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EXPERIENCIAS Y PRÁCTICAS
Más de 110 años en una única experiencia cooperativa. El Hogar Obrero
Número 228 / Año 2019 / Por Berreta, Alberto David - Fernández Alonso, Juan C.
El presente trabajo nos ofrece una mirada sobre la evolución histórica de una de las más significativas experiencias del cooperativismo argentino: El Hogar Obrero. A lo largo de sus páginas se describen primero los principales momentos y experiencias que muestran un ininterrumpido crecimiento desde su fundación, en 1905, hasta 1990. Se analizan luego las causas e intereses en juego que llevaron a que, a partir de 1991, EHO entrara en una profunda crisis, de la que pudo salir gracias al compromiso de hombres y mujeres que no vacilaron en unir su experiencia, vivencias y saberes para afrontar los avatares de la historia, a partir de la construcción de una práctica de trabajo colaborativo. Finalmente, se describe la actual operatoria de la entidad.
More than 110 years in a single co-operative experience. El Hogar Obrero. This paper offers a look on the historic evolution of one of the most significant experiences in the Argentine co-operativism: El Hogar Obrero. Firstly, these pages describe the key moments and experiences that show an uninterrupted growth since the foundation of this co-operative, in 1905, until 1990. Then, it goes on to analyze the causes and interests at stake that led to a profound crisis, beginning in 1991, which this co-operative managed to overcome thanks to the commitment of men and women who did not hesitate to share their experience and knowledge to face the ups and downs of history by creating a collaborative work practice. Finally, the current operation of the entity is described.
110 anos a mais numa única experiência cooperativa. El Hogar Obrero. O presente trabalho apresenta um olhar sobre a evolução histórica de uma das mais significativas experiências do Cooperativismo na Argentina: El Hogar Obrero. Ao longo de suas páginas são descritas, de início, os momentos mais importantes, e as experiências que mostram um ininterrompido crescimento da sua fundação, em 1905, até o ano 1990. A seguir são analisadas as causas e interesses em jogo que levaram ao HO, a partir de 1991, a cair numa profunda crise, da que conseguiu sair graças ao compromisso de homens e mulheres que não hesitaram em juntar sua experiência, vivências e saberes para afrontar as vicissitudes da história, a partir da construção de uma prática de trabalho colaborador. No fim, faz-se a descrição da atual operatória da entidade.

                                                Revista Idelcoop, nº 228, Julio 2019. ISSN 0327-1919 / Sección Experiencias y Prácticas

                                                                                 IDELCOOP Fundación de Educación Cooperativa

 

Más de 110 años en una única experiencia cooperativa

El hogar obrero

 

Resumen: El presente trabajo nos ofrece una mirada sobre la evolución histórica de una de las más significativas experiencias del cooperativismo argentino: El Hogar Obrero. A lo largo de sus páginas se describen primero los principales momentos y experiencias que muestran un ininterrumpido crecimiento desde su fundación, en 1905, hasta 1990. Se analizan luego las causas e intereses en juego que llevaron a que, a partir de 1991, EHO entrara en una profunda crisis, de la que pudo salir gracias al compromiso de hombres y mujeres que no vacilaron en unir su experiencia, vivencias y saberes para afrontar los avatares de la historia, a partir de la construcción de una práctica de trabajo colaborativo. Finalmente, se describe la actual operatoria de la entidad.

Palabras Clave: cooperativas de consumo, historia, El Hogar Obrero, cooperativas de vivienda

 

En 1905 la ola inmigratoria no cejaba. Iniciada más o menos espontáneamente al promediar el siglo XIX, había sido potenciada deliberadamente y con mucha intensidad por la denominada “generación del 80”. Desde prácticamente todas las latitudes del planeta llegaban trabajadores, también intelectuales, y no pocos que reunían ambas condiciones. De tal modo, junto con ellos, llegaban las ideas más avanzadas de la época y las nuevas formas de organización propuestas por aquellos que necesitaban defenderse de la voracidad del capital y su brazo ejecutor: “la explotación del hombre por el hombre”.

Para entonces un joven médico llamado Juan Bautista Justo realizaba una intensa labor en distintas áreas. Recién graduado había hecho un viaje por Europa de donde trajo la enorme novedad para la cirugía, su especialidad: introdujo en nuestro país y en su medicina la asepsia y la antisepsia, y tuvo que batallar para que los nuevos conceptos fueran aceptados. Es menester decir también que en el amplio campo de sus actividades adaptó y aplicó dichos conceptos y los sintetizó –en referencia a la política– en una de sus frases más celebradas: “manos limpias y uñas cortas”. Aportó a la historia de la cirugía nacional varias “primeras veces” y plasmó su fuerza de carácter cuando, al ver en su práctica hospitalaria que los pacientes que curaba regresaban con sus patologías reiteradas, abandonó la medicina para buscar soluciones de fondo a través de la política y otras actividades (ya había ganado por concurso la cátedra de Cirugía y le había sido arrebatada por su adhesión al Socialismo). Al mismo tiempo, era un hombre de intelecto privilegiado y un hacedor práctico en busca de mejorar concretamente la vida de los menos favorecidos. Dio forma de partido a las distintas formas larvarias de Socialismo que venían desarrollándose; fundó la Sociedad Luz, primera universidad popular de nuestro país; lo hizo también con la Asociación Obrera de Socorros Mutuos y junto con su discípulo, amigo y colega el doctor Nicolás Repetto, acompañados ambos por un grupo de militantes socialistas (doctor Ángel M. Giménez, doctor Enrique Dikmann, Domingo de Armas, Manuel T. López, José P. Baliño, entre otros) fundaron la Cooperativa “El Hogar Obrero”.

El nombre de la nueva institución da cuenta de la preocupación principal que animaba a los fundadores. La vivienda para los trabajadores era uno de los más graves problemas que estos debían afrontar no solo para obtenerla sino particularmente en lo que refería a condiciones de higiene, economía, salubridad y elemental confort. El primer enfoque de El Hogar Obrero es sobre viviendas de carácter individual, construidas por la propia cooperativa. En la Avenida Escalada a metros de la Avenida Rivadavia, barrio de Villa Luro, quedan remanentes de dos de las primeras cuatro casas que se ejecutaron y lindan por sus fondos con las dos torres del edificio “Juan José Díaz Arana” (180 departamentos, cada uno con su baulera, noventa cocheras, SUM y local de supermercado) que también El Hogar Obrero llevó a cabo e inauguró en 1981. El primer préstamo hipotecario se otorga en 1907 y, a poco andar, ya había 130 casitas construidas. En 1911 se inaugura el primer barrio obrero, en Ramos Mejía, con 21 unidades de estilo inglés, con tres ambientes en dos plantas.

La búsqueda de un mayor crecimiento hace que se incorporen los ahorros de los socios. Se alcanza de este modo un objetivo ideológico: ubicar los ahorros del pueblo en un proyecto para beneficio popular y sin fines de lucro ni criterio capitalista. Ello permite la concreción en 1913 de la Primera Gran Vivienda Colectiva, ubicada en Martín García y Bolívar en la Ciudad Capital. Es un edificio de siete plantas (sótano, planta baja, entre piso y cuatro pisos altos con 32 departamentos de dos y tres ambientes). Con esta obra se puede vislumbrar la nueva orientación en la construcción, que procura la reducción de costos de la vivienda obrera con lugares comunes y sumaba un almacén en la planta baja. Allí la cooperativa dio comienzo a su servicio de atención al consumo que comprendía: distribución de alimentos, tienda, mercería, zapatería, librería, carbonería y sastrería. El 9 de julio se procede a la inauguración y en su discurso el doctor Justo hizo notar que 32 nuevos departamentos significaban bien poca cosa para una ciudad donde hacían falta cien mil casas obreras, pero que, no obstante eso, había que celebrar el espíritu que había inspirado la construcción, “de proyecciones y alcances infinitos”. Se refirió, además, a las virtudes del ahorro “cuando es manejado por y para el pueblo”. De la misma forma, dijo que la casa que se inauguraba era una “prueba de la capacidad económica del pueblo y de la autonomía con que puede manejar sus propios intereses colectivos”. El 6 de septiembre de 1914, a pocos días de estallar la Primera Guerra Mundial, El Hogar Obrero inauguraba un grupo de seis viviendas individuales de dos habitaciones, galería cubierta, cocina, baño con servicio sanitario completo y altillo, en Turdera, Provincia de Buenos Aires.

La segunda vivienda colectiva se erigió en Cangallo 2070 (hoy Pdte. Perón) de la Ciudad de Buenos Aires con dos amplios locales para establecer la sede central y 24 departamentos para vivienda. En su frente se puede leer: “Obra del esfuerzo económico de los trabajadores libremente asociados en la Cooperativa El Hogar Obrero”, concepto redactado especialmente por el doctor Justo. Asistieron y usaron de la palabra el doctor Nicolás Repetto; el ministro de Justicia e Instrucción Pública, doctor Antonio Sagarna; el intendente municipal, doctor Noel y el presidente del Instituto de Estudios Cooperativos, doctor Juan José Díaz Arana. El doctor Justo expresó que la nueva casa había sido construida con fondos sustraídos del manejo de los bancos y no había obedecido a móviles de lucro sino al de llenar necesidades principales de los socios.

En 1932 se inauguró un complejo habitacional que fue desarrollado en tres etapas. Lo integraron la Tercera Vivienda Colectiva (1932), sita en Álvarez Thomas 1320-1330; la Cuarta Vivienda Colectiva (1940), en Giribone 1325; y la Sexta Vivienda Colectiva (1944), en Elcano 3665, totalizando 187 departamentos más locales comerciales en unos 13.000 metros cuadrados de superficie cubierta. La Quinta Vivienda Colectiva se finaliza en 1944, que es el edificio “Rochdale”, ubicado en Owen 2931/7 y Rochdale 1134/38. En Larrazábal 3450, se finaliza en 1945 la construcción del Barrio Villa Lugano, con 3.800 metros cuadrados correspondientes a 54 casas individuales tipo chalet y un centro comercial.

La que quizás pueda considerarse como la obra más emblemática de El Hogar Obrero se inaugura en 1955. Se trata del edificio “Nicolás Repetto” de Rivadavia 5108/26/32/34 y Rosario 607/11/19, que consta de 26.156 metros cuadrados en una torre de 22 pisos, 263 departamentos, ocho ascensores, lavadero automático, calefacción y refrigeración centrales y un centro comercial. Allí funcionó por muchos años la sede central de la cooperativa.

Entre 1962 y 1968, en tres etapas, se levanta el conjunto “Villa del Parque” en Álvarez Jonte, Emilio Lamarca y Lascano. Su superficie es de aproximadamente 60.000 metros cuadrados, y cuenta con 836 departamentos y un centro comercial. En la Avenida Brasil 3023/25, se construye en 1969 el edificio “Julio A. del Río” que marcó un estilo de diseño que se seguiría en años posteriores.

El conjunto habitacional Barrio Autopista, inaugurado entre 1968 y 1970, se encuentra en el partido de La Matanza –Provincia de Buenos Aires– y tiene construidos unos 76.000 metros cuadrados en 81 hectáreas. Incluye nueve edificios de cuatro plantas, cuatro torres de doce pisos más otras catorce torres de doce pisos con un total de 1.032 departamentos, centro comercial, jardín de infantes y una estación de servicios. Entre 1970 y 1971 finaliza la obra en Remedios de Escalada –Provincia de Buenos Aires– de los edificios “Mario Bravo” en Arrascaete y Melo (48 departamentos en nueve plantas) y “Rómulo Bogliolo” en Urquiza y Manuel Castro (112 departamentos). Por la misma época y siempre en la Provincia de Buenos Aires, se edifican en Ituzaingó (Ombú, Laprida, Videla y Trolé) 38 casas individuales, y en Adrogué otro barrio con 28 viviendas, denominado “Mariano Liberti”.

Desde 1970 son edificios las construcciones que mejor sirven a las necesidades de la cooperativa para ofrecer viviendas y locales para la provisión de artículos de consumo. Con la única excepción, en 1976, de un barrio en Bella Vista (Maestra Monzón, Tacuarí, O’Higgins), casi todas las obras son edificios de departamentos con supermercado en la planta baja. Son 26 construcciones, mayormente en la Ciudad de Buenos Aires e importantes localidades del Conurbano (Lanús, Quilmes, Avellaneda, entre otros) y uno en Rosario. Como podemos ver, es una proliferación de viviendas de difícil parangón, aun para las instituciones oficiales dedicadas específicamente a tal fin. Hoy esa impronta prosigue activa, como explicaremos más adelante.

El consumo surgió como idea y propósito en la cooperativa a mediados de 1909. La posibilidad de concretar el servicio solo pudo ser efectivizada en plena crisis económica general en 1913 al inaugurarse la Primera Vivienda Colectiva en la calle Martín García. Los locales incluidos en el edificio permitieron que el 1° de octubre de ese año comenzaran las ventas y la distribución a los domicilios de los socios. Pese a la crisis ya citada y al estallido de la guerra, fue posible llevar adelante las operaciones sin grandes dificultades y algunas pérdidas pronto desaparecieron. También en poco tiempo fue necesario utilizar los dos locales y anexar una pequeña sección de tienda y mercería. En 1921 se agregaron secciones de zapatería, sombrerería, bonetería, perfumería, librería, etc. En 1925 se agregó la sastrería. La cooperativa desarrolló el servicio de consumo a sus asociados siguiendo con fidelidad los principios que establecieron sus fundadores, a saber: a) defender al consumidor en todos los ámbitos en que le toque actuar, mediante la distribución de productos a precios justos con calidades y medidas controladas; b) reducir los costos de distribución para el mejor cumplimiento de los fines institucionales; y c) proveer de viviendas a sus asociados. En la década de 1970, se difundió la modalidad de autoservicio que con el tiempo dio lugar a los supermercados, cuyas técnicas operativas revolucionaron el sector comercial. Denominados “Supercoop” y distribuidos en buena parte del territorio nacional, se convirtieron en indiscutida referencia en materia de precios y servicio. El Hogar Obrero también estableció plantas para elaborar, envasar y fraccionar pastas; participar en el procesado del tomate en el Valle Inferior del Río Negro, para faenar aves y cerdos; también granjas y frigorífico de carnes rojas. Convino con otras cooperativas e industrias su participación en procesos productivos y abrió almacenes mayoristas cooperativos.

Desde el comienzo de su actividad, se procuró capitalizar el ahorro popular. Complacía al doctor Justo que se denominara “Banco Obrero” a la cooperativa. Se llevó también a cabo una política de otorgamiento de créditos a otras cooperativas y gremios. El 15 de julio de 1911 el Consejo Directivo acordó un préstamo hipotecario a la Cooperativa Obrera de Pan de Rosario para ampliar su propio edificio y cancelar una hipoteca contraída con el Banco El Hogar Argentino. El crédito conferido por El Hogar Obrero fue prolijamente atendido por la entidad hermana beneficiaria.

El 24 de mayo de 1933 se prestaron $50.000= a la Unión Ferroviaria al 7% de interés solo mediante un acuerdo privado, oportunamente cancelado. El 23 de diciembre del mismo año, con garantía prendaria, se prestaron $13.000= a la Federación Gráfica Bonaerense para la compra de una linotipo. Al año siguiente, en agosto, la Unión de Tranviarios recibió $50.000= con garantía hipotecaria al 6% de interés para la terminación de su sede social. El espíritu solidario de la cooperativa, manifestado desde las primeras horas de su funcionamiento, se ha mantenido a través del tiempo mediante el apoyo a toda obra meritoria que se trasuntara en beneficio de la comunidad. Cuando en el consumo se incluyeron los electrodomésticos, hubo amplias financiaciones con intereses módicos.

En los años 60, se aplicó la modalidad del “crédito con ahorro previo”. También se otorgaban créditos hipotecarios para la adquisición de viviendas ya construidas, aun cuando no lo hubieran sido por la propia. Es decir que los socios de El Hogar Obrero pudieron contar con financiamientos accesibles desde todo punto de vista durante muchos años. Además, El Hogar Obrero tuvo un carácter pionero a mediados de la década de 1980 consistente en la tecnificación de los créditos para el consumo –existentes a través de libretas desde el inicio del servicio a los socios– al desarrollar las tarjetas para los “pagos electrónicos” y la posterior instalación de los primeros cajeros electrónicos en varias de sus sedes facilitando trámites y pagos.

Históricamente orientada por una concepción universalizadora de los conocimientos y por el valor de la acción cultural y educativa en la elaboración de los cimientos de una sociedad mejor y más solidaria, la Cooperativa El Hogar Obrero ha encauzado sus esfuerzos hacia la formación de un trabajador solidario –en tanto sujeto protagonista del crecimiento y del fortalecimiento de la economía social–. Esta formación que, aunque trasciende su creación pues la labor educativo-cultural de la cooperativa ha manifestado desde sus inicios múltiples aristas –como la edición de la revista La Cooperación Libre–, supo ser un medio propagandístico central de la filosofía del movimiento cooperativo. De la misma forma, fue una vía para el desarrollo de una diversidad de conferencias y actividades vinculadas con la temática que alcanza su consolidación en el que fuera el mentor indiscutido en la difusión de los principios y valores del cooperativismo y la práctica de la cooperación en el territorio argentino: el Instituto de Educación Cooperativa (IEC).

Fundado en 1973 y puesto en funcionamiento en 1974, su labor ha significado para la cooperativa, en palabras del doctor Arturo Vainstok, “una expresión fundamental de su realización histórica”. Tal labor ha sido incorporada en la cotidianeidad de los trabajadores a través del despliegue de seminarios, cursos, conferencias, bibliotecas, recitales, conciertos, exposiciones artísticas y una serie de etcéteras –destinadas al personal de la cooperativa, sus asociados y la sociedad en su conjunto–, que han procurado el aprendizaje por fuera de la lógica del individualismo capitalista, a través de la vivencia de la práctica del trabajo solidario sostenida en la ayuda mutua, con el fin de satisfacer los deseos y necesidades de aquellos que menos tienen. 

En otro plano de actuación, cabe señalar la actividad de los recreos y jardines infantiles creados por iniciativa de El Hogar Obrero. Al inaugurarse el edificio de Giribone y Álvarez Thomas, la Asociación de Bibliotecas y Recreos Infantiles ofreció hacerse cargo de la dirección de un recreo infantil para uso de los socios inquilinos del edificio. La iniciativa contó de inmediato con el necesario apoyo, resolviéndose instalarlo en el salón de reuniones que da sobre el jardín, dotándolo de todo el material de enseñanza requerido para cumplir debidamente con sus funciones. En mayo de 1968, se inauguraron el jardín de infantes y las instalaciones para recreo infantil del barrio Villa del Parque, cuyas actividades se desarrollaron desde entonces con pleno éxito. Los vecinos del barrio constituyeron una asociación a la que denominaron Los Dos Pinitos y extendieron sus tareas construyendo y habilitando una escuela primaria que lleva el nombre de Juan B. Justo. El Hogar Obrero colaboró en forma efectiva con las ponderables actividades mencionadas y facilitó un predio en comodato, destinado a la ampliación del establecimiento educacional citado. En el Barrio Autopista, la edificación cobija una guardería para niños y jardín de infantes, además de consultorios médicos y odontológicos. También en ese complejo habitacional se constituyó una asociación que ha erigido una escuela primaria que lleva el nombre de Nicolás Repetto.

De las relaciones tan cordiales como desinteresadas que mantenía El Hogar Obrero con un grupo de cooperativas de consumo de los alrededores de la Capital y del interior, surgió la idea de celebrar un congreso o conferencia de las cooperativas del país. El primer congreso de las cooperativas argentinas fue convocado por El Hogar Obrero y se celebró en Buenos Aires durante los primeros días del mes de febrero de 1919. Hicieron acto de presencia 36 delegados, que representaban a 21 cooperativas. Este congreso fijó los caracteres distintivos de las verdaderas cooperativas, estableció bases generales para su organización administrativa, determinó los puntos que debía comprender la reglamentación legal para colocar a estas sociedades en una condición jurídica concordante con su finalidad y proclamó, en principio, la necesidad de hacer las compras en común, y de agrupar a las cooperativas en un organismo federativo. Al fundarse la Federación Argentina de Cooperativas de Consumo Limitada y por iniciativa de El Hogar Obrero, la afiliación a la Alianza Cooperativa Internacional fue transferida a dicha Federación, que, desde entonces, concurre a los congresos que periódicamente se realizan en el extranjero. En 1947, al crearse el primer organismo estatal destinado a la orientación y supervisión de mutuales y cooperativas, en mérito a su importante e impecable trayectoria, se le asignó el N° 1 en el registro respectivo.

Entre 1989 y 1990, El Hogar Obrero era la sexta empresa más importante del país en el sector servicios, después de cinco grandes estatales y la más grande entre las privadas, con un capital de 650 millones de dólares. La red de supermercados Supercoop alcanzó a tener casi 2 millones de asociados, con más de 300 sucursales en todo el país y 13.500 empleados, lo que la constituía en la mayor cooperativa de consumo del mundo. Hasta ese entonces, a través de sus propios recursos y con sus propios equipos técnicos, había construido directamente alrededor de 5.000 viviendas familiares y otorgado más de 35.000 créditos hipotecarios a sus asociados destinados a la construcción, refacción o compra de unidades de vivienda. Por su invaluable aporte a la comunidad fue reconocida con una mención especial de los Premios Konex en 1988. 

En 1990, durante la presidencia de Carlos Menem, la cooperativa se vio seriamente afectada por el llamado “Plan Bonex”, una serie de disposiciones del Gobierno que llevó a la cooperativa a perder más del 70% de su capital, lo que provocó una situación de insolvencia pocos meses después. Debido a ello, en marzo de 1991, El Hogar Obrero llamó a concurso de acreedores para evitar la quiebra. En dicho concurso se estableció un plan de pago de sus deudas mediante títulos llamados “Tip-hogar”, respaldados con los bienes de la propia cooperativa.

A mediados de 1989 la situación de la cooperativa era satisfactoria. Había quedado atrás la hiperinflación del Gobierno radical y un informe interno daba cuenta de “una relativa normalización de precios y abastecimiento”. Por entonces, El Hogar Obrero tenía invertidos en depósitos bancarios, con vencimiento a diciembre de ese año, unos 10 millones de dólares. Pero la situación del país empeoró como consecuencia del contexto hiperinflacionario y, fundamentalmente, por la imprevista aparición del Plan Bonex a fines de 1989. Esto hizo que los depositantes de los bancos y las entidades financieras vieran convertido su dinero en títulos, cuyo valor inicial de cotización era inferior al 30%. Por el contrario, la cooperativa reembolsó en efectivo a sus asociados el 100% del capital más sus intereses. Apelando otra vez a la metáfora del Titanic, el pánico ganó a los ahorristas y la mitad de ellos se arrojó sobre los escasos botes salvavidas (léase, retiraron a tiempo sus depósitos).

En tales circunstancias, la entidad decidió posponer provisoriamente el reintegro de los fondos por el término de 35 días. Sin embargo, la suspensión no solucionó el problema ya que los intentos de obtener préstamos para superar el trance fracasaron. La cooperativa entró en cesación de pagos y decidió presentarse en concurso de acreedores el 6 de marzo de 1991. Por entonces, los activos físicos de El Hogar Obrero eran de aproximadamente 550 millones de pesos y sus pasivos de corto plazo no superaban los 50 millones, suma equivalente al nivel mensual de ventas del conjunto de los locales de la cadena Supercoop.

En 1992, meses después de entrar en cesación de pagos, se pudo apreciar que no sería un concurso orientado a eludir responsabilidades. Ese año se valió de la figura fideicomiso de bienes, a cargo del Banco Ciudad, para pagar cerca del 70% de sus obligaciones con el grueso de su patrimonio mediante la entrega de títulos patrimoniales y la venta en licitación pública de esos bienes. No es posible soslayar un aspecto que grafica las características del momento vivido y de los intereses que se movían por detrás. El prestigio alcanzado por El Hogar Obrero era de carácter internacional y, ante la crisis, varias entidades hermanas –sobre todo europeas– ofrecieron su colaboración mediante préstamos con los que se podía realizar la inmediata cancelación de todas las deudas, pero, por tratarse de operaciones internacionales, requerían que el Gobierno nacional prestara su aval a las mismas. Ese aval fue negado. La salida de El Hogar Obrero del mercado del consumo masivo tuvo claros y poderosos beneficiarios. El concurso de acreedores y sus trámites respectivos insumieron muchos años y esfuerzos hasta que se consiguió el levantamiento de todas las acreencias vigentes y se pudo alcanzar nuevamente la plena autonomía de la cooperativa. Resurgimiento que no hubiera sido posible sin el compromiso y la entrega de hombres y mujeres que no vacilaron en unir su experiencia, vivencias y saberes para afrontar los avatares de la historia. Todo esto a partir de la construcción de una práctica de trabajo colaborativo sostenida en el esfuerzo conjunto que daría comienzo al largo proceso del renacer de El Hogar Obrero, que hoy prospera hacia su fortalecimiento y consolidación, en manos de sus dirigentes, asociados y empleados que, en el marco del intercambio de experiencias de formación y aprendizaje intergeneracionales, aspiran en su accionar y compromiso diarios a la continuidad de los deseos y las búsquedas de los fundadores de la historia de la cooperativa.

Actualmente, El Hogar Obrero edifica viviendas y brinda servicios para el asociado y la comunidad, manteniendo vigentes los principios y valores que orientaron su accionar durante más de 110 años. Crecer es una forma de cooperar con más individuos y actores sociales para trabajar juntos y solidariamente por un mundo mejor. Es la plena vigencia de los principios y valores cooperativos en la historia del cooperativismo argentino. Las viviendas sociales de la cooperativa siguen expresando la mejor forma de ser solidarios: trabajando.

Tras la salida de la crisis y en el camino de una nueva y venturosa etapa se ha levantado el barrio “El Hogar Obrero” en Paso del Rey –Partido de Moreno, Provincia de Buenos Aires– con 152 viviendas de dos y tres ambientes distribuidas en seis módulos, y seis locales comerciales, SUM, quincho y sector de vigilancia y acceso; así como el edificio “Antonio José Cartañá” en Maza 1107 de la Ciudad de Buenos Aires, con 26 unidades de vivienda y 55 cocheras. En proceso de iniciación se encuentra una nueva obra en Humberto I° 3225 y se confecciona otro proyecto para el barrio de Nueva Pompeya, cuyo terreno ya ha sido adquirido. El Hogar Obrero es la continuidad del proyecto cooperativo originario soñado y realizado por su fundador, Juan Bautista Justo, aquel que se renueva poniéndose a disposición de sus asociados a fin de satisfacer las necesidades y los deseos planteados, abriéndose a las nuevas propuestas, permaneciendo a través del tiempo y los cambios que este trae.

Muchas veces se ha señalado la diferencia sustancial entre el desarrollo capitalista y el crecimiento cooperativo. Aquel responde al objetivo de optimizar las ganancias sobre la inversión realizada. La tendencia de ese objetivo en razón de su amoralismo raigal conduce frecuentemente a episodios de delito económico, con matices diferentes, no siempre punibles y que, a veces, conocen diversas escalas de premios. El crecimiento cooperativo, en su autenticidad, constituye la respuesta natural a programas de servicios sociales correctamente elaborados y practicados. No obstante, no podemos perder de vista que la economía cooperativa se desenvuelve en el medio no cooperativo de la sociedad global, y las leyes de su crecimiento corresponden a la lógica interna de su estructura, atípica en relación a los modelos comunes de las sociedades de capital. “Solidaridad para hacer” se diría, repitiendo un concepto del fundador. Es la huella que sigue El Hogar Obrero en su camino de contribución a que alcancemos una vida mejor en otra sociedad, más humana, más justa, más cooperativa.

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