Revista Idelcoop, nº 230. Marzo 2020 - ISSN 0327-1919 / Sección Experiencias y Prácticas
Idelcoop Fundación de Educación Cooperativa
Cooperativa La Paquito: capital simbólico y proyecto productivo
Entrevista a Diana Aranvena e Iara Ibarra de la Cooperativa de Trabajo La Paquito
Ana Laura López[1]
Resumen
En la siguiente entrevista realizada en octubre de 2019, la presidenta de la Cooperativa La Paquito, Diana Aravena y la socia Iara Ibarra realizan un recorrido por la historia de esta empresa textil conformada en su totalidad por mujeres trans. La consolidación del proyecto a lo largo de 8 años, las dificultades económicas y sociales atravesadas durante el gobierno de Mauricio Macri y el trabajo constante para avanzar en las conquistas y defensas de derechos de la comunidad son algunos de los temas que se abordan en estas páginas.
Palabras clave: cooperativa de trabajo, genero, trans, inclusión laboral, crisis.
La cooperativa La Paquito existe desde el año 2011 y trabaja fundamentalmente en el rubro textil con estampado de remeras, tazas y pines. El trabajo apunta a realizar productos con iconografía peronista, kirchnerista, de la diversidad y sobre política. Se trata de una cooperativa de trabajo que está integrada por mujeres trans y tiene su local en el barrio porteño de La Boca. Surgió a partir de la agrupación Putos Peronistas en la cual milita Diana Aranvena, la presidenta de la cooperativa que le pone voz, junto a su compañera Iara Ibarra, a la siguiente entrevista[2].
Con La Paquito (nombre que eligen en homenaje al actor, diseñador y amigo personal de Eva Duarte de Perón, Paco Jamandreu), son nueve las experiencias de cooperativas conformadas por asociados y asociadas trans en Argentina.
La primera surge en el año 2007 con la fundación de la Escuela Cooperativa Textil de Trabajo Nadia Echazú, en homenaje a la activista travesti fallecida en 2004 que luchó por los derechos del colectivo LGBTTIQ. Fue inaugurada por Lohana Berkins y está ubicada en la localidad de Avellaneda, Provincia de Buenos Aires. A este proyecto cooperativo lo sucedieron otros de similares características y propósitos tanto en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires como en el interior del país. En la Ciudad de Buenos Aires, se encuentran la cooperativa teatral Arte TVTrans, Estilo Diversa - que trabaja en alta costura- y La Paquito que estampa remeras, tazas, pines, etc.
En Comodoro Rivadavia hay dos experiencias: la cooperativa textil 23 de Febrero e Impresiones del Sur que trabaja el rubro merchandising. En Mendoza se conformó la cooperativa ProCuyo que trabaja en la recolección de ajo. En Misiones, un grupo de chicas trans y varones gay tienen un emprendimiento de decoraciones de eventos y souvenirs, y están iniciando los trámites para conformarse en cooperativa. En Río Cuarto, Córdoba, se está conformando una cooperativa que trabaja en el rubro blanquería.[3]
El contexto político económico de crisis desde la asunción del gobierno de Mauricio Macri golpeó fuertemente a la clase trabajadora, tanto a quienes trabajan en relación de dependencia, como al sector de la economía social y a los y las trabajadoras no registrados. La caída del consumo, los tarifazos, las devaluaciones, las políticas de apertura de importaciones, los créditos inaccesibles, etcétera, pusieron en jaque a la industria nacional, a las pequeñas y medianas empresas y a las cooperativas, llevando al cierre a muchas empresas y a la resistencia al resto. “Entre las más afectadas encontramos a las cooperativas textiles y a las gráficas, parte de los sectores más golpeados por la apertura de importaciones (en competencia con países donde hay menores costos laborales y precarización o subsidios estatales para exportar) y por el deterioro del mercado interno (...)”.[4]
En este contexto, La Paquito llega a fines de 2019 sobreviviendo a las políticas de ajuste y sosteniendo el espacio de trabajo.
¿Cuántas compañeras integran la cooperativa ahora y cuántas eran al inicio?
Diana (D): Empezamos siendo diez, también había compañeros varones gay, después se fue decantando eso por varias cosas. Primero porque también dentro de nuestras organizaciones hay una cuestión de machismo, entonces no es lo mismo. Se refleja también adentro quien conduce y quien no conduce y además, fundamentalmente, para los varones gays es más fácil acceder al trabajo formal que para nosotras. Empezamos siendo diez formalmente porque era el número necesario para los estatutos y actualmente quedamos solamente ocho. Estamos trabajando menos días por semana por la falta de demanda de laburo y porque, por ejemplo, algunas compañeras son de La Matanza y hacerlas venir porque sí a Capital con lo caro que sale viajar, no conviene. Entonces tratamos de regular el tema de venir con las necesidades de demanda de trabajo.
¿Las integrantes vienen todas del mismo espacio de militancia político?
D: Todas venimos de la militancia en la agrupación Putos Peronistas. Consideramos que eso es nuestra diferencia cualitativa en esto, porque ya veníamos con un formato de organización y con un conocimiento previo. Si bien trabajar no era lo mismo que compartir otras cosas, nos ayudó bastante conocernos previamente y tener ya internalizada la forma de organización, las asambleas, las discusiones.
¿A qué te referís cuando decís que compartir espacio de trabajo no es lo mismo que compartir otros?
D: En la convivencia, o sea, todo eso. Una cosa es cuando hay plata de por medio y otra cosa cuando lo hacés por militancia y tomás compromisos. Una cosa es: vengo el sábado solamente cuando hay reunión o para una actividad o para la peña y otra cosa es venir a un determinado horario y ordenar quién conduce.
¿Desde cuándo estás en Putos Peronistas?
D: Y, más o menos también el mismo tiempo que en la cooperativa, pero yo ya venía en el cooperativismo desde el 2001.
¿Y tu experiencia en política? Fuiste la primera candidata trans a legisladora por la ciudad de Buenos Aires en 2013.
D: Esa fue una decisión colectiva de la cooperativa y de la agrupación como todas las decisiones, porque sabíamos que no entrábamos porque estábamos en el puesto veinte y pico. Pero en ese momento lo consideramos necesario, por lo menos para poder decir las cosas que queríamos decir y con otras audiencias que no son las que nos escuchan siempre.
¿Y funcionó?
D: Sí, sí. Por ahí aprovechando la nota de color… “vamos a escuchar a los putos a ver qué dicen”. Y bueno, de ahí las cosas que más o menos pensábamos de lo que tiene que ver con la ley de inclusión laboral, en ese momento, reclamábamos también el tema del trabajo sexual autónomo, la cuestión de la descriminalización del aborto y otras cosas más. En ese momento aprovechamos ese espacio de visibilización que nos daban para preguntarnos cosas y metíamos esos temas.
En términos comparativos sobre la disputa de esos espacios de poder, ¿considerás que hubo avances?
D: Sí, se avanzó, pero porque la sociedad viene avanzando en ese sentido. Está en disputa todo eso, no es que de repente se acabó el patriarcado y ya está. Tenés la concesión del cupo y teóricamente un espacio para defender, pero después siguen habiendo las mismas mesas chicas de siempre, eso es así. Estaba planteada la pelea y el espacio para plantear alguna cosa pero en esta campaña electoral hubo muchas menos candidatas trans que en otras oportunidades, y las que están son relegadas a espacios más simbólicos (que igual entiendo que hay que aprovecharlos), pero no veo que haya un gran cambio en eso.
LA COOPERATIVA, EL SEGUNDO HOGAR
¿Cómo arranca la propuesta de conformar la cooperativa?
D: Cuando sale la Ley de Identidad de Género[5] (o estaba a punto de salir o en discusión), nos parecía que lo que faltaba era una ley de inclusión laboral[6], nosotros le decíamos así. No decíamos cupo porque creemos que va más allá de eso, en tanto a aperturas a un nuevo derecho, a que el trabajo no sólo es hacer el ingreso mensual, sino que también es sociabilizar de alguna manera; también es el derecho a la salud, a una vivienda y fundamentalmente, romper los guetos. Entonces, nos parecía que había que combinar, por un lado, la denuncia política, el reclamo político de una ley de inclusión laboral, y por el otro lado, demostrar que lo que decíamos realmente funcionaba y era cierto. Entonces por eso hicimos la cooperativa y después fuimos encontrando en el camino qué hacer, aprender de a poco el oficio.
¿Eligen que fuera cooperativa por una cuestión de figura legal o porque les interesaba el modelo?
D: Es lo más parecido a lo que pensamos en cuanto a organización, la forma democrática, asamblearia, la forma de organizarnos, el tema de cómo distribuir los ingresos, los trabajos y demás. Entonces nos parecía que la forma correcta era la cooperativa.
Cuando deciden formar la cooperativa, ¿ya tenían la idea de la textil o surge después?
No, fuimos pensando varias cosas, inclusive la idea era más grande, era hacer por lo menos dos cooperativas distintas; una acá y otra en La Matanza. Y en su momento lo que habían pensado algunas compañeras era hacer algo de alimentación, una panadería, algo de eso. Pero después lo dejamos de lado por una serie de cuestiones de organización y porque unas compañeras opinaban que se nos iba a hacer más costoso por la visión del exterior… nosotras en relación al manejo de la comida. Entonces fueron surgiendo opciones y fuimos encontrando que teníamos algún nicho donde poder desarrollarnos y era relativamente fácil aprenderlo.
¿Ya venían con experiencia en el oficio o aprendieron de cero?
D: No, no. La gran mayoría veníamos de otras experiencias o trabajo sexual, entonces no teníamos mucha idea y después aprendimos quemando telas como digo siempre, con 200° de calor. Y como obtener la matrícula habilitante de la cooperativa tarda un año, aprovechamos ese tiempo para ir haciendo eventos, reuniones y cosas para juntar plata y comprar las máquinas con las que empezamos.
¿Pudieron acceder a algún tipo de subsidio o a algunos programas estatales?
D: Después de que obtuvimos la matrícula pudimos acceder a algunos subsidios, participamos de “Manos a la obra”, del “Programa de trabajo autogestionado” y algunas otras cosas. Y después como el gobierno kirchnerista hacía bastante trabajo de difusión de derechos y demás, podíamos participar de concursos de precios, y a veces ganábamos a veces perdíamos, pero por lo menos teníamos algunas cosas por mes que nos permitían estar de otra manera.
¿Y cómo fue ese proceso de capacitación y de consolidación del grupo?
D: Vivíamos con estas cosas de juntar plata para las máquinas, fuimos conociendo a algunas personas que nos enseñaron, con alguna cuestión de diseños, hicimos un curso con la Facultad de Sociales de formación en diversas cosas.
¿Cuándo se enfocaron en el nicho del merchandesing peronista?
D: Pensamos en dos líneas: una línea que abarcaba los diseños peronistas, kirchneristas y cuestiones políticas; y otra que era más nuestros diseños a pedido. Si nos encarga alguien que hagamos remeras de tal cosa se las hacemos, por ejemplo, una pizzería, una publicidad.
¿Cómo empezaron a meterse en el mercado y a comercializar?
D: En los eventos, en las ferias y después tenemos un local, tenemos un comodato ahí en La Boca, a la calle.
¿Siguen haciendo ferias hoy? ¿O cómo siguen con esa dinámica?
D: Un poco menos porque no hay un mango. Entonces a veces no se justifica estar ocho horas muriéndote de frío y lo comprobamos, no tiene que ver con lo que hacemos, sino que es un problema que nadie vende porque nadie tiene plata.
Redujimos las horas de trabajo en el local y nos da más o menos para llevarnos un retiro. Estamos sosteniendo la cooperativa principalmente. La idea es sostenerla porque somos una suerte de capital simbólico, mientras podamos sostener el proyecto lo vamos a hacer.
Igual nos siguen pidiendo cosas. Ahora con el tema del Encuentro Nacional de Mujeres nos estaban pidiendo presupuestos para banderas y así con esas cosas un poco se mantiene.
Iara (I): Pero siempre estamos tirando a la oferta, le damos carta porque también esta eso que hay que hacer el marketing.
¿Cómo se dividen las tareas tanto de lo productivo como de la gestión de la cooperativa?
D: Tenemos a Paula que hace los diseños, y después lo demás lo vamos repartiendo.
¿Eso lo van organizando de acuerdo a cómo están ustedes y la disponibilidad de las compañeras? ¿Pueden cumplir horario habitualmente?
I: Generalmente sí, obvio, tratás de cumplir horario. También repartimos todas las tareas: quien puede prepara el mate, la comidita y esas cosas, porque es una convivencia. Es como nuestra segunda casa, a veces venimos con las lagañas, los ojos pegados y decimos: “vamos a lavarnos la cara”.
Cuando arrancaron eran diez, hoy son ocho y trabajan medio día, ¿qué análisis pueden hacer respecto a ese recorrido?
El problema básicamente es económico, son las políticas económicas, no hay mucha vuelta que darle al asunto. De hecho, cuando podíamos hacíamos otras cosas, tenemos, por ejemplo, un horno para cocinar cerámica, vidrio y demás que tenemos desenchufado y guardado. Nosotras estampamos tazas de cerámica, la idea es siempre generar laburo y crear alternativas. Pero eso lo tenemos parado desde que llegó Macri al gobierno nacional, porque inmediatamente se pegó el salto de las tarifas; y olvídate.
EL BARRIO, LA VIDRIERA, EL ESTADO
¿Cómo es el vínculo con el barrio en el que se encuentra el local?
D: Como cosa general siempre que pensamos alguna acción, alguna cosa, la hacemos en función del barrio. Y cuando dimos la capacitación en el local fue abierta a la comunidad y sobre todo a las compañeras.
Interactuamos con todas las cosas que pasan ahí en el barrio dentro de lo posible, lo que nos da el cuero, participamos todo lo que podemos. De hecho, nuestro local tiene vidriera y fue toda una revolución para el barrio que aparezcamos las maricas.
I: Pasaban y miraban, se preguntaban qué será que van a hacer…
¿En la vidriera también se las ve a ustedes trabajando?
I: Claro. Al principio era como que pasaban y miraban, se preguntaban qué sería lo que íbamos a poner, ¿un prostíbulo?, ¿qué sería eso?, ¿en qué se convertiría?
¿Y ese prejuicio se lo manifestaban directamente?
I: Teníamos el portero de al lado que se juntaba con todos los que están a la tarde tomando mate… Entonces, los escuchás… Hablan fuerte a propósito. Pero hoy por hoy los vecinos entran a sacar sus fotocopias, a hacer su pedido, “hola chicas”, “buen día, chicas”.
En el barrio, con los y las vecinas, en la vereda ¿se van cayendo las barreras?
I: Claro, porque se van derrumbando esas barreras, con el comportamiento, con el mostrar que somos personas. Tenemos nuestras cosas como todo el mundo la tiene, el mal humor, vamos al baño, comemos (ríen). Generalmente, ahora nosotras tenemos más buenos días, antes eran más los malos días, éramos más perseguidas por la policía, por la sociedad, más hostigadas y hoy por hoy, tenemos un trabajo, con lo que significa tener un trabajo.
¿Y con el Estado pudieron trabajar en estos años?
D: No, desde el punto de vista comercial no. La única vez que nos pidieron un presupuesto, nos terminaron dando el precio que ellos querían que trabajemos, un monto que no nos servía para nada. No nos convenía, no lo hicimos y nunca más nos llamaron. Después cada tanto aparecían para ofrecer alguna cosa que en realidad era más propaganda. Ahora, por ejemplo, para las elecciones nos llamaron a participar de una página en internet donde publicitás tus productos, pero hasta ahí, en concreto nada. Por ejemplo, nos ofrecieron estar en una página del Ministerio de Desarrollo que diga la cooperativa La Paquito hace tal cosa, la cooperativa tal hace otra. Cosas que les sirven a ellos.
I: Habrán pensado: “por lo menos las promocionamos a estas locas, mira qué abiertos que somos”.
¿Tienen trabajo político desde la cooperativa, más allá de lo productivo?
D: Hemos participado y nos convocan desde distintos lugares por el tema salud. Este año nos llamaron por el tema de los tratamientos hormonales y también estuvimos ahí[7]. Se habían declarado desiertas las licitaciones para las compras de hormonas, y era consecuencia de que ellos habían hecho las cotizaciones de precio previo a la devaluación. Entonces lo que decían los laboratorios era que con esta plata no cotizaban y nosotras planteamos que existe una ley y sos -como Estado- responsable de que se garantice, no podés depender de que el laboratorio te diga “me conviene o no me conviene”. Lo mismo pasa con los medicamentos de VIH y otras cosas. Entonces terminamos haciendo junto a otras organizaciones una nota exigiendo que se cumpla la distribución y la fabricación estatal. Sabemos que ellos no nos dan ni cinco de bola, pero lo presentamos para que quede constancia de que estamos reclamando.
EL MUNDO COOPERATIVO Y SUS DEUDAS
¿Participan de alguna federación o red con otras cooperativas?
D: Tenemos amigos en un montón de lugares, pero no participamos de ninguna federación. Porque no encontramos un lugar adonde podamos pertenecer. Tenemos buena relación con GESTARA[8] y con los compañeros y compañeras de Credicoop. Formamos parte del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos (IMFC) y así con varios espacios.
¿Tienen conocimiento de la conformación o el intento de conformar una federación de cooperativas de integrantes trans?
D: No, hubo un par de ideas, pero en realidad nunca nadie nos dijo que iniciáramos nada formalmente. Sí sabemos que se habla del asunto, cada tanto a uno se le prende la lamparita de querer inventar la pólvora, pero queda todo ahí. A mí la verdad no me termina de convencer mucho. La verdad es que no somos tantas cooperativas.
En general los problemas que tenemos como cooperativa no son problemas por nuestro género, o en segundo lugar por nuestro género, sino en primer lugar por ser cooperativa. Si hacemos reclamos no va a ser solo para nosotras, hay que pedir para todas las cooperativas de trabajo. Si hay alguna cuestión impositiva o alguna facilidad de algún tipo, tendría que ser para todas, no para nosotras sola. Por ahí no sé si se necesite una federación, pero sí seguir reclamando en términos de la representatividad y la paridad como hacemos, quizás tendríamos que hacer una alianza con las cooperativas de mujeres. En los actos siguen poniendo en las mesas a un montón de compañeros, y por ahí una compañera medio al fondo. Tampoco quiere decir que los que están ahí son un desastre, pero hay voces que están faltando.
¿Recomendarían y fomentarían la conformación de nuevas cooperativas?
I: Claro, ¿cómo no? Es todo con sacrificio y constancia. Acordate que nosotras no venimos de una cultura del trabajo, venimos de no cumplir horarios, pero sí lo fomentamos.
En el mercado formal les resulta muy difícil conseguir trabajo, hasta que no haya una ley que favorezca la inclusión laboral ¿es el cooperativismo la opción?
D: Hay un problema que es la falta de cultura de trabajo y de organización también. Entonces en general lo que hubo mucho durante nuestro gobierno (nosotros reivindicamos el gobierno anterior[9]) es esto de decir: “bueno, júntense en una cooperativa”. Inclusive te daban la guita para armar el emprendimiento y subsidios para para que te compres el horno pizzero y te compren el coso de la peluquería. Pero eso es una parte, porque después tenés que saber comprar, saber vender, saber gestionar, es una parte importante del asunto. Después tenés que sumarle que si te sale mal, después de que hiciste el curso, te dieron guita, y te fundís, te sentís una inútil. Entonces, falta un acompañamiento y una organización. Me parece que lo fundamental es que el Estado dé el ejemplo y contrate a las compañeras en todos los lugares que ya tienen aprobado el cupo y que rompamos el gueto.
Por otra parte, en nuestro caso, ya probamos el lado salvaje, no sé si me gustaría tener un patrón ahora.
En términos de sostenibilidad, en un contexto como éste, conocemos experiencias que han cerrado, PYMES que se han fundido. Ustedes están resistiendo, ¿cómo la viven desde ese punto de vista? ¿Les afecta más cruelmente por ser personas trans[10]?
D: Al menos yo siento que sobrevivimos y que somos un capital simbólico y estamos ahí para levantar la banderita. Pero es un riesgo cuando te dicen o decimos estas cosas porque nos ponen como ejemplo y no queremos serlo y que nos muestren como un camino a seguir y la verdad es que no sabría decirte, tampoco es que tiramos manteca al techo.
Se avanzó en algunos lugares con la ley de cupo, pero tampoco tanto como para mover el amperímetro. Tenemos que dar la discusión pueblito por pueblito, ciudad por ciudad, provincia por provincia, lo cual me parece una locura, cuando hace falta una ley nacional y listo. No haría falta ninguna ley en realidad debería ser…
En la medida que haya una derechización de la sociedad[11] también se expresa en que la cana, en determinado lugar, en determinadas cosas, es más complicada y que en eso la pasan peor las compañeras que son migrantes, las trabas migrantes y sí, obviamente, si falta trabajo para el conjunto también nos falta a nosotros. Por eso siempre digo que tengo que formar parte de la misma pelea del pueblo, porque no hay salvación individual, ni tampoco hay salvación de colectivos aislados.
Bibliografía:
Calloway Cecilia, Cabrera Candela y García Gonzalo Ezequiel. “Cooperativas trans: una mirada sobre la situación actual”, en Revista Idelcoop. N° 229. Buenos Aires. Noviembre de 2019. pp. 85 – 101. Disponible en: https://www.idelcoop.org.ar/revista/229/cooperativas-trans-una-mirada-situacion-actual
[1] La entrevista fue realizada por Ana Laura López, asistente editorial de Revista Idelcoop y producida por Lara Arcuschin, coordinadora pedagógica del Programa Latinoamericano de Educación a Distancia (PLED Idelcoop). Correo electrónico: revista@idelcoop.org.ar
[2] Cabe destacar que le entrevista se realizó en octubre de 2019, antes de conocerse el resultado de las elecciones generales de nuevas autoridades nacionales y antes también del cambio de gobierno.
[3] Calloway, Cabrera y García (2019), 94.
[4] Ídem, 95.
[5] La ley 26.743 establece el derecho a la identidad de género de las personas. Fue sancionada en mayo de 2012. En su artículo primero establece que toda persona tiene derecho: a) al reconocimiento de su identidad de género; b) al libre desarrollo de su persona conforme a su identidad de género; c) a ser tratada de acuerdo con su identidad de género y, en particular, a ser identificada de ese modo en los instrumentos que acreditan su identidad respecto de el/los nombre/s de pila, imagen y sexo con los que allí es registrada.
[6] Ya en 2014, la agrupación Putos Peronistas le entregó a la entonces presidenta Cristina Fernández un proyecto de ley de inclusión laboral trans, que proponía cupos en el Estado e incentivos para las empresas que empleen a travestis y transexuales.
[7] “Si bien la Ley de Identidad de Género es reconocida como una herramienta de avanzada a nivel legislativo, la falta de un proceso de discusión más amplio se refleja en la ausencia de los acuerdos necesarios para su implementación, sobre todo respecto a la cobertura de hormonas, cirugías, capacitación a médicos y a enfermeras. Esta situación en lo concreto de la vida cotidiana de las personas trans las coloca frente al desamparo y a la expulsión aun con leyes sancionadas” en Calloway, Cabrera y García (2019).
[8] Por sus siglas: Grupo de Empresas Sociales y Trabajadores Autogestionados de la República Argentina.
[9] Se refiere a los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner.
[10]“La expectativa de vida de una persona trans en Argentina es de 35 años. La mayoría no ha terminado su escolarización debido al abandono temprano de sus grupos familiares, lo que las coloca en situación de extrema vulnerabilidad en el acceso al mundo laboral” en Calloway, Cabrera y García (2019), 92.
[11] “El claro cambio de signo ideológico del Gobierno electo en 2015 ha implicado un fuerte retroceso y una ausencia de políticas por parte del Estado para garantizar los derechos y la accesibilidad a la salud, la educación y el trabajo. Junto a esto, cada día con mayor contundencia, en la calle, en las expresiones cotidianas, en distintas situaciones se puede observar cierta permeabilidad y aceptación de imaginarios sociales y prácticas discriminatorias y condenatorias de las diversidades sexuales. La gravedad del momento actual reside en que tales retrocesos son acompañados por acciones ejercidas desde las fuerzas de seguridad, la justicia, los centros de salud, las instituciones educativas.” en Calloway, Cabrera y García (2019), 89.