo destacado que muestra la factibilidad del Programa Cambio Rural en el mediano/largo plazo, más allá del financiamiento del estado nacional, al trasformar el asesoramiento técnico contratado en trabajo formal a largo plazo.
- articulación con el andamiaje científico- tecnológico a nivel nacional.
Cabe destacar que, sin lugar a dudas, el involucramiento de los/las productores/as primarios/as y el afianzamiento de estos/as se centra, más que en aspectos idiosincráticos o identitarios con la estrategia asociativa, si bien están presentes en el cumplimiento de los objetivos iniciales planteados respecto de las mejoras en la productividad, en la sanidad, en la nutrición y en las nuevas formas de comercialización, que además afectan positivamente a todos los/as apicultores/as, más allá de su escala productiva. El cumplimiento de estas metas traccionó un círculo virtuoso de cooperación en un contexto de acelerado desarrollo organizativo y productivo, aspecto central en la supervivencia de este tipo de estrategia, si bien existen tensiones respecto de los senderos evolutivos y de la postura sectorial de las dos estrategias asociativas.
En la actualidad los proyectos tienen capacidad de autofinanciamiento a largo plazo, se cuenta con un eficaz sistema de aseguramiento de la calidad y diferenciación de productos de la colmena y se continua con la construcción del capital social, y propiciando un espacio participativo para todos/as los/las productores/as y técnicos/as asesores/as.
En cuanto a las limitantes exógenas a la organización, estas se centran en la sostenibilidad de la apicultura en el largo plazo, dado principalmente el modelo del sistema productivo agrícola y su impacto en la flora melífera y en el deterioro medioambiental.
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[1] Departamento de Economía, Universidad Nacional del Sur (UNS), Bahía Blanca, Argentina, Laboratorio de Estudios Apícolas (LabEA – UNS - CIC), Cámara de Apicultores Pampero. Docente e investigadora. Correo electrónico: emilia.estrada@uns.edu.ar
[2] Departamento de Agronomía, Universidad Nacional del Sur (UNS), Bahía Blanca, Argentina, Laboratorio de Estudios Apícolas (LabEA – UNS - CIC), Cooperativa de Trabajo Apícola Pampero Ltda. Docente e investigador. Correo Electrónico: eliantourn@gmail.com
[3] Esta cifra varía de acuerdo al rendimiento por colmena (asociados a la zona de producción, el clima, factores medioambientales, etc.), el precio mundial de la miel, los costos, etc.
[4] El concepto de pluriactividad alude a las múltiples inserciones ocupacionales de productores/as agropecuarios/as con residencia en un ámbito rural que combinan la ocupación predial agropecuaria con otras formas de ocupación, sean estas de carácter formal o informal, realizadas dentro o fuera del sector agropecuario (usualmente con requerimientos de calificación laboral diferenciales), efectuadas en el interior o no de la explotación agropecuaria, en forma permanente o eventual, indistintamente del origen espacial de la demanda de trabajo (rural o urbana) y del lugar en que realiza dicho trabajo (Dirven, 2004; Craviotti, et al., 2005; Berger, 2006; Murmis y Feldman, 2006).
[5] Principalmente con introducción del tambor de hierro en el almacenamiento lo que dio lugar a que las exportaciones nacionales de miel se incrementaran 4.000 a 16.000 toneladas entre 1957 y 1958.
[6] Para un análisis detallado véase Lattuada y Renold (2004).
[7] Organismo que antes del año 2000 se denominaba Instituto Nacional de Acción Cooperativa y Mutualismo (INACYM).
[8] Las instituciones integrantes del Consejo Federal son: Cooperativa de Productores Apícolas PI – HUE (Pigüe-Bs.As.), Asociación de Productores Apícolas del Norte de La Pampa (Gral. Pico-La Pampa), Cooperativa Apipatagonia (Gral. Pico-La Pampa), Cooperativa de Apicultores Unidos de Arrecifes (Bs.As.), Asociación Apícola Misionera de 25 de Mayo (Misiones), Asociación Agraria y Apícola de Comahue (Senillosa-Neuquén), Asociación de Productores Apícolas del Norte Santafecino (Dpto. de San Cristóbal – Santa Fe), Consorcio Apícola del Chaco (Chaco), Cooperativa de Provisión Apícola COSAR Ltda. (Santa Fe), Cámara de Apicultores de Tres Arroyos (Bs.As.), Asociación Civil Apícola Forestal de Misiones (Montecarlo – Misiones), Cámara de Apicultores Pampero (Sudoeste – Bs.As.), Cooperativa de Trabajo Apícola Pampero Ltda. (Sudoeste – Bs.As.), Asociación de Apicultores de Franck (Santa Fe), Cooperativa La Agroapícola (Pilar – Bs.As.), Federación de Cooperativas Apícolas Entrerrianas (Entre Ríos), COOPSOL (Santiago del Estero), Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) y los miembros de la Mesa Directiva de SADA.
[9] El Programa Cambio Rural, creado en el año 1993 por la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación (SAGPyA), tiene por objeto inicial aportar herramientas para la inserción de la actividad productiva en el territorio, constituyéndose en un nexo entre la generación del conocimiento y los procesos de innovación, centrándose en el fortalecimiento de la articulación público-privada para vincular las demandas de los productores con los sectores de oferta tecnológica. En este contexto el eje del programa es el asesoramiento a privados con apoyo financiero del estado, más allá de las distintas etapas por las que ha atravesado el programa desde sus inicios (para más detalle se puede consultar Estrada et al., 2021).
[10] En el sudoeste bonaerense, surgió, en el año 1993, el primer grupo de productores apícolas del país llamado "La Primavera¨, nombre tomado del establecimiento en la cual se reunían. Este grupo, a cargo del Ing. Agr. Raúl Olleta, de la Estación Experimental INTA Bordenave, estaba integrado por doce productores de más de quinientas colmenas, cuyo objetivo era “hablar el mismo lenguaje”.
[11] Adolfo Alsina, Bahía Blanca, Coronel de Marina Leonardo Rosales, Coronel Dorrego, Coronel Pringles, Coronel Suárez, Monte Hermoso, Patagones, Puan, Saavedra, Tornquist, Villarino y Guamini.
[12] Revista EUNK: https://www.eunk.org/
[13] En la primera compra, campaña 2010/2011, se adquirieron 5.000 tambores por los que se logró negociar un precio más bajo que el de mercado, una financiación a dos meses y la distribución descentralizada de la compra (descarga localidad por localidad). En respuesta, los exportadores respondieron bajando el precio para todos los/as productores/as de la zona, diluyendo en cierta forma el beneficio obtenido, pero generando una mejora para el resto de los/as productores/as de la región. Para la campaña 2011/2012, se realizó la compra conjunta de 2.500 tambores, logrando negociar un precio más bajo que el corriente y una financiación a seis meses. Sin embargo, los muy bajos rindes presentados en esa campaña para la región impidieron a una minoría de los/as apicultores/as asumir el pago. El problema se subsanó cuando los respectivos grupos de pertenencia asumieron el compromiso grupalmente, sentando un precedente respecto del grado de cooperación requerido en este esquema de funcionamiento (Estrada, 2015).
[14] Esto no implica que el producto sea orgánico, puesto que para ello deberían cumplirse otros requisitos vinculados con el área de pecoreo de las abejas.
[15] El ácido oxálico está presente naturalmente en el néctar de las flores y el aumento del mismo en la colmena no depende del producto (Aluen CAP), sino que depende de la floración. Por otro lado, no existe un límite máximo establecido de presencia de ácido oxálico en miel.
[16] Apicultura: Técnica Inserción de Reinas - INTA Bordenave, disponible en línea en: https://www.youtube.com/watch?v=RephpBLSPAk. [consulta realizada el 03/07/2017]