Revista Idelcoop nº 235. Noviembre 2021 - ISSN Electrónico 2451-5418 / Sección Reflexiones y debates
Idelcoop Fundación de Educación Cooperativa
Edgardo Form, homenaje a un dirigente imprescindible
Resumen: A modo de homenaje por la partida física de Edgardo Form, presidente del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos (IMFC) y vicepresidente de la Confederación Cooperativa de la República Argentina (COOPERAR), compartimos una emotiva reseña publicada por la Revista Acción que da cuenta de su trayectoria en el movimiento -del cual formó parte desde muy joven- en la política y en los diferentes ámbitos donde militó y trabajó.
Además, compartimos un fragmento de una entrevista realizada por Daniel Plotinsky para el Archivo Histórico del Cooperativismo de Crédito en el año 2008, en donde Form recuerda su paso por lo que en aquel momento se llamaba Centro de Trabajo Buenos Aires de Idelcoop.
Recuperar sus palabras es parte de nuestro compromiso para mantener vigente sus ideas, acciones y trabajo por un mundo más justo y solidario.
Palabras clave: Edgardo Form, Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, homenaje.
EDGARDO FORM (1950-2021)
Construcción militante[1]
Comprometido con sus ideas y su tiempo, luchador incansable, dirigente imprescindible, el presidente del IMFC deja un valioso legado para el cooperativismo argentino.
“La batalla cultural de nuestros días encuentra en la doctrina y la práctica de la cooperación un aporte formidable para contribuir a transformar la realidad”, escribió Edgardo Form en una nota publicada en Acción en julio del año pasado. Su trayectoria en el movimiento cooperativo supera el medio siglo y con su muerte la economía solidaria con vocación transformadora pierde a uno de sus mejores hombres en esa batalla clave.
Nacido el 18 de febrero de 1950, egresó como maestro de la célebre Escuela Normal de Profesores Nº 2 Mariano Acosta de la Ciudad de Buenos Aires. De hecho, se encontraba desempeñándose como docente en una escuela primaria porteña cuando ingresó al Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, en 1970, como auxiliar del servicio de Auditoría, a cargo del recordado Aarón Gleizer. También trabajó durante un breve período en la caja de crédito Urquiza Central, actual filial Villa Urquiza del Banco Credicoop. Desde entonces no cejó un instante en la defensa y promoción de los valores y principios cooperativos aplicados a la transformación social.
Y lo hizo en distintos ámbitos, nacionales e internacionales, construyendo un camino que deja huellas en el Instituto Movilizador y en el cooperativismo argentino. Su vocación docente encontró un cauce cuando, entre 1974 y 1984, se desempeñó como coordinador del Centro de Trabajo Buenos Aires de Idelcoop, la Fundación de Educación y Asistencia Técnica del Instituto Movilizador. Y luego, durante dos años, entre 1984 y 1986, fue subdirector del entonces periódico Acción. Esta no fue su única experiencia en el ámbito de la comunicación. Además de colaborar en forma permanente con Acción, desde 1990 integró el equipo de voces del IMFC que realizan los microprogramas radiales que se emiten en todo el país y condujo el programa Desde la Gente, con once años de presencia ininterrumpida en el aire, dedicado a la economía solidaria, que se emite actualmente por AM 770 Radio Cooperativa. En una entrevista brindada al Archivo Histórico del Cooperativismo de Crédito en 2008, Form señalaba el rol vital que tuvieron esos envíos y a todas las iniciativas culturales desplegadas por el IMFC, especialmente en la década de 1990.
Procuramos durante ese lapso ampliar nuestra llegada al público en general con el mensaje cooperativo porque la década del 90 fue un momento de una intensa confrontación de ideas; se buscó instalar un pensamiento único y creímos conveniente desde el IMFC confrontar con ese enfoque. Y por ese motivo pusimos en marcha los programas radiales que comenzaron a salir al aire en octubre de 1990, con el criterio de que en menos de tres minutos pudiéramos cubrir distintos espacios en todo el país y dar una opinión alternativa a la opinión predominante que sostenía que había que propiciar el Estado mínimo, la privatización de las empresas públicas, era un momento en que los comunicadores del sistema difundían esas ideas.[2]
La tarea, expresaba Form, era dar la pelea clave, la que Floreal Gorini definió como la batalla cultural: “La radiofonía, la televisión –a la que todavía no tenemos acceso– la prensa escrita, la literatura, el teatro, las charlas, los encuentros, son herramientas de la batalla cultural”.
En el IMFC desempeñó además importantes roles de conducción: desde 1986 hasta 2001 fue sucesivamente gerente de Relaciones Institucionales y subgerente general institucional, y luego pasó a ejercer la Gerencia General hasta que la asamblea general del IMFC, celebrada en Rosario, lo designa el 17 de octubre de 2015, presidente de la entidad, cargo que ejerció hasta su fallecimiento.
En representación del Instituto ejerció la presidencia de la Confederación Cooperativa de la República Argentina (COOPERAR) entre 2007 y 2011. Y volvió a la máxima entidad del cooperativismo urbano en el país, elegido vicepresidente el 1° en 2015, secundando a Ariel Guarco, quien luego fue electo titular de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI). Como parte de su labor en el ámbito internacional, participó en conferencias y asambleas de la ACI Américas en Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, México, Paraguay, Puerto Rico y Uruguay, así como encuentros de la ACI mundial, entre ellos, el que se celebró en Kuala Lumpur, Malasia, en 2016, cuando se designó por primera vez en la historia a un argentino, Ariel Guarco, como líder de la organización. De regreso de aquel acontecimiento, Form decía en Acción que:
…la humanidad está viviendo una encrucijada de extrema complejidad. Se pensaba que el siglo XXI iba a ser de paz, de convivencia fraterna entre los pueblos y lo que vemos es que hay una crisis económica mundial sostenida de la cual no se termina de salir; pronósticos pesimistas en cuanto a la evolución de la generación de riquezas; conflictos armados, religiosos; etcétera. En ese contexto el cooperativismo tiene que demostrar que no solo hace falta, sino que es posible organizar la economía con un sentido democrático; es decir, democratizar la producción de bienes, de servicios e impulsar la redistribución de la riqueza. De modo tal que esta nueva gestión al frente de la Alianza también habrá de contribuir a ese debate contemporáneo. Es necesario pasar de un modelo en el que unos pocos concentran la riqueza casi del conjunto de la humanidad a un modelo que distribuye, que reparte, que integra y que dignifica el trabajo.
Form integró y fue uno de los impulsores del Partido Solidario, creado, según relató en el libro Un constructor, “por un conjunto importante de dirigentes que hemos participado toda la vida, o buena parte de nuestras existencias, en el movimiento cooperativo”. En ese contexto fue candidato a legislador por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y resultó electo para el período 2011-2015. En su paso por la Legislatura impulsó diversas iniciativas parlamentarias relacionadas con el movimiento cooperativo y recibió el reconocimiento de la revista Semanario Parlamentario por su labor en el recinto. Los dos proyectos más destacados de su gestión fueron la creación del capítulo porteño de la Red de Parlamentarios Cooperativistas y la modificación parcial del Código Fiscal de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, por la cual se exime del Impuesto a los Ingresos Brutos a las cooperativas de trabajo y de vivienda localizadas en la CABA.
También integró el Consejo de Presidencia de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) y fue dirigente voluntario de la Asociación Cristiana de Jóvenes/YMCA.
Siempre involucrado en los debates de su tiempo, fue una de las voces más salientes en la defensa del sector cooperativo. “La economía solidaria es incompatible con el pensamiento neoliberal”, dijo en 2018, en uno de los actos en el que entidades solidarias se manifestaban contra el intento de gravar con el impuesto a las ganancias a cooperativas y mutuales. En la conmemoración del Día Internacional de las Cooperativas del año 2019, celebrado con un gran acto en la Sala Solidaridad del Centro Cultural de la Cooperación, señalaba, respecto del carácter social que tienen las cooperativas:
No alcanza con enumerar los principios y valores una vez al año en un acto y después olvidarnos de las pautas orientadoras de la gestión cooperativa. Vivimos en un contexto donde predominan la competencia despiadada y la búsqueda de la máxima ganancia, el riesgo es que en la conducción cotidiana dejemos de lado los valores y principios. El gran desafío es ser coherentes en la conducción de nuestras empresas asociativas y solidarias.
Un gran compañero
“Quiero quedarme con el ser humano cálido, entrañable. Edgardo tuvo todos los atributos de un gran compañero, de un gran dirigente, de un militante de las 24 horas, que siempre tenía su responsabilidad por encima de cualquier otra cosa”, reflexionó Carlos Heller, presidente del Banco Credicoop y diputado nacional. “Tenía convicciones firmes e inclaudicables –añadió el dirigente cooperativista– que le permitían defender al movimiento cooperativo en el plano local e internacional con toda la firmeza y la convicción con las que hay que actuar”.
Por su parte, Juan Carlos Junio, director del Centro Cultural de la Cooperación, señaló que “para todo el movimiento cooperativo es una enorme pérdida. Edgardo fue un luchador desde que era estudiante secundario, un luchador cooperativista, un militante político comprometido con las causas humanistas, solidarias, con una perspectiva revolucionaria, para enfrentar un cambio progresista de la sociedad”.
Form se consideraba un discípulo de Floreal Gorini. “Los años que tuve el honor, la suerte, la dicha de conocerlo y de escucharlo, fueron de aprendizaje permanente”, recordaba. Casado con Rut, padre de cinco hijos, Edgardo Form deja la huella de un fecundo camino en el cooperativismo y también la de un hombre bueno, que, no obstante las grandes responsabilidades que implicaba su labor, jamás dejaba de lado la cordialidad en el trato y solía hacer gala de un gran sentido del humor, otra de sus marcas registradas. Un dirigente imprescindible, comprometido con sus ideas y su tiempo.
DIVIDIR CON FOTO
Edgardo Form, coordinador del Centro de Trabajo Buenos Aires de Idelcoop (1974/ 1984)[3]
A fines de 1973, Floreal Gorini me convoca para ver si tenía interés de pasar a trabajar a la recientemente creada fundación Idelcoop, porque recordaba que yo era maestro. Acepté gustoso, y en febrero de 1974 me incorporé como coordinador del llamado Centro de Trabajo Buenos Aires.
Idelcoop nace en octubre de 1973. Ese año se puso en vigencia la ley 20.337 de cooperativas, que está vigente hasta el día de hoy, que prevé en el artículo 42 el reparto o la distribución de excedentes para la educación cooperativa, para que las entidades cooperativas de cualquier rama, ya sea en forma directa, o a través de una entidad de grado superior especializada, puedan aplicar esos recursos destinados a la educación y a la capacitación cooperativa.
Idelcoop, que adoptó la forma jurídica de fundación educacional, encuadraba dentro de esos postulados de la ley, y, de esta manera, se ponía en práctica un viejo anhelo del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, que era que esa labor educativa, que en rigor se desarrolló desde siempre en cumplimiento de uno de los principios de la cooperación, se pudiera hacer a través de una entidad especializada.
Existía el antecedente histórico de los grandes objetivos fundacionales del Instituto, el de la Alianza Cooperativa Internacional, de otros países donde había centros de estudios superiores, inclusive universidades, verbigracia el caso de entidades cooperativas de países escandinavos, de Canadá, para citar dos grandes ejemplos. Para poder tomar ese modelo, ese ejemplo, esa referencia externa, y aplicarla aquí en nuestro país.
A partir del momento de la creación de Idelcoop vino una tarea muy intensa, en primer lugar, de presentación en sociedad de lo que era la fundación, del elenco docente, de poner en práctica una primera iniciativa que fue muy rica, para quienes la protagonizamos desde la docencia y para quienes la protagonizaron como partícipes, como educandos, para usar un término de uso frecuente en esa época en educación, que fueron las Escuelas Móviles.
La Escuela Móvil era una actividad en la cual hacíamos un recorrido por una suerte de hoja de ruta, así se llamaba, comenzando por algunas preguntas disparadoras, apelando a la experiencia o al conocimiento previo que tuvieran sobre cooperativismo los participantes, y desde allí, recorrer un espinel que iba hacia el pasado, para remontarnos a los orígenes del cooperativismo en el mundo y en la Argentina, pasando luego por la experiencia de gestión concreta -los órganos de administración, la economía de las cooperativas, sus principios, sus valores-, hasta tratar de formular mínimamente algún plan de continuidad de la capacitación de los consejeros, los funcionarios y los asociados.
La experiencia de las Escuelas Móviles nos permitió recorrer buena parte el país, y, a veces, con el correr del tiempo y hasta el día de hoy, tenemos la emoción, la suerte de encontrarnos con algún dirigente consagrado del cooperativismo que hoy tienen cargos o responsabilidades muy importantes, que recuerda que dio sus primeros pasos en esas escuelas de Idelcoop.
Había, por otro lado, un gran desafío que fue el de poner en marcha la revista de Idelcoop, para lo cual también hemos aportado modestamente algunas notas, algunos artículos, algunas búsquedas, y el esfuerzo, por supuesto, por sustentar esa organización, obteniendo los recursos financieros mediante donaciones, legados, el propio arancelamiento de las actividades educativas, que permitieran cubrir el presupuesto de la estructura de la fundación.
De manera que, cuando me tocó ingresar, a comienzos del año 1974, había un camino recorrido por lo menos como marco previo, conceptual y experimental, en el país y en el exterior, pero en Idelcoop propiamente dicho todo estaba por hacerse.
Me tocó entonces vivir esa parte de la institución, durante los primeros diez años, que fueron muy aleccionadores, donde hemos aprendido creo que todos mucho, y en mi caso particularmente, mucho más.
Hace un rato decía que el IMFC tenía bastante autonomía en las distintas regionales. ¿En el caso de Idelcoop, también funcionaba así?
Idelcoop fue y es la fundación del Instituto Movilizador, es decir que a las autoridades de Idelcoop las designa el Instituto, a través de su consejo de administración, por períodos trienales. Pero eso no le quita autonomía a la fundación, con cargo de rendir cuenta, de informar al consejo de administración con determinada frecuencia. Es decir que se manejaba con un grado de autonomía importante, pero en sintonía con las políticas más generales del IMFC, con una economía propia, con un balance, que tenía que presentar ante la Dirección de Personas Jurídicas y, por supuesto, ante el propio consejo de Idelcoop, anualmente, como corresponde.
De manera que, sin perjuicio de la coordinación de Idelcoop con las políticas más generales del Instituto, tenía una cuota de autonomía muy significativa como ocurre en el presente también.
¿Y entre los distintos centros de trabajo de Idelcoop? Rosario, Buenos Aires...
Había, por supuesto una fluida comunicación, y una coordinación de esfuerzos para manejarnos dentro de parámetros comunes. Teníamos actividades en común, Escuelas Móviles como ya mencionamos, pero también con el tiempo se fueron organizando cursos, diseñados en función de las demandas crecientes en cantidad y en complejidad de parte de las cajas de crédito cooperativas y, más aún, en la etapa en que las cajas de crédito se fusionaron para transformarse en bancos cooperativos.
Allí, la demanda tuvo un salto en calidad muy significativo, porque había que prepararse para afrontar los desafíos de la gestión de entidades infinitamente más complejas que las cajas de crédito, con nuevas operaciones que las cajas jamás realizaron, como es el caso del comercio exterior, la compra-venta de divisas, en fin, y en un momento de gran turbulencia, de gran complejidad política y general. Recordemos que las cajas de crédito tuvieron el desafío de fusionarse para constituir los bancos cooperativos, allá por el año 1977, 1978, 1979, en el contexto de la dictadura militar, es decir, en un marco político muy adverso, muy difícil.
Pero este desafío se asumió con una visión estratégica muy lúcida del Instituto Movilizador, con vistas a crear las mejores condiciones para que cuando llegara, más tarde o más temprano, la democracia, la vigencia plena de la Constitución, estas entidades estuvieran en condiciones de desplegar plenamente la prestación de servicios a sus asociados y a la comunidad, y al mismo tiempo ser el canal de difusión, como siempre, de principios y valores orientados a contribuir a la transformación social, que para nosotros siempre fue la razón de ser del movimiento. Es decir, la empresa eficiente, eficaz, y al mismo tiempo la participación societaria, el movimiento, para contribuir, no solo a dar satisfacción concreta al servicio concreto demandado por los asociados, sino a la construcción de una nueva sociedad más justa, solidaria, con distribución equitativa de la riqueza, y de todos los bienes, culturales y materiales.
¿Cómo era la estructura del centro de trabajo Buenos Aires al momento de comenzar la operatoria y, a grandes rasgos, cómo fue cambiando en esos diez años?
La estructura era muy pequeñita, porque también el presupuesto era limitado. Había un coordinador y una secretaria, y después se incorporó una colaboradora en el campo más específicamente pedagógico. Fuimos ampliando el número de colaboradores mediante el voluntariado, es decir, se formó una suerte de consejo asesor, o comisión asesora, integrada por secretarios de educación de cajas de crédito cooperativas. La figura del secretario de educación empezó a aparecer aproximadamente por aquellos años, 1974, 1975. Una figura muy importante porque era el cargo del consejero que debería tomar bajo su responsabilidad, pero no en forma excluyente, la preocupación por difundir principios, valores, capacitar a los dirigentes, trascender hacia la comunidad. Y esto abrió cauce también para la formación, el desarrollo, la proyección de un número significativo de dirigentes a partir de entonces.
La estructura, entonces, era desde lo administrativo muy pequeñita, lo mínimo indispensable: un responsable y una colaboradora inmediata, que era la secretaria, y un núcleo de colaboradores voluntarios, dirigentes del movimiento.
Con eso se desarrollaban las tareas, y después, por cierto, muchas veces a nivel de voluntario, pero otras en forma arancelada, se incorporaban docentes para atender determinados requerimientos. Cuanta mayor especialización en el dictado del curso, en la coordinación de un seminario, había que apelar, indefectiblemente, a profesionales experimentados, con actuación en la universidad, o en institutos terciarios, o de otra naturaleza, para que brindaran su saber, su conocimiento, su experiencia en nuestro ámbito. Inclusive hemos recurrido a profesionales que se formaron en el sistema educativo pero que, al mismo tiempo, acreditaban una riquísima experiencia en el campo de la actividad bancaria. Esto se produjo principalmente en ese período de tránsito de las cajas de crédito a la forma o a la figura de los bancos cooperativos.
Y en el aspecto específicamente pedagógico, ¿cómo se va diseñando una estructura pedagógica? ¿Hay algún momento en donde se diseñe un proyecto, una visión educativa, o eso se fue construyendo con los años?
Desde el inicio hubo un enfoque que podríamos encuadrar en lo que se denomina genéricamente educación popular, teniendo en cuenta que la actividad se desarrollaba con adultos, y los adultos, más allá de la formación que hayan recibido en el ámbito académico, tienen la experiencia de vida, de manera tal que, en muchos aspectos, los destinatarios, los sujetos de la actividad educativa llegaban a la Escuela Móvil, al curso, o a la actividad de educación o capacitación, con un bagaje que había que tener en cuenta porque era el punto de partida para que, sobre esa base, pudiéramos construir otros conocimientos u otros saberes.
Entonces este enfoque estuvo presente en todo momento. Por otro lado, partimos de la base de que en una actividad educativa hay un ida y vuelta, una transferencia, no solamente desde el docente hacia el educando, sino a la inversa. Todos aprendemos y todos enseñamos, justamente partiendo de la base de la experiencia previa, de la experiencia de vida, del universo conceptual o práctico que pueda tener la persona que participa en un hecho de esta naturaleza.
Con posterioridad hubo aportes valiosos. Nosotros en Idelcoop diseñamos un curso a distancia, de historia y doctrina de la cooperación, para lo cual se recurrió a profesionales del campo de las Ciencias de la Educación.
Recuerdo con cariño y respeto a Arturo Diéguez, que lamentablemente ya no está, quien tuvo una rica experiencia en el campo de la educación permanente de adultos, que trabajó y estudió con Gilda Romero Brest, que fue docente en la Universidad Nacional de Buenos Aires, en la facultad de Filosofía y Letras, en Ciencias de la Educación.
Trabajó con nosotros la licenciada Silvia Marta Gelman, y Ester Motrel, también educadora, y ellos hicieron aportes valiosos que se tradujeron en un curso a distancia, precisamente para facilitar el acceso al conocimiento de estos temas, historia, doctrina, digamos, los conocimientos que debe tener un cooperador, ya sea un consejero, un funcionario, un empleado, indispensables, pero, de una manera tal que no se vieran obligados a concurrir, a participar en forma presencial, habida cuenta que las distancias de nuestro país son gigantescas, y los costos para los traslados y las estadías son muy grandes. Esto democratizó la posibilidad del acceso al conocimiento. Funcionó muy bien, y esa modalidad luego, con cambios producto de los avances en la tecnología, fue mantenida por Idelcoop.
Y hace muy poquitos años, a partir del momento en que se va estableciendo la obligatoriedad de la incorporación de contenidos cooperativos en la currícula escolar, Idelcoop proveyó de cursos a distancia para docentes que tenían que nutrirse con estos saberes destinados a su actividad educativa, a su actividad profesional en esta materia.
Después, podemos mencionar iniciativas múltiples que hemos desarrollado, además de los cursos para empleados, para gerentes, los seminarios para consejeros, artículos y análisis sobre el rol de los dirigentes, algo que no se aprende en ninguna universidad, donde hay que combinar la experiencia concreta, la formación previa de cada uno y los contenidos doctrinarios, y el intercambio de experiencias entre aquellos que han liderado experiencias exitosas, valga la reiteración, con aquellos que están haciendo sus primeros pasos en esta materia.
Bueno, todo esto Idelcoop procuró canalizarlo mediante distintas modalidades educativas, y, también, hemos tratado de reforzar o brindar elementos metodológicos y prácticos para que nuestros dirigentes vieran facilitada su labor como comunicadores, ya sea a través de exposiciones orales, verbales, como a través de la redacción de comunicados de prensa, de declaraciones, algo que es de enorme importancia, apuntando a mejorar la comunicación entre todos los niveles y distancias de la actividad cooperativa hacia el interior y desde la cooperativa hacia la comunidad.
Sobre el tema, recordemos que por el año 1980, un congreso de la Alianza Cooperativa Internacional puso especial hincapié en la necesidad de que el movimiento cooperativo tuviera toda una estrategia comunicacional con los asociados y con el público en general. Si mal no recuerdo fue uno de los aportes de Alexander Laidlaw en ese congreso, en el cual hubo dos grandes informes, el de Laidlaw, por un lado, por el cooperativismo del mundo occidental, y el de Smirnoff, en representación del Centro Soyuz de la entonces Unión Soviética con la visión socialista. En un momento en el cual había una confrontación de ideas muy enriquecedora, y que producía debates importantes con aportes a la doctrina muy significativos que, luego, ya que estamos refiriéndonos al tema, perdieron significación, relieve, producto de la mayor homogeneidad que se produjo después de 1990.
Algo que había quedado pendiente. En un momento señaló que las escuelas móviles fueron muy importantes en la tarea de Idelcoop, porque era una actividad que tenía particularidades que la hacían muy significativa. ¿Cómo nació la idea de hacer las Escuela Móviles? ¿Cómo se fue gestando la idea de hacer ese tipo de actividad?
Porque había un antecedente que eran los cursos que se hacían en las cooperativas agrarias. Ya existían escuelas móviles. Lo que nosotros hicimos, lo que se hizo en Idelcoop, fue una adecuación de contenidos para referirnos más al cooperativismo de crédito. Pero tengamos en cuenta que el Instituto Movilizador nace en 1958, Idelcoop en 1973, pero el movimiento cooperativo de la Argentina nace a fines del siglo XIX.
El cooperativismo agrario venía ya con una experiencia importante, ni que hablar de la Federación Agraria Argentina que nació en 1912 con el grito de Alcorta, es decir que había un camino recorrido por parte del movimiento cooperativo. Entre otras cosas, en ese camino, en el campo de la educación, se instituyó la escuela móvil, y nosotros la incorporamos como algo que realmente daba respuesta, por lo menos para el acceso al ABC de la cooperación, y creo que cumplió un rol muy importante.
Otra actividad que creo que vale la pena recordar fue la que desarrollamos desde Idelcoop -particularmente el que habla- con el personal que se incorporó al Banco Credicoop, especialmente aquellas nuevas camadas de empleados que empezaron a ingresar a partir del año 1979, 1980, 1981, y que no tenían un conocimiento ordenado, sistematizado de cooperativismo.
Entonces organizamos de común acuerdo con el Banco charlas con grupos de empleados, a los cuales les brindamos estos rudimentos de la historia, de cómo nació el movimiento, de cómo se desarrolló, cómo tuvo que afrontar desafíos, cómo adoptó nuevas formas, con la finalidad no solamente de nutrir con estos conocimientos a la gente, sino de ir construyendo un sentido de pertenencia y fortaleciéndolo, en el caso de que ya existiera.
Así que esto lo hemos hecho desde Idelcoop también, y desde el propio Instituto Movilizador, porque una vez más recordamos a Floreal Gorini, quien nos había encomendado la tarea de brindar estas charlas, hacer estas actividades con el personal nuevo, sobre todo, para que se fueran nutriendo de esa savia importante, vital e indispensable para su desempeño, para que supieran que trabajan en una institución con una naturaleza muy particular.
Hace un rato mencionaba, dentro de lo que es el área pedagógica, a algunas personas que tuvieron una significativa participación. Desde la dirección institucional de Idelcoop, más allá de que dependiera del IMFC, ¿puede señalar algunos nombres que hayan tenido importancia en ir fijando líneas de trabajo, o que hayan entrado en esa discusión teórica más general que se planteaba en los setenta, ochenta?
Bueno, hay que recordar que el primer director que tuvo Idelcoop fue León Schujman, que a la sazón era consejero del Instituto Movilizador, luego también fue su presidente, con experiencia en el campo internacional cooperativo, con muchas vinculaciones -a través de la Alianza Cooperativa Internacional- con centros de estudio de Europa, de América del Norte, Canadá, principalmente, de América Central y el Caribe.
La participación en la Alianza Cooperativa Internacional a partir del año 1974, que es cuando se acepta su incorporación a este organismo mundial, nos abrió también un campo muy vasto, de intercambio, de conocimiento. El Instituto, a su vez, ha tenido la virtud, el mérito, la circunstancia histórica, la posibilidad de haber reunido a un elenco dirigencial de excepción. Ya lo nombramos a Gorini varias veces, pero también hay que recordar a Jacobo Laks, hay que recordar a David Naishtat, que fueron dirigentes que reunieron varias cualidades, entre ellas, la de ser creadores de doctrina, elaboradores, estudiosos. Jacobo Amar, que falleció muy prematuramente, que fue secretario de relaciones del Instituto, a quien lamentablemente no tuve el honor, la suerte de conocer en forma personal, pero de quien todos nosotros inevitablemente hablamos porque ha marcado también su impronta en este movimiento. Bueno, todos ellos han dejado un legado formidable, han escrito, algunos no tenían el hábito de escribir en forma sistemática, pero sus charlas son piezas de vital importancia, como sumos doctrinarios, para las generaciones de aquel entonces y del futuro. Cada uno de ellos fue contribuyendo desde su óptica muy comprometida con la transformación social, con los principios humanistas más avanzados de la época. Han contribuido a nutrir el pensamiento cooperativo con esta otra levadura proveniente de las ideas transformadoras que se fueron gestando en el siglo XVIII, en el siglo XIX, y que tienen sus raíces en los socialistas utópicos, en Tomás Moro, en Campanella, y otros que anhelaban una sociedad distinta, sin explotados ni explotadores, una sociedad con una posibilidad de desarrollo pleno para todos los seres humanos, sin discriminación alguna.
Bueno, todo eso estuvo impregnado en la acción de estos dirigentes, en su prédica, y en la actividad del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos.
[1] Nota publicada el 9 de noviembre de 2021 en Revista Acción. Ver en: https://accion.coop/cooperativismo/adios-a-un-militante-y-constructor/
[2] Entrevista realizada por Daniel Plotinsky para el Archivo Histórico del Cooperativismo de Crédito (18/2/2008).
[3] Fragmento de una entrevista realizada por Daniel Plotinsky para el Archivo Histórico del Cooperativismo de Crédito (18/2/2008).