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V Cumbre Cooperativa de las Américas
Cooperación Internacional para el Desarrollo Sostenible versus globalización financiera Reflexiones sobre la Declaración de Buenos Aires. V Cumbre Cooperativas de las Américas
Número 227 / Año 2019 / Por Basañes, César
Las siguientes son algunas reflexiones sobre la Declaración Final de la V Cumbre Cooperativa de las Américas “El cooperativismo en la hora de los desafíos globales”. La cumbre, convocada por los miembros de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI) de nuestro continente, se realizó en Buenos Aires del 23 al 26 de octubre de 2018 y reunió a 1.500 representantes del cooperativismo de cincuenta países. El debate se vio potenciado por la presencia de delegaciones del resto del mundo, ya que el fin de semana anterior había sesionado, también en Buenos Aires, la Asamblea Mundial de la ACI. Entre los y las representantes extracontinentales, hubo delegaciones de Alemania, Bélgica, Congo, Corea del Sur, Curazao, Emiratos Árabes, España, Filipinas, Finlandia, Francia, Holanda, India, Irán, Israel, Italia, Kenia, Malta, Marruecos, Nepal, Nigeria, Reino Unido, Singapur, Somalia, Sri Lanka, Suecia, Suiza, Ucrania, Uganda y Vanuatu. El documento incluye fuertes definiciones político-institucionales sobre los ejes estratégicos que deben orientar los esfuerzos del cooperativismo global y continental. Las siguientes son algunas ideas para debatir sobre cada uno de ellos.
International co-operation for sustainable development versus financial globalization. Thoughts on the Declaration of Buenos Aires. V Cooperative Summit of the Americas. The following are some of the thoughts on the Final Declaration of the V Co-operative Summit of the Americas “Co-operatives at a time of global challenges.” The Summit, organized by the members of the International Co-operative Alliance (ACI) of the Americas, took place in Buenos Aires, from October 23 to 26, and gathered 1,500 representatives of co-operativism across fifty countries. The debate was enriched with the presence of delegations from the rest of the world, since the previous weekend, the General Assembly of the International Co-operative Alliance had also taken place in Buenos Aires. Among the representatives from other continents, there were delegations from Belgium, Congo, Curaçao, Finland, France, Germany, India, Iran, Israel, Italy, Kenya, Malta, Morocco, Nepal, Netherlands, Nigeria, Philippines, Singapore, Somalia, South Korea, Spain, Sri Lanka, Sweden, Switzerland, Uganda, Ukraine, United Arab Emirates, United Kingdom, and Vanuatu. The document includes strong political and institutional definitions about the strategic rules that should guide the efforts of co-operativism in the continent as well as in the world. The following are some ideas to discuss every one of these rules.
Cooperação Internacional para o Desenvolvimento Sustentável versus globalização Financeira. Reflexões sobre a Declaração de Buenos Aires. V Cúpula Cooperativas das Américas. As seguintes são algumas das reflexões sobre a Declaração Final da V Cúpula Cooperativa das Américas: “O Cooperativismo na hora dos Desafios Globais”. A Cúpula, convocada pelos membros da Aliança Cooperativa Internacional (ACI) de nosso continente foi realizada em Buenos Aires do 23 ao 26 de outubro, e reuniu 1.500 representantes do Cooperativismo de cinquenta países. O debate ficou potenciado pela presença das delegações do mundo todo, vez que no fim da semana anterior Buenos Aires foi sede da Assembleia Mundial da ACI. Dentre os representantes e das representantes extracontinentais houve delegações da Alemanha, da Bélgica, do Congo, da Coreia do Sul, de Curaçao, dos Emirados Árabes, da Espanha, da Filipinas, da Finlândia, da França, da Holanda, da Índia, do Irá, do Israel, da Itália, de Quênia, de Malta, do Marrocos, do Nepal, da Nigéria, do Reino Unido, do Singapura, da Somália, do Sri Lança, da Suécia, da Suíça, da Ucrânia, da Uganda e do Vanuatu. O documento inclui definições contundentes político-institucionais sobre os eixos estratégicos que terão de nortear os esforços do Cooperativismo Global e Continental. As seguintes são algumas das ideias para debater sobre cada um deles.

Revista Idelcoop, nº 227, marzo 2019. ISSN 0327-1919 / Sección V Cumbre Cooperativa de las Américas

 IDELCOOP Fundación de Educación Cooperativa

 

Cooperación Internacional para el Desarrollo Sostenible versus globalización financiera

Reflexiones sobre la Declaración de Buenos Aires. V Cumbre Cooperativas de las Américas

 

Carlos César Basañes[1]

 

Resúmen

Las siguientes son algunas reflexiones sobre la Declaración Final de la V Cumbre Cooperativa de las Américas “El cooperativismo en la hora de los desafíos globales”. La cumbre, convocada por los miembros de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI) de nuestro continente, se realizó en Buenos Aires del 23 al 26 de octubre y reunió a 1.500 representantes del cooperativismo de cincuenta países.

El debate se vio potenciado por la presencia de delegaciones del resto del mundo, ya que el fin de semana anterior había sesionado, también en Buenos Aires, la Asamblea Mundial de la ACI. Entre los y las representantes extracontinentales, hubo delegaciones de Alemania, Bélgica, Congo, Corea del Sur, Curazao, Emiratos Árabes, España, Filipinas, Finlandia, Francia, Holanda, India, Irán, Israel, Italia, Kenia, Malta, Marruecos, Nepal, Nigeria, Reino Unido, Singapur, Somalia, Sri Lanka, Suecia, Suiza, Ucrania, Uganda y Vanuatu.

El documento incluye fuertes definiciones político-institucionales sobre los ejes estratégicos que deben orientar los esfuerzos del cooperativismo global y continental. Las siguientes son algunas ideas para debatir sobre cada uno de ellos.

 

1. Defender el planeta: el desafío de nuestra generación debe ser asumido por el movimiento cooperativo

La gravedad del riesgo climático tiene un amplio consenso científico, y ha sido aceptada por Naciones Unidas. La Agenda 2030 aprobada por la Asamblea de la ONU en 2015 es muy clara en este sentido.

Por eso la Declaración convoca a construir un “compromiso cooperativo para la defensa del planeta, que multiplique y sume inteligencia global a todas las iniciativas que están desarrollándose desde la economía social y solidaria para la construcción de nuevas formas de producir y de consumir que garanticen la sostenibilidad ambiental, social y económica”.

Este compromiso debe traducirse en acciones concretas. La primera de ellas, propone el propio documento, es “impulsar una tarea de incidencia y diálogo político y social orientada a que en la revisión del Acuerdo de París programada para el 2020, las naciones del mundo asuman compromisos muchos más fuertes que los realizados hasta ahora”.

La propuesta surgió de la lectura del “Informe de brecha de emisiones” elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Ambiente, donde se afirma que, de acuerdo a los compromisos asumidos por los Gobiernos hasta ahora, en el 2030 solo se alcanzaría un tercio de la reducción de las emisiones requeridas para cumplir con los objetivos climáticos. Para que quede claro: no se está hablando de incumplimiento de los compromisos, lo que se dice es que, aun cumpliéndolos, alcanzamos solo un tercio de lo que se necesita para reducir el riesgo climático.

Como parte de la sociedad civil preocupada por esta situación, el movimiento cooperativo de cada nación debe procurar ser uno de los protagonistas del debate sobre qué compromisos debe asumir su país para lograr una revisión ambiciosa del Acuerdo de París en el año 2020. Esta es una tarea primordialmente política que requiere un posicionamiento crítico frente a actitudes negacionistas, como las asumidas por Donald Trump, que llegó al extremo de descalificar con un lacónico “no me lo creo” a la “Evaluación nacional sobre el clima” preparada bajo la responsabilidad de la propia Casa Blanca.

Junto con esta tarea de incidencia, el cooperativismo debe mostrar proyectos empresariales que hagan posible el desarrollo sostenible. Tarde o temprano habrá una demanda social abrumadora por la producción y el consumo sostenible. Cuando ello ocurra, cuando la batalla cultural por la producción y el consumo sostenible sea ganada, la sociedad necesitará empresas que las viabilicen. El cooperativismo debe estar preparado para liderar ese proceso. Y para eso debe transformar las expresiones de compromiso con el ambiente en proyectos empresarios que viabilicen los objetivos de desarrollo sostenible.

Algunos de estos proyectos, que podrían promoverse a nivel nacional y regional en el marco del “Compromiso cooperativo por la defensa del planeta” que surgió de la V Cumbre, podrían ser los siguientes:

 

  • Organización de los consumidores para el desarrollo local sostenible. El poder del consumidor para promover el desarrollo sostenible requiere de organización. No basta con la apelación al consumo responsable si el consumidor está sometido a las pautas que imponen las cadenas multinacionales de distribución minorista, asociadas con la industria alimenticia concentrada y los multimedios hegemónicos.

Es necesario avanzar en el control democrático del consumidor sobre las cadenas de distribución. Allí el cooperativismo tiene una gran experiencia que es necesario profundizar y, fundamentalmente, multiplicar. En Argentina, por ejemplo, deberíamos llevar la participación de la economía social y solidaria del magro 4% actual de la distribución a por lo menos el 20% para ser un actor en condiciones de incidir significativamente en las pautas de consumo dominantes.

Como toda propuesta que pretenda sostenerse en el tiempo, debe ser gradual y sistemática. Por ejemplo, puede pensarse en un programa de trabajo con financiamiento de cooperación internacional y monitoreo de universidades o agencias públicas, dirigido a la construcción de una “red de cooperativas para el desarrollo local sostenible”, cuyas operaciones entre cooperativas, asociados y asociadas no estén gravadas por el IVA (al comprar la cooperativa sí pagaría IVA), con criterios de “compra local sostenible” que sean transparentes y controlables, y con un apoyo logístico que garantice la escala, a cargo de cooperativas de mayor envergadura o de federaciones muy profesionalizadas en estos aspectos.

  • Cooperativizar la agricultura familiar para promover su transición a la agroecología. Del otro lado de la cadena, una estrategia es promover la cooperativización de la agricultura familiar para facilitar su transición a la agroecología. La Declaración del Decenio de la Agricultura Familiar por parte de Naciones Unidas (2019-2028) nos brinda un contexto muy favorable que el cooperativismo debe aprovechar.

La producción de alimentos es, junto con el transporte y la energía, una de las principales causas del calentamiento global, al tiempo que es también uno de los sectores más castigados por la pobreza. Por ello una de las iniciativas de mayor impacto directo para reducir la pobreza y evitar el calentamiento global es cambiar las condiciones de producción de alimentos, al apostar a la construcción de una agricultura familiar sostenible.

  • El diálogo productor-consumidor para romper la barrera de los oligopolios. Las cooperativas de producción y las de consumidores pueden liderar la estrategia de diálogo entre productores y consumidores para, como propone el Documento de la V Cumbre “cuestionar la concentración global del sistema agroalimentario, fomentando estrategias de democratización de la producción, del acceso y del consumo alimentario”.

Podemos aprovechar el ímpetu generado a partir del debate continental para crear espacios de diálogo entre productores y consumidores, que se materialicen en proyectos empresariales conjuntos capaces de abrir nuevos surcos para el ejercicio de la producción y el consumo sostenible.

  • Programas de las comunidades locales para la reducción de la huella de carbono y la huella hídrica. La declaración que estamos analizando propone “impulsar desde las cooperativas programas que promuevan la participación de la comunidad en esfuerzos para reducir la huella de carbono y la huella hídrica”.

Las cooperativas de mayor tamaño pueden ser actores decisivos para impulsar acciones desde las comunidades locales, en diálogo con el sistema científico tecnológico, que promuevan un mayor conocimiento sobre la huella de carbono y la huella hídrica de cada una de las actividades humanas presentes en el territorio, y que faciliten la adopción de comportamientos y tecnologías que las reduzcan.

  • Proyectos cooperativos de energías renovables. Uno de los principales desafíos que enfrenta la humanidad es cambiar su matriz energética. Por ejemplo, Argentina se ha comprometido a lograr, para el año 2025, que el 20% de su matriz sea de fuentes renovables. El punto es si este proceso puede ser liderado por quien se “obsesiona por el máximo beneficio”, como lo expresa el Papa Francisco en su Encíclica Laudato Si, o por la comunidad local comprometida con su territorio.

Como se expresó en la V Cumbre: “Es necesario interpelar al modelo energético basado en hidrocarburos y controlado por el poder económico concentrado, pero para esto no basta con apostar a las energías renovables. Hay que salir de la lógica del negocio para ir a la lógica del servicio, a partir del protagonismo de la sociedad civil de cada territorio”.

En el continente contamos con un extraordinario desarrollo de cooperativas de energía, en particular en Argentina, Bolivia y Estados Unidos, que puede ser la base para un aporte significativo en la defensa del planeta. Es necesario aprovechar esta experiencia y los vínculos existentes en el marco de la Alianza Cooperativa Internacional, por ejemplo, con la cooperación alemana, país que es líder en producción cooperativa de energías renovables.

  • Hábitat sostenible de gestión cooperativa. Las ciudades del mundo ocupan solo el 3% de la tierra, pero representan entre el 60% y el 80% del consumo de energía y el 75% de las emisiones de carbono. Por ello la Agenda 2030 del Desarrollo Sostenible tiene un objetivo específico respecto a este tema: lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles, objetivo que incluye metas como “aumentar la urbanización inclusiva y sostenible y la capacidad para la planificación y la gestión participativas, integradas y sostenibles de los asentamientos humanos en todos los países”.

El cooperativismo tiene excelentes ejemplos de urbanización inclusiva y sostenible. Durante la V Cumbre se compartieron las experiencias del movimiento cooperativo nórdico, canadiense y uruguayo, ejemplos que son líderes a nivel global. Naciones Unidas estima que el 95% de la expansión de los terrenos urbanos en las próximas décadas tendrá lugar en el mundo en desarrollo. Cuál será el paradigma que liderará esos procesos, ¿la especulación inmobiliaria o la comunidad que participa?

El desafío es lograr la convergencia de los esfuerzos de la cooperación internacional, del ahorro nacional y de la participación comunitaria para la construcción de modelos de hábitat sostenibles. No hay sostenibilidad global si no se comienza por la sostenibilidad de cada una de nuestras ciudades.

En este desafío no solo están incluidas las cooperativas de vivienda, en sus distintas modalidades, sino también las cooperativas para el reciclado de residuos. Como se señalaba en un documento que se discutió en la cumbre:

 

Con el acompañamiento de políticas públicas (o pese a ellas) los recolectores y recicladores informales han comenzado a organizarse en cooperativas de trabajo, en el marco de las cuales mejoran sus condiciones de negociación con el resto de los actores (compradores de materiales reciclados, autoridades, grandes generadores de residuos y comunidad en general) y logran avanzar sustancialmente en la mejora de sus condiciones de trabajo, aportando además una visión participativa y socialmente comprometida. El reciclado es un nuevo desafío para la humanidad, y debemos discutir cómo organizaremos esta tarea. Las cooperativas tenemos una respuesta para defender el planeta y promover el progreso de los trabajadores más vulnerables: el trabajo autogestionado y comprometido con la comunidad.[2]

 

2. La defensa de la cooperación internacional frente al negacionismo y los muros

La V Cumbre expresó un fuerte compromiso del movimiento cooperativo con la cooperación internacional, claramente a contrapelo de los muros, de los amagues de la guerra comercial entre los Estados Unidos y China, del retiro de los norteamericanos del Acuerdo de París, del Brexit y del apogeo de los discursos nacionalistas y xenófobos en Europa y Latinoamérica. La Declaración comienza, precisamente, saludando el 70º Aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y rechazando cualquier política que no la respete. Decir esto solo dos días antes del previsible triunfo de Bolsonaro en Brasil tuvo especial resonancia para todos los y las participantes.

El documento subraya especialmente el fuerte papel que la Declaración Universal de los Derechos Humanos otorga a la cooperación internacional. Efectivamente, la Declaración Universal dice, en su artículo 22, que toda persona tiene derecho a obtener mediante el esfuerzo nacional y la cooperación internacional la satisfacción de todos los derechos enunciados.

Esto se inscribe en el duro aprendizaje que dejó el fracaso del Tratado de Versalles, que desembocó en la segunda gran guerra: si el mundo quería paz, entonces el desarrollo debía ser responsabilidad de todos. Este fue el sustento del Plan Marshall, de la Alianza para el Progreso y de todos los programas de cooperación para el desarrollo que a partir de allí se implementaron.

En el marco de esa tradición, el cooperativismo reunido en Buenos Aires reafirmó su compromiso con la cooperación internacional, cuya expresión más integral es hoy la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible. Sin embargo, para calibrar el desafío que esto implica, debemos comprender que han cambiado los paradigmas de la cooperación internacional. No se trata ya de países desarrollados que contribuyen con financiamiento público para que los y las habitantes de los países subdesarrollados alcancen un nivel de ingreso medio, luego de lo cual ya no sería necesaria la cooperación. Se trata de una agenda de cooperación de carácter multilateral para garantizar la mejora de los bienes públicos regionales y globales necesarios para el desarrollo sostenible.

En otras palabras, el objetivo no es solo superar el subdesarrollo de un grupo de países sino cambiar las condiciones para que el desarrollo de todos sea globalmente sostenible. El cambio climático, las migraciones, los procesos de deslocalización de la producción, las dinámicas financieras y comerciales requieren de estrategias de cooperación internacional sin las cuales ninguna de las naciones parte puede alcanzar el desarrollo sostenible.

Hay otro aspecto de este nuevo paradigma que resulta particularmente relevante para las cooperativas: es el papel de los sectores no gubernamentales. La Agenda 2030 es explícita en este sentido, y por ello convoca en su objetivo número 17 a fortalecer la Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible la cual incluye a todos los actores de la sociedad civil. No se trata de una cooperación bilateral, Estado-Estado, se trata de una cooperación multilateral con un creciente protagonismo de la sociedad civil y de las regiones, que incluye las relaciones entre pares.

Por todo ello, uno de los tres compromisos asumidos en la V Cumbre fue:

 

Aportar a la Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible, donde el movimiento cooperativo junto con el resto de los actores de la economía social y solidaria esté en condiciones de traducir la cooperación internacional en proyectos empresarios de desarrollo sostenible que hagan posible el cumplimiento de la Agenda 2030.

 

Ello se inscribe en el informe que presentó el secretario general de Naciones Unidas en diciembre de 2017, titulado “Las cooperativas en el desarrollo social”, donde se afirma que “las empresas cooperativas están en una posición única para ayudar a promover la Agenda 2030”. Para cumplir con este papel, durante la V Cumbre se lanzó la Plataforma Regional de Cooperativas de las Américas para el Desarrollo –producto del proyecto de cooperación entre la Unión Europea y la Alianza Cooperativa Internacional– donde convergen las oficinas de proyectos de los miembros de la ACI en el continente, con distintas agencias de desarrollo americanas y europeas.

Si la reconstrucción europea de posguerra requirió un Plan Marshall, ahora se requiere un esfuerzo de cooperación mucho más profundo para hacer sostenible la civilización humana. Las cooperativas tienen que ser parte de este proceso. En el Documento de la V Cumbre se invita a la construcción de planes integrales de desarrollo cooperativo, al entender que el cooperativismo de cada país debe estar en condiciones de delinear sus objetivos estratégicos y de tener un conjunto de proyectos prioritarios.

En Buenos Aires se identificaron algunas líneas de trabajo como las que comentamos como parte de la estrategia de defensa del planeta. Pero también hubo otras, vinculadas a las nuevas modalidades del trabajo que entiendo son especialmente valiosas, por ejemplo:

 

  • Software: “Pleno aprovechamiento de las herramientas de la informática, en particular de software libre, para facilitar los procesos de integración, incluyendo el desarrollo de mapas del cooperativismo y la economía solidaria en base a aplicaciones móviles”.
  • Cuidados: “Impulsar una estrategia regional en el ámbito de servicios de cuidados de naturaleza cooperativa, con articulación de políticas públicas, con el objetivo de generar trabajo y construir mayor equidad de género”.
  • Jóvenes: “Priorizar las acciones de cooperación internacional para la promoción de modelos cooperativos apropiados para las nuevas generaciones, garantizando una creciente participación política de la juventud en las distintas instancias de integración”.

 

3. Enfrentar la globalización hegemonizada por el capital financiero

La Declaración expresa que:

 

Observamos con preocupación que la globalización económica hegemonizada por el capital financiero, sin compromiso con el desarrollo y las particularidades históricas, culturales, ambientales y sociales de los distintos territorios, ha provocado el desamparo de cada una de nuestras comunidades en un escenario de creciente incertidumbre económica. Desamparo e incertidumbre que han debilitado la confianza hacia las instituciones de la cooperación internacional, lo que condiciona el esfuerzo conjunto que debemos hacer todos los pueblos en esta hora de desafíos globales.

 

Es decir, el cooperativismo reunido en Buenos Aires reforzó su compromiso con la cooperación internacional, pero al mismo tiempo denunció las características de la globalización financiera. Lo contrario sería una ingenuidad: no se puede trabajar a favor de la cooperación internacional y no enfrentar la globalización que la socava. Tampoco sirve denunciar la globalización y desconocer los beneficios de la cooperación internacional, porque ello desemboca en nacionalismos extremos que son incapaces de resolver problemas globales como el cambio climático o las migraciones.

A diferencia de otros encuentros anteriores, el tema del sistema financiero fue un eje transversal de toda la Cumbre. Se entendió que era necesario que todo el movimiento debatiera su posición respecto a un conflicto que amenaza al conjunto. Los intereses del mundo de la producción y el trabajo son directamente afectados por la globalización financiera. No es un tema de técnicos ni de un sector, atañe a la sostenibilidad de todo el sistema económico.

Uno de los documentos que se usaron en el debate de la Cumbre fue “Cuestiones económicas y financieras”, hecho público por el Vaticano, donde se expresa que “la reciente crisis financiera era una oportunidad para desarrollar una nueva economía más atenta a los principios éticos y a la nueva regulación de la actividad financiera, neutralizando los aspectos depredadores y especulativos y dando valor al servicio a la economía real” pero que, sin embargo, “no ha habido ninguna reacción que haya llevado a repensar los criterios obsoletos que continúan gobernando el mundo”.

En la misma línea, uno de los conferencistas magistrales de la V Cumbre, Pedro Páez, expresó que estamos yendo hacia un nuevo ciclo de crisis de la deuda en el tercer mundo. De acuerdo a lo que explicó, la deuda mundial “tradicional” es de 250 billones de dólares, frente a un PBI de solo 80 billones, a lo que debemos agregar los derivados financieros, sobre los que no existen estadísticas oficiales, pero que Páez –integrante de la Comisión de Expertos de la ONU sobre Reformas del Sistema Financiero y Monetario Mundial– estimó en 1.500-2.000 billones.

Los costos de esta situación de insolvencia global se terminarán descargando sobre la economía real, y en particular sobre los países más vulnerables como son los latinoamericanos y Argentina en particular. Frente a esta vulnerabilidad, las cooperativas pueden actuar en tres niveles distintos, en el marco del “Compromiso cooperativo por la inclusión y la democratización financiera” a la que se invita en la Declaración de la V Cumbre.

En primer lugar, el nivel global:

 

La Alianza Cooperativa Internacional debe impulsar y acompañar iniciativas para modificar las normas e instituciones del sistema financiero internacional, desde la perspectiva de los principios y valores cooperativos, procurando reducir la vulnerabilidad de la economía real frente a los movimientos especulativos de las finanzas internacionales, aumentar la autonomía de los Estados nacionales para impulsar el desarrollo sostenible, democratizar la gobernanza de los organismos internacionales, discutir el papel de los calificadores de riesgo y regular el movimiento de capitales especulativos para mejorar las condiciones de previsibilidad, entre otros objetivos. A tales efectos, y de acuerdo a lo oportunamente propuesto por Cooperativas de las Américas, constituir un Comité Cooperativo para un sistema financiero internacional al servicio del desarrollo.

 

Este es un desafío que naturalmente excede a las fuerzas del movimiento cooperativo, como las de cualquier otro movimiento social. Pero el cooperativismo es el único movimiento social que cuenta con estructuras financieras en la mayoría de los países del mundo, e incluso con bancos de peso trasnacional. Si hay decisión política, es posible ser un actor de peso en la resolución del conflicto sobre quién pagará los costos de la insolvencia global.

El segundo nivel es el nacional. En la declaración se propone: “Promover normas financieras apropiadas a la esencia de las cooperativas y otras entidades de la economía social y solidaria”. Pero no se queda en ello. No alcanza con discutir las reglas para las cooperativas, hay que discutir las reglas de todo el sistema financiero: no es posible una isla de democracia financiera, si todo el sistema está al servicio de la financiarización. Por eso la Declaración propone, en línea con lo impulsado en Argentina por el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos y sostenido por Cooperar, “promover la declaración de la actividad financiera como servicio de interés público, inclusivo, democrático y equitativo”.

Finalmente, hay un tercer nivel: el territorial. En necesario debatir en cada territorio cómo construimos un cooperativismo de ahorro y crédito en condiciones de viabilizar el desarrollo sostenible de cada localidad.

Ninguno de los proyectos que discutimos en el primer punto será sostenible si no contamos con entidades financieras en condiciones de captar ahorro local y transformarlo en financiamiento para el desarrollo sostenible. En este aspecto, Argentina tiene una enorme tarea para desarrollar. Al mismo tiempo que sorteamos las recurrentes escaramuzas fiscalistas que buscan atacar a las cooperativas de crédito, debemos debatir y consensuar en el marco de la sociedad civil y de la comunidad política cuál es el modelo de cooperativismo de ahorro y crédito que queremos sostener.

Rescatar la experiencia de las cajas de crédito –que luego de su apogeo en los años 60 solo aquellas que se integraron en Credicoop sobrevivieron como entidades financieras al embate de dictaduras y políticas neoliberales–, evaluar por qué no se puede avanzar con los proyectos de cajas de crédito tramitados durante el período kirchnerista, y consensuar el modelo de entidad financiera solidaria que queremos impulsar son requisitos indispensables para generar condiciones financieras favorables al desarrollo local sostenible.

 

Conclusiones

Los y las participantes de la V Cumbre propusieron a los y las cooperativistas del continente y del mundo un decidido compromiso con la cooperación internacional para el desarrollo sostenible, en el camino de la construcción de una nueva economía global, alternativa a la que hegemonizada por el capital financiero nos está llevando a una nueva crisis sistémica. Como concluye diciendo la Declaración de Buenos Aires:

 

Es necesario que la iniciativa autónoma de la sociedad civil sea protagonista en la urgente construcción de las nuevas formas de producir y de consumir que la sostenibilidad nos reclama con urgencia. Y para esto el cooperativismo tiene un modelo empresarial capaz de pensar el desarrollo desde los trabajadores, los consumidores y los productores de cada localidad.

 

Los hombres y mujeres de cada comunidad deben reasumir la soberanía sobre el uso de sus ahorros, sobre su fuerza de trabajo y sobre su consumo, para construir una economía al servicio del desarrollo sostenible que garantice el bienestar de toda la humanidad. El camino es democratizar la economía, y el movimiento cooperativo tiene un modelo para hacerlo.

 

 

 

[1] Gerente de Cooperar, miembro del Comité Académico de la V Cumbre Cooperativa de las Américas.

[2] https://www.aciamericas.coop/IMG/pdf/1.1._ariel_guarco.pdf, última fecha de acceso: 11 de enero de 2019.