Fundación de Educación Cooperativa Idelcoop
“Por primera vez en 113 años de historia El Hogar Obrero tiene una presidenta mujer.” Entrevista a Adriana Kreiman
Ana Laura López[1]
Resumen:
El Hogar Obrero (EHO) es una cooperativa creada el 30 de julio de 1905 por iniciativa de Juan Bautista Justo, Nicolás Repetto y otros diecisiete fundadores vinculados al socialismo. Nace con el propósito de contribuir a la solución del problema de la vivienda obrera y, con el transcurso del tiempo, desarrolla también secciones de crédito, la más conocida sección de consumo y una importante actividad educativa y cultural. Posee la matrícula Nº 1 del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social.
En el año 1992, la cooperativa sufrió una tremenda crisis económica a raíz de las políticas económicas impulsadas desde el Gobierno. El 11 de mayo de 2012 el juez, doctor Federico Güerri, decretó cumplido el acuerdo concursal y reguló honorarios. Una vez levantada la inhibición de bienes, EHO canceló los honorarios regulados a la Sindicatura Concursal, el último trámite pendiente, lo que dio lugar al archivo de las actuaciones judiciales que motivaron la apertura del concurso de acreedores.
En este contexto, entrevistamos a la actual presidenta de la cooperativa, Adriana Kreiman, primera mujer en los 113 años de historia de EHO en asumir la máxima responsabilidad institucional, para que reflexione sobre los proyectos de la entidad y sobre el rol que tiene el movimiento cooperativo respecto a la lucha feminista.
Palabras clave: El Hogar Obrero, cooperativa, feminismo, vivienda, educación, cooperativismo
Te definís como política y escritora. ¿Cómo fue esa trayectoria?
Soy escritora desde que aprendí a escribir. Empecé escribiendo mis cosas y después con el tiempo seguí con cuentos, novelas cortas, ensayos y artículos políticos, ahí es donde se juntan mis dos vocaciones. Ahora estoy trabajando como escritora. Cuando finalicé una etapa de mi actividad pública, en el 2008, descubrí que había un mundo de gente que necesitaba que alguien le escribiera su propio libro porque ellos mismos no pueden hacerlo, no tienen tiempo, no les sale o no les gusta el resultado. Entonces, empecé a desarrollar esta faceta como escritora, escribiendo libros, artículos, para gente que quisiera escribir algo. Es muy interesante. Y la política me gustó siempre, toda la vida, creo que ya tenía esa vocación desde chica.
Tu inclinación hacia la política ¿tiene relación con tu familia? ¿Era una familia de militantes?
No de militantes, pero sí de una formación política de izquierda recibida de mis padres. Me gusta la militancia política, la participación y me fui inclinando hacia temas de género. Desde mi distrito, Morón, formé parte de cooperadoras escolares y sociedades de fomento y comencé a formarme en diversos espacios políticos y sociales.
En el 82, con la apertura democrática a la que se vio obligada la dictadura, me afilié al Partido Socialista, ahí comenzó mi camino político. Con la participación del partido en diferentes frentes políticos comenzamos a aspirar a tener otro tipo de representación. Mi experiencia como vecina del barrio me permitió llegar a ser concejala con tres mandatos completos, además de ser consejera escolar y presidenta del Consejo Escolar de Morón.
¿Cómo llegaste a la relación entre política y cooperativismo?
Hay, y hubo históricamente, un vínculo muy fuerte entre la cooperativa de El Hogar Obrero y el Partido Socialista desde el momento en que su fundador, el doctor Juan B. Justo, vio al Partido, a la cooperativa y a la Sociedad Luz como herramientas para la emancipación de la clase trabajadora. Cuando me afilié al Partido todo formaba parte de nuestra realidad política como militantes.
Además tengo un vínculo afectivo con la cooperativa, no solamente político, o de conocimiento de la historia cooperativa, sino que formó parte de la realidad familiar ya que tanto mi esposo como yo trabajamos en El Hogar Obrero. Durante los diez años que mi esposo trabajó en la cooperativa, que fueron años muy difíciles, nos organizaba la vida: mis hijas iban a la colonia de la cooperativa, comprábamos todo ahí. Está ese vínculo afectivo además del político.
Por ejemplo, en el 2015 tuve la posibilidad y la satisfacción de poder unir mi vocación cooperativista con mi función en el Concejo Deliberante de Morón, como concejala, cuando se trató un convenio de colaboración entre la Cooperativa y la Municipalidad. Como resultado de la intervención legislativa, se aprobó la permuta de unos terrenos, propiedad de EHO, que pretendía el municipio para hacer una plaza, anhelo de los vecinos. En el debate, pude hablar sobre el pasado y el presente de EHO, ya que muchos concejales no sabían que existía, y pude exponer sobre qué fue lo que pasó, cómo se revirtió y defender ese proyecto que se terminó aprobando por unanimidad.
Formaste parte del Hogar Obrero hasta 1992. ¿Cómo se vivió la crisis desde la cooperativa? ¿Cómo fue la etapa concursal?
En el año 1991, la cooperativa sufrió una tremenda crisis económica a raíz de las políticas económicas del Gobierno. Hubo un congelamiento de depósitos bancarios. La cooperativa tenía un sistema en el que los asociados depositaban sus ahorros que la cooperativa volcaba a sus planes de desarrollo. Como EHO no estaba adherido a las disposiciones del Banco Central, no devolvió bonos a sus ahorristas, como hicieron todas las entidades financieras y bancarias en ese momento. La cooperativa les reintegraba su dinero y esto llevó a que se perdiera liquidez de una forma brutal y que esta no pudiera hacer frente a los compromisos. Fue una crisis financiera producto de una política seguida en esa década neoliberal y, además, a El Hogar Obrero no se lo asistió, como a otras empresas, seguramente porque canalizaba alrededor del 30% del consumo del país. Si seguía estando con esa envergadura, las grandes cadenas internacionales no hubieran podido entrar. Entonces, hubo varios factores.
Cuando concluyó el concurso fue como sacarse de encima un lastre que duró 25 años, que fue afrontado con mucho coraje y mucha inteligencia por quienes estuvieron en los consejos de administración anteriores y con el sacrificio y acompañamiento del personal de la cooperativa. Hubo que pasar situaciones muy difíciles, como una intervención judicial que parecía más querer destruir que colaborar con la salvaguarda de la institución. Pero se salió adelante, se pagó todo lo que se debía. Actualmente, se tiene una economía sana, está sólida y con las posibilidades de encarar varios proyectos a la vez. Es un desafío para nosotros, pero una demostración de que tenemos la posibilidad de seguir desarrollando la cooperativa.
Actualmente, sos presidenta del Consejo de Administración del Hogar Obrero. ¿Cómo fue el camino para llegar hasta ahí?
Entré como consejera suplente con mucho entusiasmo, porque me sentí muy feliz de poder estar en el Consejo de Administración, por toda esa vinculación con la cooperativa. Además me gusta participar, donde estoy quiero hacer algo, trato de ver las oportunidades. Pude participar mucho, porque el Consejo me asignó representaciones, como expositora en distintos eventos, todo el conjunto del Consejo me fue dando esas oportunidades. Me fui involucrando, participando, tratando de aprender, porque uno entra y se encuentra con un montón de temas nuevos, de los que nunca escuchó hablar y, desde mi punto de vista, hay que aprender rápido para poder participar. Creo que me gané la confianza del conjunto de consejeros, y así llegó este momento.
Tu nuevo rol te permite tener una visión distinta del desarrollo interno del Hogar Obrero. ¿Cómo observás la participación de los asociados?
Creo que la crisis de participación en El Hogar Obrero es la misma que en muchas otras instituciones. Resulta difícil concretar la participación. Por ejemplo, conozco las cooperadoras escolares. Es difícil convocar a la Asamblea de Asociados y que se puedan elegir los nuevos miembros de la Comisión Directiva. Muchas veces, hablando del tema de cooperadoras, recae sobre los propios docentes, o personal de la escuela, porque muchos padres no están interesados, o no se sienten motivados.
Sin embargo, nuestra última asamblea anual fue bastante concurrida, hubo participación, pidieron la palabra, preguntaron, se hicieron cuestionamientos, eso me parece significativo. La Asamblea es el momento más importante en la vida de la cooperativa, donde tenemos que rendir cuentas de lo que hicimos y los asociados tienen la posibilidad de preguntar, de sacarse las dudas, y de proponer sus ideas. Como presidenta tengo la responsabilidad de entender eso y lograr escuchar.
¿Cuáles son los proyectos de vivienda concretos que hay en este momento?
Tenemos dos proyectos en Morón, uno ubicado en el centro y otro en la ex base aérea y hay dos proyectos en Capital Federal. Además se está terminando el barrio de Paso del Rey en el que ya hay ciento cincuenta familias viviendo, falta solo finalizar un módulo que será destinado a locales comerciales y dos viviendas más. Son los proyectos que tenemos en carpeta como para empezar a trabajar y eso, desde el punto de vista de la vida institucional, implica nuevos asociados.
¿Cómo afecta el contexto político actual a esos proyectos? No es lo mismo trabajar de manera articulada con un Gobierno que tiene algún tipo de proyecto de vivienda que cuando el Estado está ausente. ¿Se impulsan estos proyectos?
Es difícil. Por ejemplo, el último plan del Gobierno de créditos hipotecarios estuvo dirigido a viviendas construidas y a construir pero de difícil acceso. Hay muy poco desde el Estado en cuanto a créditos, ya sean créditos a los futuros propietarios, o créditos a la empresa, o en nuestro caso a la cooperativa que se va a encargar de la construcción. Por otro lado, habría que ver los planes de vivienda del Gobierno provincial. Hubo algunas reuniones tratando de ver qué posibilidades había de que financiaran un porcentaje de la construcción, de alguna forma en la que nosotros le trasladaríamos esa financiación a los futuros adquirientes, pero es muy difícil.
Por ejemplo, en Paso del Rey, la cooperativa construyó con fondos propios, a partir de las cuotas que pagaban los futuros propietarios, un sector de gente que tampoco puede acceder a créditos bancarios, porque no califican para un banco. El banco les da plata a los que tienen plata. Entonces, un grupo de vecinos que no calificarían para un crédito bancario, pudieron acceder a las viviendas, a través de la financiación de la cooperativa. En conclusión, es difícil porque no hay líneas de crédito.
¿Considerás que la gente tiene a El Hogar Obrero como referencia para poder acceder a la vivienda?
El proceso concursal nos limitó el desarrollo, y la cooperativa no tuvo presencia pública como tenía antiguamente. Pero la experiencia es que, cuando aparecemos, la gente viene. En Paso del Rey, son 152 viviendas, hay 150 familias viviendo y, más allá de que sepan o no qué es o qué fue el Hogar Obrero, para ellos hoy es la solución a su vivienda.
¿Cuáles son los objetivos de tu mandato?
Uno de los puntos que tengo como idea para desarrollar es que la gente sienta que al adquirir su vivienda por medio de una cooperativa está haciendo algo distinto a comprar un departamento en el mercado, que el vínculo siga. De a poco vamos logrando esto. Algunos de los asociados que vinieron a la Asamblea son vecinos del barrio y cuanto más construyamos, más asociados nuevos. Ese es el objetivo principal como presidenta, reforzar la participación de los asociados, de la masa societaria, ver cómo hacemos para conseguir más asociados. Pero hay que buscarle la vuelta, porque nuestros asociados más nuevos son precisamente los propietarios de las viviendas, o los que están comprándolas. Esto es como un semillero. Por ejemplo, se hizo una biblioteca en el barrio, una donación de libros, hubo dos o tres asociados que se hicieron cargo de la biblioteca. Hay que darle más impulso a eso. Buscar que los asociados nuevos sean el semillero donde la cooperativa va a encontrar las renovaciones.
La juventud es otro aspecto a sumar a la lista de cosas que tenemos que hacer. Es interesante porque, por ejemplo, la mayoría de los nuevos vecinos de Paso del Rey son personas jóvenes, matrimonios jóvenes con hijos chicos, es su primera vivienda propia, quizá la primera vez, incluso, que viven en este tipo de urbanizaciones. Entonces, es muy importante poder convocarlos a ellos.
Sos la primera mujer que está frente a esta institución. ¿Creés que fue un proceso que se viene trabajando hace años o es una cuestión coyuntural?
Desde la fundación, en 1905, nunca hubo una presidenta. Yo tenía la expectativa de ocupar alguno de los cargos que hay dentro del Consejo, pero nunca imaginé que me iban a proponer la presidencia. Cuando me lo propusieron dije: “Nunca pensé que podía suceder algo así”. Están no solo mi desempeño personal, sino también este movimiento de mayor incorporación y protagonismo de las mujeres, que no solo están viviendo las cooperativas. En nuestro Consejo, son nueve titulares y somos cuatro mujeres, estamos avanzando en ese sentido.
Creo que hubo una voluntad política del Consejo, varones y mujeres, de promover este cambio en la cooperativa con la expectativa de iniciar un nuevo camino. A partir de que finaliza la etapa concursal, se afirma la cooperativa en la construcción de viviendas y se va ampliando porque hay nuevos proyectos. La cooperativa económicamente está sólida y puede encarar proyectos nuevos. Es todo como una movida nueva.
¿Considerás que tenés una responsabilidad en marco a la coyuntura con respecto a otras compañeras?
Pienso que no basta con ser mujer, además hay que tener consciencia de género, del lugar de las mujeres en la sociedad, de cuáles son las dificultades y cómo plantear esto en los distintos ámbitos para lograr cambios. No se trata de salir a tirar piedras desde la vereda de enfrente y pelearse con medio mundo: hay que explicar, porque actualmente los varones también son víctimas de esta situación. Son mandatos que a ellos les vienen históricamente, pero son responsables de cambiar ellos también junto con nosotras, y nosotras convocarlos a ellos a que cambien. También tenemos que abrir el camino para otras mujeres, porque creo yo que la mujer que llega a un lugar de relevancia y no abre el camino a otras para que la acompañen, se motiven, sigan, tampoco está respondiendo al mandato del género. Así que, por lo menos las cuatro que somos, aunque a veces nos digan que formamos un bloque, tenemos que empezar a abrir posibilidades, ver qué es lo que hay. Así como yo pude participar en distintas instancias también lo pueden hacer las otras chicas y siempre hay algo que uno o una puede hacer con lo que se siente más identificado. Buscar esas oportunidades, impulsarlas a que también participen.
Actualmente, tenemos conformada una agenda de género dentro de la cooperativa: participamos en eventos relacionados con el género, hemos firmado el “Pacto cooperativo por la no violencia hacia las mujeres” y estamos organizando actividades en torno al Día por la No Violencia hacia las Mujeres (25/11) comenzando con un taller de reflexión para el propio Consejo de Administración.
¿Cómo pensás que puede aportar el cooperativismo a la lucha feminista? ¿Cuál es la relación entre estos dos conceptos? ¿Qué opinás del rol que tiene el movimiento respecto a la lucha feminista?
Es un vínculo que tiene que ponerse más en evidencia. Por ejemplo, ahora la economía está cambiando y está tomando fuerza la economía colaborativa (que es como una nueva economía que va creciendo), que está muy relacionada con las mujeres, con el feminismo, con la forma en que las mujeres vemos la realidad y tratamos de desenvolvernos y modificar en la medida de lo posible. Los principios cooperativos que se basan en la solidaridad, la ayuda mutua y la igualdad están vinculados de raíz con los planteos del feminismo.
Respecto al rol en la lucha feminista creo que es difícil. Más allá de que algunas compañeras del movimiento cooperativo a la vez son feministas y tratan de vincular ambas cosas, la lucha feminista, por culpa de este mismo sistema que desvirtúa muchas veces nuestras luchas, está como aislada del conjunto de la sociedad. Otras veces ha sucedido que los planteos legítimos de distintos grupos sociales (mujeres, trabajadores, jóvenes) terminan aislados. Pero hoy en día, mujeres que no se identifican con el feminismo están recogiendo estas cuestiones que nosotras planteamos día a día.
¿Y con respecto a la izquierda y al feminismo?
Lo que hoy se identifica con la izquierda es una visión específica de unos partidos que la gente, los medios, el periodismo, el sistema, todos y todas llaman “la izquierda”. Están bien esos planteos, son sus luchas y hoy en día prácticamente son la única voz de la izquierda que se está haciendo escuchar, pero hay otras visiones de la izquierda que son las que tenemos nosotros, una izquierda democrática, que tiene otra forma de resolver o plantear los problemas, que no es la que después termina hartando a la gente. Es difícil, porque además también me hago cargo del punto de vista del partido en el que milito, que tampoco supo expresar sus ideas de forma que lleguen a la gente. Pero si uno lo piensa, como decimos del feminismo, si le preguntás a una mujer si es feminista, puede decir que no, pero sus ideas y sus planteos son los del feminismo. A mucha gente, si les preguntás si son socialistas o de izquierda, también van a decir que no, pero cualquiera que quiera la igualdad, una sociedad más justa, que se respeten sus derechos y que haya una redistribución de la riqueza, en el fondo es de izquierda, es socialista.
Quizás el cooperativismo tenga que sacarse esa carga tan peyorativa que tienen los movimientos sociales, inclusive el cooperativismo mismo que además debe lidiar con sus propios problemas, porque si uno ve, en los números, la economía social en Argentina representa el 10% del PBI y tiene nueve millones de asociados. Pero en la sociedad, en la economía o los Gobiernos, esa importancia, ese peso no está reflejado. Al contrario, parece que lo que se ha logrado ha sido a pesar de todas las trabas que pone el sistema y hay que trabajar en eso.
¿Considerás que esta nueva etapa es una reconstrucción?
Es una revitalización. Las organizaciones que han desaparecido es porque no pudieron renovar sus cuadros, ni nutrirse con las nuevas ideas y las generaciones. Este es el desafío de El Hogar Obrero y de muchas organizaciones como la nuestra. Tenemos que convocar, aunque sea difícil, la convocatoria. Los asociados tienen que encontrar una finalidad, un lugar donde les guste estar, pero también tienen que saber para qué convocamos: para asegurar la continuidad de la institución y el proyecto cooperativo. Entender cómo es que algo que los benefició a ellos puede ayudar a otros y a otras y que es por el esfuerzo de todos y todas. Estas ideas de unión, solidaridad e igualdad son las que tenemos que ir sembrando.
Mi mandato es de un año, es corto para concretar todos los proyectos que quiero. El estatuto de la cooperativa es estricto y está bien que lo sea, eso permitió sortear esas tremendas dificultades y seguir existiendo. Estos principios son los que le permitieron a El Hogar Obrero salir adelante a pesar de todas las crisis internas y externas, pero quiero revalorizar esto: no es todo cuestión de economía o de dinero, los principios valen, la visión de futuro también vale y si están esos principios sólidos que sustentan lo que hacemos, que son la guía de lo que tenemos que hacer y la expectativa de que es posible construir, son los principios cooperativos los que nos van a permitir salir adelante. Vivimos en una época materialista, mercantilizada, consumista y, entonces, parece que todo es cuestión de dinero. Todo lo contrario, tenemos que revalorizar estos principios del cooperativismo.
El Hogar Obrero Cooperativa de Consumo, Edificación y Crédito Limitada
Matrícula Nº 1 del INAES. Fundada el 30 de julio de 1905
Sede Social: Av. La Plata 543 Primer Piso (C1235ABC), Buenos Aires, Argentina
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E-mail: elhogarobrero@eho.coop / web: http://www.eho.coop
[1] Licenciada en Comunicación Social, asistente editorial de Revista Idelcoop, socia de la cooperativa de trabajo Fábrica de Ideas.
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