Revista Idelcoop, nº 216, julio 2015. ISSN 0327-1919 / Sección Reflexiones y Debates
Instituto de la Cooperación. Fundación de Educación, Investigación y Asistencia Técnica- IDELCOOP
Resignificaciones del cooperativismo en el marco de la expansión de políticas de Economía Social
Lic. Guadalupe Hindi1
ARTÍCULO ARBITRADO:
Fecha de recepción: 10 de mayo de 2015
Fecha de aprobación: 15 de junio de 2015
Resumen
El presente artículo se centra en el análisis de los modos actuales que toma el cooperativismo en relación con el avance de la economía social como categoría hegemónica. Me propongo aquí entender a la misma en términos de una denominación de prácticas previas que se instala en un conjunto diverso de organizaciones sociales durante la última década.
Para realizar el análisis me centraré en los avances del trabajo de campo realizado en el Centro Ecuménico de Educación Popular (CEDEPO) en la localidad de Ingeniero Allan en el partido de Florencio Varela de la Provincia de Buenos Aires, más específicamente en los procesos relevados en torno a la Cooperativa AFP Varela, fundada en la década del 90 y el proceso de conformación de una nueva cooperativa con características diversas entre los años 2013-2014, para desde allí problematizar los desafíos actuales del cooperativismo.
Palabras Clave: cooperativismo, economía social, política pública, estado, organizaciones sociales
Resignifications of cooperativism in the framework of Social Economy policy expansion
Abstract
This article focuses on the analysis of the current ways adopted by cooperativism in relation to the advancement of the social economy as a hegemonic category. I intend to understand the social economy in terms of a denomination of previous practices that has taken its place in the varied group of social organizations during the last decade.
To begin with the analysis, I will focus on the progress achieved during the field work in Centro Ecuménico de Educación Popular (CEDEPO), in Ingeniero Allan, in the district of Florencio Varela, province of Buenos Aires. More specifically, I will cover the processes carried out with regard to AFP Varela cooperative, funded in the 90's, and in the establishment of a new cooperative with diverse characteristics, between the years 2013-2014. From there, I will present the reader with the current challenges of cooperativism.
Key words: cooperativism, social economy, public policy, state, social organizations
Ressignificações do cooperativismo no marco da expansão das políticas da Economia Social
Resumo
O presente artigo focaliza na análise do modelo atual do cooperativismo em paralelo com o avanço da economia social como categoria hegemônica. Vamos entender aqui á Economia Social em termos de práticas prévias que foram instaladas, num conjunto diverso de organizações sociais, durante a última década.
Para a análise ser realizada focalizarei no avanço do trabalho de campo feito no Centro Ecumênico de Educação Popular (CEDEPO), na região de Ingeniero Allan, Distrito de Florencio Varela, na Província de Buenos Aires. Levarei em conta os processos experimentados pela Cooperativa AFP Varela fundada na década do 90 e o processo de conformação de uma nova cooperativa, com características diversas, nos anos 2013-2014; partindo daí faremos questão dos desafios atuais do cooperativismo.
Palavras-chave: Cooperativismo, Economia social, Política pública, Estado, Organizações sociais
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Introducción
El presente trabajo se propone revisar los modos que ha tomado el cooperativismo durante la década pasada en el marco de una organización concreta, el CEDEPO, para luego revisar la dinámica que adoptan los procesos de cooperativización en el marco de organizaciones sociales con anclaje territorial y su relación con la economía social (en adelante ES) en tanto denominación propuesta por el Estado Nacional en los últimos doce años. Propongo que esta denominación y su adopción actual en el marco de procesos organizativos encuentra sustento en una serie de actividades que diferentes espacios sociales y políticos locales han desarrollado durante el período de resistencia y que hoy encuentran en el amplio campo de la ES un ámbito para el desarrollo de una serie de diputas cuyo contenido también es previo.
En este sentido, propongo una revisión de la diferenciación entre cooperativismo tradicional y economía social, para avanzar en una comprensión del modo en que dichas prácticas en el contexto nacional se encuentran íntimamente vinculadas con los procesos organizativos de la década anterior, con los sucesos políticos de la última década y con los lineamientos políticos del Estado desde el año 2003 hasta la actualidad.
Para poder visibilizar estos puntos en cuestión propongo organizar el artículo en tres partes. En primer lugar, una breve reseña de la organización desde su surgimiento para comprender el marco en el cual se genera la cooperativa AFP Varela. En segundo lugar, se avanza sobre las características que ha tomado el abordaje de la organización a partir del año 2003 en el marco de sus articulaciones con las diferentes políticas públicas, específicamente del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación (MDS). En relación con ello se desarrolla lo vinculado a la conformación de la nueva cooperativa del Grupo la Esperanza. Por último, propongo avanzar en una serie de conclusiones que buscan aproximarse a la construcción de un campo de entendimiento situado respecto de los desafíos del cooperativismo en el marco de la ES.
1.1 El antecedente histórico
El CEDEPO se conforma como asociación civil en el año 1983 apenas regresada la democracia en nuestro país, planteándose principalmente un trabajo desde la educación popular en zonas vulnerables de Capital Federal (donde poseía su sede) y del conurbano bonaerense, buscando recuperar aquellos principios de la militancia que la dictadura militar de 1976 había buscado callar, respondiendo a la necesidad de volver a organizarse para retomar aquello que la violencia, la muerte y la desaparición habían dejado trunco. Se sustenta en la recuperación de aquello que traían sus fundadores de la década anterior: la importancia de la educación como herramienta de transformación desde una perspectiva de la praxis y la problemática de lo rural, principalmente en lo coyuntural de la falta y/o calidad de la alimentación en ciertas poblaciones. De este modo, CEDEPO se consolida en la década del 80 como un referente en materia de educación popular y alfabetización de adultos.
Durante la década del 90 se produce una reformulación del trabajo de la organización. Así, en el año 1992, CEDEPO define la necesidad de irse de su sede de Capital Federal para instalarse en la zona sur de la Provincia de Buenos Aires, lo cual lleva consigo una redefinición en torno a un sujeto específico: el trabajador nativamente denominado del campo pobre. Pero implica también una etapa en la cual se hace preciso concentrar las energías en un anclaje específico y construir desde allí: “Resolvimos de Capital irnos a la zona sur, priorizando dentro de los sujetos populares, el sujeto agrario porque hasta ahí nos daba el cuero y nos parecía clave. Porque había un déficit en todas las propuestas revolucionarias, un déficit de una propuesta agraria alternativa”.2
En simultáneo a estas necesidades por delimitar el campo de acción, la profundización del modelo neoliberal fue diluyendo el ímpetu militante que había en el momento de la recuperación de la democracia, con el cual había iniciado el abordaje CEDEPO, y en ese sentido surgió la necesidad de asentarse ellos en los espacios concretos en los cuales creían que era necesario construir organización: “Nos fuimos a la parcela, a meternos en un lugar a construir. Porque ya lo político había cambiado, no había espacio de discusión, de auge de lo político, de movilización. El menemismo fue como destruyendo todo eso”.3
El cambio más significativo es la relevancia que toma del trabajo (o la ausencia y/o condiciones de este). Si antes el foco estaba puesto en la huerta como un espacio que permitía el autoconsumo saludable de las familias humildes, ahora se estaba pensando en el trabajador del campo del Cinturón Hortícola Bonaerense4. En síntesis, se trataba del paso de una dinámica de abordaje orientada a los sectores populares en su generalidad y en diversos espacios territoriales, hacia la construcción de un punto inserto en la misma realidad de un sujeto popular específico.
Esta definición política implicó que en un primer momento mudaran todo CEDEPO a la localidad de Quilmes, donde hoy por hoy mantienen su domicilio legal y formal, para luego comprar el terreno que denominaron la Parcela, a través de un programa de la Provincia de Buenos Aires que se llamaba El país, el cual, según miembros de CEDEPO, duró poco tiempo y apenas dio para la compra del terreno. Pero también contaron con el apoyo de organismos internacionales que para esa época poseían programas de apoyo a través de ONGs. Uno de los miembros nos decía: “Ante un Estado ausente (…), las asociaciones civiles tomamos mucha fuerza, en el armado de esa resistencia de la lucha social y política. Éramos los únicos faroles. (…) con mucho financiamiento internacional (…) los recursos llegaban por asociaciones civiles y ONG (…) muchos que encontramos ahí trincheras de militancia y resistencia”.5
El caso de CEDEPO resulta paradójico en la medida en que se conforma como asociación civil previamente al auge de aquello que Petras denomina postmarxismo6 y en cuyo marco se inscribe, principalmente, el tercer sector. Es decir, CEDEPO opta prematuramente por conformarse legalmente como paso previo a la construcción territorial, en tanto y en cuanto la asociación implica la síntesis de un reencuentro y el compromiso por volver a construir. En ese marco comienza a captar recursos tiempo antes que la mayor parte de los espacios políticos similares, los cuales conforman asociaciones civiles y ONGs como paso posterior al fortalecimiento de sus movimientos y como estrategia explícita de negociación de recursos. Muchos de ellos, incluso, incorporan dicha denominación hacia mediados de la década, cuando el Estado, en función de la administración de dispositivos provenientes de los organismos internacionales de crédito, también reconoce en las ONG como tercer sector a un actor capaz de administrar sus propios recursos.
1.2 La conformación de la Cooperativa AFP Varela
Una de las principales cuestiones trabajadas por la organización en su primer tiempo en la zona tuvo que ver con recuperar el carácter de productores de sus habitantes. En este sentido, muchos de ellos negaban sus actividades como tales ante la pregunta de los miembros de la organización. Sin embargo, a medida que comenzaron a realizar las visitas a las casas de vecinos notaban que todos poseían huerta y algunos animales. Por lo tanto, iniciaron un proceso de auto-reconocimiento de sus capacidades, de validación y legitimación de las mismas. La mayor parte eran mujeres que sostenían la producción, principalmente para el autoconsumo, mientras sus maridos e hijos mayores salían a trabajar en el medio urbano. Algunos miembros de CEDEPO recalcaban el miedo o la vergüenza que les daba hablar de la producción, mostrar lo que sabían o recordar momentos en que vivían de ella. Muy pocos reconocían el rol de la huerta en el sustento de la familia. En ese sentido, una de las estrategias utilizadas por la organización fue comenzar a ponerle valor a cada una de las cosas que se hacían en el ámbito doméstico. Dicho proceso contribuyó al reconocimiento de ese trabajo como tal y del rol de las mujeres en el núcleo familiar.
En continuidad con sus preceptos fundadores abordaron la tarea a través de técnicas participativas de diagnóstico territorial en general y de cada uno de los productores, como estrategia para generar lazos entre los vecinos, constituyéndose como una entidad de apoyo en el nivel local.
En función de las debilidades propias de las familias de la zona, CEDEPO organizó diversas formas de abordaje de esas problemáticas. Además del centro de salud (el cual resultaba indispensable debido a las distancias que separa al barrio del centro de Varela y la falta de servicio público de transporte que lo atraviese), promovieron fuertemente la soberanía alimentaria a través de la visita y acompañamiento de productores de la zona, así como la generación de instancias colectivas de participación en el marco de la comunidad. Esta línea resulta de central importancia en la medida en que constituye el espacio de formación de la Cooperativa Asociación de Productores Familiares de Varela (APF Varela)7 a mediados de la década del 90. La misma nuclea a varias familias de la zona con las que se venía trabajando en el asesoramiento individual, buscando generar una figura conjunta que permitiera solucionar algunas de las dificultades que los mismos no lograban sobrellevar de forma individual, a la vez que como estrategia para obtener financiamientos de mayor escala. Lo interesante de este proceso es que no todas las familias vinculadas a la cooperativa se dedicaban plenamente a la producción sino que en algunos casos es a partir del trabajo de CEDEPO conjuntamente con ellos y sobre todo con las mujeres, que se reconocen en tanto productores de alimentos y elijen profundizar esa vía como forma de sostenimiento económico: “Lo que intentamos es que la comunidad construya su propia organización, los acompañamos para eso, que mucho no entendían y fue conflictivo (…), les explicábamos que la herramienta que debían construir y que tenía que ser autónoma era la cooperativa, que era de ellos”.8
En esa línea lo central no parecía ser tanto el trabajo en tanto productores (para algunos nuevo, para otros acallado y para otros cotidiano), sino el espacio colectivo de intercambio que, a su vez, respondía a una necesidad concreta de la comunidad: el alimento.
En el marco de la cooperativa pudieron avanzar en la confección de una planta para la preparación de los pollos para la venta a la vez que la comercialización conjunta permitió garantizar mayores volúmenes de venta y la llegada a zonas más alejadas. Si bien los participantes fueron fluctuando, la cooperativa se mantiene hasta la actualidad.
Otro de los puntos que resulta significativo del abordaje de CEDEPO, y que también encontrará redefiniciones en la década siguiente, es la conformación de espacios inter-institucionales. Por otro lado, CEDEPO buscó insertarse en ámbitos más amplios de discusión intentando incorporar a los productores en espacios de disputa concretos junto con otras organizaciones vinculadas a la producción de alimentos. En esa línea, en 1995, se inserta en la conformación de la Mesa Nacional de Organizaciones de Productores Familiares, la cual se constituye con independencia de los partidos políticos, los gobiernos, las iglesias y las ONG y cuenta con la participación de miembros como: Federación de Asociaciones y Cooperativas de Productores Familiares (FAC) de Corrientes, Movimiento Agrario de Misiones (MAM), Movimiento Campesino de Formosa (MCF), Asociación de Productores Familiares (APF) de Florencio Varela, Asociación Parque Pereyra Iraola de Buenos Aires, Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE), Cooperativa Agropecuaria Unión Quebrada y Valles (CAUQEUVA) de Jujuy, Pastoral Social de la Diócesis de Iguazú, Centro Ecuménico de Educación Popular (CEDEPO), Centro de Estudios y Promoción Agraria (CEPA), CENEPP. A su vez, se establecieron vínculos con espacios que articulaban con la CLOC (Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo) y la Vía Campesina.
En este punto aparecen algunos elementos interesantes en torno a CEDEPO, pues se visibiliza uno de los cambios más notorios a partir de su transformación en el modo de construcción: el paulatino paso de ser una entidad de apoyo a conformarse en un espacio de representación política de aquellos sujetos con los que trabaja, aun cuando persistiese un permanente vaivén entre ambas formas. En ese sentido, ocupa un espacio formado por organizaciones de productores que involucra a las familias con las cuales plantea el abordaje territorial, donde expresa los reclamos de la zona y desde donde vehiculiza acciones conjuntas que los incluyen.
A modo de síntesis, en el marco del avance neoliberal, el cual se caracterizó, entre otras cosas, por la “constitución de la desocupación como problema social”9, CEDEPO redefine su práctica para orientarse al trabajo con un conjunto poblacional vinculado a una actividad concreta y en una zona delimitada. Si bien CEDEPO no se constituye como un movimiento de desocupados, creo que se enmarca en el conjunto de agrupamientos que durante los años 90 buscaron organizar al nuevo sujeto que estaba en los barrios y ya no en la fábrica a través del trabajo de base barrial.10 En ese marco, avanza en la conformación de espacios colectivos que profundicen los niveles de participación de los vecinos y aporten al mejoramiento de sus condiciones económicas. Al igual que los diversos conjuntos organizativos y movimientos de desocupados11 conformados durante la década del 90, CEDEPO y los espacios inter-institucionales a los que aporta y acerca a la población de la zona rural de Florencio Varela, se configuran como interlocutores ante el control del conflicto social.
En esa línea, durante el año 2000 y 2001 se fueron generando instancias de asambleas en las cuales confluían organizaciones productoras de la zona sur de la Provincia de Buenos Aires. En diciembre del año 2001 se armó una reunión autoconvocada de organizaciones de productores del primer y segundo cordón verde del Conurbano Bonaerense en el Parque Pereyra Iraola.12 El objetivo fue la conformación de una Mesa Regional de Productores de la Provincia de Buenos Aires que articulase las acciones entorno a problemas y objetivos comunes.
Por otro lado, y en relación con lo anterior, el modo en que se visibiliza la inclusión de los productores nucleados en la cooperativa conformada a partir del abordaje de CEDEPO es en el marco de un espacio de debate político y de acción colectiva que los vincula con las demandas a nivel más estructural y de compromiso con el “sector” productivo hortícola de la región.
En el año 2002 se continúa avanzando en el conocimiento entre organizaciones regionales y generando instancias de participación y búsqueda de soluciones a algunas de las problemáticas de la producción. Allí se plantea un posicionamiento desde la agroecología13, proponiendo un seminario orientado a toda la comunidad, así como también la necesidad de ampliar las redes con algunas asambleas barriales para pensar en las posibilidades de alianzas productores-consumidores, en función de la complejidad de los productores para comercializar su producción. A su vez, se promueve el relevamiento de semillas de cada organización y se generan mecanismos de custodio de las mismas.
En la actualidad muchas de las organizaciones de aquella Mesa Nacional, incluida CEDEPO, enmarcan estas acciones en la ES. El modo en que se da esa inclusión no está, a mi entender, desligado de los procesos políticos del año 2001 y principalmente los sucesos del 19 y 20 de diciembre, los cuales propongo analizar en tanto cambio de una etapa política y crisis de un proceso hegemónico a partir del concepto de acontecimiento, en tanto hecho detonante que reformula el proceso histórico anterior y produce un escenario diferente en el conjunto de una sociedad o en la arena mundial, cuyas potencialidades están siempre inscriptas en la historia anterior y su carácter es siempre político.14 Esto parece central en la medida en que la coyuntura desarrollada con posterioridad a esa fecha otorga otro lugar a las organizaciones en el escenario político y consideramos que la ES en el contexto nacional actual necesita explicarse, también, en relación con ese lugar. Pues lo central de aquellas jornadas fue que el Estado volvió a ponerse en debate, visibilizando la centralidad del problema del poder, planteándose abierta y masivamente en todo el país un fuerte cuestionamiento a las políticas neoliberales. A su vez, si bien se comprende que las jornadas de esa época son la expresión de la resistencia de la década anterior, es real que la participación masiva de los sectores medios le otorgó mayores niveles de legitimidad.15
2. La articulación con políticas de Economía Social y Agricultura Familiar
A partir del año 2004, CEDEPO inicia la articulación con una serie de políticas, principalmente del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y luego del instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria. Lo interesante de dicha vinculación es que expresa los puntos de contacto entre las propias definiciones organizativas que se venían desplegando desde la década anterior y aquello que el Estado Nacional, desde aquel entonces y hasta la actualidad, define como ES. Enumeramos aquí algunas de esas políticas sin hacer mayor mención de sus características:
- El CIPAF (Centro de Investigación para la Pequeña Agricultura Familiar), creado en el año 2005 y dependiente del INTA. El mismo posee como objetivo “generar, adaptar, validar tecnologías apropiadas para el desarrollo sostenible de la pequeña agricultura familiar” (INTA). Este programa con sus correspondientes delegaciones regionales denominadas IPAF (Instituto de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Pequeña Agricultura Familiar), posee un equipo técnico que realiza trabajos de investigación en las zonas correspondientes, visitando las quintas e iniciando trabajos experimentales conjuntamente con el productor, que buscan generar conocimiento contemplando el saber técnico y las prácticas e historia del mismo productor.
- El Plan de Desarrollo Local y Economía Social “Manos a la Obra” del MDS. Este fue lanzado en el 2003 con el objetivo de lograr un desarrollo social económicamente sustentable que permita generar empleo y mejorar la calidad de vida de las familias y su participación en espacios comunitarios. En sus fundamentos se propone mejorar los ingresos de la población vulnerable dando respuesta al desempleo y la exclusión social, a través de la incorporación del componente socioproductivo en la política social y en la escala local. El mismo contemplaba apoyo económico y financiero a emprendimientos productivos, a cadenas productivas, a servicios a la producción y a los Fondos Solidarios para el Desarrollo; fortalecimiento institucional, tomando en cuenta el desarrollo de actividades productivas desde una perspectiva de desarrollo local en el marco de políticas sociales integradoras; y asistencia técnica y capacitación para pequeñas unidades de producción y sus beneficiarios en los proyectos de desarrollo local y economía social. En este sentido se concentró en la promoción del “sector” de la ES, de proyectos productivos personales, familiares o asociativos y el fortalecimiento de organizaciones públicas y privadas.16 Con esta herramienta se proveyeron las maquinarias básicas que permitieron la mejora de las condiciones de producción de muchas familias. A su vez, para la organización dicho programa fue la vía de entrada para vincularse con algunos nuevos productores, a la vez que significó para muchos de ellos el primer paso para comenzar a participar de instancias colectivas y reivindicativas respecto de sus condiciones de producción. De las 20 familias que componen la cooperativa AFP Varela, al menos seis de ellas se sumaron a partir del año 2007 como parte del proceso iniciado con la adquisición de maquinaria por el programa Manos a la Obra.
-La Comisión Nacional de Microcrédito (CONAMI) de la Secretaría de Economía Social (SES) del MDS. Este área programática se dedica a la promoción del microcrédito a través del acompañamiento de las organizaciones sociales u organismos públicos locales de todo el país que gestionan fondos públicos para la entrega de créditos para emprendimientos de la ES. Dicho programa se regula a través de la Ley Nacional 26.117.17
Además de las políticas mencionadas, aquellos espacios interorganizaciones conformados por CEDEPO en la década anterior comienzan un proceso de fortalecimiento desde estas áreas programáticas, incluyéndose las mismas en la participación, planificación y desarrollo de eventos conjuntos. A su vez, el Estado comienza a proponer nuevos espacios de articulación que son co-fundados con las organizaciones y conforman nuevas formas de institucionalidad.18 Lo interesante de estos ámbitos es el modo en que la ES como definición de los espacios/eventos/encuentros va cobrando protagonismo en los discursos de todos quienes allí participan.
2.1 La conformación del Grupo la Esperanza
El microcrédito comienza a vincular el abordaje de CEDEPO con otro tipo de trabajadores que trasciende al productor de alimentos, aun cuando el mismo siga siendo su eje principal. Es que la magnitud del recurso implicó la necesidad de expandir sus vínculos más allá de los trabajadores ya vinculados a la organización y por ende comenzaron a relacionarse con una mayor diversidad de tipos de producción.
Es decir, la política pública desafió a las propias formas de abordaje de la organización motorizando una expansión en su concepción territorial y sectorial. Así, en el marco del trabajo del microcrédito, CEDEPO decide armar una serie de reuniones tendientes a generar un Encuentro de la Producción de la zona. Allí se acercaron diversos artesanos y trabajadores del medio urbano o bien de la misma zona rural del barrio La Carolina (hasta el momento ajenos al trabajo de CEDEPO) buscando participar. En ese sentido, la práctica los fue llevando a no abocarse ya únicamente a un sector de producción de alimento de aquel que denominaban pobre del campo, sino que comenzaron a trabajar en el acompañamiento de emprendimientos de diferente tipo.
Entiendo este proceso como una visibilización del modo en que comienza a articularse el territorio, las organizaciones y el Estado en la redefinición permanente de las prácticas y acciones concretas, posibilitando nuevas perspectivas y abordaje en los dos últimos.
En el marco de esa ampliación/redefinición del sujeto y del trabajo con microcrédito se conformó un colectivo con estos trabajadores que se denominó Grupo la Esperanza. Con ellos comenzaron un abordaje similar al que habían desarrollado con el grupo de productores que luego conformaría la cooperativa APF Varela: jornadas, talleres y reuniones en las cuales se conocía lo que hacían los demás y se generaban redes e intercambios. En este espacio resonaba una problemática similar a aquella ya conocida por los productores hortícolas, aunque con otras características: la comercialización y la necesidad de conseguir financiamiento para un espacio de exposición permanente. Vale aclarar que esta problemática no sucumbía solamente en los emprendimientos del Grupo la Esperanza, sino que era moneda corriente en todos los espacios de reunión y debate de organizaciones en torno a la ES de los que pude participar en el transcurso del trabajo de campo.19
En ese punto es ilustrativo el foco que desde el Estado Nacional se puso en la difusión y financiamiento de ferias de ES,20 siendo este eje el principal punto de contacto entre las políticas vinculadas a la producción de alimentos desde el INTA y aquellas vinculadas a la ES desde el MDS. De hecho, es interesante destacar que algunas de estas ferias se pensaron originalmente para los productores hortícolas y fueron incorporando paulatinamente al resto de los productores de bienes de consumo diversos.
Es decir, la unificación de los pequeños productores y los llamados emprendedores fue un proceso generalizado que tuvo, a mi entender, íntima relación con el desarrollo de políticas orientadas a la ES que los unifica.
Volviendo al caso del Grupo la Esperanza, el mismo también resulta significativo en la medida en que se da en el marco de un vínculo más consolidado con la política pública. En ese sentido, la representación política de CEDEPO de dichos emprendedores implicó la posibilidad de participación de muchos de ellos en instancias de formación de pre-grado como los diplomas o tecnicaturas de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQUI) o bien les permitió participar de instancias nacionales o internacionales con otros productores y emprendedores. En este sentido consideramos relevante citar las notas tomadas en el marco de un encuentro realizado en La Parcela con los emprendedores del grupo La Esperanza: “Nos reunimos todos alrededor de una mesa grande con los aportes que cada emprendedor había realizado para el almuerzo (…) una de las emprendedoras textiles comenzó a contar de una feria de la que habían participado en la Provincia de Misiones donde había llegado a través de CEDEPO (…) uno de los aspectos que surgía todo el tiempo era que no sabían cómo presentarse ante los demás productores que estaban nucleados en diferentes espacios mayores (…) algunos se presentaban como los emprendedores de CEDEPO, otros hablaban del grupo la esperanza de CEDEPO y otros no sabían qué decir”.21 En este punto resulta interesante el hecho de que para ellos, la sola denominación La Esperanza no fuese suficiente, varios insistían en constituirse como cooperativa en tanto figura que legitimaría la identidad como colectivo. Entre las justificaciones aparecían cuestiones vinculadas a los trayectos formativos, por ejemplo, el diploma de la UNQUI, visibilizando el modo en que las concepciones sobre lo que la ES debiera ser permeaban las perspectivas de los trabajadores allí presentes. Entre algunos aspectos significativos podemos nombrar: discusiones en torno a cómo vender, si uno vendía para tener ganancia o no, si a uno le importaba transmitir un saber o solo el aspecto lucrativo, etc. Esas discusiones giraban permanentemente en las reuniones a las que pude asistir, llegando incluso a generar dilataciones en algunos procesos organizativos. Sin embargo, el punto de unión continuó siendo la necesidad de poseer una identidad colectiva, razón por la cual el Grupo la Esperanza, con el incentivo y apoyo de CEDEPO, comenzó la conformación de la cooperativa.
Aquí cobra relevancia el alcance de la coyuntura actual, donde los trabajadores hoy nucleados en una organización como CEDEPO poseen la iniciativa de conformar una figura legal que, en la época de formación de APF Varela, parecía inusual, y con el objetivo claro de obtener el apoyo del Estado para el financiamiento de la misma, lo cual también resultaba conflictivo a mediados de la década del noventa. Allí se visibiliza el nivel de alcance de la ES como definición de las prácticas que es pregonada por las universidades y las políticas públicas en los últimos años, nucleando a un conjunto de trabajadores, los cuales se apropian de los parámetros que dicho discurso propone y lo toman como un elemento más a la hora de definir sus acciones como colectivo. Se visibilizan los nuevos modos legítimos de denominación que instala la ES como tal.
La cooperativa aparecía como una receta mágica para solucionar una serie de dificultades relacionadas con la comercialización, pero no había en ese conjunto una motivación que unificase las propuestas. Es que una de las dificultades principales de la misma radicaba en la intención de contener un conjunto de actividades demasiado diversas (textiles, tejidos, elaboración de alimentos, servicios), todas las cuales a su vez poseían dificultades vinculadas a la escala y en muchos casos representaban actividades de subsistencia.
Por lo tanto, propongo que los nuevos lineamientos del Estado expresados en las políticas expuestas en el apartado anterior recuperan las prácticas organizativas de la década pasada y buscan reunirlas, renombrarlas y aglutinarlas en el marco de la ES. En la medida en que dicha categoría cobra visibilidad y es legitimada por los diversos espacios que conforman las ferias y espacios inter-institucionales o bien articulan con las políticas propuestas, es que propongo que la ES se configura como una categoría hegemónica22 que contiene una serie de prácticas económicas populares previas. Es la heterogeneidad que compone este campo la que lleva a discusiones en torno de lo que el mismo debe ser.
3. Conclusiones: Repensando las definiciones en torno a la Economía Social
A partir de lo expuesto surgen algunas preguntas: ¿Estas experiencias forman parte del cooperativismo como movimiento social y político? ¿Deberían estar diferenciadas del mismo? ¿Debe el cooperativismo encontrar los modos de apoyar este tipo de iniciativas derivadas de la amplia concepción de la ES que acerca a este tipo de emprendimientos a definiciones en torno de él? ¿Quién y cómo se determina la pertinencia de un espacio organizativo en el mundo de las cooperativas?
En este sentido, considero importante revisar algunas consideraciones de Coraggio23 para tratar de proponer una forma de análisis de estas experiencias que, reconociendo el carácter hegemónico que hoy posee la ES, visibilice la agencialidad de los espacios colectivos construidos en los ámbitos locales alrededor de ella. Pues el autor, para conceptualizar la realidad social y la complejidad actual para definir la ES, plantea un esquema en términos de economía mixta bajo dominación capitalista en el cual conviven tres subsistemas o sectores: economía de mercado, economía estatal o pública y economía popular.24 En dicho marco, la ES (economía popular según este esquema) es una economía de transición hacia Otra economía, la cual una vez constituida podrá comprender un cuarto sector que implicará otro sistema económico organizado por el principio de “reproducción ampliada de la vida en oposición al principio de acumulación ampliada del capital”.25
Es decir que, según Coraggio, la ES en su estado actual debe contribuir a desarticular las estructuras de reproducción del capital y constituir un sector orgánico, con otros valores, e institucionalizar nuevas prácticas, aun cuando no pueda, por un tiempo, dejar de operar en la sociedad existente. Para él la necesidad de la transición radica en el hecho de que muchos de esos emprendimientos diversos que hoy por hoy se describen dentro de la ES son grupos de emprendedores asociados “no orgánicamente” como resultado de políticas públicas que cooptaron el concepto o bien por la necesidad de aunar fuerzas y recursos (las comillas son propias). Pues el autor insiste en que estas formas organizativas ven el asociativismo y la solidaridad como una “salida estratégica” pero no como una decisión de transformación. El sujeto de la actual ES se encuentra entonces, para esta perspectiva, sumido en estrategias de supervivencia tendientes a reproducir el individualismo y el inmediatismo, incentivando la fragmentación y generando contradicciones internas en la clase trabajadora.
Este tipo de planteos proponen un debate en torno a si los conjuntos organizativos actuales como los que hemos caracterizado se tratan de asociaciones inorgánicas por estar mediadas por el interés de financiamiento que hoy por hoy existe desde el Estado nacional. Asimismo, invitan a reflexionar respecto de si la solidaridad es un factor medible en el marco de procesos de organización popular.
En relación con estos interrogantes podemos adelantar que decididamente la existencia de herramientas por parte del Estado implica o propicia algunos modos organizativos, sin embargo considero que esto no les quita valor político a dichos procesos colectivos.
Es evidente que la conformación del campo de prácticas de la ES por parte del Estado ha implicado una resignificación de los ámbitos vinculados a la producción de alimentos, incluyéndolos incluso en un marco más amplio que los aglutina en un mismo espacio político con emprendedores y artesanos. Es también evidente que, aun cuando esto tiene una tendencia a desdibujar los reclamos sectoriales del mundo rural, las organizaciones sostienen debates y espacios que, en el marco de la ES, buscan visibilizar la especificidad del sector productivo.
Considero, entonces, que los espacios colectivos generados en el marco de la ES contribuyen a enriquecer los procesos personales de los trabajadores allí nucleados, tanto en la experiencia previa de AFP Varela, como en el actual Grupo La Esperanza. Sin embargo, es importante visibilizar el hecho de que los mismos, por sí solos no implican la obtención de mejores condiciones de producción o una disminución o eliminación de los factores de explotación. Ahora bien, esto no responde a la organicidad de los procesos.
En este sentido, considero que la ES toma relevancia en la medida en que dichos espacios colectivos y los sentidos sociales allí generados colocan a los sujetos organizados en el marco de la disputa política. Asimismo, la incorporación desde la organización de los emprendedores de diverso tipo en su abordaje territorial representa el diálogo entre el Estado, las organizaciones y el territorio, en la medida en que existen una serie de políticas tendientes a incidir sobre el empleo, existe una decisión política como organización para articular con ellas y existe una necesidad en el territorio que es percibida por la misma organización, cuya experiencia a su vez retroalimenta en el contexto actual, la configuración de las propias políticas de Estado.
Es en este punto donde confluye la ES y el trabajo histórico de CEDEPO: en la localización de ese sujeto popular entendido como castigado y la generación de instancias de participación y acción política a través de prácticas productivas que contribuyen al sustento de las economías locales.
En esa línea, esos mismos sujetos, aquellas economías domésticas de la zona rural de Varela a las cuales se les había brindado capacitación y representación política en ámbitos organizativos más amplios, más estos nuevos emprendedores, comenzaron a ser incluidos en los espacios de discusión política que la ES como política pública propiciaba, a través de la participación de CEDEPO en la conformación y apoyo de espacios inter-organizacionales y los programas que comenzaba a articular.
Ahora queda como desafío del cooperativismo como movimiento organizado encontrar los modos de contribuir a estas nuevas experiencias que componen la ES como un todo heterogéneo.
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Entrevistas y fuentes
González, entrevista (noviembre del 2013) La Parcela de CEDEPO. Entrevistadora: Guadalupe Hindi
Goizueta, entrevista (agosto del 2013) Municipio de Tres Arroyos. Entrevistadora: Guadalupe Hindi
Ministerio de Desarrollo Social de la Nación- Plan Nacional de Desarrollo Local y Economía Social Manos a la obra. Cuaderno n°4; 2007.
INTA- Colección Agricultura Familiar N°2; 2010
Referencias
1 Licenciada en Ciencias Antropológicas (orientación sociocultural), FFyL-UBA. Correo electrónico: guadalupehindi@gmail.com
2 Goizueta, entrevista (2013).
3 Goizueta op cit.
4 Las zonas denominadas “Cinturón Verde” hacen referencia a aquellas cuyas producciones de quintas o huertas se caracterizan por ser de tipo familiar y rodear a las grandes ciudades, con un tamaño promedio de 7 ha y una diversidad de 10 tipos de cultivos para consumo fresco, baja tecnología y gran inversión en mano de obra. Específicamente el CHB posee una extensión de 7000 km2, que se extiende en un radio de 50 km alrededor de la capital federal y se encuentra constituida por tres cordones indicados del 1 al 3 en función de su cercanía a la misma. El primer cordón está compuesto por las localidades de Avellaneda, Quilmes, Lanús, Lomas de Zamora, La Matanza, Moreno, Morón, Gral. Sarmiento, 3 de febrero, Gral. San Martín, San Isidro, Tigre, Vicente López, Merlo. El segundo cordón está compuesto por las localidades de Florencio Varela, Berazategui, La Plata, San Vicente, Almirante Brown y Esteban Echeverría. El tercer cordón está compuesto por las localidades de Berisso, Ensenada, la Plata, Lobos, Gral. Rodríguez, Escobar, Pilar, San Vicente, Cañuelas y Marcos Paz.
5 Goizueta, entrevista (2013).
6 El planteo de Petras (2000) hace alusión al modo en que algunos intelectuales denominados posmarxistas rechazan la concepción de clases del marxismo y construyen una concepción teórico-práctica que los vincula con el armado de ONGs que contribuyen a la expansión del capitalismo antes que a su lucha.
7 En conjunto el área de soberanía alimentaria se vinculó con 90 familias en total, de las cuales 20 conformaron la cooperativa. Con todas se realizó un trabajo de asesoramiento y acompañamiento en las casas, sobre la producción pero también, y a través de ella, sobre las cuestiones más personales de los productores.
8 González, entrevista (2013).
9 Petz (2010), 111-101.
10 Petz, op cit.
11 En el proceso de reconocimiento de la desocupación como problema legítimo situamos como hecho fundamental el surgimiento de los Movimientos de Trabajadores Desocupados (MTD). Vale mencionar también, en el marco de lo que se llamó en la jerga militante “los piqueteros de estructura”, por un lado, la red de barrios de la Matanza surgida hacia 1995 y de la cual formaba parte Luis D’Elía, quienes en 1998 conformaron la FTV (Federación de Tierra y Vivienda) encuadrada en la CTA, Central de trabajadores, surgida en el primer gobierno de Menen para resistir al embate privatizador; por otro lado, los militantes de uno de los “frentes de masas” del PCR (Partido Comunista Revolucionario), la Corriente Clasista y Combativa (CCC), creada en 1994 y que tomó el eje de la desocupación como punto de partida para el trabajo barrial a partir de 1996; por último, el polo Obrero, frente de desocupados del Partido Obrero; Movimiento Sin Trabajo “Teresa Vive”, vinculado a Izquierda Unida; Movimiento territorial de Liberación, desarrollado fundamentalmente por el partido Comunista, el Movimiento Independiente de Jubilados y Desocupados (liderado por Raúl Castells) y Barros de Pie, bloque vinculado a Patria Libre; completan el cuadro del llamado “movimiento piquetero” y fueron desarrollos que se gestaron con posterioridad al año 2000. Petz (2010), 113.
12 Es importante remarcar que dicho parque constituye un centro de reconocimiento local en torno a los productores hortícolas del CHB y confluyen allí numerosas manifestaciones, reivindicaciones y acciones conjuntas. Morey (2002).
13 La agroecología representa un modelo de desarrollo rural que se opone al modelo del agronegocio, y que implica un “modelo de desarrollo sustentable, armónico con el ambiente, que permite garantizar la reproducción de la vida promoviendo el desarrollo rural”. Alem, Alicia y González, Alicia (2010).
14 Argumedo (1993).
15 Petz (2010).
16 Hintze (2007).
17 Dicha ley dice: “Establécese la promoción y regulación del microcrédito, a fin de estimular el desarrollo integral de las personas, los grupos de escasos recursos y el fortalecimiento institucional de organizaciones no lucrativas de la sociedad civil que colaboren en el cumplimiento de las políticas sociales (…) Créase el Programa de Promoción del Microcrédito para el Desarrollo de la Economía Social y el Registro Nacional de Instituciones de Microcrédito…”. Esta política permite consolidar y extender el desarrollo de los emprendimientos socio-productivos apoyados en el Plan Manos a la Obra, avanzando en el mismo sentido de organización popular, que posibilita el mejoramiento de las unidades productivas. A su vez “el Estado nacional subsidia la operatoria de las organizaciones ejecutoras de fondos de crédito, con lo cual se logra una tasa de interés no mayor al 6% anual”.
18 Entre ellos podemos nombrar: la Feria de la Semilla, la primigenia provincial de Buenos Aires y luego la nacional motivada por la Presidenta de la Nación en el año 2009, el Foro de Organizaciones Nucleadas de la Agricultura Familiar (FONAF), la Federación de Organizaciones Productoras de Alimentos Ltda. (FOPAL), entre otros.
19 En este punto resultaba llamativo que todas las organizaciones y los productores, e incluso algunos miembros de universidades, planteasen la centralidad de la comercialización sin visualizar la infinidad de elementos problemáticos de la misma producción que, aun cuando existiesen espacios de comercialización facilitados por el Estado y/o en zonas estratégicas para la venta, los mismos trabajadores encontrarían dificultades para sostener. Algunos casos a citar son: el intento fallido de sostener un local en el Mercado del Progreso en el barrio de Caballito por parte de un conjunto de emprendedores del barrio de Flores de la CABA; el Mercado Solidario de Bonpland, el cual ha debido transitar largos debates hasta lograr una apertura de tres veces por semana y aun así gran cantidad de puestos se encuentran vacíos en varias oportunidades. Por cuestiones de espacio no indagaremos en estos casos, pero sí es interesante mencionar cómo impacta dicho énfasis en el diseño de acciones, tanto desde el Estado, como desde las propias organizaciones que tienen una tendencia actual a multiplicar experiencias de ferias como alternativa para los trabajadores de la ES.
20 Según un estudio realizado por el INTA, en la actualidad existen 144 ferias de ES y agricultura familiar de realización periódica en todo el país. El 97% de ellas posee aportes de algún nivel del Estado, sea este nacional, provincial y/o municipal (INTA- Colección Agricultura Familiar N°2; 2010).
21 Notas de campo (2014).
22 Aquí se entiende la hegemonía (Manzano, 2007; Trinchero, 2007; Petz, 2010; Roseberry, 1988) en tanto proceso dinámico, como una categoría que nos permite comprender la lucha, más que el consenso, en tanto no implica la consolidación de una única ideología dominante sino la conformación de ciertos marcos comunes regidos por los órdenes de la dominación, pero que habilitan, a su vez, la acción sobre ellos en sus propios términos.
23 Coraggio (2013).
24 Esto implica la ES en su estado actual. Vale decir que he notado que el autor usa indistintamente en cada publicación los términos ES, ES y solidaria, economía popular para referirse tanto al estado actual de su desarrollo como a aquello que acontecerá transcurrido un proceso de transición.
25 Coraggio (2009).