Una mirada cooperativista del Encuentro Nacional de Mujeres[1]
Gabriela Nacht,[2] Natalia Stoppani,[3] Julia Villafañe,[4] Marta Gaitán,[5] Magalí Bertini,[6] Paula Lucía Aguilar,[7] Verónica De Luca[8] y Ana Laura López[9]
Introducción
El presente artículo es una producción de escritura colectiva que rescata emociones, deseos, vivencias y experiencias de un grupo de mujeres con distintos recorridos, pero vinculadas a la militancia de la economía social en diferentes organizaciones que participamos del 31º Encuentro Nacional de Mujeres (ENM) que se desarrolló en Rosario el fin de semana del 8, 9 y 10 de octubre de 2016. Consideramos que es importante poder sistematizar esta experiencia no solo para visibilizar el enorme trabajo y visión política que hay detrás de cada encuentro, sino también como aporte al movimiento cooperativo (y en especial a las mujeres del movimiento) ya que pone en práctica valores, principios y formas de organización con una clara búsqueda de trasformación social que sirve para nutrirse y articularse mutuamente.
El 31º ENM convocó a más de 100 mil mujeres. Los encuentros se realizan, por lo general, en octubre con el criterio de que coincida con un fin de semana largo (es decir, un fin de semana más un día no laboral). Decenas de miles de mujeres se movilizan de forma autogestionada desde los puntos más recónditos del país para encontrarse durante tres días a debatir en talleres sobre distintas temáticas y realizar una marcha por las calles de la ciudad sede. Pero, además de esto, los encuentros se multiplican en la calle, a través de las actividades culturales o de compartir las noches en escuelas que se abren para su alojamiento.
El artículo describe y pone en valor las formas organizativas del ENM, su historia y propuestas, desde la mirada de las autoras, mujeres cooperativistas que entendemos al movimiento como una herramienta de trasformación social. Además, se pone el acento en los talleres dedicados a la economía social de los cuales se participó al llevar y al poner en debate nuestras concepciones y, a partir de ahí, se realizan algunos análisis sobre estos espacios. Todo esto, enmarcado en una lectura del contexto sociopolítico nacional que incluye el avance del neoliberalismo, la pobreza y el retroceso en materia de derechos que vino de la mano de los cambios de modelo de los gobiernos en Argentina y Latinoamérica, así también los crecientes femicidios y, a causa de esto, el paro de mujeres que se realizó días después del ENM.
Ese mapa trae como respuesta un movimiento de mujeres cada vez más organizado, empoderado, que se teje como protagonista y a la vanguardia de las luchas populares de estos tiempos con las banderas del feminismo. Por lo tanto, consideramos que el cooperativismo y la economía social son parte constitutiva de estos procesos tanto por su definición y práxis política, así como por la ideología que se sostiene desde el movimiento.
1. Tres décadas de historia
El ENM se realiza desde 1986. Sobre su origen:
En 1985, un grupo de mujeres argentinas participó en la Clausura de la Década de la Mujer en Kenia, África. Cuando regresaron, pensaron en la necesidad de autoconvocarse para tratar la problemática específica en nuestro país, donde al igual que en el resto del mundo sufrimos una marcada discriminación en el rol que tenemos en la sociedad.
Así, en 1986, empezaron los encuentros en nuestro país y desde ahí no pararon. Cada año son más masivos y exitosos. En el primero, éramos cerca de mil mujeres, en el 30° Encuentro Nacional de Mujeres participamos 65 mil.
La modalidad del Encuentro Nacional de Mujeres es única en el mundo, y eso permite que cada año nos sumemos de a miles: es autoconvocado, horizontal, federal, autofinanciado, plural y profundamente democrático.
Al encontrarnos, intercambiamos nuestras vidas, nuestras experiencias y convertimos problemas que parecen individuales en un problema de todas. Eso nos ayuda a encontrar los caminos para resolver nuestros sufrimientos. En el Encuentro también expresamos nuestras luchas, la que damos en la fábrica, la casa, el barrio, el campo, la escuela, la facultad, la ciudad, etc.[10]
Respecto a la estructura general, se realiza un acto de apertura el primer día donde se da lectura a un documento que da cuenta del contexto, reivindica demandas y consignas generales y luego se da inicio a los talleres simultáneos, por la tarde noche hay actividades culturales. En el segundo día de trabajo, se da continuidad a los talleres y por la tarde se realizan las conclusiones de cada uno, luego de eso se convoca a la marcha por las calles de la ciudad sede. En el tercer día, se realiza el plenario de cierre, se elige la sede del año siguiente[11] y se leen las conclusiones de todos los talleres.
La organización es completamente horizontal y este aspecto es lo que convierte al ENM en un hecho político emancipador y pedagógico. Desde los espacios de debate, se apuesta por una construcción que implica superar las tensiones, los consensos y los disensos a través de la elaboración de conclusiones que expresen todas las voces.
El solo hecho de participar es transformador tanto a nivel personal como colectivo. Lo que primero se advierte es la organización, solidaridad y cooperación entre tantas mujeres constantemente, la forma horizontal en la que se desarrolla todo el encuentro y particularmente en los talleres. Esto rompe con los estereotipos con respecto a los conflictos que surgen cuando grupos de mujeres interactúan o se vinculan. Nos demuestra y les demuestra la capacidad de organización y de coordinación en un contexto constante de opresión y desigualdad. La energía que fluye es algo inexplicable que nos marca, nos determina, nos encuentra en la lucha y nos hermana.
Generar un espacio de encuentro tan potente es en sí mismo un hecho que empodera y libera, y en ese sentido, también es importante destacar el proceso de preparación previa ya que al ser horizontal, autoconvocado y autofinanciado abre la oportunidad de participación y formación de militantes como pocos otros eventos. En diferentes ámbitos políticos y sociales, las mujeres estamos –gracias al ENM– más organizadas, y como militantes, más formadas. El ENM (y quizás el feminismo en general) abre una experiencia concreta de unidad en la diversidad. Mujeres de diferentes edades, identidades políticas y clases sociales debatimos, convivimos, dialogamos y nos coorganizamos. La consigna que dice “el encuentro somos todas” es una vivencia muy concreta.
Entonces, la propuesta se convierte en algo que excede los talleres y lo que promueve la comisión organizadora ya que manifiesta un sentido plural, disperso, de encuentros masivos, pero también de las interacciones más pequeñas en la calle, en las rondas, los abrazos, verse, cantar juntas, (re)encontrarse, ponerle palabras a sensaciones poco claras. Identificar las violencias cotidianas, las más sutiles, las que se reconocen en grupo. Tiene un carácter pedagógico profundo, allí se aprende codo a codo la lucha. Y también es un espacio importantísimo de reconocimiento de la capacidad y el poder de actuar contra la opresión. Es por ello que se vuelve a la vez agotada de las intensas jornadas pero fortalecidas. Hay un tremendo poder en ese “no estás sola”, “no te pasa solo a vos”, “acá podes hablar” que anima, abraza, da herramientas.
1.1. Corazón del encuentro
Es común encontrar una coincidencia entre quienes participaron del ENM cuando se les pregunta cómo les fue. Casi todas dicen que marca un antes y un después para todas aquellas mujeres que tenemos la posibilidad de poder participar. Y en eso tienen un papel fundamental los momentos nodales del ENM que son los talleres (de los cuales participan solo mujeres) y son los espacios donde se dan los encuentros más profundos y diversos.
Los talleres son democráticos y horizontales y pluralistas. Rompen con lo que nos acostumbran a ver, donde algunos(as) hablan y otros(as) solo escuchamos en silencio. Los talleres son soberanos, lo que se discute pertenece solo a las mujeres que participan del mismo. Tienen como modalidad el consenso, para garantizar que todas podamos expresarnos, no se vota. Debatimos cerca de setenta temáticas en talleres. Cada taller tiene una coordinadora, que tiene la tarea de ordenar el debate y garantizar que todas las voces puedan escucharse. También se elige a quienes toman nota de todo lo que se discute en el taller para después armar las conclusiones. Cuando termina el encuentro, la comisión organizadora publica las conclusiones de todos los talleres y son entregadas en el siguiente encuentro. Los talleres nos permiten descubrir que no estamos solas, que podemos juntarnos para dejar de lado nuestros sufrimientos y cambiar la realidad de nuestro país.[12]
Poco importa a cuántos Encuentros haya cada una asistido porque en cada taller siempre hay más por discutir, más por pensar, más por elaborar. La capacidad de sorpresa y descubrir nuevos temas y miradas sobre estos es algo que se transmite año tras año.
1.2. Organizadas
Para llevar adelante todo el encuentro, existe una comisión organizadora de cada sede.[13]
De la comisión organizadora de cada lugar, participan mujeres autoconvocadas. El criterio es abierto a todas las mujeres de la ciudad y alrededores. En la comisión no hay estructuras jerárquicas. Así amas de casa, obreras industriales y rurales, estudiantes, campesinas, profesionales, mujeres de los pueblos originarios, empleadas, etc. nos juntamos en cada ciudad para organizar el encuentro. La comisión organizadora funciona con autonomía de instancias gubernamentales, fundaciones y organizaciones políticas. Recibe ayuda de todos los que quieran aportar a los encuentros, pero sin condicionamientos. Aseguramos así este espacio democrático, horizontal, heterogéneo y autofinanciado, que no tiene dueños porque nos pertenece a todas. Trabajamos en subcomisiones de organización, prensa, finanzas, cultura, alojamiento, comida. Vamos planificando y resolviendo los aspectos organizativos.[14]
Otro punto interesante que busca allanar el camino para la participación es la gestión del alojamiento gratuito y las viandas. Para esto se trabaja con las escuelas y clubes de la ciudad sede, quienes prestan las instalaciones para que las mujeres que quieran puedan pasar allí las noches. Allí se dan otros espacios de intercambio, de continuidad de lo charlado, de convivencia. Hay quienes se organizan en pequeños grupos para asistir y otras que lo hacen enmarcadas en organizaciones sociales o partidos políticos.
Es justamente sobre este último punto que se plantea una tensión. Tras décadas de realizarse, en la participación que crece en cada edición, se advierten distintas particularidades marcadas por la época o por el crecimiento mismo de un espacio como este. También se intensifican algunas discusiones que tienen que ver con la pertenencia partidaria.
El ENM tiene la particularidad desde sus inicios de bregar por el encuentro más allá de los orígenes y tradiciones políticas a las que cuales cada una pertenezca, sin que ello suponga desconocer que en muchos casos somos mujeres nucleadas en movimientos o partidos políticos que llevamos nuestras propias consignas a este espacio.
Más allá de estar de acuerdo o no con eso, consideramos que el hecho de que cada vez haya más mujeres organizadas no es un dato menor, ya que expresa años de invisibilización de la mujer como militante a la vez que muestra que nosotras también podemos discutir en terrenos que suelen tener estructuras de funcionamiento muy atravesadas por el patriarcado, como son algunos partidos políticos. Sin embargo, también es importante reflexionar sobre la necesidad de seguir teniendo el Encuentro de Mujeres donde podamos ser capaces de elaborar colectivamente una agenda común a todas y que luego cada organización pueda hacerla parte de su propio programa. Y en esto volvemos a insistir, porque no hay otro espacio como el ENM donde miles de mujeres discutimos y nos pensamos, con la modalidad de talleres conformados por decenas de nosotras, con una coordinadora y relatora por taller, donde si hay algo que prima es la participación y la elaboración de conclusiones donde nada de lo dicho puede quedar afuera.
2. Contexto arrasador
El avance del neoliberalismo en la región, en la gestión del Estado, en la diagramación de las políticas públicas, las presas políticas como Milagro Sala, el ajuste, la represión, el retroceso en materia de derechos, los femicidios, “Ni una menos” son algunos conceptos que se podrían aglutinar en una especie de coctel de contexto que atravesó el ENM 2016 y que suenan devastadores. Sin embargo, y quizás como reacción necesaria, tuvo la mayor convocatoria de la historia. El documento de apertura condensó todo esto al hacer foco en los casos, en las medidas tomadas, en cómo eso cala más fuertemente en las mujeres que en el resto de la población.
No hay mejor manera de enfrentarnos con quienes hambrean al pueblo -con quienes quieren seguir sometiéndonos, encasillándonos en roles que no elegimos o en lugares de segunda, con quienes nos violentan y nos impiden decidir sobre nuestros cuerpos- que apostando a la unidad, al Encuentro en la diversidad de miradas y de trayectorias. No hay mejor receta para seguir en la lucha que estando todas juntas.
En el Encuentro crecemos, aprendemos y avanzamos en descubrir el origen de nuestros sufrimientos y los responsables de tanto dolor que recorre la vida de cada una de nosotras, develando la doble opresión que sufrimos por ser parte del pueblo y por ser mujeres. El Encuentro será, como ha sido históricamente, el caldero para luchar y conquistar nuestros derechos.[15]
La fuerte crisis que atraviesa la Argentina podría haber proporcionado un impedimento económico para poder asistir (de hecho, lo debe haber sido para varias). Durante el año, cada grupo se va organizando para juntar fondos para poder viajar y el 2016 golpeó fuertemente los bolsillos de las mujeres más humildes y de clase media. En términos generales, la situación actual claramente socaba las posibilidades, las oportunidades que se ponían a disposición de las mujeres en otros años no tan lejanos, porque claramente apuntan a desorganizar y al ofrecer constantemente vínculos violentos, basados en el temor del otro, cada otro(a) es tu enemigo. El individualismo gestionado por un gobierno sustentado y apoyado desde construcciones teóricas, políticas y mediáticas que colaboran (o protagonizan) en este proceso atravesó tangencialmente cualquier discusión o problemática abordada en el ENM.
Pese a todo, la convocatoria fue la mayor de la historia de los encuentros y se tradujo en un compromiso por redoblar la lucha. Esto hizo que en los talleres se debatiera muchísimo sobre el neoliberalismo y desde qué lugar y cómo íbamos a plantear nuestro plan de lucha. Un claro ejemplo de este fue el primer paro-marcha de mujeres posencuentro.
2.1. Reprimidas
El segundo día por la tarde se realiza la tradicional marcha que atraviesa la ciudad anfitriona. Cada año también existe la latente posibilidad de represión policial, especialmente cuando la columna pasa frente a la catedral del lugar. Allí, por lo general, se despliega un gran operativo de “seguridad” para proteger las paredes de una institución como es la Iglesia Católica. Sí, así como suena y con todos los análisis que se pueden hacer de esa postal tan simbólica.
Cabe destacar que, desde la organización del ENM, no se solicita presencia policial y se les pide que no alteren el desarrollo de las actividades y que, además, respeten la ley 26.485, Ley de Protección Integral, para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales. Incluso elevaron una nota (en este caso a la ministra de Seguridad, Patricia Burllich) en la que se instó “a que todos los agentes estatales que se encuentran en la ciudad, y especialmente los efectivos de las fuerzas de seguridad, tengan en cuenta los aspectos de esa ley y puedan respetarlos en el ejercicio de sus tareas”.
Pese a eso, la represión llegó. Desde el comunicado emitido por la organización destacaron:
Repudiamos enfáticamente cualquier tipo de represión (…). Los hechos sucedidos durante la marcha principalmente pusieron en riesgo la seguridad y la vida de las miles de mujeres que nos autoconvocamos. Destacamos que hicimos una marcha histórica, la más concurrida de todos los Encuentros, fruto de la más amplia unidad y de la necesidad de estas miles de mujeres de expresar sus reclamos y reivindicaciones. Esta comisión organizadora trabajó durante once meses para garantizar que este Encuentro sea exitoso, pacífico y seguro. Agradecemos el acompañamiento que toda la población de Rosario nos manifestó durante estos días[16].
2.2. Paro de mujeres
La novedad contextual vino luego del encuentro, cuando días después conocimos el brutal femicidio de Lucía Perez[17] y se organizó el primer paro y movilización nacional de mujeres del país, el 19 de octubre. Centena de miles nos movilizamos, vestidas de negro y bajo una feroz tormenta en algunos casos: así se protagonizó la manifestación de mujeres más grande de la historia de Argentina. Se propuso cese de tareas de 13 a 14 horas y luego se convocó a una marcha que se replicó en diversos puntos del país (desde grandes capitales hasta pequeños pueblos). Esa consigna incluso fue tomada en diferentes países de Latinoamérica, y luego surgió la propuesta de replicar el paro a nivel mundial para el 8 de marzo. Para ese entonces, lejos del objetivo del reclamo, los femicidios se hicieron más cruentos y cercanos temporalmente. Se llegaron a contabilizar 57 en 43 días.[18]
Por otra parte, en otros puntos del planeta, se produjo otra movilización histórica, multitudinaria, esta vez contra un recién asumido Donald Trump como presidente de Estados Unidos, ante sus manifiestas y explícitas declaraciones misóginas y racistas. Si tenemos todo esto en cuenta, es difícil pensar el ENM del 2016 sin recuperar la fuerza de la consigna “Ni una menos”, el paro negro que se avecinaba y la enorme cantidad de espacios de mujeres que proliferan desde hace por lo menos dos años. Y en ese marco, también se vivió la necesidad de identificar bien quiénes son los actores, sectores y condiciones que nos oprimen en la coyuntura actual, por el hecho de que la visibilización que adquirieron ciertos temas vinculados a nuestras propias vidas hizo que posiciones políticas antagónicas confluyeran en demandas en relación a las mujeres.
Porque lo personal es político, las mujeres tomamos el espacio público al dar muestra de esa fuerza organizativa y plagada de sorodidad que pone en jaque al patriarcado y lo hace reaccionar con más violencia al verse atacado. Respecto a esto, consideramos que es la fuerza de todas juntas la que nos permite asumirnos como parte de un todo más allá de la individualidad y es esta la condición para la transformación de la sociedad en la que vivimos. Que cada una desde sus lugares, trabajos, militancias, sentires y corporalidades seamos capaces de pensarnos como una totalidad inacabada, a construir todos los días, a reflexionarla y batallar por una sociedad sin explotadas ni oprimidas.
Otros puntos de coyuntura que atravesaron el ENM tuvieron que ver con las arbitrarias detenciones de Milagro Sala y de las (os) once compañeros(as) de la Cooperativa Tupac Amaru y las consecuencias devastadoras que se desploman sobre las instituciones que tienen que convivir hoy con presos políticos en plena democracia. También se analizó la persecución constante a la que son sometidas Cristina Fernández de Kirchner, Dilma Rousseff y Delcy Rodríguez, no solo por el hecho de sus pensamientos y acciones políticas, sino por ser mujeres que hoy representan los nuevos liderazgos femeninos en América Latina.
3. El encuentro y la economía social
La economía social y solidaria y el mundo del trabajo son ejes transversales del encuentro que son abordados incluso de manera explícita en algunos de los talleres. El documento de apertura dejó en claro la necesidad de desarrollar otra economía. En su lectura se gritó:
¡Basta de precarización laboral! ¡A igual trabajo, igual salario! ¡Basta de acoso sexual en el trabajo! Queremos avanzar en igualdad de oportunidades para la participación sindical. Por eso aprovechamos este Encuentro para reafirmar nuestro apoyo a la lucha de las fábricas recuperadas y a distintos sectores de la economía popular que se organizan día a día, como el caso La Toma (ex supermercado en Tigre), MadyGraf, Zanon y otras experiencias. También queremos la paridad como un modo de fortalecer nuestros derechos políticos y laborales y nuestra representación en lugares de toma de decisiones. Las mujeres también somos afectadas por la concentración de la tierra y la producción: en nuestro país, el 2% de los terratenientes concentran el 50% de la tierra[19].
En el Encuentro de 2016, hubo 69 talleres[20] de los cuales unos ocho abordaban tópicos vinculados al mundo del trabajo y de la economía. Las temáticas iban desde mujeres y trabajo productivo, desocupación, feminización de la pobreza, mujeres y organizaciones sindicales, mujeres trabajadoras sexuales, mujeres campesinas y rurales, entre otros. Pero, específicamente, dos de los talleres estaban directamente destinados a la economía social: el Nº 44 “Mujeres y organizaciones productivas, cooperativas y economía popular” y el Nº 45 “Mujeres y empresas y fábricas recuperadas”.
Para el Nº 44, se proponía abordar temáticas como: el protagonismo de las mujeres en las organizaciones productivas; las experiencias en economías solidarias; las formas de organización y de producción; los microemprendimientos; el cooperativismo; el mutualismo; la precarización del empleo; la participación de las mujeres en la economía popular: cartoneras, vendedoras ambulantes, manteras, recicladoras, artesanas, feriantes, trabajadoras de programas sociales; la autogestión; y el impacto de los tarifazos y la inflación. Sobre el Nº 45, se debatió sobre: los fenómenos de quiebre; el cierre y el vaciamiento de fábricas; la participación de las mujeres, la autogestión y el control de las mujeres de las fábricas recuperadas; las distintas formas de organización y de producción; la estatización; la expropiación; el análisis y las propuestas de legislación; los impactos de los tarifazos y de la inflación; las consecuencias en las familias; las experiencias de lucha de las mujeres; la vinculación con otros movimientos y organizaciones barriales, culturales y partidos políticos; y los efectos de la participación comunitaria en la vida de las mujeres.
Al participar del ENM, se advierte que es una caja de resonancia de las diversas maneras en las que en cada región se vive la situación económica y social del país de manera general y personal. El ajuste económico, la carga tributaria, el aumento de las tarifas, la disminución del consumo interno y la apertura de las importaciones es algo que denunciaron enérgica y desesperadamente este año las cooperativistas, pero también las esposas de los trabajadores de empresas recuperadas, las artesanas, las campesinas y todas las integrantes de la economía popular. Quienes no están cooperativizadas consultan y ven la urgencia de unirse para defender sus puestos de trabajo, su autoempleo o su pequeña unidad productiva. Pero esto último les resulta inalcanzable por lo costoso y burocrático. Las cooperativas de programas sociales creadas en la década pasada ven amenazadas sus matrículas y sus ingresos, que si bien no llegan a cubrir una canasta básica o un salario mínimo, les permitieron salir de la indigencia total en las que nos sumergió la crisis del 2001. La necesidad de políticas públicas que contemplen al sector y no solo a las agroexportaciones, las mineras y las transnacionales fueron los temas que travesaron las discusiones ya que la mala redistribución de las riquezas del pueblo tiene consecuencias terribles, directas e inmediatas con las mujeres, en todas sus franjas etarias y clases sociales mayoritarias.
En esos talleres, se dieron cita trabajadoras todas, de cooperativas u otras experiencias, mujeres nucleadas en partidos políticos, académicas, sindicalistas, comunicadoras, cartoneras, referentes de organizaciones sociales, de diferentes edades y lugares (incluso de países anglosajones). En esa diversidad, se podían compartir realidades, vivencias y lecturas muy diferentes sobre un mismo tema, como puede ser el cooperativismo, y se generaron al mismo tiempo dificultades a la hora de canalizar el debate pero eso aportó una riqueza inestimable. Esa misma diversidad hace que se haga dificultoso establecer algunos puntos básicos (incluso terminológicos) para dialogar desde una base común mínima y empezar a elaborar conclusiones que fueran lo más plurales posibles. Pero a su vez lo interesante es poder verse interpelada por otras posturas que implican la revisión constante de las ideas y de las acciones. De todas formas, hay un enorme potencial allí, en ese debate plural y horizontal de ideas, para la construcción de acciones colectivas, el intercambio de experiencias con sus características locales, el conocimiento de diferentes luchas que llevan las mujeres en cada espacio de procedencia, la incidencia en políticas públicas.
Por otra parte, otra cuestión, que hacía más complejo poder partir de una base común, tenía que ver con la amplitud de tensiones y conflictos que atravesaban la temática de la autogestión. Por ejemplo, una parte nodal de las discusiones pasó por la sindicalización de las mujeres autogestionadas y la lucha por un salario mínimo, lo cual en cierto punto resulta contradictorio. Eso se trasladó a tener dificultades en establecer la diferencia entre la autogestión y el trabajo en relación de dependencia. Además, se planteó el rol del Estado en la promoción de cooperativas y la situación en relación a la autopercepción del trabajo. Pero a su vez, todo esto se enmarcaba en la coyuntura económica delimitada por la recesión, inflación, desempleo, tarifazos, apertura de importaciones, etc. que tiene claras consecuencias devastadoras para la producción y la comercialización de la economía social.
En otro orden, se trabajó sobre la posibilidad de establecer una ley de cupo en relación a la participación de las mujeres en las organizaciones autogestionadas. De todas maneras, advertimos que faltó más especificidad en los debates sobre la situación de las mujeres en el movimiento de la economía social.
También, en los talleres pudo notarse un cierto clima de desesperanza ante el regreso del neoliberalismo y una actitud defensiva en general. Esto condiciona y quizás influye en correr el eje del debate sobre la igualdad y las reivindicaciones propiamente de género. Si bien las discusiones parecen ser siempre similares, hay avances y retrocesos, no son lineales, las marca la coyuntura política, social y económica. Nosotras leemos esa realidad entre todas y delineamos acciones positivas. Los debates nunca son suficientes, y de allí muchas propuestas que quedan en las conclusiones fueron insumos para proyectos legislativos o campañas a favor de lo que necesitamos instalar en la sociedad.
Si bien, algunos debates que se dieron en ese taller son los que se darían en cualquier otro encuentro de economía social (es decir, no aparece la problemática de género de un modo específico), el ENM es una gran oportunidad para las mujeres que integramos el movimiento cooperativo y de la economía social, ya que podemos allí intercambiar experiencias y miradas sobre nuestras respectivas construcciones. Sería bueno lograr que en ese espacio se debatan y elaboren posibles políticas para que en el movimiento en general (y en cada organización en particular) se den políticas propias para erradicar de su seno la violencia y discriminación por género. Por ejemplo, que las temáticas de género sean contenido ineludible de la propia educación cooperativa.
3.1. Mujer cooperativista, participa
Más allá de estas observaciones, participar del ENM en general como mujeres cooperativistas se vuelve una experiencia en sí de formación, tanto por la manera en que está organizado como por la propuesta de participación horizontal con parámetros que van por fuera de los tradicionales. Por otra parte, la otra economía, la anticapitalista, es un tema transversal de este encuentro contrahegemónico.
Es necesario que todas las expresiones de concebir las relaciones humanas, lo social y por sobre todo un modelo económico que se encuentra en las antípodas del capitalismo se vean reflejados en toda discusión que ponga en tensión las formas de dominación establecidas, básicamente porque el patriarcado es una expresión más del capitalismo, por ende, pensarnos en otras construcciones sociales, políticas, económicas, culturales (incluso al trascender estas topografías clasificatorias del mundo) supone necesariamente alternativas por fuera de la lógica del capital. De ahí se deriva, por lo tanto, la necesidad de llevar nuestras disputas, voces, cuerpos y, claramente, tomar saberes, experiencias, vivencias, de otras para estar en un continuo fortalecimiento del movimiento.
Y es en ese sentido que promovemos la necesidad de que todas las compañeras del movimiento cooperativo participen al menos una vez del Encuentro. Allí nos encontramos de distintas clases, condiciones sociales, banderas, niveles de educación, y, sin embargo, a la hora de debatir cualquiera de los temas tratados en cada taller –desde aborto hasta la economía social, desde el trabajo sexual hasta el antiimperialismo– somos todas iguales, todas tenemos uso de la palabra, todas dejamos plasmado nuestro pensamiento, nuestra experiencia, nuestra necesidad de luchar contra el patriarcado y sus miles de caras. Pero la participación se vuelve necesaria para nutrirnos, formarnos y poseer más herramientas para combatir la desigualdad en su conjunto.
Al mismo tiempo, como mujeres y cooperativistas, somos parte de un movimiento social atravesado –como todas las organizaciones del campo popular– por relaciones sociales clasistas y sexistas y el ENM es, sin lugar a dudas, un espacio donde podemos reflexionarnos como mujeres sobre tal realidad. No hay otro espacio así, permite visualizar la agenda de temas que nos constituye, nos permite conocer otras organizaciones y posturas, nos obliga a buscar argumentos para defender nuestras posiciones, nos interpela al debate fraterno (y no por ello exento de discusiones muy crudas entre posiciones casi antagónicas en algunos talleres), nos permite vivir en convivencia con otras, nos lleva a organizarnos y nos muestra la fuerza de lo colectivo.
Es necesario incorporar a la militancia del sector la participación de las compañeras en los Encuentros, por lo inacabado de los debates, porque siempre aprendemos más, porque siempre volvemos distintas, porque la adrenalina de esos tres días se compara muy poco con otras vivencias. Porque las que fuimos podemos contar a las nuevas cómo lo vivimos y mejorarnos como colectivo, porque es responsabilidad militante también el advertir de ciertas situaciones y poner en común algunas experiencias que permitan llegar a los encuentros más organizadas y fortalecidas.
Es intenso el camino que el movimiento cooperativo en su conjunto debe recorrer, y en ese andar es necesario dotar de visión y consciencia de género a las trabajadoras y dirigentas de muchas cooperativas, al notar cómo los modos de participación y ejercicio del poder son réplicas muchas veces de la cultura patriarcal, para así comparar las condiciones en las que nos encontramos según el objeto social y la cultura organizacional de cada entidad, también de cada zona del país y de la región.
4. Un horizonte
Hoy el emergente político social es, sin dudas, el colectivo de mujeres organizadas, si en los años 90 los movimientos piqueteros o las empresas recuperadas fueron las reacciones más visibles a las injusticias sociales y una novedad en toda Latinoamérica, nosotras estamos protagonizando un momento histórico reivindicativo. Las cooperativistas sabemos cómo se hace, eso de organizarnos, sabemos que la unión hace la fuerza y que la ayuda mutua y sororal-solidaria que nos hermana nos hace invencibles, es una praxis que debemos socializar y ejercer en vista de nuestra visión del cooperativismo que es transformador.
El desafío que se plantea para el movimiento es incrementar la participación de mujeres cooperativistas en el ENM, poder ir como colectivo, poder nosotras ser mejores militantes y mejores portavoces de todo nuestro ideario. También surgen inquietudes sobre cómo trabajar el pre y posencuentro con propuestas propias, al asumir roles y al llevar temáticas. Quizás ensayar propuestas de trabajo durante el año de acuerdo a las dinámicas que se plantean en los talleres y tratar de generar espacios en los que se pueda transmitir la experiencia a otras compañeras, incentivarlas a participar y buscar la manera de poder allanar el camino para que se puedan tomar esos tres días.
Para reconocernos y empoderarnos debemos organizarnos, y qué mejor forma que el ENM.
[1] Sitio web del ENM: http://www.encuentrodemujeres.com.ar.
[2] Profesora en Historia (UBA). Secretaria de Investigaciones del CCC Floreal Gorini. Docente e investigadora de Idelcoop.
[3] Licenciada y profesora de Ciencias Políticas (UBA). Maestranda en Estudios Sociales Latinoamericanos. Coordinadora del Departamente de Educación del CCC Floreal Gorini. Correo electrónico: natstoppani@gmail.com.
[4] Docente. Colaboradora del IMFC Filial Córdoba. Secretaria de Educación Cooperativa de la Comisión de Asociados de la Filial 100, Córdoba Capital.
[5] Técnica en Administración de Cooperativas y Mutuales. Diplomada en Economía Social. Militante y dirigente cooperativista. Presidenta de la Secretaría de Género de Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos
[6] Estudiante de Administración Pública. Militante Cooperativista. Funcionaria del Banco Credicoop Coop. Secretaría de Educación Cooperativa Comisión de Asociados Filial 231, Loma Hermosa.
[7] Licenciada en Sociología. Doctora en Ciencias Sociales. Investigadora (CONICET-Instituto de Investigaciones Gino Germani, UBA). Coordinadora Espacio de Géneros CCC.
[8] Integrante de la Iglesia Metodista. Militante Cooperativista.
[9] Licenciada en Comunicación Social. Integrante de Idelcoop. Socia de la Cooperativa Fábrica de Ideas. Correo electrónico: analaulopez@gmail.com.
[10] http://encuentrodemujeres.com.ar/, última fecha de acceso: enero de 2017.
[11] La sede de 2017 será Resistencia, Chaco.
[12] Ver más en: http://encuentrodemujeres.com.ar/talleres/, última fecha de acceso: enero de 2017
[13] La sede de cada Encuentro es elegida por ovación y aplausos al cierre del anterior.
[14] Ver más en: http://encuentrodemujeres.com.ar/comision-organizadora/, última fecha de acceso: enero de 2017
[15] Párrafos de cierre del documento. http://encuentrodemujeres.com.ar/comision-organizadora/, última fecha de acceso: febrero de 2017.
[16] http://encuentrodemujeres.com.ar/comunicado-31-encuentro-nacional-de-mujeres/, última fecha de acceso: enero de 2017.
[17] El brutal y salvaje femicidio de Lucía Perez, una joven de dieciséis años de la ciudad de Mar del Plata, produjo una conmoción muy grande que movilizó la organización del primer paro de mujeres con una amplia repercusión. Este caso, sumado a que se producía un femicidio cada treinta horas en el país (ahora es cada 24 horas). La cercanía temporal con el ENM con más convocatoria de la historia y las recientes marchas bajo la consigna “Ni una menos” que habían movilizado a grandes multitudes en todo el país fue el contexto que motivó este paro.
[18] Entre enero y febrero de 2017.
[19] Ver texto completo en: http://encuentrodemujeres.com.ar/category/documento/, última fecha de acceso: febrero de 2017.
[20] Ver el listado de los talleres en: http://encuentrodemujeres.com.ar/wp-content/uploads/2016/05/Talleres31EN..., última fecha de consulta: enero de 2017.